martes, 24 de febrero de 2015

Capítulo 16
Una noche en la laguna azul

El diario donde yo trabajaba,  me envió a una ciudad de la selva peruana. Tenía que cubrir toda la información sobre un famoso Director de cine italiano,  que estaba interesado en realizar una película fantástica sobre los demonios de la selva. Los habitantes  de aquel lugar afirmaban haber visto a maléficos demonios que se llevaban a las personas cuando estaban solas. Es por eso, que los nativos caminaban de a dos o en grupos. Un tema interesante para escribir un guion apropiado y planificar la película.

Todo el equipo del italiano alquiló el hotel cinco estrellas del lugar. La laguna azul estaba cerca del hotel y los periodistas nos ubicamos en una hostal cerca a la laguna. Fuimos invitados a una cena que daba el cineasta a las ocho de la noche. Era las siete y faltaba una hora para asistir a la cena. A pesar de las advertencias de los lugareños de no acercarnos solos a la laguna, me atreví a pasearme por el pequeño muelle y mirar el reflejo de la luna. En verdad, el paisaje estaba  simple y llanamente maravilloso. Un lugar de ensueño que sentía que no lo iba a olvidar jamás.

La noche estaba fresca. No había nadie. Solo la laguna y yo. Bueno, eso pensé. De pronto vi dos lucecitas como si fuera de bengala, aquellas luces que los niños suelen encender en noches de navidad. Estas lucecitas se acercaban cada vez más y parecía que hubieran salido del fondo de la laguna azul y venían en dirección. A mis oídos, llegaba  el sonido de una cajita musical que era agradable. Cuando estuvieron más cerca, observé sorprendido y maravillado que cada lucecita rodeaba a un ser pequeñito. Los rostros de estas dos haditas reflejaban alegría, bondad, belleza y amistad. Ambas jugueteaban por mi cabeza y se alejaban o desaparecían y volvían a aparecer. ¡Era un espectáculo maravilloso!...No sé si estaba soñando o estaba ebrio. No había tomado una sola copa de licor. Allí estaban las hadas de mi buena suerte. Las veía tan dulces, tan frágiles. Y eran reales en este mundo de ficción donde yo me desarrollaba. Me sentía tan feliz y recordaba mi niñez donde había visto a Peter Pan y el hada campanita a través de la ventana de mi casa, a pesar de la lluvia, a pesar del silencio.

Esta alegría no iba a durar mucho porque de un momento a otro, las haditas quedaron suspendidas en el aire, con un rostro de terror, que yo no podía entender. Sentía como si un ser maléfico las hubiera detenido con sus poderes y nada su pudiera hacer. Eso no es todo. Yo no podía explicar que estaba sucediendo. Estas luces mágicas estaban petrificadas. Yo empezaba a dudar si en verdad estaba soñando o estaba despierto. Lo cierto es que de las aguas de aquella laguna encantada, apareció una boa gigantesca como la anaconda de la película y me dijo:

-        -  ¿Cómo te atreves a violar el espacio de mis dominios?
-       -  La laguna es libre- le contesté un poco asustado.
-        - Nadie camina por estos lugares porque el castigo es la muerte.
-      -   ¿Quién eres?-le pregunté osado mientras trataba de sacar fuerzas de mi espíritu de lobo.
-        - Yo soy el guardián de la laguna y estas hadas son mis esclavas,  como todos los seres que habitan esta selva.
-       -  Nadie es esclavo de nadie-le espeté con furia.
-         -Tú serás también mi esclavo si no contestas una pregunta.

Estaba asustado, pero no iba a permitir que dañara a estas haditas.
-        - Si resuelvo tus preguntas, me llevo a las hadas-le advertí muy decidido.
-      -Todos los humanos que intentaron resolver mi pregunta, se equivocaron y  murieron bajo mis fauces-me contestó con un dejo de burla y abrió sus fauces.

Solo me quedaba una salida. O me convertía en lobo y huía de aquel lugar,  o tenía que contestar esa pregunta que no tenía idea de qué se trataba. Miré el cielo que estaba rojizo y pedía a San Patricio que me ayudara a salir de esta situación. Mi oído se aguzó. Leí la mente de este monstruo del averno y antes de que me preguntara ya sabía la respuesta. Seguro que lo leí en algún libro de mi biblioteca y todavía recordaba los otros nombres de Satanás. Cuando pronuncié el último nombre, la boa gigantesca desapareció y de un momento a otro, las dos haditas, empezaron a moverse y se acercaron a mí con su sonido de cajita musical. Ghara y Harally eran sus nombres.

Vivieron mucho tiempo en la laguna azul desde que murieron sus padres, quienes fueron muertos por este demonio de la laguna,  que fue creciendo a medida que crece la maldad de las personas. Como nadie se acercaba a la laguna de noche por temor a ser devoradas por el demonio que habitaba allí, ellas salían a juguetear y alimentarse del polen de las flores y el aire. Después de algunas horas, regresaban al fondo de la laguna para servir al malvado guardián. Sin embargo, me contaron que yo había resuelto la pregunta y ellas ya no serían más sus esclavas. Me rogaron que las llevara lejos de aquel lugar bello y de muerte.

Yo no sabía si era necesario que vivieran en otra laguna, porque donde yo vivía, no había ninguna laguna cercana. Solamente el mar, y los árboles y jardines que abundaban en la Comunidad de San Patricio. Les bastaba el aire y las flores para poder vivir. Sus armas de defensa era un polvillo amarillo que los enemigos o personas malvadas no pueden soportar. Además desaparecen con facilidad.

Ellas se convirtieron en mis mejores guardianas. Mis hijas estaban enteradas y se dedicaron a cultivar hermosas flores para mantener contentas a estas dos lucecitas que el cielo me regaló.


                                                                                                        Eddy Gamarra Tirado

Capítulo 15

El mundo de Elisabetta di Sardegna

No sabía a ciencia cierta cuántos años tenía. Parecía que nunca envejecía y siempre estaba hermosa, radiante, coqueta. Destacaba por su inteligencia y capacidad de organización. Se casó con un viejo marino genovés, italiano como ella y con mucho dinero y propiedades. La buena fortuna de Elisabetta le permitió viajar por todo el mundo. Le fascinaba los países europeos, en especial, Hungría, Rumanía, Albania, Gran Bretaña, España. Un crimen que ocurrió en un pueblo de Rumanía, la comprometió con la muerte de varias muchachas del lugar. Ella sabía que no era una asesina. Sus antepasados, mataban a sus víctimas después de saciar su sed de sangre, pero había transcurrido varios siglos de esta nefasta historia de vampiros. Es más, los vampiros de antes, no comían. Solo bebían la sangre de sus víctimas. En cambio, los vampiros de hoy, tomaban sus alimentos con normalidad y una o dos veces al mes, se alejaban de las grandes ciudades y en los pueblos de campesinos, disfrutaban mordiendo a los jóvenes y doncellas, para no perder la costumbre.

Una prueba de la alimentación normal era Rowina que poseía un apetito pantagruélico y como postre, un poco de sangre, no le caería mal. Sin embargo, tenía un enemigo gastronómico: el pan con pollo y mayonesa que era como un veneno para ella y que la dejaba postrada durante días y que tenía que someterse a una rígida dieta: sangre y agua.

Cuando el esposo de Elisabetta pagó una fortuna para liberarla, ella empezó a investigar con la ayuda de un policía privado. Visitaron el viejo cementerio donde estaban enterradas  las muchachas y observaron las heridas de ellas. No solo tenían cortes en el cuello sino en todo el cuerpo. Estas heridas no correspondían a vampiros sino a un nuevo tipo de engendros que trabajaron controlados por los poderosos vampiros de antaño y cuyas características eran la ferocidad, la pereza, la hipocresía, la lascivia y la obsecuencia.

Y que eran diferentes a los lobos porque su piel era más dura, negra y no tenían principios. Siempre estaban cerca a los poderosos y no eran de confiar: los licántropos.
Elisabetta no se equivocó. Sabía que estos monstruos eran sus peores enemigos y que habían aumentado y estaban causando mucho daño en los pueblos de Europa. Cuando los licans fueron perseguidos por toda Europa, ellos huyeron a América y llegaron a la ciudad de los Reyes donde había una comunidad zooter y aquí se enquistaron.

El marido de Elisabetta murió y ella después de vender todas sus propiedades en Europa, consiguió un trabajo en la Universidad de Bergamo durante un año y después decidió viajar a la Ciudad de los Reyes por invitación de un amigo: Jorginho. Aquí conoció a dos amigas de su misma condición vampiresca: Rowina de Southampton y Alejandra del Cuadro. Se volvieron amigas inseparables y asistían con frecuencia a las fiestas que daba el Obispo de Canterbury y el Conde Jorginho. Como Elisabetta era muy rica, se compró una inmensa residencia en la Comunidad de San Patricio que tenía, sin lugar a dudas, la magia de los árboles y las flores y un espíritu medieval que le daba felicidad hasta que aparecieron los licans.

Sin lugar a dudas, las vampiras de hoy no eran como las de antes. Ellas no dormían en un ataúd. El sol no les quemaba, pero lo evitaban a toda costa. Odiaban el verano y las playas de día, pero les fascinaba , una vez que el sol se despedía diariamente a través del ocaso. El aire y la noche , además del flujo y reflujo de las olas,  las invitaba a pasear por la arena mojada, de repente, algún mortal indefenso, se paseaba por las playas solitarias.

Es cierto, también que ellas comen de todo, aunque frugalmente, salvo Rowina y su desmedido apetito y su pasión por el lomo saltado de estos lares que la animó a fijar su residencia en este país donde se come muy bien, tan bien que hasta los vampiros dejan la sangre por un apetitoso cebiche de pescado o tal vez, un ají de gallina que te invita a  dejar de chupar la sangre para refrescarte con una chicha morada helada.

Confieso que mis pensamientos gastronómicos los manifiesto,  porque veo los cambios de estas tres vampiras y su séquito, a pesar de que aquella noche cuando me retiraba del Atlantic, las tres amigas, me miraban con sus ojos lúbricos y sus colmillos sedientos de sangre. Menos mal que la presencia y el aullido de una bella loba, me salvó.

                                                                                                        Eddy Gamarra Tirado
Capítulo 14
El enigma de la doncella

Vudkodlak llegó a la Comunidad de San Patricio para organizar las competencias deportivas. Casi no hablaba. Vestía informalmente y era impecable en su ropa. Tenía un aire de superioridad hacia los demás y enamoraba a las doncellas más jóvenes. Siempre perfumado, aunque sus colonias eran de un aroma de madera fuerte. Era fácil reconocer que él estuvo presente en algún lugar. Para los lobos, era pan comido y se le podía percibir a distancia. Es por eso que Yasmina no se equivocó. Nosotros, tampoco.

Cuando estábamos en la iglesia de San Patricio, el sacerdote que oficiaba la misa nos contó que Vudko vino de Hungría, al igual que Varko y Libak. A pesar de su carácter explosivo, era muy galante y todo un caballero con las muchachas. Una buena forma de atraer a sus víctimas. Elisabetta le contó a Jorginho que este joven era un lican como los otros y que estuvo en la cárcel y huyó de ella con la ayuda de Varkolak.

 Según Elisabetta, este siniestro personaje vino a la Comunidad de San Patricio con tres mujeres más. Parece que eran familiares y,  ella estaba segura que eran licántropas y que se convertían en cucarachas también al igual que él. Es más, las cucarachas indicaban su presencia en cualquier lugar.

Unos días antes de la fiesta, Rowina observó a Vudko en el campo deportivo, donde conversaba animadamente con Frosine. Vudko le entregó un sobre a Frosine y después le dio un beso en la mejilla, le cogió el cabello y se fue.

Me pregunto si Rowina había mordido a Frosine, cuando la invitó a su residencia, porque la pobre mujer, tenía unos puntitos rojos en el cuello y presentaba una palidez de marfil. Rowina estaba muy enojada y exigía la máxima pena para el culpable.

El asesino anda suelto y habrá que darle cacería antes de que mate a otras personas. Sin embargo, Elisabetta y sus amigas, se preguntaban qué contenía el sobre que Vudko le entregó a Frosine. Parece que una noche en que las tres amigas se reunieron con las profesoras irlandesas y Frosine en la residencia de Elisabetta. Alejandra observó que en una de las ventanas de la amplia sala, un enorme licántropo, las observaba. Cuando ella le dijo a Elisabetta, esta no le creyó, tal vez debido al gin que había ingerido Alejandra en varios tragos. Y a la espera de que las escocesas estuvieran ebrias por los vasos de whisky que la ansiosa Elisabetta les había servido para lograr el objetivo de beber su sangre.

Como nadie le creyó, Alejandra esperaba el momento preciso para darle una “pequeña mordida” en el cuello a una de las invitadas. Al final, las pobres escocesas se quedaron dormidas en los sofás. Su piel, pálida como un pan que no está cocido y su rostro inocente descansaba. Es cierto que no gastaron en vivienda y comida. A veces, lo barato sale caro. Menos mal que las tres vampiras principales, que no eran las únicas, no mataban a sus víctimas. Habían cambiado mucho las costumbres de estos personajes a través del tiempo y es menester, conocerlas más,  para saber con quiénes nos metemos.

                                                                                                        Eddy Gamarra Tirado

Capítulo 13
Frosine

Antes de retirarnos al castillo de Yasmina, Una dama preguntaba por Frosine. Nadie la había visto. Desapareció como por arte de birlibirloque. No sé si ya les había contado a todos que era la más bella de la fiesta, y que se consideraba una profesional brillante. En verdad, era bella, un poco ida. Tuvo problemas en su noviazgo y se volvió descreída y muy desconfiada.

A pesar de haber bailado en varias oportunidades con un empresario vasco, a quien conocí hace poco tiempo y que era una bella persona, amante de la historia y el Derecho, Frosine se fue de la fiesta, pero Don Juan de Aviraneta, se quedó.

Al día siguiente, el Señor de Aviraneta, fue al castillo, de mi amigo el Conde. Preguntó por mí. Yo me había  quedado con mis hijas, a raíz de la invitación de Jorginho. Cuando nos fuimos a la biblioteca para dialogar con más libertad, recibí una infausta noticia. Frosine estaba muerta. Su rostro, desfigurado y su cuerpo presentaba mordidas por todas partes. La encontraron los cocineros de aquel chifa en el depósito de los alimentos que era muy grande. De inmediato, nos dirigimos al restaurante oriental para hacer las investigaciones, antes de que venga la policía de la Ciudad de los Reyes. Entre todos nosotros, Yasmina tenía el olfato más desarrollado y al entrar con su padre, el Señor de Aviraneta y yo, pronunció con odio : “¡Vudko!”.

-¿Estás segura?-le espetó su padre.
-Su perfume escandaloso-contestó Yasmina.
Entre los licans, Vudko siempre estaba perfumado y su aroma era característico. Con razón, él no estuvo con los otros licántropos. Así como desapareció de la fiesta Frosine, él también hizo lo mismo.

Uno de los cocineros que era un ebrio habitual, narró al dueño del restaurante que había visto un enorme animal de color negro y que tenía los colmillos de sangre. Por supuesto, aquel no le creyó, porque no era la primera vez que le contaba que había visto fantasmas y monstruos. Sin embargo, el chino le contó a Ben acerca de su cocinero y así pudimos enterarnos de esta desgracia.

El próximo paso a seguir era ubicar al asesino. No se le vio en la comunidad. Nadie daba razón de él. Dicen que había renunciado y se marchó lejos. La policía culpó al pobre chinito que era bueno para empinar el codo, pero no, para asesinar cruelmente a la bella Frosine. La policía no admitía que hubiera un lobo negro tan grande en la ciudad. Preguntaron en el zoológico si había algún animal con las características señaladas por el pobre cocinero. Sin duda, la respuesta era negativa. No se podía comprobar que el inculpado haya mordido por todo el cuerpo a la pobre Frosine. Además, el asesino había violado a la infortunada mujer. Todas las mujeres de la comunidad zooter estaban asustadas y temían por sus vidas. El Señor de Canterbury ordenó una investigación exhaustiva.

Después de la necropsia de ley se realizó el sepelio de la occisa. Estaban las personas más connotadas de la comunidad, entre ellas,  El Obispo, El Auditor mayor del reino, Alberto de Sajonia, los asesores de la Comunidad, Jorginho y sus amigos, el conturbado Señor de Aviraneta, las amigas de Frosine  y muchas más.

Las notas de la trompeta que daban la despedida a la bella Frosine, eran desgarradas y tristes que muchas de las personas que estaban presentes, lloraban de cólera, de impotencia. Yasmina sabía muy bien que Vudko había violado y matado a la bella Frosine. Varko y sus secuaces, hicieron acto de presencia  en las  exequias. Ellos aparentaban dolor y estaban vestidos de negro riguroso. Siempre al lado del religioso. Daban una imagen de inocencia absoluta. Nella y sus hermanas miraban con odio a estos monstruos. El padre de Yasmina le dijo a Ben: “La guerra es inevitable”. Nos tenemos que preparar. Se escuchó un “croac” y la rana desapareció. Una de sus virtudes era desaparecer. En el fondo era su medio de defensa que le había salvado en varias oportunidades.
Este asunto era de vida o muerte y no iba a permitir que los licántropos y sus aliados hicieran daño a su sobrina. Jorginho pronunció en silencio: “Frosine, descansa en paz”.


                                                                                                        Eddy Gamarra Tirado

Capítulo 12
A la luz de la luna

Fue increíble lo que ocurrió esta noche. Nella y sus hermanas ¡lobas!.Valientes!...¡decididas! Pensaba que estaba sola para ayudarlas a ellas mientras Varul aprovechaba de su tamaño y estatura. Me equivoqué. Ellas eran fabulosas y se batían como fieras para defender a su hermana. Su velocidad, me sorprendió. Y pensar que antes me resultaban antipáticas porque eran hijitas de papá. Son chicas estupendas y como mi padre las ha traído al castillo, la pasaremos bien y les hablaré de ese maldito Varul que se golpea el pecho y convence a “Baloo” de que es un buen cristiano. Ha engañado a muchas personas que le rodean y las ha convertido en sus aliadas.

Mi padre me contó acerca de sus metamorfosis: desde murciélago a perro rabioso y terminando en lican. Al igual que su grupo, practican la magia negra y cada uno de ellos tiene el poder de llamar a sus “mascotas”. Varul atrae a los murciélagos, cuando se ve perdido; Libak tiene el poder de convocar a los cuervos, que son peligrosísimos y atacan a los ojos. En cuanto a Varko, de acuerdo a su temperamento, llama a las ratas y estas salen de sus cloacas e irrumpen contra sus víctimas causándoles muchas heridas y muertes. No sabemos  a qué animales convoca Vudko, pero hay que estar preparado contra este monstruo.

Ahora que Nella, Sandy y Nicole están en nuestro castillo, estoy segura que Stephen vendrá a verlas y tendré la oportunidad de conversar con él. Papá no dice nada. Además va a reunir a sus amigos zooters para realizar un plan de defensa y ataque contra los licans que se atrevieron a atacar a las hijas de su mejor amigo.

                                                                                                                                                                                                                                                   Eddy Gamarra Tirado

lunes, 16 de febrero de 2015


Capítulo 11

31 de octubre


Stephen me había enviado con su chofer un libro llamado El libro de la selva de Rudyard Kipling. Dentro de la bolsa estaba un crisantemo y con una pequeña inscripción en alemán: Ich liebe dich. Me gustó bastante ese detalle tan particular en él. Papá había salido a la ciudad de los Reyes para hacer compras  y visitar a su amigo Stephen que había estado en Berlín para realizar  una entrevista con la canciller Angela Merkel. Me comentó que las tres muchachas de su amigo habían confirmado su asistencia a la cena que daba el  “Obispo de Canterbury”  en un palacio oriental.

A pesar de ser 31 de octubre en que los habitantes de La Ciudad de los Reyes celebraban El Día de la Canción Criolla, sin embargo muchas mujeres de todas las edades, desde ancianas, adultas, jóvenes y niños, se paseaban por los centros comerciales de la Gran ciudad, vestidas de brujas, duendes, príncipes, doncellas, faunos y silenos además de algunos personajes del mundo cinematográfico.

Ben, encargado de la fiesta del Obispo fue de la idea que los invitados llevaran disfraces y antifaces. Se iban a obsequiar serpentinas, chisguetes con los perfumes franceses más agradables, silbatos, globos y pica pica. Una fiesta pagana de carnaval. La orquesta, de primera; los vinos cabernet sauvignon estarían en las mesas de todos los invitados. Corcho libre, a pesar de los finos licores y una excelente atención que hacía de Ben un francés a carta cabal. Sin duda alguna, la fama del francés se había extendido por toda América y Europa. Tenía pendiente el matrimonio de la hija del magnate mexicano del cine, un amigo personal. Cuando yo era niña y recién había venido a la Comunidad, Ben visitaba constantemente a mi padre y me decía que él era mi tío. Así lo conocía yo como el Tío Ben. Yo sabía de su condición de zooter, que a pesar de ser pequeño, era sabio y solucionaba problemas que los otros no  podían realizar. Y, si en verdad, no había problemas, el Tío Ben, apostrofaba: “Deja las cosas como están”.

Era las nueve de la noche y salí de casa con mis tres hijas. Ellas estaban radiantes y bellas. Sus vestidos los habían adquirido en París, los zapatos en Italia y los jabones en España. El conde Jorginho les había regalado a cada una,  un par de aretes con incrustaciones de diamantes y esmeraldas, como buen padrino y amigo mío. Las joyas que alguna vez obsequiara a Lynn de Marec, eran apenas un pálido reflejo de lo que significaban los zarcillos de sus ahijadas. Antonella estaba contenta, Nicole, un poco asustada por lo que yo les comenté sobre los licans que iban a estar allí como guardaespaldas del Señor de Canterbury. En cuanto a  Sandra  ella esperaba encontrar a un bello galán que la cortejara. En su cartera, ella llevaba una pequeña pistola con balas de plata, para sentirse más segura en la fiesta si es que alguno de esos asesinos se atrevía a hacerle daño.

Antonella, llevaba unas hierbas que le obsequió su maestra Elisabetta di Sardegna en Roma, cuando se trató del estudio de los licántropos, sus peores enemigos. Mi hija me contó que la Bella Dama  iría a la fiesta en compañía de sus inseparables amigas Rowina de Southampton y Alejandra del Cuadro. Yo le había contado que ellas eran vampiras. Dormían en las mañanas. No le temían al sol, sin embargo, preferían salir en las noches por el tipo de trabajo que tenían y por sus especialidades en la Universidad de La Ciudad de los Reyes. Tanto Antonella como Nicole y Sandra llevaban un bello crucifijo en el cuello. Estos crucifijos los compré en la ciudad de Belén y eran de madera con incrustaciones de plata. Una buena defensa contra los vampiros y contra los licans.

Habíamos llegado al palacio oriental. Estacioné el coche y bajamos los cuatro. Yo estaba vestido como un príncipe árabe y unos antifaces negros. La vestimenta me permitía llevar algunas armas de defensa contra esa manada inicua que había pretendido hacer daño a Yasmina. Su padre me contó el incidente que no llegó más lejos por respeto al Obispo de Canterbury. Pero esta vez estaba en territorio neutral y todos los zooters de la Congregación Dinos, estaban preparados para una gran batalla. En cuanto a mis hijas, ellas estaban vestidas como Morgana, Endora y Tábata, tres brujas  amigas que llevaban esos nombres por algunos personajes de la historia de Inglaterra. Estaban bellísimas y recibían las miradas de muchos personajes que portaban antifaces. Las tres usaron el perfume último de Carolina Herrera VIP,  para que yo pueda identificarlas, por razones obvias.

Nos recibió Ben. Él estaba acompañado de dos damitas chinas e ingresamos al recinto que tenía una larga alfombra púrpura. En las paredes, había cuadros de batallas de algún dios contra los mortales. El pasadizo tenía columnas griegas pero con bellos jarrones chinos. Al final del sendero oriental se observó grandes jardines alrededor y en la parte central estaban las mesas decoradas de blanco y rojo. Las copas relucían y la vajilla destacaba por su calidad. Era un lugar de primera. Una de las damas chinas nos llevó a una mesa donde nos sentamos los cuatro. Cada mesa era para diez personas. En ella estaban los nombres de los invitados. Sandra curioseó para ver si encontraba a alguien conocido. Me leyó los nombres y allí estaban el Conde Jorginho, mi gran amigo y su hija la condesa Yasmina. Quiénes eran los otros cuatro. No lo sabía. Siguió leyendo y estaba también, el conde Nolberto de Paracatú, mi gigante amigo, Benjamín, el anfitrión, el Auditor Mayor del Reino, conde Hectorius y uno de los hombres de confianza del Obispo de Canterbury. Le iba a preguntar a Ben porqué había puesto a este siniestro personaje en mi mesa. La fiesta anterior, también estaba en la mesa. Me incomodé bastante y esperé que viniera Jorginho para preguntarle si él lo había invitado a la mesa.

A los pocos minutos ingresó Jorginho con su hija. Mi corazón empezó a latir con fuerza. Allí estaba Yasmina, con la mirada de sus ojos negros y sus guedejas que caían sobre sus hombros. Tenía al igual que mis hijas, pendientes con incrustaciones de diamantes y esmeraldas. Llevaba una cartera grande y también un crucifijo de plata en su cuello. Le gustaba pintarse las uñas con matices de color vino y escarchas plateadas. Me hubiera gustado que se sentara a mi lado pero estaba al frente y al lado de Antonella. Luego  vino Nolberto, el conde y el pequeño Auditor. Solo faltaba una silla, hasta que llegó el callado e infausto personaje. Antes de que viniera, me comentó Jorginho que este miserable estaba enamorado de su hija y que había solicitado al Obispo lo incluyera en nuestra mesa. Tal vez no sabía el protervo intruso que los lobos tienen un olfato tan fino que Dios nos dio para distinguir a los buenos y a los malos.

En una mesa cercana vi a Elisabetta di Sardegna, quien nos miraba de reojo. Era muy bella y todas las integrantes de la mesa se subordinaban a ella. Allí estaba también circunspecta y observadora, Alejandra del Cuadro; Rowina y sus labios carnosos sonreía con una timidez lasciva. En su mesa estaban sus “loncheras”, pálidas y marfilinas. Eran  tres profesoras escocesas que estaban en la residencia de Elisabetta. Ella las había acogido en su palacete y eran, sin duda, un excelente potaje  para las tres vampiras que se alimentaban de sangre de mujeres solteronas, viudas o divorciadas. La que se salvó era una dama alta, también escocesa, llena de pecas, pero muy precavida .

 Tenía en su cuello la cruz de San Anselmo, que se la dio un sacerdote de Edimburgo. Con razón, Elisabetta no le invitó a su palacete. Además de ellas estaba una amiga de las tres sanguinolentas vampiresas, Asteris de Fatma, una mujer de Sierra Leona que estuvo en la fiesta anterior que dio el Obispo de Canterbury en el Atlantic. Parece que en cada mesa había un espía. En esta,  teníamos a una mujer de tez morena que trabajaba con el Conde Hectorius y que miraba y escuchaba con demasiada  exageración. Rowina le decía en el oído a Elisabetta si ella la había invitado. Esta le contestó Be careful!...It´s a monkey.

Quién sería la persona que se encargaba de tener a alguien para recabar información para la autoridad. A decir verdad, nadie estaba atentando contra las autoridades de la comunidad. Los enemigos deberían ser fantasmas, porque no había nada contra ellos. Lo que sí me atrevo a decir es que nuestros únicos enemigos eran los licans.

Allí estaban esos nefastos personajes. Estaban muy elegantes y llevaban el crucifijo para advertirles a las vampiras que estaban preparados. Entre una mesa y otra,  Frosine, pálida y blanca le decía a un caballero de cabello corto y antifaz marrón que si en verdad,  ella era la más bella de la fiesta. Esta llevaba en su cuello blanco dos puntitos rojos que fueron percibidos por este amigo mío que estaba encubierto en la cena de gala. Frosine fue una invitada de Rowina durante mucho tiempo, pero después desapareció de la comunidad hasta que la vimos en esta noche. Debo advertir que Frosine no estaba en la mesa de Elisabetta. Deambulaba de mesa en mesa contándole  a la gente que era bella e inteligente, pero la gente era envidiosa. Además, afirmaba con una mirada etérea que no había en la Comunidad, mujer más brillante que ella… ¿Qué le hicieron a la pobre mujer?

En una mesa cerca a la orquesta, ubiqué al gracioso personaje que saludaba a las jóvenes de la fiesta: “Hola ñata bandida”. Esta vez, estaba vestido con un disfraz marrón y sus lentes gruesos. Su aspecto zooter de anuro lo guardó en su conciencia. No era ni bueno ni malo. Siempre con un espíritu servil y libidinoso. Cada vez que veía alguna doncella, le lanzaba el saludo impúdico y trataba de apachurrarla. Esta actitud le costó muchas bofetadas que al final terminaba huyendo como un sapo para refugiarse en el jardín y algún charco de agua sucia.

En la mesa del Obispo de Canterbury estaban sus invitados, que eran gente del gobierno. También vi a los hermanos de Sajonia. Uno de ellos se acercó a mi mesa para saludarme. Me contó acerca del sacrificio de la pobre yegua que fue apedreada por unos vándalos del mercado de las pulgas. Estaba muy apenado por este hecho sangriento y prometió realizar investigaciones para dar con los culpables.

La música sonaba y los enmascarados y enmascaradas bailaban. Casi todos estaban con antifaces y algunos era irreconocibles. La mejor vista en este momento era el olfato. Así podíamos identificar a las personas, en especial a Varko y sus secuaces. Uno de ellos, Varul, pretendió sacar a bailar a Yasmina, pero ella le negó. Insistió bailar y Antonella le increpó “¡No sabes lo que significa: Noo!” Varul se retiró con los ojos desorbitados. En la mesa cercana, Elisabetta, que conocía a su discípula, reía a mandíbula batiente. Las otras dos miraban con odio al gigante lican. Yasmina me miró y sonrió. La saqué a bailar y me contó que estaba contenta con mis hijas. Miraba sus ojos y a través de ellos sentía una pasión fuerte e incontrolable. Ella se acercó a mí y me besó en la mejilla, mientras me apretaba un poco la mano. Me advertía de las miradas de Libak y Vudko. Ellos pretendieron sobrepasarse con Yasmina y habían amenazado a su padre.

No se imaginaban del poder de Jorginho. Su profundo conocimiento de las plantas, le permitió desarrollar una defensa biológica que se aplicaba en las guerras  y estaban prohibidas. Él solo se atrevía a usarlo contra enemigos como los licans y estaba preparado. Los árabes quisieron pagarle sus descubrimientos. De igual manera, los norteamericanos. Menos mal que él no se atrevió a venderles porque sabía que iban a tener mal uso. No estaba de acuerdo con la guerra. Siempre buscaba la paz hasta que se cruzaron en su camino la parte más feroz de su raza: los licántropos.

Yasmina fue al tocador con Nicole y Sandra. Antonella se acercó a la mesa de su profesora para saludarla. Elisabetta se sintió incómoda cuando vio el crucifijo de madera y plata que llevaba su discípula. Antonella que sabía por información de su padre que aquella era vampira, se retiró rápidamente a nuestra mesa y luego se dirigió al tocador para arreglarse el cabello. Una vez que salió, fue a buscar a las chicas al jardín y cuando las ubicó, ellas conversaban alegremente. Estaban sentadas en una banca. Antonella se acercó y en ese momento, salió detrás de un árbol, Varul y le tapó la boca a Antonella. Yasmina percibió el peligro y vio que el gigante se llevaba a mi hija. Corrió tras de él junto con Nicole y Sandra. Frente al jardín estaba el bosque de los chinos y el lican arrastraba a Antonella. A medida que Yasmina avanzaba,  su piel iba cambiando y su rostro, también. Igual sucedía con las otras dos muchachas.

Cuando Varul percibió que era perseguido por tres lobas, la cólera y la indignación de la mayor de mis hijas, la cambió tan rápido que mordió al miserable licántropo que rugió de dolor y rabia. Las lobas rodearon al gigantesco animal que se había convertido y abría sus fauces llenas de una baba oscura. Ellas eran tan veloces y estaban  indignadas contra ese monstruo. Yasmina atacó a Varul  y lo tumbó. Cuando las lobas iban a morder al lican, aparecieron Varko , Libak y Vudko transformados en tres licántropos que estaban dispuestos a destrozar a la manada. Varko atacó a Nicole y la arrojó contra un árbol. Libak y Vudko se enfrentaron a Sandra y Antonella. Estos dos licans eran más grandes que las dos, pero ellas se desplazaban con velocidad y no se dejaban morder por estos engendros de Satanás. Un descuido de Sandra hizo que Vudko saltara sobre ella sobre sus espaldas. En ese preciso instante, este recibió un balazo que le hirió una pata. Cuando ellos voltearon, estaba Jorginho con un arma corta acompañado del conde Nolberto y Ben que lo había visto todo. Jorginho sacó otra arma y apuntó contra Libak, como este era un cobarde, huyó por el bosque con los otros animales de su calaña.

Yo estuve atento a lo que pasaba y lo más emocionante era ver a Nella, Sandy y Nicole enfrentarse a los licans. No sabía que ellas también eran zooters. Cuando me acerqué a ellas , tenían los vestidos rasgados y fui al coche a traer unas mantas para las tres. Lo mismo hizo Jorginho con Yasmina. Le susurró unas palabras en árabe y la llevó a su coche. Ella obedeció no sin antes mirarme con dulzura. Nicole estaba golpeada y era atendida por sus hermanas. A los pocos minutos, se acercó Hectorius convertido en un enorme cuy de pelo blanco y crema y dispuesto al combate. Sus conocimientos de Química le permitieron fabricar unas armas especiales que siempre llevaba consigo para estas ocasiones. En el balcón estaba Elisabetta y sus dos amigas,  contentas por la fuga de los licans, sus enemigos más encarnizados.


Jorginho me sugirió llevar a las muchachas a su castillo. No quisiera otras sorpresas de Varko y sus matones. La guerra estaba declarada. Necesitábamos prepararnos porque estos asesinos atacaban a cualquier hora del día. La noche de Halloween continuó en el chifa hasta altas horas de la madrugada donde por la euforia del baile, los disfraces fueron remplazados por la comunidad zooter  que comprendía gatas, aves de todos los colores, tejones elegantes, monos y monitas, felinos y equinos, anuros y palomas que saludaban a un manso oso greezly que estaba contento y preguntaba por Varko y sus secuaces. No sé dónde estaba Vudko y me preocupaba bastante su desaparición, porque no fue con los otros.

Eddy Gamarra Tirado


Capítulo 10

Vísperas

Mi padre me había comprado un nuevo libro de Carolina Andújar sobre un personaje enigmático y bueno llamado Vajda. Si bien es cierto que sus amigos zooters lo visitaban constantemente, yo no bajaba de mi alcoba. Me gustaba la soledad y la literatura gótica. La biblioteca de papá era nutrida, sin embargo, la que leía era yo. Algunas veces asomaba para ver quién estaba allí. Sus amigos más cercanos eran Ben, el Conde Nolberto, el magnate mexicano, que mi padre llamaba de cariño “Little James”. También estaba el hermano de Alberto de Sajonia, quien le contó a mi padre que ellos eran descendientes de unos personajes, enemigos de los yahoo y que conocieron al gran escritor Jonathan Swift, que trabajó con su abuelo en tierras extrañas.

Yo me sentía protegida por ellos. Me veían como la hija de su gran amigo, y no permitirían por nada del mundo que algún facineroso, y menos un lican, se atreviera a hacerme daño. Ellos iban a asistir a la cena que daba el Señor de Canterbury y lamentablemente, los licans estarían presentes. Mi padre no les tiene miedo a estos seres infernales y demoníacos; yo tampoco. Además irán las bellas hijas de Stephen, quienes gustan de los libros como su padre y como yo. Stephen no me las ha presentado sino mi padre, porque él se ha convertido en padrino de las tres y las ha invitado a su castillo para que pasen una temporada con nosotros. La que más se parece a mí es Antonella, porque estudia interpretación de símbolos y le gusta mis libros. Ella fue alumna de Elisabetta en Roma. Le fascina todo aquello que sea misterio,   símbolos y licantropía. Nunca le he preguntado si es zooter como su padre. Estoy segura que sí lo es, porque, cuando me enteré que Stephen tenía tres hijas, las odiaba porque  ellas eran hijas de diferentes mujeres. Sin embargo, cuando las conocí, pude olfatear su olor particular que era tan igual al mío, a pesar de los finos perfumes que llevaban.

Nicole, muy estudiosa, pero sufría porque no admitía tan fácilmente que sus padres estuvieran separados. Ella era callada y cariñosa como su padre. Amaba a sus hermanas. Cada vez que tenían vacaciones se reunían una vez en París; otra, en Roma y después, en España. Stephen había logrado juntarlas a las tres en el Perú a través de la influencia de papá que tenía relaciones comerciales con la madre de Nicole que tenía una joyería en una de las calles más importantes de  “La Ciudad Luz”. Como mi padre era rico, la señora Cosette, aceptó que su hija conociera este país maravilloso, pero…con sus hermanas. Qué mejor condición que las tres hijas de Stephen estuvieran juntas. Él nunca pudo traerlas aquí, porque según sus madres, no se lo merecía. Cada vez que Stephen quería visitarlas, tenía que viajar a Europa y esperar las vacaciones de las tres.

La noche del viernes iré con mi padre y las hijas de Stephen. Allí nos encontraremos con él. Solo espero que todo salga bien y no tengamos tropiezos con esos monstruos del averno.

Eddy Gamarra Tirado

Capítulo 9

Licántropos

Varkolak no aceptó esa expulsión del castillo del conde Jorginho y le declaró su odio en la reunión que tuvieron él y su grupo en una cantina de mala muerte. Si bien es cierto que sirvieron a los vampiros durante siglos y que se rebelaron contra ellos, no iban a permitir que los descendientes de Veredictus, instauraran su poder en estos lares.

Holgazán por naturaleza, hacía gala de su fuerza y tenía como  objetivo su pasión  por las mujeres casadas, a tal punto que las seducía y una vez que ellas se entregaban a él,  lograba matar a sus esposos y se quedaba con la fortuna de ellos. Una vez saciado su lúbrico interés, asesinaba a sus víctimas y las arrojaba al río.

Libak, la mano derecha del salvaje Varko-así lo llamaban sus hombres-planificó la muerte del conde para una cena que en estos días brindaba el Obispo. Como un malhadado  hacker ,se introdujo en el correo de su enemigo más cercano y empezó a seguirle los pasos. Qué lugares frecuentaba, quiénes eran sus amistades, con quién se comunicaba en Europa y África y sobre todo quién era su familiar más cercano. Su rostro de aparente tranquilidad y sosiego escondía a uno de los seres más perversos de la comunidad zooter.

Varul, el gigantesco licántropo, torpe de inteligencia, pero muy violento, estaba de acuerdo con todo lo que decía Libak y pidió que cuando mataran al lobo, le dejaran su hija como recompensa. Varul era muy especial porque había tenido varias metamorfosis. A pesar de ser un fanático religioso, se convirtió en murciélago, pero como era pantagruélico, vendió su alma al diablo y lo convirtieron en un enorme can negro. La cercanía a los licántropos le dio su última metamorfosis y allí está acechando a las doncellas para satisfacer sus instintos lascivos y demoníacos.

 Los licántropos se jactaban de tener muchas mujeres. El trabajo que desempeñaban no los agotaba. Eran holgazanes, ágiles, fuertes, obscenos y en especial feroces. Después de que se aprovechaban de sus víctimas, las mataban con crueldad. Estos seres perversos destacaban en los deportes y ejercían de protectores y guardaespaldas del candoroso fraile.

Los licans se creían descendientes del rey Licaón y decidieron desde hace siglos emular a tan desprestigiado rey; en cambio, los lobos buenos que transmutaban sus cuerpos, eran descendientes de Vereticus, rey de Gales, que según la leyenda fue transformado en lobo por San Patricio. Uno de estos descendientes fue personaje de un poema del poeta Rubén Darío  que ofrece un diálogo con San Francisco de Asís.
Entre los múltiples descendientes está Aquela, el lobo de El libro de la selva  y los descendientes de Mowgli. Igualmente, el hermoso lobo llamado Colmillo blanco y su descendencia. Mi abuela cuenta que el vil lobo de la caperucita roja, era un lican, en cambio la loba que amamantó a Rómulo y Remo, era de la misma línea que el Rey de Gales.

El más joven de los licans llevaba por nombre Vukodlak, pero le decían Vudko. Al igual que las otras alimañas de su especie, estaba separado de su esposa y prometía amor puro a sus víctimas al igual que su grupo execrable. Aparentemente tranquilo, sosegado y muy educado. Se esmeraba bastante en vestir deportivamente. Cuando estaba con el grupo de licántropos, aullaba de odio y de sangre. Parecía que este malvado clan tenía sed de sangre y violencia. Gran parte de las características de los vampiros, los habían tomado ellos  y que lograron sobrevivir como guardaespaldas, trabajando poco, viviendo de burlas, engaños, robos. Se golpeaban el pecho aparentando ser muy religiosos, pero ya se los dije, usaban un crucifijo para evitar ser atacados por las vampiresas. Las cruces de madera o de plata,  no les afectaba como a los vampiros, sin embargo, las balas de plata eran mortales para ellos. Sus peores enemigos eran las vampiresa  dirigidas por Elisabetta di Sardegna, la intelectual y bellísima mujer que era muy amiga del Conde Jorginho. Parece que un nuevo enemigo de los licántropos aparecía en la escena del crimen. Un padre es capaz de todo cuando se cruzan en su camino personajes viles que tienen como objetivo hacer daño, porque tienen la mediocridad como sello personal y este nefasto estigma era característica de los licans. No saben que al enfrentarse al conde Jorginho, habían encontrado la horma de su zapato.

¿Qué sucederá en la cena que dará el Obispo de Canterbury en la noche del viernes? También estoy invitado y sé que la mayoría de los zooters estarán presentes. Ojalá que mi amigo lleve a Yasmina. Tengo necesidad de verla y presiento que la veré. Además, él no dejará a su hija a merced de los malditos licántropos.

                                                                                                        Eddy Gamarra Tirado


lunes, 9 de febrero de 2015

Capítulo 8
Jorginho

Después de mucho tiempo encontré a Jorginho. ÉL era un trotamundos. Por los amigos sabía que estaba en Holanda, Portugal, por Marruecos, Sierra Leona, Sudáfrica y Brasil. Cuando era joven, enseñaba Biología, en la Universidad. Era un experto en disecar animales, sobre todo, sapos, hasta que  se dio cuenta que era un “zooter” y se hizo amigo de una rana, bueno, de un francés que se convertía en rana. En un principio, pensaba que era croata por las voces que emitía Ben, pero después aceptó que era un galo que amaba las matemáticas y fanático del autor del libro El hombre que calculaba.

Dejó la Universidad y se dedicó a la fotografía. Viajó a Europa, África. Como Jorginho amaba las piedras preciosas, terminó por Sierra Leona dedicándose a la compra y venta de diamantes. Este negocio le rindió buenos dividendos y en aquel lugar conoció a varias mujeres y en especial a una de ellas que era diferente a las demás. Por cierto ella había nacido en el pueblo Saharawi y tenía un rostro que irradiaba pureza y misterio. Ni qué decir de sus bellos ojos negros que “hablaban” por ella misma que apenas profería palabras. Esta bellísima mujer puso de vuelta y media a Jorginho y producto de sus amores, nació una bella niña con los mismos ojos de la madre y un rostro extraño.

Jorginho no sabía si la hija africana tenía las mismas características que él. Tuvo la certeza cuando ella, al año de nacida, mientras su madre se fue al mercado, se fue transformando en una bella lobita que se acurrucaba al lado de su padre. Jorginho se preocupó de este hecho. Nunca le contó a su mujer que él era un “zooter”, es decir, un hombre que se podía convertir en animal. Para Jorginho, no era ningún peligro. Sin embargo, la madre de la criatura podría pensar distinto. Él tenía este gran problema con la niña porque era tan pequeña que no sabía el momento adecuado para convertirse en…una loba.
Había problemas en Sierra Leona y tuvieron que viajar a Marruecos con la hermana que trabajaba con ella. Allí las cosas estaban muy difíciles. Jorginho le propuso a su mujer, que se llamaba Azahar, viajar al Perú, pero ella que estaba identificada con la liberación de su pueblo, le rogó se llevara a la niña  para el Perú y que cuando se produzca la ansiada liberación, ella viajaría a encontrarse con ellos. Nunca regresó.

Jorginho había hecho fortuna y mandó construir un castillo en el lugar donde se reunían los zooters. Siempre realizaba reuniones e invitaba a sus amigos que tenían las mismas características que él. En aquel palacio vivió con su hija y cuando viajaba por el mundo, la dejaba a cargo de sus familiares, para que nada le faltara y se educara en los mejores colegios y universidades.

Fue así que Yasmina creció, estudió y se interesó por la Educación y la biología, como su padre, tratando de explicarse su doble vida, de zooter, en la que muchas veces, en las terrazas, observaba el mar, convertida en una hermosa loba.

Cada vez que mi amigo viajaba, me traía un regalo. Esta vez, me trajo unos zuecos holandeses que hasta me daba pena usarlos porque eran bellísimos. En varias oportunidades, cuando venía de Europa o África, me invitaba a su castillo que era tan amplio y conversábamos de los buenos tiempos. Me contó que tenía una hija que había nacido en un lugar de África y que vivía en el castillo, pero que era muy reservada. Nunca me comentó que él era zooter, porque yo presentía que todos los que asistían a las reuniones, lo eran. En aquellas conversaciones, me manifestó que entre los zooters, había un grupo de asesinos que estaban protegidos por seres influyentes de la comunidad pero que no sabían de sus maldades. Trabajaban como guardaespaldas. Aparentemente, inofensivos, pero muy peligrosos. Cada uno de ellos llevaba una cruz, para convencer a sus jefes, pero no eran religiosos, porque esa cruz que llevaban fuera de la camisa era para protegerse de las vampiresas, sus enemigas de siempre.

Jorginho tenía que soportar su presencia, debido a la compañía del Obispo de Canterbury a quien acompañaban siempre. Sin embargo, uno de estos maléficos personajes, que aprovechando la cantidad de gentes que estaban en el castillo, subió las escaleras que daban a los aposentos de su hija. Ben que se había convertido en una rana, cuidaba aquellos lugares y comunicó rápidamente a los amigos de Jorginho, que subimos y expulsamos a ese ser que obligó al obispo a retirarse del castillo con todo su séquito. El religioso era una persona asequible, bonachona, pero sus múltiples ocupaciones no le permitían darse cuenta de quiénes estaban a su alrededor y qué daño cometían contra los demás.


Eddy Gamarra Tirado
Capítulo 7

Salema aleikun…Aleikun salema

Cuando nació Sandra, una de mis hijas, yo vivía en España y trabajaba en un pequeño periódico. Se presentó la oportunidad para viajar a Marruecos y cubrir las noticias sobre el pueblo Saharawi. Pensé que era un trabajo sencillo, pero no fue así. Se ejercía mucha violencia sobre los habitantes que vivían en carpas, hacinados. Los niños sufrían demasiado y no había ayuda de otros pueblos. Era un caos. El ejército marroquí no veía con buenos ojos a los periodistas de diferentes partes del mundo. No permitían que nosotros estableciéramos diálogo con la población saharawi. Si un periodista se acercaba demasiado a entrevistar a las mujeres, los resultados no eran halagüeños. En algunos casos éramos golpeados por soldados vestidos de civil. Una mañana, mientras filmábamos a los niños que no tenían qué comer, bajaron de un auto y lanzaron bombas lacrimógenas. La gente huyó, los periodistas también. Alguien me golpeó con un palo y después no recordaba nada hasta que cuando abrí los ojos, otros tantos me observaban. Un par de ojos negros, me miraban en silencio y cuando la miré me dijo “Salema aleikun”, y me ofrecía té. Parece que había estado varios días en las carpas de los amigos saharawi. Me lo dijo la buena mujer en un castellano perfecto. Le agradecía a la mujer de todo corazón. De pronto, sacó una fotografía y me la mostró. Me quedé sorprendido cuando la fotografía presentaba a dos personajes: mi amigo Jorginho; el otro era yo. Estábamos en el Cusco, en la Plaza de Armas. La mujer Saharawi, me contó que conocía al vendedor de diamantes desde hace varios años, cuando ella vivía con su hermana en Sierra Leona. Se enamoraron y tuvieron una hija que residía en el Perú con su padre. Ella no pudo salir de África porque todos sus familiares vivían juntos y tenían que enfrentarse al enemigo. Sin embargo, permitió que la niña viajara con su padre porque en aquel lugar no había oportunidad de salir con vida. Ella debería tener diecisiete años. Si yo pudiera viajar al Perú, me rogó que le entregara un camafeo, en cuyo interior estaba la fotografía de la madre y la hija.

Cuando los cascos azules nos rescataron, me propuse entregar ese camafeo a la hija de Jorginho. No conocía el nuevo domicilio de mi amigo, pero lo busqué mucho tiempo. Parecía que la tierra se lo hubiera tragado, hasta que logré ubicarlo. Él vivía con su joven hija. Su nombre era Yasmina.

Sandra iba a estudiar en la Universidad complutense Danza contemporánea y Nicole estaba en París estudiando Literatura francesa. La mayor, Antonella, estudiaba en Roma, Arquitectura medieval y Simbología. Ellas eran mis hijas, que a pesar de ser hijas de diferentes madres, se querían mucho. Me hubiera gustado que ellas estuvieran juntas conmigo, pero las mamás no estaban de acuerdo. Solo esperaba su mayoría de edad para que pudieran conocer mi país. ¡Aleikun Salema!


Eddy Gamarra Tirado
Capítulo 6
Como una loba

Han transcurrido seis meses desde aquella vez en que estuve cerca del amigo de mi padre. No lo puedo evitar, pero cada vez que lo veo, mi sangre se calienta. Necesito verlo, pero tengo un cierto resquemor. Deseo acercarme a él, y tengo miedo. Los celos cubren mi alma. Huelo su cuerpo y respiro todo su entorno familiar. Sé que no me pertenece, pero no puedo dominar mis sentimientos. Él es solo para mí y yo soy únicamente suya. Mi padre comentó que ha tenido varias hijas en diferentes mujeres. Esto ocurrió en Europa. Si no me equivoco, Barcelona, París y Roma. Es él la única persona que mis ojos han mirado y siento amor y odio porque ya posó sus ojos en otras mujeres. Si las viera de cerca, no sé qué  haría con ellas. De repente, las mataría a mordiscos, pero mi otra parte solo atina a darle una cachetada a cada una de ellas.

En estos días, estoy sola. Papá ha viajado a Portugal con unos amigos. Me distraigo leyendo libros. Me gusta la literatura gótica. Sus personajes me encantan. Me siento una de ellas. Cuando leo sobre licántropos, raza maldita que se mezcló con la nuestra, siento deseos de rugir mi ira. Odio a los licans que es una especie deformada de los lobos. También tengo desconfianza de los vampiros que  siempre asisten a las fiestas que suele dar mi padre,  en busca de sangre. Yo pensé que habían desaparecido. Los vampiros hombres a través del tiempo, se volvieron inofensivos y perdieron todo su poder. En cambio, las vampiresas, todavía existen y usan su belleza y sus encantos para atrapar a sus víctimas. Ya me he enfrentado en varias oportunidades con ellas y no les tengo miedo.

Este mundo en el cual vivo está lleno de “zooters”. Son seres humanos y animales a la vez. La mayoría son buenos. No todos los que se transforman me caen bien. Por eso es que no siempre participo directamente de aquellas reuniones. Me fascina la noche, el viento y el mar; a veces, el silencio. Cuando estoy con la adrenalina, salgo del castillo sin que me vean las personas de la servidumbre. Saltó al jardín y me pierdo en el bosque, dejo que el viento acaricie mi cara, mi oído se afina más y más. Me voy transformando poco a poco. No me doy cuenta que estoy desnuda y veo mi cuerpo de marrón claro y plomo. Presiento que no necesito vestido y a veces, las ramas castigan suavemente mis patas y mi cuerpo. Mis ojos se encienden y mi sangre se calienta y quisiera tener cerca a Stephen Wolf, el amigo de mi padre, corriendo a mi lado, revolcarnos en la arena, jugueteando con suaves mordiscos y persiguiéndonos como lo que somos, como dos lobos: el lobo gris y yo, la hembra bicolor de marrón y plomo,  que no se cansa de mirarlo y que siente toda su piel en la mía.

Una vez cerca a la playa, se confunden nuestros aullidos con las olas del mar. Nuestras  patas que corren por la orilla, sienten el frío y la oscuridad como un regalo de la naturaleza. A lo lejos se escucha el grito de los pescadores y la luna,  guardiana de mis noches, sonríe plateada y se pregunta una y otra vez porqué estoy sola; por qué no me atrevo a decirle a Stephen que quiero caminar junto a él en las noches de luna llena. Que ya no siento celos de sus hijas. Que quiero contarle la historia de mis padres y la mía y que debemos ser uno. Quiero que sepa que todos estos días en estos seis meses, he salido al balcón a preguntarle a la noche si lo había visto pasar. Si en verdad existe o solo ha sido uno más de mis sueños en estas horas de soledad, de amor y silencio en los que siempre me comporto… como una loba.


Eddy Gamarra Tirado
Capítulo 5
Lynn de Marec

A pesar de  que los pescadores me dieron un poncho ayacuchano para cubrir mi desnudez, me moría de vergüenza. Las miradas de las mujeres de la playa eran injuriosas. Me insultaron, me lanzaron piedras. Una de estas,  me cayó en el codo derecho y me produjo un dolor agudo. Los niños hacían ronda y me gritaban ¡Loco!...¡ Loco!...las viejas de la caleta de pescadores, murmuraban persignándose ¡Desvergonzado!...¡Supaypawawa!...¡Dios nos libre de este engendro del demonio!

Mi vida corría peligro. Intenté huir, pero  era difícil. En ese momento escuché la sirena de la policía. La gente huyó. No quería problemas con la justicia. Bajó un capitán y varios guardias civiles. Los policías sacaron sus varas para constatar si el loco-o sea yo- era violento. Cuando estuvieron a punto de darme una catana, el capitán gritó ¡Alto! Se acercó a mí y su rostro se me hizo conocido. Uno de mis alumnos de la Universidad. Profesor, ¿se encuentra bien? Le dije que sí y le conté una historia para que me crea. Por supuesto que él  no me creía, pero el respeto con que me trataba decía que sí.

“Fueron unos asaltantes que me quitaron todo”. Les conté a la policía. Lo bueno fue que me llevaron a mi casa. Estuve encerrado varios días con sus noches Fue así que durante muchas horas estuve revisando libros sobre licantropía, vampirismo y transformación, en mi biblioteca privada y quería saber si la ensalivación y los besos dados por una loba que antes fue mujer,  tenían que ver con la cofradía, fundada en el siglo XII y que pertenecía al grupo de lo que mis amigos llamaban zooters. Era menester una reunión urgente con el Gran venerable de la Cofradía Jurásica del Gran Sol.

El séptimo día realicé un viaje al nuevo domicilio del Venerable Hermano Lobo quien iba a celebrar el cumpleaños de la vizcondesa Lynn de Marec. Ella era una hermosa mujer de sonrisa contagiosa y labios de color rojo sangre. Era una experta en Cibernética. Hacker por añadidura, sobre todo cuando se trataba de conseguir información para Jorginho, el empresario de joyas, diamantes de Sierra Leona, esmeraldas de Colombia y biólogo por convicción. La agraciada mujer se había casado cinco veces y supo sacar partido de sus esposos, la mayoría, sexagenarios. Sus admiradores la buscaban. El último era un pequeño y regordete policía,  con cara de inspector del siglo XIX. El pobre no tenía bienes ni títulos nobiliarios. Este sujeto pretendió entrar, pero los guardias de seguridad no se lo permitieron. La vizcondesa-que lo observaba desde una ventana- le hacía gestos para que se retirara, pero el hombrecito la miraba extasiado y no se movía. Al final, el equipo de seguridad llamó a la policía y dijo que un tipo estaba merodeando por los alrededores de la residencia. Cuando llegó la policía, se lo llevaron y el tipo gritaba como un demente.

Los grupos esotéricos han sido la pasión de mi hermano Lobo. Estoy seguro que su metamorfosis es la de lobo porque hace muchos años me comentó que le llamaban así porque usaba una barba luenga de color negro. Si mal no recuerdo, yo también usaba barba pero nunca aullé. Ahora estaba preocupado por aquel ósculo que me convirtió en un lobo. Cuando volví a mi estado normal, no tenía sangre en las manos ni en la boca. Me pasé toda la noche en la bendita playa. La vizcondesa Lynn de Marec tenía su residencia de playa en aquella Caleta y nos cuenta que escuchó unos aullidos desesperados y desgarradores. Pero ella no estaba sola. Como buena amante de los diamantes, invitó al joyero Jorginho de Ipanema para una sesión de música, pero invitó también al Barón von Benjamin, amante de la cultura francesa y las bellas mujeres. Ellos escucharon mi voz, bueno, mis aullidos.

Esta vez, el hermano Lobo me invitó a una cena donde iba a asistir la vizcondesa. También estaba presente una dama judía alemana descendiente de la familia del mítico Noé. Ella sabía por qué la pareja de animales en el arca y por qué los hijos de Noé y la fauna. Invitaron también a un chamán peruano que respondía al nombre de Lapitt de Sajonia. Su pasión por la cerveza la aprendió en los veinte años que vivió en Hamburgo. Lapitt era de contextura delgada, siempre con una pipa en los labios y no hablaba en las conversaciones.

Al fin pude ver a la vizcondesa. Ella entraba al salón principal de los brazos del descendiente del filósofo inglés que acuñó la frase interesante. “Homo homini lupus”. En una de las orejas de la bella Lynn destellaba un diamante como el de Asteris de Fatma, la dama de Sierra Leona. Era su regalo de cumpleaños y esta noche, ella era la reina del palacio. Entre los invitados estaba además de Monsieur Sansón de Benjamin, Yanira von Esquenazi, el conde Hectorius de Auseville, Luis Alberto de Sajonia, el conde Nolberto Troll de Paracatú, Irascema do Bahía y la marquesa de Castelforte. No eran los únicos. Eran mis amigos. Pero había otras personas y alguien más. Sí alguien que me miraba desde el segundo piso. Estaba vestida como una mujer saharawi cubierta con una manta rosada y su infaltable celular. No sé si había heredado desde aquella vez en la playa, la capacidad para tener un olfato finísimo que pueda percibir aquel aroma oriental de patchuli. Quería conversar urgentemente con Jorginho, pero sentía que iba a ser difícil porque le llenaba de atenciones a la vizcondesa y le decía cariñosamente “ma petite enfant”. De Benjamin miraba circunspecto a la mujer que irradiaba sensualidad. Quiso levantar la voz para decirle que deseaba conversar con ella unos minutos, pero todo el esfuerzo de Sansón se convirtió en un inteligible “croac” que no pudo ser percibido por los demás porque la música de Jazz dirigida por el austriaco Oswald no permitió que los demás escucharan. Algo estaba sucediendo. Corre al baño le dije porque su ropa estaba cubriendo todo su cuerpo y un ligero color verdoso se traslucía a través de la corbata. “Croac”, volvió a emitir Sansón y desapareció de la mesa para irse a la piscina a recuperar fuerzas. Una vez cerca de la piscina de color celeste, se le cayó toda la ropa y se lanzó a la piscina y se zambuyó ante la mirada atónita de un hombre de seguridad.

Aproveché que mis amigos rodeaban a la coqueta vizcondesa y subí al lugar donde vi a Yasmina. Había tantas habitaciones. Estaban cerradas. Usaba el olfato que se había desarrollado en mí y seguía la pista del aroma oriental. En uno de los pasadizos de una alfombra persa y cuadros en las paredes, había una puerta entreabierta. Logré entrar. Era una biblioteca. No había nadie. En lugar de continuar mi búsqueda, leía los títulos de los libros y me eran familiares: El lobo estepario; Colmillo blanco; El libro de la selva; Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse,  Amanecer; El conde Drácula; Frankestein; El Dr. Jekyll y Mr. Hide;  otros libros de Literatura; Las mil y una noches y muchos más.

Había una foto dentro de un marco de plata: un joven de barba negra y una niña de un rostro encantador y cuyos ojos eran tan fuertes y negros. Parece que era su hija pequeña. Una idea martillaba mi mente: ¿Padre e hija?... ¿Acaso mi amigo Lobo era el padre de esta niña que se parecía mucho a Yasmina?  ¡Dios mío! ¡No podía ser! Yasmina estaba entre los invitados. Jorginho no me dijo nada de ella. Yasmina estaba en la casa. ¿Qué hacía una mujer que se transformaba en loba en la casa de un zooter que también se transformaba en…lobo? Empecé a atar cabos y recordaba que Jorginho estuvo desterrado por varios años por oponerse a la política exterior de un dictador. También recuerdo que vivió un tiempo en Sudáfrica y en Sierra Leona. Era amigo de Asteris de Fatma. Ese diamante en la oreja de la mujer de ébano. Alguna vez traficante de diamantes y héroe anónimo por la liberación del pueblo saharawi. ¿Qué más puedo decir? Allá conoció a alguien y aquella niña era su hija. Sí, era Yasmina. Ambos lobos por obra y gracia de la naturaleza. No sabía si reír o llorar. Había en el espíritu de ambos una sensación de paz y lascivia. La sangre y la ferocidad no estaba en ellos. Entonces, no formaban parte de la temida secta de los licántropos que causaron mucho daño en Hungría, Rumania, Albania y Macedonia.

El perfume del patchuli se hacía más intenso. Ella estaba cerca de mí. Yo estaba nervioso, pero quería verla. Muchas preguntas estaban en mi mente. Como ella era tan extraña, podría huir, rechazarme o en el mejor de los casos acercarse si yo la llamaba. Allí está e ingresa a la biblioteca. Sabe que estoy aquí. Cuando me vio, se acercó lentamente, me miró y me ofreció sus labios sin decirme nada. No la pude rechazar. No hubo palabras, solo silencio y la unión de sus labios a los míos. No tengo idea cuánto duró el beso. Solo sé que fue intenso. Escuché unas voces. El dueño de casa y alguien más. Cerré rápidamente la biblioteca y parece que se dirigían a otro lugar. Ella casi no hablaba. Me miraba con sus bellos ojos negros. Cuando tomé  sus manos entre las mías, pude notar que eran muy delicadas y sus uñas de un color rojo sangre no eran largas como la de una loba. Estaban recortadas. Le pregunté por la fotografía del hombre y la niña. Me dijo sin rodeos. Es papá y yo. Su madre murió en un bombardeo en su pueblo saharawi. Marruecos quería desaparecer su pueblo y su padre la rescató de un grupo de soldados que estuvieron a punto de hacerle daño. Le pregunté si estaba armado en aquel momento. ¡Noo! Me refutó. Se convirtió en un lobo gigantesco y los cobardes huyeron. Logró sacarme de aquel lugar, después de donar parte de su fortuna al Frente Polisario. Hemos vivido en varios países de Europa y África hasta que me trajo a este bello país.

Yasmina no me contó que su metamorfosis es por herencia de su padre. Su delicadeza del momento no le permitió decir más sobre este hecho. Ella y su padre no pertenecen al grupo de lobos sangrientos a pesar de que sus más enconados enemigos y enemigas son los vampiros y vampiras que están muy cerca de su entorno nobiliario y palaciego. Además, sus buenos amigos son todos zooters: desde un conejillo de Indias, lobos, caballos, aves, pandas, osos, panteras, conejos, hasta un troll que es un gigante de buen corazón. Mientras yo le acariciaba su cabello, me preguntó directamente: ¿Tú eres amigo de mi padre? Le contesté con ternura que sí,  que hemos trabajado juntos en Inglaterra en una institución dirigida por el llamado Arzobispo de Canterbury. Además escribimos al alimón una obra de musicología sobre la danza frenética de los indígenas del Amazonas, en la parte brasileña. En ese país conocimos a Irascema do Bahía y al conde Nolberto Troll.  Yasmina estuvo en un colegio inglés durante cuatro años. Allí conoció a Elisabetta di Sardegna, Rowina de Southampton y Alejandra del Cuadro, tres amigas inseparables y adolescentes que la miraban con respeto pero que no formaba parte de su grupo… sanguíneo .

Yasmina iba a continuar con la información, pero en ese momento, se escuchó una tarjeta que permitió que se abriera la puerta, nos escondimos detrás de una cortina negra e ingresó su padre. Tomó un libro de la biblioteca: El libro de la selva y llamó a Lynn de Marec. Para sorpresa mía, ingresó la vizcondesa y observé con asombro, como ella se convertía en una pantera de piel brillante. A su lado estaba un lobo gris que acariciaba con su cabeza al bello animal que estaba a su lado. Salieron por la puerta. El libro estaba en el suelo. Yasmina me miraba. Sentía que me hipnotizaba con sus ojos. Me quedé dormido y cuando desperté, ella ya no estaba. Traté de olfatearla, pero nada. Su aroma característico no lo sentía. Busqué una ventana para ver la luna y preguntarle por ella…nada. Solo vi en el inmenso jardín a un lobo gris y a una bella pantera que jugueteaban con la noche. Todo aquel lugar paradisíaco formaba parte de una Comunidad a la que pertenecí después por mi condición de zooter y con la que me identificaría para siempre. Era la Comunidad de San Patricio.


Eddy Gamarra Tirado