Capítulo 41
¿Dónde está Garba?
Aquella Noche, después del
cumpleaños del Obispo de Canterbury, las haditas entraron apresuradas a la
biblioteca donde yo escuchaba una de las danzas españolas de Granados, pero interpretada en violín. El
tenue sonido de las campanitas de Ghara y Harally ingresó a mis oídos como
un susurro. Ambas se convirtieron en dos adolescentes y estaban asustadas. Rara
vez toman la forma humana y esta vez les pedí que se sentaran en el viejo
sillón negro de cuero y me contaran qué estaba pasando. Cuando se inició la
fuga de los licans, todos nos olvidamos del tenebroso Garba. Daba la impresión
que no existía, que se había borrado de nuestras mentes y yo no me podía
explicar por qué. Ghara me informó que este asesino tenía el poder de provocar
el olvido en los circunstantes y eso
ocurrió. Harally me contaba nerviosa que ellas habían ingresado al parque de la muerte donde habitaba el viejo
unicornio blanco, que era un sabio personaje que reconocía el valor y la esencia
de las haditas. Ellas como personajes de bondad y amor podían ingresar al
parque. A pesar del temor que las haditas tenían, siguieron un camino de luz y
llegaron a la cabaña del unicornio blanco. Este las recibió con palabras suaves
y las invitó a sentarse en unos bancos de piedra y les informó que ese
licántropo tenía ese poder y de esta manera se protegía de sus enemigos. No era
conveniente mirarle a los ojos porque su mirada diabólica invitaba al olvido de
su nombre. Todos habíamos visto a este monstruo y su mirada diabólica nos hizo daño. De ahí que nadie se acordaba de
Garba.
El Parque de la muerte no era en
verdad la zona donde los más osados ingresaron y nunca más salieron. Fue
habitado en un principio por centauros negros que robaban, mataban,
secuestraban doncellas y si alguien ingresaba a sus dominios, los mataban y los
quemaban con leña hasta que se conviertan en cenizas. Es por eso que los
habitantes de San Patricio no ingresaban al parque de la muerte. Los centauros
fueron vencidos por el unicornio blanco. Intentaron arrojarle sus lanzas,
dardos, piedras, pero no pudieron tocarlo porque un rayo de luz protegía a este
ser. Cuando se cansaron en su intento de matarlo, observaron que del cuerno de
este noble animal salía un rayo azulino que llegó a sus cuerpos y los
desintegró. Sin embargo, quedó la leyenda del Parque de la muerte y las haditas
que formaban parte de la misma familia de la luz descubrieron al unicornio
blanco que vivía en este paraíso de árboles, flores y donde había una laguna de
color turquesa que purificaba a los seres que se bañaban en ella. Ghara y
Harally se bañaron en ella y el unicornio tomó un tulipán negro que crecía en
la orilla de la laguna y pidió a las haditas que me la entregaran y la
cultivara en el jardín interior de mi
casa. Después, colocara mi frente cerca a los pétalos del tulipán negro y sería
inmune al olvido del lican marroquí.
Informé a Lo Dinos sobre el poder
de Garba. Los llevé para que conocieran al tulipán negro y sus poderes, pero no
les comenté sobre el mágico parque donde habitaba el viejo unicornio blanco.
Eddy
Gamarra Tirado
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