Capítulo 110
En familia
La información que recibió la
familia de Jorginho y amigos sobre la acusación de Varkolak tuvo una acogida
glacial. Ellos se imaginaban la cara del fraile que pudo comprobar in situ la
disminución de su poder. En el fondo, solo sus asesores y los licans están con
él. Los intermedios no piensan como Mr. Kanter. Lamentablemente se hallan
presionados por los licans, asesores y amenaza de excomunión si es que no
piensan como ellos. Los obligan a decir sí, en caso contrario las medidas,
mejor dicho, los castigos, son
rigurosas.
Aquella mañana estaba en la casa de Jorginho el jardinero que
escuchaba en silencio la conversación de los Dinos. Micki como el burro
socarrón que no le gusta trabajar, desobedecía las órdenes de Antonella para
que vaya a terminar su tarea por que las clases del bimestre ya habían empezado
y quedaba pocos meses para que terminen su último año de secundaria. Tanger
puso una carita lúgubre cuando le dijo a Yasmina que no les habían dado su
ración de higos y su hermanito Collins lanzó un discurso sobre los derechos del
niño con un juego de palabras confusas que ni el propio jardinero pudo
entender. Las galimatías del duendecillo causó hilaridad y todos disfrutaron de
su discurso y aplaudieron al nuevo líder con características típicas de los que
tenemos por estos lugares en la Ciudad…
Los duendecillos recibieron los
higos de Yasmina y se fueron contentos, después de prometer a Antonella cumplir
con sus tareas y obligaciones. Aprovecharon la ocasión para vigilar en los
árboles la presencia de Wanda, Lurok y la vieja cotorra.
Una vez que los duendecillos
estaban fuera, Nicole narró el incidente en la playa de estacionamiento de la
Universidad y la ayuda que recibió de Elisabetta y Pietro, su primo. Todos
estaban indignados por este hecho que podría haber terminado con el asesinato
de Nicole. De ahora en adelante irían las tres hermanas y Juan de Aviraneta,
además de una de las haditas para poder enfrentarse a los licans quienes
buscaban venganza por “la desaparición” de Varul. Nadie preguntaba qué pasó con
este monstruo, pero todos sabían que estaba presente el hombre más fuerte de
toda la Comunidad que no iba a permitir que toquen ni siquiera un pelo a su
nieta e hijo. De ahí que el respeto a la humildad del jardinero se traducía en
cariño, estimación y amor, porque entre todos, era el mejor. Su sencillez no
tenía límites. Su sabiduría estaba para todo aquel que en verdad la necesitara
y la justicia la venía aplicando en forma oportuna desde aquella vez que los
unicornios negros pretendieron apoderarse de la Comunidad de San Patricio.
Eddy Gamarra T.
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