miércoles, 1 de julio de 2015

Capítulo 105
Buscando a Varul

La mujer de Varul avisó en el CENTRO la desaparición de su esposo. Ninguno de los licans sabía de su paradero. Tampoco los intermedios a quienes se les había interrogado, en especial a las mujeres debido a que el siniestro personaje andaba siempre coqueteando y acosando a las bellas gaviotas, lornas y cojinovas. Varkolak, que era compañero de correrías de Varul, sabía de las desapariciones de su secuaz por la Ciudad de los Reyes y los viajes al país del norte para traer ropa deportiva, colonias, lentes y otros cachivaches sobre salud y belleza para venderlos con presión a los intermedios bajo amenaza de acusarlos ante Mr. Kanter de realizar un mal trabajo en el CENTRO. No Solo vendía estos productos sino que presionaba a las jóvenes trabajadoras para convencer a las demás sobre la manera más fácil de perder peso y embellecer la piel. Traía diversas cremas adelgazantes, aunque él era inmensamente gordo; productos de belleza y él era inconmensurablemente feo.  A decir verdad, Varul olvidaba su trabajo de Seguridad y preparación física para dedicarse a estos escarceos ilícitos de empresario frustrado.

Libak acudió a los chismosos por antonomasia que desempeñaban labor de espionaje para los licans y las serpientes. Lurok manifestó que la última vez que lo vio fue por el barrio de los Dinos. La vieja cotorra dijo lo mismo y que Varul le contó alguna vez que deseaba violar y matar a Yasmina por todo el daño que ocasionaba a sus amigos y porque además era muy bella y enigmática. Cuando le preguntaron a Wanda, la cernícalo, ella no quiso comprometerse con su información y solo atinó a decir  que un águila inmensa estaba rondando el cielo de San Patricio y que estaba segura que esta ave no pertenecía a su grupo. Como ave que era, sabía a ciencia cierta que pertenecía a los Dinos y de repente podría ser la hija del conde Jorginho.

Wanda demostraba el poder de Yasmina y no se atrevía a enfrentarse personalmente con ella, porque estaba segura que la iba a pasar mal. Por estas razones, su odio hacia Yasmina crecía inexorablemente. Sin embargo, la frustrada Casandra no tenía quién le crea, ni siquiera su compadre Lurok. Aunque la garrapata con su capacidad de mentir y odiar afirmaba que sus amigas las serpientes iban a vencer a sus enemigos, porque ella lo había soñado varias veces y sus sueños premonitorios nunca le habían fallado. Por lo tanto, animaba a los licántropos a no desmayar y dejar de lado su mundo estragado porque la victoria sería,  tarde o temprano, para ellos.

El jefe de los licans declaró estado de emergencia para todo su personal y en la reunión con los intermedios obligó a los trabajadores a que informaran sobre el paradero de Varul, autoridad importante en el equipo de Seguridad y Deporte  del CENTRADOM. Las chicas y chicos del CENTRO comentaban con temor al borde de las lágrimas por la represión que desencadenaría Varkolak y sus secuaces. Este guirigay de preguntas y respuestas cargó el ambiente del trabajo con una serie de interrogantes entre los jóvenes que temían la venganza de los licántropos y probablemente la sed  de ira y sangre de estos monstruos apuntaría contra la población intermedia débil, temerosa y desprotegida de la maldad del equipo de seguridad del CENTRO. Nadie se había atrevido a denunciar a los licans, ni siquiera los asesores del fraile, quienes prestaban oídos sordos a la violencia y mientras se preocupaban de defender  los jugosos sueldos que les proveía Mr. Kanter,  solían cacarear la gastada expresión : “Palabras necias, oídos sordos.”

Anulia, la vieja cobra, a pesar de su  lumbalgia y el constante escozor por los hongos, advertía a las serpientes que era hora de utilizar todo su veneno contra la comunidad de lobos y los Dinos. Ellas tenían que vencer y algún día San Patricio será de ellas porque su poder letal era la mejor defensa ante sus enemigos y vendrán épocas mejores como aquella cuando ella estaba joven y gozaba de la confianza de uno de los jefes. Exhortaba a Tránsito y Asteris a que usaran bien sus cualidades seductoras y las emplearan contra gente importante y no contra los intermedios que no cambiaba en nada la historia de venganza que ellas querían escribir en la Comunidad de San Patricio.

La guerra estaba declarada. La garrapata usó su segunda metamorfosis y lanzó una arenga hacia sus cómplices para enfrentarse a sus enemigos y terminó con una expresión que lo encontró en algún libro de historia: “Vencer o morir”. La comunidad ofídica aplaudió las palabras de Dorotea y cerraron su reunión con unos sanguchitos de pan con salchicha, pan con chicharrón y relleno, remojados con café. Anulia miraba con emoción a sus compañeras Anacé, Dorotea, Asteris, Tránsito y sentía que la batalla final estaba cerca y su odio hacia Yasmina y familia tenía que acabar a menos que una sorpresa providencial manifieste lo contrario. 
        

                                                                                       Eddy Gamarra T.

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