jueves, 16 de julio de 2015


Capítulo 112
Una nueva visita…

Una tarde de agosto y de vientos acompañé a Yasmina a visitar la casa del abuelo. Teníamos una pregunta importante que hacerle y solo él, que era considerado el sabio de la Comunidad de San Patricio podría resolver esta pregunta referente a una posible relación entre un vampiro y Nicole que tenía la metamorfosis de loba  como sus hermanas y yo.

El abuelo vivía cerca a la aldea y su cabaña estaba en la entrada del bosque mágico que ya habíamos visitado en otra ocasión. Aparentemente, la cabañita representaba la casita del abuelo, pero no era cierto. En ella atendía con frecuencia a los aldeanos y su familia. Siempre brindaba ayuda médica y consejos a todos aquellos que le solicitaban. Según las palabras de los aldeanos, el jardinero Daniel era un hombre bondadoso y sabio. Es más, no les cobraba nada; los campesinos le traían frutas y verduras porque sabían que su alimentación era vegetariana.

El conocimiento que tenía sobre flores, plantas, árboles y hierbas medicinales solo era comparable al del Conde Jorginho, biólogo reconocido mundialmente. Ambos se encargaron de embellecer los paisajes de San Patricio, la colina azul, los barrios,  tanto de los amigos, cuanto de los enemigos, los intermedios, la zona costera de la playa y la hermosa aldea donde vivía mi amigo Ludwig y su familia. La aldea era la parte más poblada, donde vivían descendientes de italianos y alemanes. Después de la aldea, el lugar más poblado era el barrio de los intermedios, la mayoría, descendientes de habitantes de diferentes regiones de nuestro país. Los jardines y árboles de cualquiera de estos lugares constituían el sello característico del jardinero Daniel que era el hombre que ya estaba en San Patricio cuando llegó Jorginho, los Dinos, Mr. Kanter y todos los demás.

Cuando ingresamos a la cabañita del abuelo, su interior mostraba una salita sencilla con un cuadro de un poeta pintado por un artista indigenista y que el abuelo apreciaba mucho. El sofá y los sillones reflejaban el paso del tiempo. En ellos se observaba periódicos y algunos libros forrados de una manera tan original que llamaba la atención. La mesa del comedor estaba cubierta de artículos de hace años con información sobre un gran poeta que no había recibido aún el reconocimiento del país. En las paredes, los estantes llenos de libros de literatura, arte e historia engalanaban el comedor. En una esquina tenía un equipo de música y muchos discos compactos, la mayoría de música clásica. Era uno de los pocos lugares donde podía funcionar un equipo electrónico. El abuelo sabía por qué y disfrutaba al máximo de esta música.

Cuando ingresamos a la cabaña, nos recibió el abuelo y la música. Siempre sería así. Él sabía que veníamos a visitarlo y a pedirle su opinión sobre el caso de mi pequeña Nicole. Nos contestó que si era posible el amor entre un vampiro y una loba pero la felicidad no sería completa porque no podrían tener hijos. Era  prácticamente imposible que haya descendencia entre ellos. No se puede ir contra los dictados de la sabia naturaleza. Sabíamos que el espíritu pertinaz de Nicole iba a chocar contra la cruda realidad y pensamos enviarla a Francia por un tiempo para que estudiara un año en La Sorbona. La comunidad zooter francesa era poderosa y el padre de Yasmina tenía muchos amigos allí. De repente, encontraría un alma gemela, tierna, estudiosa, responsable como era mi Nicole.

El abuelo se acercó a uno de los estantes y tocó un botón que estaba detrás de algún diccionario y el estante giró y nos encontramos con una puerta secreta que conducía a otras habitaciones donde había más estantes y más libros no solo de literatura, arte e historia sino de temas diversos como filosofía, sicología, biología, turismo, ciencia política y muchas biografías y otros temas. Yo siempre pensé que mi biblioteca era la más amplia de San Patricio, pero me di cuenta que no podía competir con la del Gran Unicornio Blanco, abuelo de Yasmina. La vida del abuelo hacía recordar al hijo del carpintero que trajo una filosofía de amor para el mundo y que era un ejemplo para todos los habitantes de la tierra.

Después de observar los libros del abuelo, su dormitorio era sencillo: una cama de una plaza, una mesa de noche y siempre algunos libros sobre ella. No tenía mucha ropa. Le bastaba con lo que poseía y era feliz ahora que se había convertido en bisabuelo del pequeño Hans. Nos pidió que en otra oportunidad lo visitáramos para que aprecien el bosque mágico y todas sus maravillas. La mayoría de los habitantes de la Comunidad no conocían el bosque. Le tenían pánico porque pensaban que quien ingresara al bosque ya no regresaría jamás. Lo que pasa, decía el abuelo, que para poder ingresar al bosque, se necesita de la bondad, el amor y el trabajo. Sin estos tres elementos, sería imposible que el bosque abra sus puertas a los demás. Ya se imaginan, queridos lectores, que los licans y las serpientes no tenían la capacidad suficiente para el ingreso. Igual ocurría con la Colina azul que era más restringida su entrada. En aquel maravilloso lugar habitaba la gente que lo dio todo en su trabajo y que necesitaba en el otoño de su existencia, vivir en paz y amor.


                                                                                                                Eddy Gamarra T.

Capítulo 111
Las cuitas de Pietro

Agnezka observaba en estos últimos días que Pietro demostraba un acercamiento glacial hacia su persona. No fueron los pocos días que ambos disfrutaron en Europa sino una actitud de amigos y nada más que amigos. También era cierto que ella se pasaba gran parte del día magnificando su rostro a través de cosméticos. Alguna vez, Pietro le preguntó por qué se pintaba tanto la cara y que no había necesidad de tanto maquillaje para presentar su bello rostro. Tal vez por la edad o inseguridad, aunque las vampiras tenían más de un siglo de antigüedad, pero no envejecían. Sin embargo, Agnezka cuya voz era tan suave y dulce,  era adicta a los cosméticos, que no iba a cambiar por nada del mundo y que ya estaba acostumbrada a vivir sola. Pietro no intentó cambiarla y dejó las cosas en paz. Como solía decir el tío Ben: “Deja las cosas como están.”

También es cierto que Pietro había quedado anonadado con la belleza primaveral de Nicole, cuyos ojos nostálgicos le conmovían hasta el fin. No había conocido en mucho tiempo a una joven de facciones suaves y mirada tierna en todo este siglo. Según le informó su prima Elisabetta, Nicole no era vampira y su naturaleza de zooter correspondía a una bella loba que pertenecía a una de las familias más poderosas de San Patricio y que una posible unión entre un vampiro y una loba no se había dado jamás en toda la historia de los vampiros. Era más fácil que Pietro ponga sus ojos en otra vampira y en el peor de los casos en un humano común y corriente como aquellas chicas bonitas de la Ciudad de los Reyes.

Agnezka escuchó la llamada de atención que le daba Elisabetta a Pietro y rezongaba con fastidio por la verdad que se hacía más evidente. Era inevitable la idiosincrasia de Agnezka que resollaba con una mezcla de tristeza y odio por el interés desmedido de Pietro hacia Nicole. Así es el amor le decía Alejandra que también escuchó la conversación entre los primos. Alejandra le impetraba a no desanimarse por estas circunstancias pasajeras. Ellas tenían muchos años por delante y había que disfrutar de este siglo donde no se persiguen a los vampiros porque ellos habían cambiado mucho. La etapa de los asesinatos fue superada por ellos y los siglos XVII, XVIII y comienzos del XIX fue una época de oscurantismo y la evolución de su raza dejo de ser maldita para situarlos en esta Comunidad donde los únicos enemigos que tienen son los gusarapos licans que en siglos anteriores fueron sus lacayos y arrastran el odio hacia la hermandad vampírica. Rowina que disfrutaba de una pierna de cerdo,  le daba la razón a Alejandra del Cuadro y animaba a Agnezka de los Milagros sonreír porque ellas tenían riquezas, eran profesoras universitarias y tenían buena amistad con los Dinos y toda la comunidad de Yasmina, la hija del Conde Jorginho. El rostro inefable de Agnezka miraba un cuadro medieval de su abuela, una baronesa europea y guardaba los miriñaques que alguna vez un joven pobre y guapo, le había obsequiado como símbolo de su amor.

Nicole y sus hermanas intercambiaban opiniones sobre el bello Pietro di Siracusa. Yasmina puso la interrogante ante ellas acerca de la naturaleza vampírica del galán. No era una oposición directa hacia una probable relación sino más bien una preocupación por lo que podría ocurrir. Nicole se sintió apesadumbrada y evitó dar una opinión más sobre el señor Siracusa. Yasmina que leía sus pensamientos, veía que su hijastra, que tenía algunos años menos  que ella, estaba enamorada y le iba a preguntar a su padre o abuelo si en verdad era posible la unión entre un vampiro y una zooter, porque hasta donde ellos sabían solo era posible la unión entre zooters. En el caso del conde Nolberto, solo se unían entre trolls.

Antonella comentaba si Juan de Aviraneta no hubiese sido zooter, aunque fuera el mejor historiador y pianista del mundo, no se hubiera podido casar con él. Sin duda, en el extrarradio de San Patricio no había una persona de la misma naturaleza que Nicole. La pobre se hallaba atenazada por sus dudas y resquemores que la volvieron más callada que antes. Horas después acudía con sus hermanas y los duendecillos y hadas a la iglesia de San Patricio para pedirle al santo milagroso que le haga un milagro, sí, un milagro de amor.

Llegaron en la calesa a la iglesia y al acercarse a la puerta, desde una esquina cercana, Pietro la miraba con dulzura y ella sintió aquella mirada y volteó y vio al vampiro galante que la saludaba con una mano. Ella le contestaba con alegría. Pietro no iba a ingresar al interior de la iglesia porque desde hace varios siglos, la cruz era un símbolo peligroso para los vampiros. A pesar que ellos ya no eran asesinos, sin embargo, el temor por este símbolo permanecía activo entre ellos.

Las brujitas, duendes y haditas estaban en el atrio y cuidaban a Sandra, Antonella y Nicole. Desde lejos, Pietro di Siracusa le revelaba sus cuitas al viento y al cielo azul.


                                                                                                         Eddy Gamarra T.
Capítulo 110
En familia

La información que recibió la familia de Jorginho y amigos sobre la acusación de Varkolak tuvo una acogida glacial. Ellos se imaginaban la cara del fraile que pudo comprobar in situ la disminución de su poder. En el fondo, solo sus asesores y los licans están con él. Los intermedios no piensan como Mr. Kanter. Lamentablemente se hallan presionados por los licans, asesores y amenaza de excomunión si es que no piensan como ellos. Los obligan a decir sí, en caso contrario las medidas, mejor dicho, los castigos,  son rigurosas.

Aquella mañana  estaba en la casa de Jorginho el jardinero que escuchaba en silencio la conversación de los Dinos. Micki como el burro socarrón que no le gusta trabajar, desobedecía las órdenes de Antonella para que vaya a terminar su tarea por que las clases del bimestre ya habían empezado y quedaba pocos meses para que terminen su último año de secundaria. Tanger puso una carita lúgubre cuando le dijo a Yasmina que no les habían dado su ración de higos y su hermanito Collins lanzó un discurso sobre los derechos del niño con un juego de palabras confusas que ni el propio jardinero pudo entender. Las galimatías del duendecillo causó hilaridad y todos disfrutaron de su discurso y aplaudieron al nuevo líder con características típicas de los que tenemos por estos lugares en la Ciudad…

Los duendecillos recibieron los higos de Yasmina y se fueron contentos, después de prometer a Antonella cumplir con sus tareas y obligaciones. Aprovecharon la ocasión para vigilar en los árboles la presencia de Wanda, Lurok y la vieja cotorra.

Una vez que los duendecillos estaban fuera, Nicole narró el incidente en la playa de estacionamiento de la Universidad y la ayuda que recibió de Elisabetta y Pietro, su primo. Todos estaban indignados por este hecho que podría haber terminado con el asesinato de Nicole. De ahora en adelante irían las tres hermanas y Juan de Aviraneta, además de una de las haditas para poder enfrentarse a los licans quienes buscaban venganza por “la desaparición” de Varul. Nadie preguntaba qué pasó con este monstruo, pero todos sabían que estaba presente el hombre más fuerte de toda la Comunidad que no iba a permitir que toquen ni siquiera un pelo a su nieta e hijo. De ahí que el respeto a la humildad del jardinero se traducía en cariño, estimación y amor, porque entre todos, era el mejor. Su sencillez no tenía límites. Su sabiduría estaba para todo aquel que en verdad la necesitara y la justicia la venía aplicando en forma oportuna desde aquella vez que los unicornios negros pretendieron apoderarse de la Comunidad de San Patricio.


                                                                                                       Eddy Gamarra T.

Capítulo 109
La acusación

Varko realizó una denuncia ante Mr. Kanter y el Auditor Mayor del Reino contra los Dinos a quienes acusaba de haber secuestrado y asesinado a un hombre religioso, bueno, honesto y trabajador del CENTRO. Todos, según Varko, querían a Varul y no se podía permitir que sigan los crímenes. Ya habían matado a Bozzena, Garba, Vudko y esta vez a un alto representante del experimentado equipo de Seguridad del CENTRO DE TRÁMITE DOCUMENTARIO.

El infame Varkolak había omitido los asesinatos de varias gaviotas, la excéntrica Frosine, la bella Dalina, Roberto, la ardilla, Nito, la lorna y varias muchachas de La Ciudad…Como la policía no puede ingresar a la Comunidad de San Patricio, las autoridades eran Mr. Kanter, autoridad religiosa, el Conde Hectorius, autoridad política y el Conde Jorginho, autoridad civil. Solo consideraron al religioso y al Auditor mayor. Pedían la destitución del Conde Jorginho por estar implicado en la muerte de Varul. De acuerdo a las leyes de San Patricio, solo podían votar la expulsión de un miembro del Gran Consejo de la Comunidad aquellos que habían nacido en ella, pero Varko y sus secuaces que habían venido de fuera, querían dejar sin efecto las Normas del pueblo, porque los Dinos habían nacido en aquel lugar y la gran mayoría de los aldeanos, quienes apoyaban a sus defensores y a su representante el Conde Jorginho.

El  fraile llamó a una reunión en el atrio de la iglesia a todos los moradores de San Patricio, pero solo acudieron los licans, las autoridades del CENTRADOM y los pobres intermedios que fueron obligados a estar presente e impetrados a defender a uno de los licántropos más peligrosos de San Patricio. Pero ellos que en su mayoría venían de la Ciudad de los Reyes y que tenían estudios de Inglés, computación y trámite documentario, además de su profesión, solo tenían derecho a voz, mas no de voto. Los Dinos y todos aquellos habitantes que tenían títulos nobiliarios, no asistieron porque no estaban de acuerdo con la denuncia realizada por el jefe de los licántropos. Tampoco asistió Elisabetta y sus vampiros. Los rostros de los compungidos trabajadores se enmudecieron ante la presencia de Varkolak y sus secuaces. Parece que estaban amenazados por los licans si mencionaban las muertes perpetradas por estos monstruos,  además de la muerte de Maribella y  del intento de sacrificio humano contra la gaviota Chateau.

Al momento en que el Reverendo solicitó de los presentes si conocían de algún crimen realizado por los integrantes de Seguridad que lo digan en este momento o callen para siempre. Nadie se atrevió a decir nada. Lo menos que les podía ocurrir era el despido del trabajo. Ellos tenían que aceptar que unos habían nacido para mandar y otros para obedecer, de acuerdo a los principios de la sociedad esclavista y del CENTRO. El trabajo en La Ciudad de los Reyes era difícil y no se podía correr riesgo porque en su condición de zooters tenían la ventaja de domiciliar en la Comunidad de San Patricio. Los Intermedios sabían que su profesión era apenas la cuarta opción,  después de Trámite documentario, Inglés y Computación. La mejor política para ellos era: No sé, no he visto nada, no he oído. Todo está bien y aquí no pasa nada. Si hubiera algún trabajador que protestara por los abusos de los licans y por los bajos salarios,  podía ser acusado de subversivo y enemigo de la Institución.

El Conde Hectorius le manifestó a Mr. Kanter que no estaban todas las autoridades para discutir la denuncia del Sr. Varkolak y que esta reunión carecía de sustento legal toda vez que los artículos de las Leyes de la Comunidad de San Patricio lo decían claramente. Los licans pitearon, los intermedios guardaron silencio, Anulia y su séquito ofídico se unieron a la protesta, y en ese momento crucial de la caterva, Mr. Kanter se puso sus lentes Armani, exhaló  un profundo respiro y dio la razón al Auditor Mayor del Reino. También agregó que se realizaría una investigación exhaustiva a través de los asesores de la Institución. Estas palabras permitieron que Carmito de la Buena Cruz se ofreciera a dirigir la investigación por ser el experto en estos trámites. Una vez que escucharon la intervención de Carmito Enfisemo, los asesores se pusieron de pie y lanzaron un rotundo ¡Nooooo! , que obligaron al pobre experto en trámite documentario a sentarse y después de persignarse, se retiró del atrio en medio de las burlas de Varko y sus secuaces. Los intermedios miraron con pena al pobre Carmito que salió cabizbajo  y que  escuchaba al peligroso Libak que le decía: ¡Vade retro Satanás!

Todos sabían que Carmito, además de sus pecadillos de amor al dinero y al poder, era un hombre más cercano a la iglesia que al diablo. Es cierto que se golpeaba el pecho y si Dios le pudiera dar una manito, terminaría formando parte de los santos del pueblo como San Martín de Porres y Santa Rosa de Lima. Él no se explicaba con qué moral Libak, un asesino de jóvenes pudiera identificarlo con Satanás. Además, Libak era conocido en los medios del CENTRO como un relapso que alguna vez había abjurado de su credo religioso y por dinero sería capaz de unirse con el propio diablo como alguna vez lo dijo un líder de  todo lo que podría hacer por la democracia.

Los pasos de Carmito Enfisemo se dirigían a su residencia donde vivía solo y aprovechando el silencio del barrio de los asesores porque todos estaban en el atrio con su familia, ingresó a su casa y dentro de ella se dirigió a su estudio que en lugar de libros tenía toda la pared llena de imágenes de santos y beatos. Sacó su manojo de llaves y abrió una gaveta donde estaban los cilicios que empleaba para mortificarse y pedir a Dios que lo ayudara a conseguir sus proyectos de documentación sobre la higiene personal de los trabajadores y el ingreso diario de los mismos a los servicios higiénicos. Para ello ya había logrado que Mr. Kanter instalara en los baños cámaras y así poder conseguir con precisión los datos que Carmito había desarrollado en su proyecto de modernidad documentaria.

A medida que el Señor de la Buena Cruz Farfán soportaba con estoicismo los cilicios que se había colocado en el cuerpo  y prometió al que todo lo puede, dejar de comer chicharrón los sábados y salchicha de Huacho los domingos. Para purificar sus promesas, rezó veinte padrenuestros y treinta avemarías, diez más que los anteriores rezos y peticiones, así comprobará el Señor que su digno esclavo entregaba su alma y parte de su cuerpo para que la Divina Providencia riegue con su manto la buena fe de Carmito por los siglos de los siglos…amén.


                                                                                                           Eddy Gamarra T.

Capítulo 108
Hasán

Hasán ha cumplido un año. Lleva el nombre de un héroe del pueblo Saharawi y Stephen está de acuerdo. Tiene los ojos verdes como la uva y es muy blanco, Su cabello es un poco rojizo y no es muy alto. Creo que va a ser bajo como papá. Menos mal que está bien de salud. El Dr. Soiral es su médico. Nosotros le tenemos mucha confianza y agradecimiento, a pesar que en el CENTRADOM, donde trabaja, suele recetar a sus trabajadores con el múltiple remedio  panadol. Las malas lenguas le dicen en los corrillos Dr. Panadol, pero en el fondo es por envidia o por ignorancia. Qué más podría darles a los trabajadores si lo único que Mr. Kanter entrega al Departamento médico es aquel producto que no lo compra sino que es una donación. Además, según el fraile de fácil sonrisa, “El ahorro es progreso”  El espíritu de ahorro hace que Mr. Kanter no les suba el sueldo a los trabajadores como debe ser. Si lo hace, es apenas un ridículo aumento que no soluciona nada. Entonces podemos entender el mísero botiquín  del departamento médico que desprestigia a este noble galeno. Mi padre me informó que el Dr. Soiral también es un zooter y esta condición ha permitido que venga en varias oportunidades a la Comunidad para tratar algún mal de Hasán.

Sé que los licans están buscando venganza por la desaparición de Varul. Me he enterado del ataque a Nicole en la Universidad y que fue ayudada por Elisabetta y su primo. Tengo a las maravillosas hadas, a Maluxa, Andreínha y Janice, además de Micki, Tanger y Collins quienes siempre están vigilando a Hasán, que no son los únicos. Aquel que se atreva a tocar a mi hijo, lo único que va a conseguir es la muerte. Varul quiso hacerme daño y mi abuelo lo fulminó. Soy  consciente de los poderes que me dio mi abuelo y tengo que estar a la expectativa para evitar una nueva intromisión de los licans. Cuánta pena siento que mi madre no haya tenido estos poderes para defenderse. El abuelo no se explica estas razones. Yo, por miedo, cuando era pequeña, no tenía conciencia de este sistema de autodefensa y ataque propia de los unicornios en el mundo zooter. La tercera metamorfosis, la descubrí hace poco y me ha permitido viajar a la colina azul, con ese color que le gustaba tanto al poeta chileno Neruda y al pintor español Pablo Picasso. Si el color azul es el símbolo del amor, en aquel lugar paradisíaco viven los maestros  y seres que trabajaron por los niños y por la justicia. Solo pueden ser visitados por los Dinos y la familia del conde Jorgino y de Stephen. Allí mora la maestra María Rosa que pronosticó mi embarazo y que me deseó mucha suerte y siempre la visito para escuchar sus consejos de cómo criar a mi hijo.

Hace unos días viajé con Hasán y el abuelo a la colina azul. Siempre en su burrito, mi hijo montaba el burrito a mi lado. Cuando Hasán vio esos paisajes bellísimos de la Colina azul, se transformó en un lobito blanco que el abuelo y yo sentimos un cariño tan grande por este magnífico ejemplar que la naturaleza me había brindado. Mi lobito me lamía la cara y su piel era tan suave que parecía un oso de peluche. El abuelo que leía mis pensamientos, me dijo que su otra metamorfosis era un oso blanco, pero no un oso polar sino un oso grizzli como Mr. Kanter y Caterina y que en un momento oportuno pondría al fraile en su sitio.

Una vez que llegamos a la parte central donde vivían sus habitantes, fuimos recibidos por la maestra que tenía la metamorfosis de una golondrina. También estuvo un caballo blanco que aparentaba una naturaleza salvaje, pero era mi buen amigo  José. Allí estaba Mahama, la cotorrita que siempre estaba hablando y también Ulrico y Mariana. Ellos formaban parte del comité de recepción de la colina azul. Ya Hasán había recuperado su naturaleza humana y fue recibido con mucho amor por los integrantes de toda la colina azul.   Nos invitaron almuerzo y luego aprovechamos visitar la laguna de los tulipanes negros. Allí bañé a mi hijo y el abuelo agradeció a Dios por haberle dado un biznieto hermoso, fuerte y maravilloso que sería la alegría de toda la comunidad.

Cuando regresamos, me despedí de la vieja morsa que habitaba en la laguna de los tulipanes negros y de todos los demás. El “Tío Lucho”, lo llamaban con cariño. Era el patriarca de la comunidad y todos lo querían y respetaban. Al retirarnos de aquel edénico lugar, los amigos de siempre, nos obsequiaron varios costales de la rica papa huayro que allí cosechaban y que era una delicia para los platos que las chicas y yo cocinábamos. Esta vez el burrito llevaría la pesada carga con ayuda del abuelo que se transformó en unicornio y yo llevaba a Hasán en mis brazos. Cuando salimos de la zona de la Colina azul, el abuelo recuperó su forma humana y el burrito que era tan bello como el Platero del poeta Juan Ramón Jiménez,  llevó feliz la carga.


                                                                                                           Eddy Gamarra T.
Capítulo 107
Las cuitas de Nicole

La madre de Nicole nunca quiso venir a estas tierras porque estaba acostumbrada a sus amigos y amigas de bohemia parisiense. Ella era diseñadora de modas de una pequeña empresa y en su trabajo conoció artistas de teatro, músicos pintores, escritores poco conocidos,  quienes solían reunirse en un bar del barrio latino y muchas veces estas reuniones duraban tantas horas que las pocas que le quedaban para dormir no eran suficientes para poder llegar al trabajo temprano.

Nicole ya tenía siete años y se quedaba con la abuela mientras la madre se divertía. Ella era una niña muy sensible y tenía un carácter diferente a su madre. Siempre fue responsable y estudiosa, pero su rostro señalaba una tristeza infinita que ni la madre, ni la abuela pudieron curar. Nicole salía por su ventana todas las noches y miraba el cielo francés y soñaba despierta con la Comunidad de San Patricio que su madre, alguna vez le contó. La abuela dormía y Nicole transformada en una bella lobita aullaba de tal manera y con una pena de nunca acabar que la gente que escuchaba estos aullidos, comentaban que eran un canto a la pobreza y miseria de los desposeídos, desempleados, abandonados.

La madre estaba enamorada de un pintor badulaque que cuando estaba ebrio, la maltrataba verbalmente y a veces la golpeaba. Sin embargo, esta permanecía a su lado, a pesar de los castigos. En varias oportunidades, perdió su empleo y siempre le llamaban la atención por llegar tarde al trabajo. Su irresponsabilidad se manifestaba con su hija. Si no fuera por la abuela, que tenía un figón que le daba algunos francos para poder alimentar a su nieta, la situación económica sería terrible. La pobre anciana, descuidada, pringosa, tenía que ir al mercado, cocinar, atender a los clientes, cuidar a su nieta y guardar algunas monedas para comprar sus medicinas. La hija tenía bastante con su bohemia, el marido violento y su vida acartonada que la presentaba cada vez más envejecida.

La pobre niña sentía resquemores hacia su madre. A pesar de vivir en un sucucho, nunca perdió las esperanzas de viajar a la Ciudad de los Reyes. Nicole veía a su abuela muy enferma y así, tan pequeña, se preocupaba por atender a la anciana, que tanto quería. El dinero que recibía la mamá para Nicole terminaba en los bares nocturnos de París y sucedió lo que Nicole temía. Una mañana en que la madre no vino a dormir, la bondadosa anciana no despertó más. Estaba muerta. Yo estaba en Bilbao y sentí en todo mi cuerpo un grito desgarrador. Era mi pequeña hija la que me estaba llamando. Tomé el avión y me dirigí a París. Cuando llegué, Nicole se acercó y me abrazó con tal sentimiento que me sentí responsable de todo lo que había sucedido. Yo creía que con enviar la pensión, bastaba. Como se podía ver, la madre no cumplía sus funciones. Su mayor interés era el hombre que la había dejado después de una golpiza. Después de un diálogo largo convencí a la mujer para llevarme a Nicole  a Torino, donde vivía Antonella, su otra hermana. La madre de Antonella que, a pesar de su odio por mis libros, era una buena mujer y aceptó a Nicole. Ella estudiaría hasta terminar su secundaria y después, ambas y Sandra, la hermana española, viajarían a la Ciudad de los Reyes para vivir conmigo. Allá estudiarían en la Universidad y disfrutarían de mejor comodidad. Además, su condición de zooter, requería de protección y necesitaban estar cerca, a mi lado. Años después, viajaron para vivir en esta Comunidad y recibir mi amor  y  el cariño de los Dinos , mis huéspedes, es decir, los duendecillos, las haditas y mis brujitas del Mato Grosso.

Hoy Nicole y sus hermanas viven en la Comunidad de San Patricio y estudian y están preparadas para enfrentarse una vez más a los licántropos y sus secuaces. Antonella, ya casada; Sandra y su novio artista y Nicole que suspira por el primo de Elisabetta.



                                                                                                   Eddy Gamarra T.

miércoles, 1 de julio de 2015

Capítulo 106
Acoso

Los licans no llegaron a encontrar a Varul y culpaban a la familia del conde Jorginho como la culpable de esta desaparición. La gran mayoría de los intermedios estaba contenta porque solo quedaban dos de los personajes abusivos con las muchachas que laboraban en el Centro de Trámite Documentario. Cuando otras personas les preguntaban por el licántropo más grande,  que escondía su maldad con su afición religiosa y su capacidad de convencer incautos debido a su oratoria sagrada. Las gaviotas y los demás contestaban que no sabían nada del señor Varul y era cierto. Varkolak suponía que su compañero de asesinatos debería estar por la Ciudad de los Reyes persiguiendo a muchachitas humildes y atractivas que vivieran en los pueblos jóvenes como ya lo habían hecho los tres en muchas oportunidades.

Una sed de venganza corría por las  mentes  de Libak y Varko. Solían reunirse con los otros licántropos todas las noches en la casa de Varko y planificar la muerte de  Nicole, que estaba sola, porque Antonella estaba casada y Sandra de novia con un director de danza contemporánea que también era zooter. En algunas ocasiones, la bella Nicole regresaba sola de la Universidad. No le gustaba ningún personaje zooter de la Comunidad de San Patricio y no podría enamorarse de alguien con una naturaleza diferente a menos que sea un vampiro o un troll que estaban permitidos vivir en la Comunidad. Ya hace algún tiempo, Nicole era pretendida por un joven estudiante de ingeniería. El muchacho, atractivo, estudioso y responsable, estaba muy enamorado de ella. Lamentablemente, la pobre no podría invitarle a su casa porque el infortunado estudiante no podría traspasar el arco de San Patricio debido a su naturaleza no zooter.

 Nicole estaba consciente de esta gran dificultad y sufría también. Ella le había contado a Yasmina sus cuitas y estaba desesperada que todos los días antes de irse a clase, ingresaba a la iglesia y le pedía a San Patricio que le quitara su condición de zooter y a la vez le permitiese visitar a su familia. Una solución sería viajar a Francia y visitar la comunidad zooter que quedaba en París. De repente, algún joven zooter se interesaba por Nicole. Ella era tan bella como sus hermanas, pero muy estudiosa y demasiado seria. Su carácter, dulce y maternal le permitía defender siempre a los traviesos duendecillos. Vivió su niñez en la campiña francesa, mientras su madre trabajaba y tenía que soportar a un marido violento. Es por eso que con el permiso de la mamá la traje a la Comunidad, después de darle su merecido al hombre que convivía con la madre de Nicole.

Un viernes por la noche,  salía Nicole de la biblioteca tarde,  y se dirigió a la cochera para ubicar su carro y regresar a casa. Cuando sacó de su bolso las llaves del auto, aparecieron tres tipos desangelados con cara de pocos amigos y empezaron a refocilarse con ella y la trataban de una lobita interesante que estaba solita y triste,  pero que ellos se encargarían de hacerla feliz. Nicole estaba impertérrita y en guardia,  en caso que estos gusarapos se atrevieran a tocarla. No les demostró miedo. Los tres tipos resollaban y generaban un ruido nada humano. Nicole captó la naturaleza licántropa de los belitres acosadores y estaba dispuesta a defender su honor y su vida ante un inminente ataque de los licans. Ella trataba de recordar dónde había visto a estos miserables y vino a su mente una de las cenas de Mr. Kanter. Ellos estaban en la mesa de Varko. Ni ella ni los otros podían transformarse porque estaban en un lugar demasiado público. Eran tres dispuestos a todo. La orden era violación y muerte. Cuando menos lo pensó, uno de ellos la cogió del brazo y el otro le arrebató el bolso. El tercero, le dobló el otro brazo y cuando se disponían a dar rienda suelta a sus bajos instintos, apareció un personaje de negro tan veloz que golpeó en el cuello a uno de ellos, los otros soltaron a Nicole y se le enfrentaron. Después apareció otro personaje de negro y tomó de los cabellos al segundo y Nicole se encargó del tercero. Estaba tan indignada que sorprendió al facineroso con los golpes de karate que le había enseñado Juan de Aviraneta. Cuando los tres licans sabían que tenían la de perder, huyeron como unos cobardes y desaparecieron de la cochera. Entonces, Nicole se disponía a agradecer a sus salvadores, pero ellos se presentaron primero: Soy Elisabetta di Sardegna, profesora de Historia del Arte y este es mi primo Pietro di Siracusa. Conocemos a tu padre y vivimos en la Comunidad de San Patricio como tú. Nicole reconoció a Elisabetta,  que trabajaba en la Universidad, pero nunca había visto al primo. Lo vio tan guapo que le agradeció con un beso en la mejilla. Elisabetta ya sabía que Varul había sido destruido por el abuelo de Yasmina y le aconsejó a Nicole que no camine sola porque los licántropos estaban en guerra contra todos los otros miembros de la Comunidad. Pietro se ofreció acompañar a Nicole en su auto y Elisabetta iría en el suyo. Nicole estaba muy contenta sobre todo cuando se despidieron, esta vez, Pietro le dio un beso en la mejilla. Nicole sabía que Elisabetta era vampira, por lo tanto, su primo, también. Se quedó pensando en una posible amistad con el bello y valiente Pietro di Siracusa. Aquella noche, Nicole no durmió. ¿Sería Pietro di Siracusa su ángel azul?


                                                                                                Eddy Gamarra T.
Capítulo 105
Buscando a Varul

La mujer de Varul avisó en el CENTRO la desaparición de su esposo. Ninguno de los licans sabía de su paradero. Tampoco los intermedios a quienes se les había interrogado, en especial a las mujeres debido a que el siniestro personaje andaba siempre coqueteando y acosando a las bellas gaviotas, lornas y cojinovas. Varkolak, que era compañero de correrías de Varul, sabía de las desapariciones de su secuaz por la Ciudad de los Reyes y los viajes al país del norte para traer ropa deportiva, colonias, lentes y otros cachivaches sobre salud y belleza para venderlos con presión a los intermedios bajo amenaza de acusarlos ante Mr. Kanter de realizar un mal trabajo en el CENTRO. No Solo vendía estos productos sino que presionaba a las jóvenes trabajadoras para convencer a las demás sobre la manera más fácil de perder peso y embellecer la piel. Traía diversas cremas adelgazantes, aunque él era inmensamente gordo; productos de belleza y él era inconmensurablemente feo.  A decir verdad, Varul olvidaba su trabajo de Seguridad y preparación física para dedicarse a estos escarceos ilícitos de empresario frustrado.

Libak acudió a los chismosos por antonomasia que desempeñaban labor de espionaje para los licans y las serpientes. Lurok manifestó que la última vez que lo vio fue por el barrio de los Dinos. La vieja cotorra dijo lo mismo y que Varul le contó alguna vez que deseaba violar y matar a Yasmina por todo el daño que ocasionaba a sus amigos y porque además era muy bella y enigmática. Cuando le preguntaron a Wanda, la cernícalo, ella no quiso comprometerse con su información y solo atinó a decir  que un águila inmensa estaba rondando el cielo de San Patricio y que estaba segura que esta ave no pertenecía a su grupo. Como ave que era, sabía a ciencia cierta que pertenecía a los Dinos y de repente podría ser la hija del conde Jorginho.

Wanda demostraba el poder de Yasmina y no se atrevía a enfrentarse personalmente con ella, porque estaba segura que la iba a pasar mal. Por estas razones, su odio hacia Yasmina crecía inexorablemente. Sin embargo, la frustrada Casandra no tenía quién le crea, ni siquiera su compadre Lurok. Aunque la garrapata con su capacidad de mentir y odiar afirmaba que sus amigas las serpientes iban a vencer a sus enemigos, porque ella lo había soñado varias veces y sus sueños premonitorios nunca le habían fallado. Por lo tanto, animaba a los licántropos a no desmayar y dejar de lado su mundo estragado porque la victoria sería,  tarde o temprano, para ellos.

El jefe de los licans declaró estado de emergencia para todo su personal y en la reunión con los intermedios obligó a los trabajadores a que informaran sobre el paradero de Varul, autoridad importante en el equipo de Seguridad y Deporte  del CENTRADOM. Las chicas y chicos del CENTRO comentaban con temor al borde de las lágrimas por la represión que desencadenaría Varkolak y sus secuaces. Este guirigay de preguntas y respuestas cargó el ambiente del trabajo con una serie de interrogantes entre los jóvenes que temían la venganza de los licántropos y probablemente la sed  de ira y sangre de estos monstruos apuntaría contra la población intermedia débil, temerosa y desprotegida de la maldad del equipo de seguridad del CENTRO. Nadie se había atrevido a denunciar a los licans, ni siquiera los asesores del fraile, quienes prestaban oídos sordos a la violencia y mientras se preocupaban de defender  los jugosos sueldos que les proveía Mr. Kanter,  solían cacarear la gastada expresión : “Palabras necias, oídos sordos.”

Anulia, la vieja cobra, a pesar de su  lumbalgia y el constante escozor por los hongos, advertía a las serpientes que era hora de utilizar todo su veneno contra la comunidad de lobos y los Dinos. Ellas tenían que vencer y algún día San Patricio será de ellas porque su poder letal era la mejor defensa ante sus enemigos y vendrán épocas mejores como aquella cuando ella estaba joven y gozaba de la confianza de uno de los jefes. Exhortaba a Tránsito y Asteris a que usaran bien sus cualidades seductoras y las emplearan contra gente importante y no contra los intermedios que no cambiaba en nada la historia de venganza que ellas querían escribir en la Comunidad de San Patricio.

La guerra estaba declarada. La garrapata usó su segunda metamorfosis y lanzó una arenga hacia sus cómplices para enfrentarse a sus enemigos y terminó con una expresión que lo encontró en algún libro de historia: “Vencer o morir”. La comunidad ofídica aplaudió las palabras de Dorotea y cerraron su reunión con unos sanguchitos de pan con salchicha, pan con chicharrón y relleno, remojados con café. Anulia miraba con emoción a sus compañeras Anacé, Dorotea, Asteris, Tránsito y sentía que la batalla final estaba cerca y su odio hacia Yasmina y familia tenía que acabar a menos que una sorpresa providencial manifieste lo contrario. 
        

                                                                                       Eddy Gamarra T.
Capítulo 104
La papelera de plata

Era las siete de la noche y se reunieron en la oficina principal del CENTRADOM, que estaba situada en la Ciudad de los Reyes, el equipo asesor de Mr. Kanter. Era una fecha propicia para dar fuerza al Proyecto piloto de Trámite Documentario que trajo el fraile para su empresa, la única en su género, y que necesitaba publicidad para que la gente pudiera estudiar todo lo relacionado a lo que es papeles, desde el papel higiénico de los baños de la Institución que el genial Carmito había organizado,  hasta los documentos de alto valor institucional que manejaban con mucho celo los asesores de Mr. Kanter.

Carmito de la Buena Cruz acudía a la iglesia muy temprano para agradecer a Dios por la inteligencia que le había dado. Desde las seis de la mañana, esperaba el buen Carmito a que abrieran las puertas de la capilla para prenderle una velita a San Martín de Porres y otra a la virgen de las Mercedes. Rezaba varios padrenuestros y  avemarías. Sacaba de uno de sus bolsillos una botellita para llevarse un poco de agua bendita,  llenaba este recipiente y con prontitud lo guardaba antes de que el curita se dé cuenta. Una vez que llegaba a su trabajo, se encerraba en su oficina y vertía sobre su cabeza el agua bendita y miraba la cruz que estaba en la pared y rezaba su propia oración:

                                   “ Oh Señor de la Gran luz
                                   Yo te digo con la ciencia
                                   Por la señal de la Santa Cruz
                                   Bendice mi inteligencia
                                   Y bríndale la anuencia
                                   A Carmito de la Buena Cruz.”

Después de su rezo, se golpeaba el pecho y decía para sus adentros: “Yo seré el Jefe…yo seré el Jefe…yo seré el jefe. Como si dijera: “Por mi culpa…por mi culpa…por mi culpa. Cerraba su aviesa purificación con una brochita de pétalos de rosa mezclándola con una colonia cítrica y la echaba como si fuera una bendición de la deidad.

Después de sus jaculatorias matinales, se vestía con su tradicional camisa blanca,  tiesa, el terno gris, los calcetines negros,  los zapatos del mismo color y con un gesto de petimetre decimonónico abría su oficina e iniciaba su saludo a toda persona que encontrara en los patios extensos del CENTRO.

Carmito había logrado con un esfuerzo de hormiga,  contar las veces que cada integrante de la Institución iba al baño. Escribió en su diario:

Agosto,  12
Querido diario:
No sabes cuánta felicidad siento al llegar al término de mi jornada de salud. He podido comprobar que los trabajadores intermedios, como los llama el conde Jorginho, son los que más asisten a los servicios higiénicos y emplean incorrectamente el uso del papel higiénico. Sería conveniente que recen una breve oración por los alimentos que han recibido y puedan defecar en paz.

No puedo entender hasta ahora por qué los señores de Seguridad utilizan periódicos a la hora de entrar a los baños. Si es para leer, pasquines y diarios deportivos, se les puede justificar. No está permitido que se metamorfoseen en plena hora de trabajo y menos que se atrevan a leer novelas ni poesía.

Sin embargo, debo aplaudir a Seguridad por ahorrar el papel higiénico de la Institución y agradecer al Creador por darme salud, dinero. Solo falta el amor y esto se consigue con el correr del tiempo. No importa cómo llegue, pero que sea amor.
Nos vemos queridísimo diario por escucharme en silencio por los siglos de los siglos, amén.

Después de una reunión de la Plana Mayor, donde no fue invitado el Auditor Mayor del Reino, se llegó a la conclusión de conceder la Papelera de plata al secretario de trámite documentario Señor Don Carmito Enfisemo de la Buena Cruz  Farfán,  por sus esfuerzos denodados de  llevar el Gran Proyecto de Trámite Documentario a su máxima realización. Firmaban el documento además del Jefe, sus asesores,  que veían con desconfianza el avance de Carmito en su mundo institucional. Si firmaron es porque el Jefe firmó y no querían contrariar al hombre que tanto confiaba en ellos. Sin duda que este no era santo de su devoción y no asistieron al desayuno de trabajo donde se iba a llamar al bueno de Carmito y entregarle la papelera de plata. Ellos adujeron que estaban resfriados, después de este invierno que sacudió el cuerpo endeble de algunos de sus integrantes.


                                                                                                    Eddy Gamarra T.

Capítulo 103

Los gallos de Ludwig

Se acercaba una fiesta especial para los aldeanos y Ludwig se encargó de la organización. Marietta vería todo lo que era comida y Chiara, su hermana reuniría a las doncellas de la aldea para preparar los números de baile. Los Dinos habían regresado de sus viajes y asistirían a esta fiesta. Además, ellos siempre colaboraban con alimentos, bebidas y todo aquello que pudiera engalanar esta hermosa fiesta de medio año.

Sandra y sus hermanas habían preparado varias danzas e iban a participar en el festival gastronómico organizado por Ludwig. Sandra, excelente bailarina, colaboraría con Chiara para que el espectáculo sea de gran calidad. Antonella, además de recitar un monólogo sobre Charles Chaplin, sería la maestra de ceremonia y Nicole se encargaría del movimiento financiero de la parte que correspondía a la participación de los lobos y amigos.

Collins, Tanger y Micki querían bailar una danza selvícola con Andreínha, Maruxa y Janice. Esta danza la habían aprendido en el colegio y no pudieron participar en el festival porque el profesor de danza temía alguna broma pesada de estos niños extraños. Además, su conducta dejaba mucho que desear, porque donde estaban estos muchachitos, algo pasaba.

A pesar de la desconfianza que tenía el profesor de danza hacia ellos y el incidente del estornudo, ellos recibían la preparación de Sandra, la amenaza de Antonella  y la confianza de Nicole.
El día anterior había lloviznado bastante. Ludwig y todos los encargados de esta fiesta estaban resfriados. A pesar de que la estación invernal había pasado, sin embargo, se sentía frío. El aire era helado y Juan de Aviraneta había preparado coctel de algarrobina para todos los presentes. Lapitt y sus cervezas, el tío Ben con sus vinos franceses, Jorginho y las botellas de whiski, el maravilloso pisco sour preparado por Yasmina y gin con gin para mí. Para los que no beben, chicha morada y refresco de maracuyá ofrecidos por la baronesa de Castelforte. El conde Nolberto iba a preparar una  caipirinha que le había enseñado su nuera brasileña.
En cuanto a las comidas, tenían de entrada tamales de chincha o cebiche de corvina. Para los que le gustaba causa  o papa a la huancaína, estaban disponibles estos potajes.  Los platos no se vendían, se degustaban. Después de las entradas teníamos como segundo plato ají de gallina, lomo saltado, carapulcra, tacu tacu con salsa de mariscos y el cabrito con frejoles y arroz preparado por Ludwig con todas las de la ley. Los niños de la aldea disfrutaban los postres como arroz con leche, mazamorra morada, leche asada, ranfañote, alfajores de Huaral, en fin, toda una maravilla gastronómica propia de esta región.

Los músicos de la aldea interpretaron diferentes piezas  que permitieron que el grupo de danza bailara con mucha gracia y donosura y que fue la delicia de los asistentes. Cuando les tocó a nuestros duendecillos , quienes iban a bailar con las brujitas, todos se callaron y Nicole les deseo buena suerte. Sandra estaba preocupada y Antonella ya les había advertido sobre cualquier broma sobre esta danza de la selva llamada Anaconda. Cuando empezó la música , ellos y ellas bailaron con mucha plasticidad, alegría y la coreografía preparada por Sandra fue genial. Los duendecillos se portaron como gente adulta y responsable y estuvieron a la altura de las brujitas, excelentes danzarinas. Al final de la danza de la anaconda, fueron felicitados por el conde Jorginho y todos los asistentes. Las chicas estaban contentas y Tanger, Micki y Collins, lloraban de felicidad  como tres niñitos de escuela.

El final del espectáculo lo dieron los gallos de Ludwig quienes se lucieron en la arena que habían preparado los aldeanos y que le dieron a Ludwig una alegría tan grande que de tanto probar la cerveza de Lapitt, se quedó profundamente dormido.



                                                                                                                     Eddy Gamarra T.
Capítulo 102

Bien merecido

Es un día de invierno y nieva como el Huascarán. El verdor de la Comunidad de San Patricio ha cambiado de color y el blanco destaca entre todos los colores. Stephen viajó a Europa para cubrir unas entrevistas de la reunión urgente de los principales jefes de Estado ante la situación delicada del pueblo palestino y la intromisión despiadada de sus vecinos.

Estoy sola. Las chicas se han ido a la Universidad. Los duendecillos juegan con los copos de nieve. Las brujitas preparan su ropa de invierno y las haditas han ido a visitar a mi abuelo. La nostalgia se apodera de mí. Voy a la biblioteca y leo una novela de Imre Kertész. Se siente una calma chicha y hace frío. El viento silba una canción tétrica y me provoca un café cargado. Papá está en Europa. El conde Nolberto se fue al Brasil para celebrar su cumpleaños junto a su hijo que radica allá. Mi hijo ha crecido y está con su nana. Lapitt por la selva y el tío Ben, en Londres. Casi todos los Dinos están fuera y veo por mi terraza al lican Varul que husmea la residencia y simula que se va en dirección a la aldea. Este licántropo sabe que Stephen no está aquí; tampoco los otros y leo sus pensamientos de aprovechar la ocasión para ingresar a la casa y poseerme. Este asqueroso animal se ha convertido en una bandada de murciélagos que han tomado el color de la nieve y se han posado en los árboles que rodean mi hogar. No se imagina Varul de lo que le puedo hacer ante sus siniestras intenciones lúbricas. Su presencia no deja de incordiarme y obligarme a estar preparada. He avisado a Martina, que cuida a mi hijo, que asegure bien la puerta del dormitorio. Mick, Tanger y Collins ya están avisados. Menos mal que es sábado y no han ido al colegio. Preparan sus resorteras y bolas de nieve y están listos ante cualquier ataque del licántropo.

No he querido llamar a Juan de Aviraneta que está ocupado escribiendo un libro sobre la Segunda Guerra Mundial. Esta vez, Varul no podrá escapar y caerá en la trampa. Ya mi abuelo está enterado y viene para la casa con Ghara y Harally. He prendido el equipo y se escucha música de Atahualpa Yupanqui, el guitarrista, cantante y compositor argentino. Varul cree que todo está saliendo a pedir de boca y cuenta además con Lurok, la vieja cotorra y el cernícalo que casi todos los días espían a mi padre y a nosotros. Cómo les gusta el golpe a los espías de las serpientes y licántropos. Siempre son sorprendidos por mis brujitas o los duendecillos y las hadas.

Decidí convertirme en águila y volar a la parte más alta del álamo que está en la parte externa de la casa y desde allí observo a los murciélagos que se desplazan hacia las terrazas y como no hay enemigo a la vista, se convierten en el gigantesco Varul. Este avanza con cautela y se dirige a mi dormitorio. Ingresa y cierra la puerta con cuidado y cuando se acerca a la cama que está acomodada como si yo descansara y estuviera cubierta por la colcha debido al frío. Se abalanza sobre la cama y al destaparla se encuentra con almohadas y cojines. Para esto yo he regresado al dormitorio y me he convertido en una loba. Sí una loba, tan grande como el licántropo y que está dispuesta a defender su territorio y a su cachorro. Varul hizo lo mismo y al estar convertido en un feroz lican, lo ataqué directamente al cuello y logró evadir mi ataque. De sus fauces brotaba sangre y un líquido lechoso. Volví al ataque y le mordí una pata que provocó un grito fortísimo en el monstruo que fue escuchado por sus espías. Estos decidieron ayudar a Varul pero una ráfaga de bolas de nieve les cayó por todo el cuerpo y cuyos golpes acertaron en el cuerpo regordete del cobarde Lurok quien cayó aparatosamente sobre la pista. Wanda y Carmen cargaron con incomodidad el pesado cuerpo de su camarada y se lo llevaron como sea, lejos de la residencia. Lamentablemente, el cuerpo pesaba mucho y lo soltaron en la piscina de Mr. Kanter. La piscina estaba casi congelada y el pobre Lurok pedía auxilio para que lo saquen de aquel lugar tan frío que lo podría matar de hipotermia.

Varul no se rindió y se hinchó y sus ojos sanguinolentos apuntaban sobre mí. Cuando se disponía a atacarme, la puerta se abrió y un unicornio blanco despidió un rayo de luz y fuego sobre el lican que lo dejó en el primer ataque muerto y calcinado. El abuelo estaba muy irritado contra este licántropo que siempre se jactó de su fuerza y poder y ahora estaba bien muerto y el abuelo lo llevaría al bosque y a la cueva donde él castigaba a los enemigos mortales de la Comunidad de San Patricio y los Dinos.

Lurok y sus compañeras de espionaje no pudieron observar nada de la muerte de Varul y hacia dónde fue enviado. Solo contarían a las serpientes y los jefes de Seguridad que Varul luchaba contra una loba y no sabían más. Los espías prometieron desaparecer a esos malditos duendes que les habían arrojado nieve sobre sus cuerpos. Tuvo que pasar todo el invierno para que volvieran a espiarnos. Mi abuelo transformado en el pacífico jardinero llevaba en su burro un saco grande para trasladarlo al bosque. Las haditas cantaban la canción del mago de Oz y yo me arrullaba al lado de mi hijo mientras mis duendecillos le hacían gracias al pequeño. Afuera nevaba y la calle estaba desierta y blanca y muy cerca se escuchaba las notas del piano de Juan que tocaba la sonata Claro de luna que tanto le gustaba a Stephen.
                

                                                                                                                                       Eddy Gamarra T.

Capítulo 101

El desfile

Carmito de la Buena Cruz era meticuloso y exigente con la organización del desfile en el Centro de Trámite Documentario, el único en su especie en todo el país. No había ninguna institución de esa categoría-que eran pocas- que pudiera superar su exigencia en el desarrollo de trámite documentario. Esta exigencia rayaba en la necedad, porque la última de Carmito para lograr la certificación fue que cada integrante del CENTRO tenía que llevar una libreta en el bolsillo posterior izquierdo y en ella debería anotar las veces en que ingresaba a los servicios higiénicos y cuántas veces orinaba o defecaba en una semana,  por razones de salud del trabajador. A pesar de la oposición de los trabajadores, esta norma se cumplió con la colaboración del equipo de seguridad dirigido por el siniestro Varkolak y sus secuaces. Mr. Kanter aceptó el proyecto presentado por el fiel Carmito y aunque no lo leyó, preguntó al Señor Paritt y asesores si estaban de acuerdo. Ellos dijeron que sí y Mr. Kanter que confiaba a ojos cerrados en sus asesores, firmó el proyecto. El único que se opuso con cierta reticencia fue el señor Chang, porque él visitaba frecuentemente los servicios higiénicos dado su descomunal y pantagruélico interés por la comida bien sazonada, y si es pescado o mariscos, mejor.

Otro de los proyectos del inefable Carmito de la Buena Cruz fue lograr la uniformización de los trabajadores y trabajadoras del CENTRO. Todos irían con el uniforme verde olivo y con botas para demostrarle a la gente que estaban preparados para defender al país en caso de agresión externa. Como los fusiles pesaban mucho y no se podía conseguir, logró alquilar unos ochenta fusiles de madera para sus queridos trabajadores. La pobre y desdentada cobra no gustó de la idea porque el uniforme, botas y fusiles, pesaban mucho y no podría soportar tremendo peso a la hora del desfile. Esto no fue todo porque Carmito se contactó con oficiales de alta graduación que habían estudiado en el CENTRO y que deberían estar presentes para tan magno desfile. Además, el gran Carmito sí desfilaría con fusil de guerra y con casco y pistola. Él iría adelante abriendo el desfile y buscaría a todas luces la ansiada certificación para su grupo. Es más, aprovechando que Mr. Kanter estaba un poco resfriado, él se ofreció para dirigir el discurso de orden a la multitud.

 Cuando llegó el día esperado, Carmito entró al Centro, como si fuera un soldado que se había extraviado entre tantos papeles y papeles para encontrarse con el público que saludaba y abrazaba al patriótico personaje y que después lanzaría un discurso emotivo que terminó como el llanto de un político japonés que hubo que utilizar cinco pañuelos de sus amigos para secar las lágrimas y el sudor del enigmático Carmito de la Buena Cruz.

Los asesores veían con cierto fastidio y de repente con envidia,  las continuas intervenciones en público de Carmito. Sabían a dónde apuntaba su amor por el CENTRO. Sin duda, Carmito gustaba de hablar en público que aunque no decía nada importante, los trabajadores del lugar lo aceptaban porque no inspiraba temor como los demás. Se podría decir, que era permisible y trataba bien a los intermedios. Asistía a sus reuniones, los escuchaba, siempre y cuando cumplieran con sus obligaciones y tuvieran su libretita en el bolsillo de la falda-las mujeres-  y pantalón-los hombres. La limpieza, ante todo, solía decir Carmito. Cada vez que iba a disfrutar de su refrigerio, el bueno de Carmito, rezaba y después,  se colocaba en el cuello una servilleta de colores encendidos que le cubría casi todo el cuerpo. Después de almorzar, guardaba en una bolsa de cuero su servilleta y se dirigía a paso redoblado a su oficina, adornada con algunos libros que no leía y cubierta de infinidad de papeles y libretas de micción y evacuación ventral de acuerdo al Decreto Direccional N° 004 del Centro de Trámite Documentario-014.

Después de sentarse, dirigía sus ojos al cielo y agradecía a Dios por todas las bondades que le brindaba y los papeles que iban a revolucionar los intereses de un país que necesitaba orden y disciplina.


                                                                                                                         Eddy Gamarra T.