lunes, 27 de abril de 2015

Capítulo 51
La colina azul

Mahama, la vieja cotorra, se paseaba todas las tardes por la orilla de la playa de las gaviotas con el rostro desencajado. Miraba al mar y vestía de blanco y estaba descalza. Se había quedado completamente sola. Recibió golpes seguidos en su vida. Uno de los más fuertes fue el abandono del gavilán, su esposo,  quien se fue con una prostituta de La Ciudad…Quería a Dalina como su hermanita menor y ahora estaba muerta. La vieja cotorra decía que “ya no tenía siquiera un perro que le ladre”. Había decidido quitarse la vida. Lanzarse a las olas del mar y que ellas hagan el resto. Se quitó su vestido blanco que alguna vez le sirvió en su boda con el gavilán y cuando disponía a lanzarse a las aguas, escuchó una voz extraña que salía del mar. Mahama vio una luz blanca que avanzaba hacia ella. Esta luz tenía la forma de un triángulo y dentro de ella estaba el unicornio blanco. Mahama sintió vergüenza y miedo y salió del agua para cubrir su desnudez. Se volvió a poner el vestido, fue entonces que escuchó la voz del ser angelical que le decía que estaba enterado de lo que le ocurría y que ella no estaba sola. La vida es un regalo del cielo y no la podemos desperdiciar. Pueden ocurrir muchas desgracias a nuestro alrededor pero la justicia nunca falla. Bozzena ha sido castigada y no se permitirá que nadie vuelva a burlarse de una mujer en San Patricio.

Mahama había visto por primera vez al unicornio blanco y no sabía si estaba soñando o era un ser real. Como el unicornio le leyó el pensamiento le dijo a Mahama que todo era real y que la iba a llevar a un lugar maravilloso que ellos conocían como La Colina azul, donde solo se puede ingresar con unas palabras mágicas y que las personas sean de buen corazón. Allí viven las ciervas y otros animales que son vegetarianos. La paz y el amor reinan en la Colina azul. Te vas a encontrar con gente que te conoce y te darás cuenta que la vida es bella y la naturaleza es mágica.

Cuando Mahama aceptó, el unicornio le dijo que vendría por ella a la medianoche. Que llevara solo lo necesario. Y así fue. Mahama esperaba en la puerta de su casa cerca a la playa y el unicornio blanco llegó, le pidió que se montara en su lomo y empezó el camino de Mahama hacia la Colina azul. Las haditas acompañaban con sus cánticos celestiales el desplazamiento de la vieja cotorra hacia un nuevo mundo. Las brujitas en sus escobas llevaban cada una a los duendecillos que con mucho respeto miraban al maravilloso unicornio que trasladaba a Mahama. El viejo camino a la colina partía del arco de San Patricio hacia la izquierda. Pocos usaban ese sendero porque según las personas no conducía a ningún lugar. Solo encontrarían una enorme pared que daba por terminada la caminata. Sin embargo la pequeña caravana avanzó por el camino y se encontró con una niebla espesa que ellos cruzaron con la confianza que les brindaba el unicornio hasta que se encontraron con la enorme pared que tenía grabada en alto relieve dos ciervos gigantes. Se detuvieron y escucharon una voz tenebrosa que decía: ¡Hebaristo!...el unicornio contestó: ¡El sauce que murió de amor!...En ese momento se abrió la pared en dos partes y separó a un ciervo del otro. Mahama se quedó asombrada por lo que acababa de ocurrir. El paisaje que sus ojos veían era increíble. Todo era verdor. Había árboles, plantas, flores de todo color. El viento era fresco y las hojas saludaban con un leve movimiento a la nueva habitante de la colina azul. Continuaron con el camino que se ampliaba y observaron que a un costado corría un manso riachuelo de aguas turquesas. Seguían subiendo y se cruzaron con cervatillos. Que saltaban como dándole la bienvenida y luego se retiraban en veloz carrera hacia diferentes lados. A medida que avanzaban aparecían las casitas de paredes blancas y tejas rojas. Fuera de las casas estaban las perezosas y sillas. Mientras en San Patricio estaban de noche, en la Colina azul estaban de día y las habitantes de aquel poético lugar daban la bienvenida a Mahama  y se abrazaban. Se encontró con amigas que no veía hace mucho tiempo. La vieja cotorra no podía ocultar su emoción y lloraba de felicidad porque aquel lugar no tenía espacio para la tristeza. Cuando quiso agradecer al unicornio blanco, este había desaparecido con las haditas, brujas y duendecillos.

Mahama sintió que la observaban una veintena de personas con la alegría en el rostro. Mariana de Portobello se acercó a ella y le entregó un ramo de crisantemos en nombre de las habitantes de la Colina azul. Las demás, entre hombres y mujeres, aplaudían a la recién llegada, que no podía ocultar sus lágrimas de emoción. Le indicaron su casita donde llevó sus cosas y le mostraron, colina arriba la fuente de la paz que era una lagunita alimentada por una caída de agua que brotaba de la cima de la colina y era de un verde transparente y que purificaba la tristeza de sus habitantes y de todo el que ingresara de visita a la colina azul.

Una semana después de la llegada de Mahama a la Colina azul, visité al unicornio blanco para informarle sobre el inminente enfrentamiento con los licans. Me dijo que ellos no iban a atacar porque estaban preparándose para poder destruir a los Dinos. Habían logrado salir de la Comunidad y fueron a La Ciudad de los Reyes para conseguir armas en el mercado negro. Solamente Anulia y sus secuaces se quedaron para vigilar nuestros movimientos. Anacé, Asteris, Lurok y Carmen de Vilanova juraron con la vieja cobra darle muerte a Mahama que según ellas, vivía cerca a la playa. Una noche de cielo estrellado, el séquito de la muerte se deslizaba camino a la playa de las gaviotas para dirigirse a la casa de Mahama y matarla. Una vez frente a la puerta de la vieja cotorra, Lurok abrió la puerta de una patada, una vez que se abrió, ingresaron con ímpetu para lanzarle todo su veneno a su mortal enemiga, pero no encontraron a nadie. Las serpientes estaban furiosas con Lurok porque sentían que el tejón les había engañado. Anacé que no podía contener su rabia se lanzó contra Lurok, lo enroscó y estuvo a punto de destrozarle los huesos, pero la oportuna presencia y voz de Anulia, la detuvo. No tenían idea dónde podría estar la cotorra. La otra cotorra, Carmen de Vilanova, pidió paciencia al grupo y sugirió darle tiempo al tiempo y cuando menos se lo imagine, caerán sobre ella y no quedará una sola pluma.

Jamás la encontraron y para calmar su odio, quemaron la casa de Mahama y la dejaron en cenizas. De esa manera tan estúpida celebraron la desaparición de su enemiga  quien vivía feliz en la Colina azul con los ciervos y ciervas, Ulrico y Mariana y los otros animales.

Aquella visita al unicornio blanco fue placentera porque nos invitó a Jorginho y a mí a que fuéramos a la Colina azul con nuestras familias para bañarnos en la fuente de la paz. Ninguno de nosotros había ido a la colina azul porque el guardián de aquel mágico lugar era el unicornio quien tenía las palabras mágicas para ingresar a ella. Antonella, Sandra y Nicole estaban muy contentas de visitar la colina. Yasmina pensaba que era una leyenda que alguna vez leyó entre los primeros libros que su padre le había obsequiado en su cumpleaños. La realidad y la ficción permitirá que todos los visitantes disfruten de un lugar mágico como la Colina azul. MickI, Tanger y Collins ingresaron con las brujitas, además de Ghara y Harally, pero una vez que salieron por el arco de las ciervas, lo olvidaron como un hecho real y solo sentían que lo habían soñado.

Jorginho tenía unos leves recuerdos cuando hace muchísimos años, su padre lo llevó a la Colina azul y que él ingresó metamorfoseado en un chivito juguetón. No podía precisar si era un sueño o la realidad. Era el momento de comprobar lo que estaba en sus sueños o en los libros. El tiempo se postraba ante ellos. Tenían que salir después de la medianoche, mientras la población dormía. Era una maravillosa caravana dirigida por el unicornio blanco quien le dijo a Jorginho que las serpientes los seguían a una distancia prudente, pero que tendrían una sorpresa. Una vez que el sabio unicornio dijera las palabras mágicas que tomó de un bello cuento de Valdelomar, el cerro se abrió y toda la caravana ingresó. A los pocos segundos, volvió a cerrarse y cuando la vieja y desdentada cobra y sus secuaces llegaron ante el arco de las ciervas. No sabían dónde estaban los demás y ese animal blanco que habían visto y que les daba mala  espina. A pesar de su fino olfato, las serpientes no atinaban a encontrar una respuesta. Solo hallaron el arco de las ciervas y una pared altísima que no podría ser traspuesta por ningún mortal. El camino terminaba allí y no les quedaba otra cosa que regresar y contarle a Varko y los otros licans que todo el grupo de lobos había desaparecido como si se los tragara la tierra. Lurok que se preciaba de saber mucho sobre encantos gritó a voz en cuello: “Ábrete sésamo”…otra vez “Ábrete sésamo” y nada. Anacé que todavía estaba dolida por la ejecución de su prima le dijo al tejón: ”¡Cállate,  bueno para nada! ”


                                                                                                                                   Eddy Gamarra T.

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