martes, 7 de abril de 2015


Capítulo 41
¿Dónde está Garba?

Aquella Noche, después del cumpleaños del Obispo de Canterbury, las haditas entraron apresuradas a la biblioteca donde yo escuchaba una de las danzas españolas  de Granados, pero interpretada en violín. El tenue sonido de las  campanitas  de Ghara y Harally ingresó a mis oídos como un susurro. Ambas se convirtieron en dos adolescentes y estaban asustadas. Rara vez toman la forma humana y esta vez les pedí que se sentaran en el viejo sillón negro de cuero y me contaran qué estaba pasando. Cuando se inició la fuga de los licans, todos nos olvidamos del tenebroso Garba. Daba la impresión que no existía, que se había borrado de nuestras mentes y yo no me podía explicar por qué. Ghara me informó que este asesino tenía el poder de provocar el olvido  en los circunstantes y eso ocurrió. Harally me contaba nerviosa que ellas habían ingresado  al parque de la muerte donde habitaba el viejo unicornio blanco, que era un sabio personaje que reconocía el valor y la esencia de las haditas. Ellas como personajes de bondad y amor podían ingresar al parque. A pesar del temor que las haditas tenían, siguieron un camino de luz y llegaron a la cabaña del unicornio blanco. Este las recibió con palabras suaves y las invitó a sentarse en unos bancos de piedra y les informó que ese licántropo tenía ese poder y de esta manera se protegía de sus enemigos. No era conveniente mirarle a los ojos porque su mirada diabólica invitaba al olvido de su nombre. Todos habíamos visto a este monstruo y su mirada diabólica  nos hizo daño. De ahí que nadie se acordaba de Garba.

El Parque de la muerte no era en verdad la zona donde los más osados ingresaron y nunca más salieron. Fue habitado en un principio por centauros negros que robaban, mataban, secuestraban doncellas y si alguien ingresaba a sus dominios, los mataban y los quemaban con leña hasta que se conviertan en cenizas. Es por eso que los habitantes de San Patricio no ingresaban al parque de la muerte. Los centauros fueron vencidos por el unicornio blanco. Intentaron arrojarle sus lanzas, dardos, piedras, pero no pudieron tocarlo porque un rayo de luz protegía a este ser. Cuando se cansaron en su intento de matarlo, observaron que del cuerno de este noble animal salía un rayo azulino que llegó a sus cuerpos y los desintegró. Sin embargo, quedó la leyenda del Parque de la muerte y las haditas que formaban parte de la misma familia de la luz descubrieron al unicornio blanco que vivía en este paraíso de árboles, flores y donde había una laguna de color turquesa que purificaba a los seres que se bañaban en ella. Ghara y Harally se bañaron en ella y el unicornio tomó un tulipán negro que crecía en la orilla de la laguna y pidió a las haditas que me la entregaran y la cultivara  en el jardín interior de mi casa. Después, colocara mi frente cerca a los pétalos del tulipán negro y sería inmune al olvido del lican marroquí.

Informé a Lo Dinos sobre el poder de Garba. Los llevé para que conocieran al tulipán negro y sus poderes, pero no les comenté sobre el mágico parque donde habitaba el viejo unicornio blanco.


                                                                                                                             Eddy Gamarra Tirado

No hay comentarios:

Publicar un comentario