lunes, 16 de febrero de 2015


Capítulo 10

Vísperas

Mi padre me había comprado un nuevo libro de Carolina Andújar sobre un personaje enigmático y bueno llamado Vajda. Si bien es cierto que sus amigos zooters lo visitaban constantemente, yo no bajaba de mi alcoba. Me gustaba la soledad y la literatura gótica. La biblioteca de papá era nutrida, sin embargo, la que leía era yo. Algunas veces asomaba para ver quién estaba allí. Sus amigos más cercanos eran Ben, el Conde Nolberto, el magnate mexicano, que mi padre llamaba de cariño “Little James”. También estaba el hermano de Alberto de Sajonia, quien le contó a mi padre que ellos eran descendientes de unos personajes, enemigos de los yahoo y que conocieron al gran escritor Jonathan Swift, que trabajó con su abuelo en tierras extrañas.

Yo me sentía protegida por ellos. Me veían como la hija de su gran amigo, y no permitirían por nada del mundo que algún facineroso, y menos un lican, se atreviera a hacerme daño. Ellos iban a asistir a la cena que daba el Señor de Canterbury y lamentablemente, los licans estarían presentes. Mi padre no les tiene miedo a estos seres infernales y demoníacos; yo tampoco. Además irán las bellas hijas de Stephen, quienes gustan de los libros como su padre y como yo. Stephen no me las ha presentado sino mi padre, porque él se ha convertido en padrino de las tres y las ha invitado a su castillo para que pasen una temporada con nosotros. La que más se parece a mí es Antonella, porque estudia interpretación de símbolos y le gusta mis libros. Ella fue alumna de Elisabetta en Roma. Le fascina todo aquello que sea misterio,   símbolos y licantropía. Nunca le he preguntado si es zooter como su padre. Estoy segura que sí lo es, porque, cuando me enteré que Stephen tenía tres hijas, las odiaba porque  ellas eran hijas de diferentes mujeres. Sin embargo, cuando las conocí, pude olfatear su olor particular que era tan igual al mío, a pesar de los finos perfumes que llevaban.

Nicole, muy estudiosa, pero sufría porque no admitía tan fácilmente que sus padres estuvieran separados. Ella era callada y cariñosa como su padre. Amaba a sus hermanas. Cada vez que tenían vacaciones se reunían una vez en París; otra, en Roma y después, en España. Stephen había logrado juntarlas a las tres en el Perú a través de la influencia de papá que tenía relaciones comerciales con la madre de Nicole que tenía una joyería en una de las calles más importantes de  “La Ciudad Luz”. Como mi padre era rico, la señora Cosette, aceptó que su hija conociera este país maravilloso, pero…con sus hermanas. Qué mejor condición que las tres hijas de Stephen estuvieran juntas. Él nunca pudo traerlas aquí, porque según sus madres, no se lo merecía. Cada vez que Stephen quería visitarlas, tenía que viajar a Europa y esperar las vacaciones de las tres.

La noche del viernes iré con mi padre y las hijas de Stephen. Allí nos encontraremos con él. Solo espero que todo salga bien y no tengamos tropiezos con esos monstruos del averno.

Eddy Gamarra Tirado

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