miércoles, 6 de enero de 2016

(40)El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha

Uno de los personajes más conocidos de la Literatura Universal es “El Caballero de la triste figura”. Así llamaba Cervantes a Don Alonso Quijano: El Quijote de La Mancha. Llegó a ser más conocido que Don Miguel de Cervantes Saavedra. Esta situación llevó a decir A Don Miguel de Unamuno: “El Quijote es un genio, pero Cervantes es un imbécil”. Toda España se indignó con estas palabras que dijera el brillante representante de la Generación del 98. Una buena manera para mantener a los españoles despiertos, solía decir. Con el correr del tiempo, los nombres de los autores se pueden olvidar, pero los personajes, quedan.

En música, la ingratitud es mayor. Es cierto que muchas personas buscan en el presente ser-según las palabras de Saramago- “Alguien que no sea yo”. Es así que Don Alonso Quijano, a la edad de cincuenta años, decide, mientras juega con las sílabas de su apellido, convertirse en caballero andante, y de esta manera andar por el mundo “desfaciendo entuertos”.

¿Será cierto que de tanto leer libros de caballería, perdió la razón?...Saramago escribe “ Desde el punto de vista de los contemporáneos de Cervantes y de los personajes de la novela, Don Quijote está loco porque Quijano enloqueció. A Unamuno le decían que estaba loco como Don Quijote. El autor de La agonía del Cristianismo contestaba “Locos no somos nosotros. Locos son los que nos rodean”.

Don Quijote reorganiza su mundo “cambiando los nombres y las cualidades de todas las cosas : La venta es un castillo; los molinos son gigantes; los rebaños son ejércitos. Aldonza Lorenzo se transforma en la sin par Dulcinea del Toboso, por no hablar del mísero jamelgo ascendido a Rocinante, y una bacía de barbero elevada a la dignidad de Yelmo de Mambrino”.

En toda la historia de la humanidad, mientras avanza el tiempo, los seres humanos queremos otros nombres. Las circunstancias y las vicisitudes de la vida, nos dan otros nombres. Los trabajos, cargos, el arte, la fama y la moral, también alimentan ese ser otro. Rimbaud escribía “Yo es otro”, para después cambiar a la poesía por actividades comunes y corrientes.

“Déjalo ser” (Let it be) es el título de una  de las canciones de Los Beatles, y nosotros sabemos que buscamos una identidad y un nombre en la vida, para que los demás nos tengan presentes. Amados u odiados, o tal vez en el anonimato como todos aquellos héroes que canta Walt Whitman.

Allen Ginsberg, poeta norteamericano, contaba que cuando le preguntaban si él era Allen Ginsberg. Él tendía la mano y respondía muy suelto de huesos: “No, pero es así como me llaman”.


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