Capítulo 13
Frosine
Antes de retirarnos al castillo de
Yasmina, Una dama preguntaba por Frosine. Nadie la había visto. Desapareció
como por arte de birlibirloque. No sé si ya les había contado a todos que era
la más bella de la fiesta, y que se consideraba una profesional brillante. En
verdad, era bella, un poco ida. Tuvo problemas en su noviazgo y se volvió
descreída y muy desconfiada.
A pesar de haber bailado en varias
oportunidades con un empresario vasco, a quien conocí hace poco tiempo y que
era una bella persona, amante de la historia y el Derecho, Frosine se fue de la
fiesta, pero Don Juan de Aviraneta, se quedó.
Al día siguiente, el Señor de
Aviraneta, fue al castillo, de mi amigo el Conde. Preguntó por mí. Yo me había quedado con mis hijas, a raíz de la invitación
de Jorginho. Cuando nos fuimos a la biblioteca para dialogar con más libertad,
recibí una infausta noticia. Frosine estaba muerta. Su rostro, desfigurado y su
cuerpo presentaba mordidas por todas partes. La encontraron los cocineros de
aquel chifa en el depósito de los alimentos que era muy grande. De inmediato,
nos dirigimos al restaurante oriental para hacer las investigaciones, antes de
que venga la policía de la Ciudad de los Reyes. Entre todos nosotros, Yasmina
tenía el olfato más desarrollado y al entrar con su padre, el Señor de
Aviraneta y yo, pronunció con odio : “¡Vudko!”.
-¿Estás segura?-le espetó su padre.
-Su perfume escandaloso-contestó
Yasmina.
Entre los licans, Vudko siempre
estaba perfumado y su aroma era característico. Con razón, él no estuvo con los
otros licántropos. Así como desapareció de la fiesta Frosine, él también hizo
lo mismo.
Uno de los cocineros que era un
ebrio habitual, narró al dueño del restaurante que había visto un enorme animal
de color negro y que tenía los colmillos de sangre. Por supuesto, aquel no le
creyó, porque no era la primera vez que le contaba que había visto fantasmas y
monstruos. Sin embargo, el chino le contó a Ben acerca de su cocinero y así
pudimos enterarnos de esta desgracia.
El próximo paso a seguir era ubicar
al asesino. No se le vio en la comunidad. Nadie daba razón de él. Dicen que
había renunciado y se marchó lejos. La policía culpó al pobre chinito que era
bueno para empinar el codo, pero no, para asesinar cruelmente a la bella
Frosine. La policía no admitía que hubiera un lobo negro tan grande en la
ciudad. Preguntaron en el zoológico si había algún animal con las
características señaladas por el pobre cocinero. Sin duda, la respuesta era
negativa. No se podía comprobar que el inculpado haya mordido por todo el
cuerpo a la pobre Frosine. Además, el asesino había violado a la infortunada
mujer. Todas las mujeres de la comunidad zooter estaban asustadas y temían por
sus vidas. El Señor de Canterbury ordenó una investigación exhaustiva.
Después de la necropsia de ley se
realizó el sepelio de la occisa. Estaban las personas más connotadas de la
comunidad, entre ellas, El Obispo, El
Auditor mayor del reino, Alberto de Sajonia, los asesores de la Comunidad,
Jorginho y sus amigos, el conturbado Señor de Aviraneta, las amigas de
Frosine y muchas más.
Las notas de la trompeta que daban
la despedida a la bella Frosine, eran desgarradas y tristes que muchas de las
personas que estaban presentes, lloraban de cólera, de impotencia. Yasmina
sabía muy bien que Vudko había violado y matado a la bella Frosine. Varko y sus
secuaces, hicieron acto de presencia en
las exequias. Ellos aparentaban dolor y
estaban vestidos de negro riguroso. Siempre al lado del religioso. Daban una
imagen de inocencia absoluta. Nella y sus hermanas miraban con odio a estos
monstruos. El padre de Yasmina le dijo a Ben: “La guerra es inevitable”. Nos
tenemos que preparar. Se escuchó un “croac” y la rana desapareció. Una de sus
virtudes era desaparecer. En el fondo era su medio de defensa que le había
salvado en varias oportunidades.
Este asunto era de vida o muerte y
no iba a permitir que los licántropos y sus aliados hicieran daño a su sobrina.
Jorginho pronunció en silencio: “Frosine, descansa en paz”.
Eddy Gamarra Tirado
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