Capítulo 105
Buscando a Varul
La mujer de Varul avisó en el
CENTRO la desaparición de su esposo. Ninguno de los licans sabía de su
paradero. Tampoco los intermedios a quienes se les había interrogado, en
especial a las mujeres debido a que el siniestro personaje andaba siempre
coqueteando y acosando a las bellas gaviotas, lornas y cojinovas. Varkolak, que
era compañero de correrías de Varul, sabía de las desapariciones de su secuaz
por la Ciudad de los Reyes y los viajes al país del norte para traer ropa deportiva,
colonias, lentes y otros cachivaches sobre salud y belleza para venderlos con
presión a los intermedios bajo amenaza de acusarlos ante Mr. Kanter de realizar
un mal trabajo en el CENTRO. No Solo vendía estos productos sino que presionaba
a las jóvenes trabajadoras para convencer a las demás sobre la manera más fácil
de perder peso y embellecer la piel. Traía diversas cremas adelgazantes, aunque
él era inmensamente gordo; productos de belleza y él era inconmensurablemente
feo. A decir verdad, Varul olvidaba su
trabajo de Seguridad y preparación física para dedicarse a estos escarceos
ilícitos de empresario frustrado.
Libak acudió a los chismosos por
antonomasia que desempeñaban labor de espionaje para los licans y las
serpientes. Lurok manifestó que la última vez que lo vio fue por el barrio de
los Dinos. La vieja cotorra dijo lo mismo y que Varul le contó alguna vez que
deseaba violar y matar a Yasmina por todo el daño que ocasionaba a sus amigos y
porque además era muy bella y enigmática. Cuando le preguntaron a Wanda, la
cernícalo, ella no quiso comprometerse con su información y solo atinó a decir que un águila inmensa estaba rondando el
cielo de San Patricio y que estaba segura que esta ave no pertenecía a su
grupo. Como ave que era, sabía a ciencia cierta que pertenecía a los Dinos y de
repente podría ser la hija del conde Jorginho.
Wanda demostraba el poder de
Yasmina y no se atrevía a enfrentarse personalmente con ella, porque estaba
segura que la iba a pasar mal. Por estas razones, su odio hacia Yasmina crecía
inexorablemente. Sin embargo, la frustrada Casandra no tenía quién le crea, ni
siquiera su compadre Lurok. Aunque la garrapata con su capacidad de mentir y
odiar afirmaba que sus amigas las serpientes iban a vencer a sus enemigos,
porque ella lo había soñado varias veces y sus sueños premonitorios nunca le
habían fallado. Por lo tanto, animaba a los licántropos a no desmayar y dejar
de lado su mundo estragado porque la victoria sería, tarde o temprano, para ellos.
El jefe de los licans declaró
estado de emergencia para todo su personal y en la reunión con los intermedios
obligó a los trabajadores a que informaran sobre el paradero de Varul,
autoridad importante en el equipo de Seguridad y Deporte del CENTRADOM. Las chicas y chicos del CENTRO
comentaban con temor al borde de las lágrimas por la represión que
desencadenaría Varkolak y sus secuaces. Este guirigay de preguntas y respuestas
cargó el ambiente del trabajo con una serie de interrogantes entre los jóvenes
que temían la venganza de los licántropos y probablemente la sed de ira y sangre de estos monstruos apuntaría
contra la población intermedia débil, temerosa y desprotegida de la maldad del
equipo de seguridad del CENTRO. Nadie se había atrevido a denunciar a los
licans, ni siquiera los asesores del fraile, quienes prestaban oídos sordos a
la violencia y mientras se preocupaban de defender los jugosos sueldos que les proveía Mr.
Kanter, solían cacarear la gastada expresión
: “Palabras necias, oídos sordos.”
Anulia, la vieja cobra, a pesar de
su lumbalgia y el constante escozor por
los hongos, advertía a las serpientes que era hora de utilizar todo su veneno
contra la comunidad de lobos y los Dinos. Ellas tenían que vencer y algún día
San Patricio será de ellas porque su poder letal era la mejor defensa ante sus
enemigos y vendrán épocas mejores como aquella cuando ella estaba joven y
gozaba de la confianza de uno de los jefes. Exhortaba a Tránsito y Asteris a
que usaran bien sus cualidades seductoras y las emplearan contra gente
importante y no contra los intermedios que no cambiaba en nada la historia de
venganza que ellas querían escribir en la Comunidad de San Patricio.
La guerra estaba declarada. La
garrapata usó su segunda metamorfosis y lanzó una arenga hacia sus cómplices
para enfrentarse a sus enemigos y terminó con una expresión que lo encontró en
algún libro de historia: “Vencer o morir”. La comunidad ofídica aplaudió las
palabras de Dorotea y cerraron su reunión con unos sanguchitos de pan con
salchicha, pan con chicharrón y relleno, remojados con café. Anulia miraba con
emoción a sus compañeras Anacé, Dorotea, Asteris, Tránsito y sentía que la
batalla final estaba cerca y su odio hacia Yasmina y familia tenía que acabar a
menos que una sorpresa providencial manifieste lo contrario.
Eddy Gamarra T.
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