jueves, 4 de febrero de 2016

1.8 EL SUICIDIO EN LA HISTORIA (Según Sicars y Salvadó)

A. En los tiempos antiguos  : El suicidio era raro en el pueblo hebreo. La Biblia cita el caso de ABIMELEC, SAÚL, AQUITOFEL, ZAMBRI y otros.

ABIMELEC, Libro de los jueces, capítulo IX, versículo 50 y siguientes:
“Partido de SIQUEM ABIMELEC, fue a la ciudad de Tebas, la que bloqueó y sitió con su ejército. Había en medio de la ciudad una torre muy alta, donde se habían refugiado hombres y mujeres y todos los principales de la ciudad…; y llegando ABIMELEC al pie de la torre, la combatía valerosamente, y acercándose a la puerta, procuraba incendiarla; cuando he aquí que una mujer, arrojando desde arriba un pedazo de una piedra de molino, dio con ella en la cabeza de ABIMELEC, y le rompió el cerebro. Entonces ABIMELEC, llamando a toda prisa a su escudero, le dijo: “Saca tu espada y mátame, porque no se diga que fui muerto por una mujer”. El escudero, ejecutando el mandato, le acabó de matar”.

SAÚL, Libro 1 de los Reyes, al comenzar el capítulo XXXI:
“Entretanto dice, se dio la batalla entre los filisteos e israelitas…y toda la fuerza del combate vino a descargar sobre SAÚL, a quien alcanzaron los flecheros e hirieron gravemente. Dijo entonces SAÚL a su escudero: “Desenvaina tu espada y quítame la vida, porque no lleguen estos incircuncisos y me maten, mofándose de mí. Mas,  su escudero no quiso hacerlo, sobrecogido de sumo terror. Con esto SAÚL desenvainó su espada y arrojose sobre ella. Al ver el escudero muerto a SAÚL, echose él mismo también sobre su espada y murió junto a él”.

AQUITOFEL, ahorcose indignado porque  Cusai había desatendido su malvado consejo de oprimir a David; y el infame usurpador ZAMBRI o ZIMRI, CUYO REINADO EN Tirsa no duró más de seis días. Zimri había conspirado y dado muerte a Elá. Cuando se enteraron de este hecho, los israelitas proclamaron rey a Omrí, luego sitiaron Tirsa. Cuando Zimri vio que la ciudad iba a ser tomada, entró en la fortificación de la casa del rey, prendió fuego, prendió fuego al palacio real y murió”.(1-Reyes 16).

¿Se puede considerar suicidio las muertes de SANSÓN, ELEAZAR y RAZIAS? Este último personaje, piadoso anciano se hirió con su propia espada y prefirió morir antes que convertirse en esclavo de idólatras como Nicanor y sufrir abusos a pesar de su condición y edad. (2 Macabeos14; 37-45).

B. En La India : El viaje de Alejandro a Oriente nos recuerda a Takila que vivía en las márgenes de del río Ganges con sus filósofos. Los griegos los llamaban GIMNOSOFISTAS quienes viviendo en los bosques, aprendían a despreciar la vida, meditaban sin cesar en la muerte y la aguardaban como el bien supremo. Las enfermedades, epidemias y la vejez pasaba entre ellos como una vergüenza. ¿La muerte? Era la mayor de las ofensas. Cuando se encontraban apestados, enfermos o ancianos, se arrojaban a la hoguera.

Los discípulos de los brahamanes, se mataban con la misma facilidad que en los tiempos de Alejandro y bajo el influjo de los mismos principios cargados de fanatismo y de una visión torcida de lo que en realidad es la vida. La superstición obligaba a suicidios colectivos como la fiesta del ídolo Djaggenerpat, cuyo carro pasaba triunfante sobre los cuerpos de sus infelices adoradores.

Las fiestas del Ticonnal se celebraban en Bengala con una cantidad considerable de víctimas que sufrían voluntariamente una muerte despiadada.

Los libros sagrados de los hindúes, a pesar del pánico que tienen estos pueblos a la sangre, establecen y autorizan varios modos violentos de suicidarse. Por ejemplo: Dejarse morir de hambre; abrasarse con estiércol de vaca; sepultarse en las nieves de la montaña del Tibet.

Los ingleses cuando dominaban La India, llegaron a suprimir esta práctica salvaje de las mujeres que se arrojaban a la hoguera donde habían sido quemados los restos de sus esposos.
C. En China y Japón : Había suicidios en todas las clases sociales. Los altos funcionarios que eran condenados a muerte, se suicidaban para poder escapar del suplicio.
El emperador de China Chin-Koang-Ti ordenó quemar los libros sagrados, este hecho inaceptable hizo que quinientos discípulos de Confucio (Kung-Fut-Se) se quitaran la vida para no sobrevivir a esta pérdida.

VOLTAIRE refiere que en su tiempo, en el Imperio del Sol Naciente, cuando un hombre de honor era ultrajado por otro, se abría las entrañas en su presencia y le invitaba a hacer otro tanto, si el que ofendió no lo imitaba, quedaba deshonrado. Estas operaciones practicaban los japoneses por duelo de familia u otros pesares domésticos y practicaban los suicidios a consecuencia de la muerte del último Mikado (1926).
Los japoneses que veneraban a la diosa Amida, se ahogaban para festejar mejor a la divinidad, o se encerraban en una tumba amurallada por todos lados, sin otra abertura que un pequeño agujero para pasar el aire, y mientras viven, llaman sin cesar a Amida hasta que sucumben de aire y desfallecimiento.
Cuando tomaban la resolución de quitarse la vida para cambiarla por otra mejor, se pasa noches enteras sin dormir. Los amigos a quienes ha participado de su decisión, no lo abandonan. El presunto suicida les habla del mundo despreciable y el tema gira alrededor de honorable decisión. También pronuncian discursos públicos sobre la gran idea que les preocupa. Son alabados y reciben regalos. Cuando llega el día para el sacrificio, reúne  a sus amigos y a aquellos a quienes ha inducido a seguir su ejemplo. Termina la despedida con un festín y acto seguido se dirige a quitarse la vida.

D. En Persia : Los partidarios de ZOROASTRO, jamás atentan contra sí mismos, no importa la situación en que se encuentren. El suicidio es entre ellos casi completamente desconocido.

E. CLEOPATRA : Después de la batalla de Actium, Marco Antonio volvió a la corte de Cleopatra y llenó la ciudad de banquetes y festines. Instituyó la sociedad de SYNAPOTHAMUMENES, donde se reunía gran número de personas determinadas a morir juntas. Plutarco decía “Mimados de la suerte, estos insensatos frecuentaban los festines, las bacanales, y pasaban gozosamente los días en la molicie, los placeres y el lujo”.
Cleopatra era el motor y guía de esta sociedad. Buscaba los venenos más variados y los experimentaba sobre los condenados. Experimentaba con las sustancias venenosas con muchos infortunados que fueron expuestos a estas pruebas. Se volvió una experta en venenos y llegó a la conclusión que la mordedura del áspid era la única que producía un sopor grave y que conducía a una muerte tan dulce que los que se habían hecho morder se parecían a las personas profundamente dormidas, que se incomodan al despertarlas y y obligadas a levantar. Ella se hizo morder por un áspid.

F. En Cartago : Fueron varios los suicidios. AMÍLCAR y MAGON, se mataron avergonzados después de una derrota. ANÍBAL lo hizo para no caer en manos de sus enemigos. Amenazados los cartagineses por Agatocles, se sacrificaron trescientos de ellos ante el altar de Saturno.

G. En GRECIA : Los reyes se suicidaban con frecuencia.

CODRO, rey de Atenas se hizo matar para preservar a su país de los horrores de la guerra.

MENECEO, hijo de Creón, rey de Tebas, adoptando el presagio del oráculo de Delfos, se prestó al sacrificio para salvar la ciudad sitiada.

CLEÓMENES III, rey de Esparta, refugiado en la corte de Tolomeo Evergetes, por los malos tratos que recibía, se quitó la vida. Lo mismo hizo su séquito.

ARISTODEMO, rey de Mesenia, para calmar la ira de sus dioses, sacrificó a su hijo y después se suicidó por remordimiento.

CLEÓMENES I Euristénides, rey de Esparta, víctima de la locura, cometió un suicidio terrible. Sus parientes, testigos de sus extravagancias lo ataban con grillos de madera para evitar que haga algún hecho que lamentar. Cierto día estaba solo con un guardia a quien le pidió un cuchillo con insistencia. El guardia se opuso, pero a fuerza de amenazas, lo obtuvo. Cuando recibió el cuchillo, comenzó a desgarrarse las carnes y las cortaba a pedazos hasta que al final, se abrió el vientre, arrojó sus entrañas. Los griegos atribuyeron este hecho a los dioses por la ofensa recibida.

TEMÍSTOCLES, general y político ateniense, vencedor de los persas en la batalla naval de Salamina. Fue desterrado y murió en la corte del rey persa Artajerjes. Se envenenó por no enfrentarse contra su pueblo.

DEMÓSTENES, orador y político ateniense. Defensor de la libertad de su patria contra Filipo de Macedonia (Filípicas). Su discurso De la corona contra su rival Esquines es una de las piezas maestras de la oratoria de todos los tiempos. Caída Atenas en poder del general macedónico Antípater, se quitó la vida antes de caer en manos de sus enemigos. Se envenenó en el templo de Neptuno.

ISÓCRATES, orador famoso que se dejó morir de hambre a la edad de noventa años, a raíz de la derrota  que sufrieron los atenienses en Queronea.

En el mundo de los filósofos griegos que se dieron muerte encontramos además de SÓCRATES, a HEGESIPO que pertenecía a la secta de los cirenaicos.

ZENÓN, fundador del estoicismo quien se había fracturado un dedo a edad avanzada. El filósofo vio este accidente como un aviso que le daban los dioses de morir. Golpeaba la tierra con sus manos y exclamaba versos de una tragedia: “Yo vengo, ¿Por qué me llamas? En adsum, quid me urges precori. Después de pronunciar los versos de Niobe, se estranguló. Se dice que muchos de sus discípulos lo imitaron. Tenía noventa y ocho años.

Otros filósofos que se suicidaron fueron: CLEANTO, DIÓGENES, ANTÍPATER, CARNEADES, EMPÉDOCLES Y OTROS.

BUPALUS Y ATENIS, escultores, se suicidaron también.

Mujeres suicidas en la Antigua Grecia, entre ellas PHILA, hija de Antípater y esposa de Demetrio Poliorcetes, que no soportó la derrota de su marido y se quitó la vida. Igualmente ALCINOE de Corinto que había faltado a sus deberes de esposa y no pudo soportar los remordimientos.

Un descendiente de Diógenes llamado PEREGRINO, se arrojó a la hoguera en el siglo II de la Era Cristiana, en presencia de muchos griegos que se reunían en los Juegos Olímpicos. Lo hizo con el intento de parodiar a su manera la acción de los mártires del cristianismo que morían a manos de sus verdugos por la defensa de su fe.

Se comenta que en la capital de CEOS, DONDE NACIÓ Simónides, no se encontraba viejos porque los que estaban en sesenta años y ya no estaban preparados para servir a la República, se daban muerte. Se dice que el que debía morir, reunía a sus parientes y después de coronarse de flores, bebía un vaso de cicuta.

Plutarco, nos cuenta que se dio una epidemia suicida entre los jóvenes de Mileto. Había una pasión y frenesí por ahorcarse. ¡Qué poco amaban la vida, estas personas! No hay necesidad de ser filósofo, intelectual o artista para amar la vida. De repente los menos apasionados tienen más sentido de aferrarse a la vida antes que decidirse por la otra opción: La muerte.

En la Atenas clásica se condenaba al suicida, se le enterraba sin homenajes y se le cortaba la mano derecha, sepultándola aparte, si este no había pedido permiso a la Asamblea de la ciudad. Si en efecto, lo hacía, si pedía permiso y este era justificable, los mismos jueces le suministraban el veneno.

Diego Otero escribe que los fracasos y las torpezas políticas también solían saldarse con honorables suicidios y cita a Marco Antonio, Cleopatra, Sócrates, Nerón, Séneca, etc. Después lanza esta pregunta:  ¿Se imaginan si nuestra clase política siguiera este último ejemplo?

LOS PITAGÓRICOS, rechazaban el suicidio, porque para ellos, la vida era asunto divino.

Aristóteles, dice que el suicidio es un delito contra el Estado porque en el plano religioso contamina la ciudad y en lo económico, la debilita, destruyendo un ciudadano útil.
H. En ROMA : Si bien es cierto que en Roma los suicidios eran raros, sin embargo, muchos nobles y guerreros sacrificaban sus vidas para aplacar la cólera de los dioses en los campos de batalla.

MARCO CURCIO, se precipitó  en la profunda sima ardiente, que apareció en los primeros siglos en la Plaza de Roma. Cuando se consultó a los adivinos sobre tal suceso, contestaron que para que la República fuese eterna, había que echar sobre aquella sima ardiente lo que constituyere su fuerza principal. Los romanos se preguntaban por el significado de aquella respuesta. Entonces MARCO CURCIO, armado de pie a cabeza y montado en un hermoso caballo, les dijo: “ Extraño que se dude que un solo instante que la fuerza principal de Roma es el valor”. Y, ofreciéndose a los dioses, se lanzó al abismo.
Después de la República, Roma se volvió un pueblo corrompido y los suicidios fueron más frecuentes.
Los vencidos, en muchas oportunidades, se quitaban la vida para escapar a las tropas vencedoras. CATÓN de Útica, biznieto de Catón, el Censor y uno de los más sectarios del estoicismo, se suicidó hundiéndose la espada en el vientre, por el triunfo de César.

CASIO, general romano, amigo de Bruto y uno de los asesinos de César, escogido por Dante Alighieri en su COMMEDIA para ser colocado en las fauces de Lucifer junto a Judas Iscariote y Bruto (canto XXXIV del Infierno). Se suicidó después de su derrota en la batalla de Filippo.

ESCIPIÓN, suegro de Pompeyo, se quitó la vida para escapar al César vencedor. Igual hicieron CLEOMBROTO, ídolo de la alta sociedad romana; CRASIO, vencido por los tracios; AFRANIO, lugarteniente de Pompeyo. MARCO ANTONIO, fue otro de los suicidas romanos.

TITO LUCRECIO CARO, poeta y filosofo, nació en Roma en el año 95 A.C. La más notable de sus obras es De natura rerum (De la naturaleza de las cosas). Se dice que estaba loco cuando la escribió. Se mató a los cuarentaicuatro años de edad.
Horacio escribe que la locura y maldad extrema de algunos emperadores romanos creó mucha violencia y las pasiones políticas se acrecentaron que obligaba a muchos lanzarse desde lo alto del puente Fabricio al Tíber.

La muerte también estuvo en los emperadores romanos como GORDIANO, el padre; MAXIMIANO, NERÓN, DIOCLECIANO.

OTÓN, emperador romano que se ganó la confianza y el aprecio de NERÓN, y fue amante de Popea. Mandó matar a Galba por no haberlo adoptado; igualmente hizo con Pisón, el elegido de Galba. Odiado por muchos y habiendo fracasado en un combate debido a una astucia, decidió renunciar al imperio y a su existencia. Suetonio se ocupa de él en Vida de los doce césares. En la parte XI de la obra citada y correspondiente a su biografía, Suetonio escribe: “Preparábase así a la muerte, único objeto de sus cuidados, cuando oyó algún tumulto y observó que detenían como desertores a los que, queriendo abandonarlo, se alejaban del campamento. “Añadamos otra noche más a mi vida”, dijo entonces-tales fueron exactamente sus palabras-, y prohibió que se hiciese la menor violencia a nadie. Su habitación permaneció abierta hasta la noche y recibió a cuantos quisieron hablarle. Después, teniendo sed, bebió agua fresca, cogió dos puñales, cuyas puntas examinó, ocultó uno debajo de la almohada, mandó cerrar las puertas y durmió profundamente. No despertó hasta el amanecer, y se hirió de un solo golpe debajo de la tetilla izquierda. A sus primeros gemidos acudieron, pero poco a poco expiró ocultando y descubriendo alternativamente la herida. En el acto celebraron sus funerales, porque así lo había ordenado. Estaba entonces, en los treinta y ocho años de edad y en el nonagésimo quinto día de su principado”.

I. EDAD MEDIA : En los pueblos de Europa, las leyes cristianas y otras creencias religiosas declaraban infames a los suicidas y les negaban sepultura. Esto hizo que los suicidios no fueran tan frecuentes.
En el siglo XVI aumentaron los suicidios por el estudio de los modelos de la antigüedad pagana y el quebrantamiento de la fe y el escepticismo producido por la Reforma.

CARO escribe que en el renacimiento se reivindica los privilegios del estoicismo y se renueva la escuela filosófica del suicidio.

TOMÁS MORO en su Utopía, admite en ciertos casos la legitimidad de la muerte voluntaria.

FELIPE STROZZI, romano del siglo XVI, hecho prisionero por El Gran Duque Cosme I de Médicis, su enemigo, y acusado de haber tomado parte en el asesinato de Alejandro I, prefirió matarse antes que revelar el nombre de sus amigos. “Si no he sabido vivir, por lo menos sabré morir”.

J. EL PROTESTANTISMO : Se pronunció contra la legitimidad del suicidio. LUTERO y CALVINO declararon que Dios es el único y absoluto Señor de la vida y de la muerte.

Algunos como TEODORO DE BEZA atribuían al demonio el deseo que tenían de suicidarse.

El siglo XVII fue una época tranquila en relación a suicidios.
K. SIGLOS XVIII, XIX y XX : En el siglo XVIII reaparece otra vez y con fuerza el suicidio. Son las doctrinas de la época que excitan a las personas a este funesto mal.
A mediados del XIX, en especial, el segundo tercio, el Romanticismo dio razones propias de sus principios para aumentar el número de seguidores.
Los gobiernos realizan estadísticas acerca del suicidio, pero no son exactas, apenas aproximadas. Había problemas para investigar, además de las razones familiares,  políticas y religiosas que se ocultan para evitar que la familia quede estigmatizada por sus coetáneos.

En ESPAÑA, el suicidio fue casi desconocido, mientras el pueblo se mantuvo fiel a sus creencias.

En FRANCIA, es el país que en la Revolución se registraron muchos suicidios, en especial, políticos. Algunos de ellos son los girondinos ETIENNE CLAVIERE, BORBARAUX, DE ROLAND, etc.

Un célebre pasaje de MONTESQUIEU, fue suficiente para dar a Inglaterra la denominación de “Tierra natal y clásica del suicidio”. Así como había fortunas inmensas, también había en Inglaterra, millones de infelices sumidos en la miseria, y esta distinción origina odios y ambiciones por razones sociales y económicas y que fueron causa de muchos suicidios.

EL Werther de Goethe, inspiró en Alemania , a toda una generación, un sentimiento de melancolía y tendencia a la muerte y que originó lo que en criminología se conoce como “el wertherismo”.

El suicidio era muy raro en las regiones de AUSTRIA hasta que el filosofismo sembró el germen de corrupción y desmoralización en las masas a través de las revoluciones y guerras constantes.

En DINAMARCA, desde el siglo XIX tiene la supremacía de muerte voluntaria. La proporción es elevada.

Alguien manifiesta que la patria de Hamlet debe ser considerada como la tierra clásica del suicidio.

1.9   Castigo y venganza
Londres: “Ahorcaron a un hombre que se había cortado la garganta pero a quien habían salvado de morir. Lo ahorcaron por suicida”…Esto fue en 1860.
1601 : Un abogado isabelino manifiesta que “se lleva al suicida a caballo hasta el lugar del castigo y la vergüenza, y donde es colgado de una horca…” El entierro había sido en el camino, con una estaca clavada al cadáver, ¡Cómo si fuera un vampiro de la novela de BRAM STOKER…Además, colocaban sobre el rostro del muerto una piedra y así ¡evitar que se levantara de su tumba!...para molestar a los vivos. No es una referencia a la autora de Frankestein, ni Edgar Allan Poe. Un poco de niebla londinense y sumar a las brujas y Drácula un nuevo personaje: el suicida.
Muchos cadáveres de suicidas pobres y sin familiares eran material de disección en los colegios de medicina.

En Francia, el cadáver era colgado de los pies, arrastrado por las calles, quemado y arrojado al basurero público.

En Metz, ciudad francesa, metían al suicida en un tonel y lo arrojaban al Mosela (río) para alejarlo de los lugares que el fantasma habría querido acechar.

En Dantzig (Polonia, Dansk), el cadáver del suicida no la sacaban por la puerta sino por las ventanas.

Emile Durkheim cuenta que en Esparta, las reglas eran muy severas a tal punto que Aristodemo fue castigado póstumamente por buscar adrede la muerte en la batalla de Platea. Los soldados que buscaban la muerte en los campos de batalla eran muchos y lo hacían para no caer en manos del enemigo.
En 1760, en Francia, las leyes continuaban degradando el cadáver del suicida. El nombre era difamado. Si el suicida era noble, perdía el título y era declarado plebeyo. Se destruía sus blasones, cortaban sus bosques y allanaban sus castillos.

Voltaire escribía que los bienes de los suicidas eran donados al rey, quien solía conceder la mitad de ellos a la primera dama de la ópera. Ella lo pedía a través de uno de sus amantes. Esto se dio en Francia en el reinado de Luis XIV.
La revolución francesa desapareció la degradación del suicida y la confiscación de sus bienes. El Código Penal de 1791 no menciona al suicidio. Tampoco figura en el Código Penal Peruano actual.

En Inglaterra, el suicida era declarado felón. Las leyes sobre confiscación de bienes duraron hasta 1870. Sin embargo, todavía se ha encontrado en 1969, en la isla de Man, el caso de un tribunal que ordenó que se diera azotes a un muchacho por intento de suicidio.
Un profesor decía que “En Inglaterra uno no puede suicidarse, so pena de que lo consideren delincuente si fracasa y loco si lo consigue”.

Fedden nos dice que la venganza de algunos pueblos llamados civilizados repiten con modificaciones mínimas los tabúes y ritos de purificación de la mayoría de las tribus primitivas.
En 1823, los juristas ingleses hicieron que un hombre fuera enterrado en las intersecciones de los caminos como si fuera brujo. Había un temor a que la sangre derramada injustamente, clamara venganza. Una mezcla de ley y superstición.

Sigmund Freud, decía que el suicidio es un asesinato desplazado, un acto de hostilidad…
En las sociedades primitivas, la mecánica de la venganza es la siguiente: O el fantasma del suicida destruye a su perseguidor, o el acto obliga a sus parientes y familiares a realizar la tarea. Las leyes de la tribu forzaban al enemigo del suicida a matarse de la misma manera. Así el suicida no morirá verdaderamente.
En el mundo contemporáneo encontramos esta característica mágica en los bonzos que se prendían fuego; en los huelguistas de hambre de Irlanda, en aquellos jóvenes políticos que se prendían fuego como una protesta contra la invasión, el abuso, la prepotencia y la muerte. ¿Será la muerte una protesta contra la degradación del hombre? ¿ O sigue prevaleciendo ese espíritu mágico de las sociedades primitivas?
 El suicidio en las sociedades y el tiempo ha tenido múltiples razones. Si bien es cierto que la palabra es de origen latino, pero antes se usaba las palabras ”autoasesinato”, “autodestrucción”, “muerte de sí”, “autohomicidio”, “autoeliminación”.

1.10 El suicidio en la doctrina cristiana

La idea del suicidio como pecado llega  a la doctrina cristiana tardíamente. En el siglo VI, LA Iglesia condenó el suicidio y la norma era “No matarás”.

San Agustín, según manifiesta Rousseau se basó en uno de los Diálogos de PLATÓN: Fedón y presionó a los obispos para actuar. La referencia era el suicidio que caracterizó a los cristianos primitivos. Fueron razones morales, tan diferente en la Roma pagana, que era considerado como algo habitual, y en especial, un acto honorable.
El Cristianismo se basaba en que cada cuerpo humano tenía un alma que es inmortal, la cual será juzgada. La vida es un don de Dios y rechazarla es como negarla, matar su imagen. Esta interpretación ocasionó con el tiempo la degradación del cadáver del suicida. El suicidio fue considerado pecado y delito. La idea del suicidio como crimen se propagó por Europa.
1.11 Exégesis, alabanza y sacrificio

El Valhala, paraíso de los vikingos (viking: palabra islandesa que significa, pirata) era el palacio de los que murieron por violencia. ODÍN presidía el banquete. Solamente podían participar aquellos que murieron violentamente y de enfermedad o vejez, se les negaba el Valhala para toda la eternidad. Hay una tradición que señala que ODÍN se hirió con su espada, antes de ser incinerado ritualmente.

Paul Friedman, autor que escribe sobre el suicidio dice que los DRUIDAS tenían una máxima que propugnaba el suicidio como principio religioso: “Hay otro mundo, y quienes se dan muerte para acompañar allí a sus amigos, vivirán con ellos para siempre”.

En las TRIBUS AFRICANAS como en otros pueblos, cuando moría su rey, guerreros y esclavos se mataban para entrar en el paraíso.

El Suttee hindú, es un rito en el cual la mujer viuda se quema en la pira funeraria de su marido.

Los esquimales iglulik y los habitantes de las ISLAS MARQUESAS, consideraban la muerte violenta como un pasaporte al paraíso que los esquimales llamaban “Tierra del día”.

En los ritos aztecas, los jóvenes iban al altar porque iban a ser “convertidos en dioses” y así poder arrancarles el corazón. Este endiosamiento pasajero los dirigía al altar con un optimismo infinito.

Los antiguos escitas, cuando eran considerados incapaces por razones de edad y no estaban preparados para la vida errante, suicidarse era el mayor de los honores. Para ellos, era muy importante anticiparse al momento de la muerte cuando la edad y los achaques empezaban a aquejarlos. Se hacían quemar vivos. No esperaban pasivamente la muerte. Era como deshonrar a la vida. DURKHEIM lo llamó suicidio altruista.
Los aborígenes tasmanos, quienes eran cazados por los blancos como si fueran canguros, consideraron a ese mundo de gente perversa, intolerable, así que se suicidaron como raza, negándose a alimentarse.

Cientos de judíos prefirieron quitarse la vida en MESADA, antes que someterse a las legiones romanas.

La conquista española del Nuevo Mundo, fue un genocidio y se vio acrecentado con el suicidio de los nativos por los abusos que se cometían contra ellos. Miles de ellos se mataron para no continuar soportando malos tratos. Se dejaban morir de hambre, se estrangulaban en las bodegas de un galeón.


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