martes, 1 de diciembre de 2015

(26)Toreros

El toro de lidia procede del uro o toro salvaje neolítico. Su bravura se ha realizado a través del cruce de castas. El enfrentamiento entre el hombre y el toro viene desde años inmemoriales. En la mitología encontramos a los héroes que se enfrentan a los toros. Teseo se enfrenta al minotauro, monstruo mitad hombre, mitad toro.            Jasón se enfrentó a un toro con poderes y gracias a la ayuda de Medea, lo venció. Por supuesto, el Héroe “tomó al toro por las astas”.
En la Edad Media, los nobles demostraban su valentía y habilidad ante la fiereza de los toros.
En el Siglo XVIII, se profesionaliza el toreo a pie. Se construyen plazas de toros  de madera o de piedra. Se torea en España, en América hispana y en el sur de Francia. Entre los primeros matadores de toros destacaron:

Joaquín Rodríguez “Costillares”, creador de “La verónica”, fines del siglo XVIII.
José Delgado, “Pepe-Hillo”; Pedro Romero, “El torero de ronda”.
En 1830, Fernando VII creó la escuela de tauromaquia de Sevilla.
En 1831 toreó en Madrid Francisco Montes “Paquiro”.
Posteriormente destacaron José Redondo, “El Chiclanero” y Francisco Arjona, “Cúchares”.
Otros nombres de aquella época son Antonio Sánchez, “El Tato”; Antonio Carmona, “El Gordito”.
En la segunda mitad del siglo XIX, se mantuvo una de las grandes competencias taurinas entre Rafael Molina, “Lagartijo” y Salvador Sánchez, “Frascuelo”. “Lagartijo” murió en Córdoba a los 69 años de tuberculosis. A los 52 años se cortó la coleta.
Un torero de estilo tremendista fue Manuel García “Espartero”.
Destacaron en el siglo XX: Ricardo Torres, “Bombita”; el genial Rafael Gómez Ortega, “El Gallo”.
Manuel Jiménez, “Chicuelo”. Creó “La chicuelina”
Entre los mexicanos, brillaron Fermín Espinoza, “Armillita”, Silverio Pérez y Luis Castro, “El Soldado”.

El mundo de los toros alcanzó una etapa dorada con la rivalidad de dos toreros sevillanos: José Gómez Ortega, “Joselito” y Juan Belmonte, “El trágico”, como lo llamó nuestro escritor y poeta Abraham Valdelomar.

José Gómez Ortega (1895-1920), conocido como “Gallito” o “Joselito”. Nació en el seno de una familia de toreros venida a menos por la muerte del padre.      Participó en becerradas cuando no cumplía todavía los trece años. Destacó como novillero en toda España. Fue reconocido por la crítica desde temprana edad. Los aficionados elogiaban todas las  virtudes que tenía en la arena. En cambio, los expertos sabían que ese toreo era patético y muy riesgoso. Damos gracias a los especialistas en la historia de los toreros, quienes nos permiten con su valiosa información ofrecer a los lectores lo más importante del mundo del toreo.
Acho fue la única plaza de América en donde actuó poco antes de su muerte. La afición limeña disfrutó de este maravilloso torero. Se dice que “Joselito” estaba dolido con el público de su patria, porque cada vez, le exigía más. El 16 de abril de 1920 murió víctima de una cornada en la arena de la Plaza de toros de Talavera .Fue herido de muerte por el asta del toro “Bailador”. Aquel día estuvo presente también Ignacio Sánchez Mejías.

Ignacio Sánchez Mejías (1891-1934), torero sevillano, estuvo casado con la hermana de “Joselito”. Recibió la alternativa de este en Barcelona, en 1918. Trabajó en teatro y periodismo en forma esporádica. El 11 de agosto de 1934, en Manzanares, catorce años después de la muerte de su cuñado, sufrió una grave cogida, que le ocasionó la muerte, dos días después. Federico García Lorca lo inmortalizó a través de su elegía Llanto por Ignacio Sánchez  Mejías, donde canta la muerte del amigo torero. Sus versos iniciales cantan la cogida y la muerte del diestro sevillano:

                                                “A las cinco de la tarde
                                                  Eran las cinco en punto de la tarde
                                                 Un niño trajo la blanca sábana
                                                 A las cinco de la tarde
                                                 Una espuerta de cal ya prevenida
                                                 A las cinco de la tarde
                                                 Lo demás era muerte y solo muerte
                                                A  las cinco de la tarde…”

Ernest Hemingway, en el capítulo XIX de su novela Por quién doblan las campanas, escribe a través de uno de sus personajes: “En la última temporada de Ignacio Sánchez Mejías, olía tan fuertemente a muerte, que muchos se negaban a sentarse junto a él en el café”.

Rafael González “Machaquito”, uno de los principales toreros de las primeras décadas del siglo veinte. Llegó a torear cien corridas tanto en España como en América. Toreó su última corrida en 1913. Dio la alternativa a Juan Belmonte.
Juan Belmonte García, “El pasmo de Triana”. Torero sevillano. Fue novillero y en 1914 toreó por primera vez con Joselito en Madrid. Se retiró en 1927, pero volvió a torear siete años después. En 1935 fue su última corrida.

Manolete, el mito del toreo, (1917-1947)

Su nombre era Manuel Rodríguez Sánchez. Cordobés como “Machaquito”. Su padre también fue torero y se opuso siempre a que su hijo siguiera la tradición familiar.
Desde que era estudiante en los jesuitas, se escapaba para torear. A los trece años recibió su primera cornada. En 1931 toreó su primera novillada. Algunos años después tuvo que interrumpir su carrera como novillero por la guerra que asoló su país. Desde 1939 en que recibió la alternativa se convirtió en el torero más popular y famoso en el mundo entero. Lideró numerosas obras benéficas porque siempre tuvo muy presente su condición humilde. Manolete sobresalió por su sobriedad, estilo y dominio del estoque.
El 29 de agosto de 1947, el toro “Islero” de Miura, lo mató en el mismo instante en que moría por una estocada del torero. Un año antes, Manolete participó en dos corridas en Acho, junto a Domingo Ortega y “Armillita”. Fue una corrida inolvidable. Los tres cortaron oreja y rabo. Daniel Vásquez Díaz pintó un magnífico óleo de este gran torero.

“Niño de la palma”, es Cayetano Ordóñez y Aguilera, padre del torero Antonio Ordóñez. Ambos, amigos de Hemingway y citados por el autor de El viejo y el mar en alguna de sus obras.

Luis Miguel Dominguín, es en realidad, Pepe González Lucas. Su hermana Carmen, estaba casada con Antonio Ordóñez. Hemingway, amante de los toros, los cita en su obra Verano peligroso.

“Paquirri”, es Francisco Rivera. Casado en primeras nupcias con una hija de Antonio Ordóñez, y después, con la cantante Isabel Pantoja.”Paquirri” murió en una plaza de tercera. Actualmente, su hijo Francisco Rivera Ordóñez sigue el camino de su padre, abuelo y bisabuelo.

“El Viti”, es Santiago Martín Sánchez. El nació en Vitigudino, Salamanca (España). Lo llamaban S.M. “El Viti”. Los aficionados traducían S.M. como Su Majestad. Toreó en muchos lugares de España, también, en Lima. Después de veinte años en el ruedo, se retiró.

Rafael Bienvenida, tenía por nombre Rafael Mejías; Antonio Bienvenida, era Antonio Mejías Jiménez y Manuel Bienvenida, era Manuel Mejías Rapola.

“Cagancho”, un extravagante gitano a quien Hemingway respetaba mucho por no ser cobarde. Se llamaba Joaquín Rodríguez Ortega.

“El Torero de Lima”, es Vicente Barrera, ganador del Escapulario de Oro en 1996.

“El Cordobés” es Manuel Benites Pérez. Introdujo el tremendismo en los toros en la década del sesenta. Fue muy popular. Un crítico dijo que “es un caso más sociológico que taurino”.

“El Juli”, es Julián López. Torero actual. Participó en Acho con apenas dieciséis  años.

Otros toreros que podemos mencionar son:
“Macareno”, Juan Antonio Alcoba
Manolo Arruza, Manuel Ruiz Vásquez
“El Litri”, Miguel Báez Spínola
“Paco Camino”, Francisco Camino Sánchez
“Tomás Campusano”, Tomás Rodríguez Pérez
“El Yiyo”, José Cubero Sánchez, muerto a los 21 años.
“José Mari Manzanares”, José María Dolls Abellán
“El Califa”, José Pacheco Rodríguez
“Facultades”, Pedro Castro
“Finito de Córdoba”, Juan Serrano Pineda
“Gitanillo de Triana”, Francisco Vega de los Reyes
“Jesulín de Ubrique”, Jesús Janeiro Bazán
“Limeño”, José Gárate
“Carnicerito de México”, José González
“Diamante negro”, Luis Sánchez Olivares
“Morante de la Puebla”, José Antonio Morante Camacho
“El Renco”, Antonio Pérez
“Niño de la Capea”, Juan Manuel Gutiérrez Moya
“Pedrito de Portugal”, Roque Silva, Pedro Alexandre
“Antoñete”, Antonio Chenel  y  muchos más…

Muchos peruanos han escrito sobre toros y sus bellas páginas  nos han ilustrado,  algunos de ellos son Don Ricardo Palma, Clemente Palma, hijo del genial tradicionista, que usó el seudónimo de Juan Apapucio Corrales. También escribieron sobre toros Don Manuel de Mendiburu, Manuel Atanasio Fuentes, “El Murciélago”, Felipe Pardo y Aliaga, Luis Aurelio Loayza y tantos otros más.

En el Perú hubo un torero afroamericano como Santa Cruz, perteneciente a una familia de artistas (Nicomedes, Victoria, etc). Este torero de antaño se llamaba Ángel Valdez como un amigo, profesor de Matemáticas. Le llamaban “El Maestro”. El museo de la Plaza de Acho, tiene excelentes testimonios de ese gran torero de tez oscura.
En el cuento de Carlos Camino Calderón: La familia Pichilín, encontramos una referencia vital de “El Maestro”.

Por esta misma época, ocupa un lugar preferente Mariano Soria, llamado “El Chancayano”, nombre de guerra que él llevó porque nació en Chancay. El nació en 1845 y a los quince años, ya lo tenemos en Lima de arrastrador, banderillero. Figuró como sobresaliente de espada junto al referido maestro. Toreó en varios países. Ismael Portal escribe sobre él en La fiesta española en el Perú.

Pancho Fierro, el ilustre acuarelista, presenta entre sus obras la corrida de toros y entre otros, cita a “Papito”, José María de la Columna; “La Marimacho”, que capeó toros en Acho y se llamaba Juanita Breña.

Otros toreros que han toreado hace algunas décadas en Acho son Adolfo Rojas “El Nene”, Raúl Ochoa, “Rovira peruano”.

Los poetas, pintores y músicos le han dedicado a los matadores sus mejores obras. En general, a las corridas de toros. Entre ellos mencionamos a Manolete, Silverio Pérez, El Cordobés, quienes fueron, entre otros, motivo de inspiración de los artistas. Todavía se escucha en nuestros lares, El Toreador, cantado por Charles Aznavour.

Para cerrar este capítulo sobre los matadores, les presento a una destacada torera peruana. Ella es conocida como Conchita Cintrón. Ella se llamaba Consuelo Cintrón Verrill, torera de la década del cuarenta. Las mujeres estaban prohibidas de matar un toro y de lidiarlo a pie. Ella nació en Antofagasta (Chile), pero desde los dos meses vivió en Lima. Su padre, un puertorriqueño de ascendencia española, y la madre, estadounidense de origen irlandés.
Hizo su estreno en Acho en enero de 1936. Realizó corridas en varios países, aunque le prohibieron el traje de luces, toreó sobre caballo en traje negro. El 18 de octubre de 1950, tuvo su última corrida en Jaén. Pese a las prohibiciones por ser mujer, lidió y mató a su novillo a pie. No sería la primera vez. Conchita escribió el libro Recuerdos.  Otros nombre de mujeres en el mundo del toreo son Bertha Trujillo, llamada “Morenito de Quindío”. Igualmente mencionamos a Maribel Atienza, Cristina Sánchez.
Es indudable que en el arte de lidiar toros, las familias están presentes: La generación de Cayetano Ordóñez, Los Ortega, Los Bienvenida, como Antonio, que fue séptimo de la dinastía de matadores. Tomó la alternativa de su hermano Pepe. Con numerosas cogidas, la última le fue fatal
Dominguín, con su cuñado Ordóñez, una dupla fuerte. Dominguín tuvo como padrino a Manolete.

Antonio Bienvenida fue padrino de El Cordobés. Carecía de técnica con la capa y la muleta. De arrojo suicida. Famoso por “El salto de la rana”.

El torero “Pío Nono”, negro como “El Maestro” Valdez tuvo que cambiarse de alias por quejas en la Iglesia, debido a que el Papa era Pío IX. Su nuevo nombre de guerra fue “Facultades”.
Tanto “Facultades”, “El Maestro” y “El Chancayano” no murieron en el ruedo sino en su cama.
                                               “Que salga ese toro pinto
                                               Hijo de la vaca mora
                                               Pa sacarle cuatro suertes
                                               Delante de mi señora”.

En la segunda mitad del Siglo XIX , el torero sevillano Antonio Carmona “El gordito”, estuvo una larga temporada en Lisboa donde presenció los quiebros que a cuerpo limpio hacían los toreros lusitanos. Fue allí donde concibió la idea de hacer los mismos quiebros, pero con banderillas.La estrenó por primera vez en Sevilla.
Mucho antes,  los toreros iniciaban sus faenas con pases sentados en el estribo del anillo. Un pase de esta naturaleza le costó la vida al torero “más bravo que los toros”: Ignacio Sánchez Mejías, en la trágica tarde en que un toro de nombre “Granadino” lo corneó bárbaramente contra las tablas.



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