Capítulo 47
El viejo jardinero de San Patricio
Daniel
debería tener unos setenta años. Todos lo conocían como el viejo jardinero de
San Patricio. No se sabe cuando llegó a la Comunidad. Parecía que hubiera
vivido toda la existencia de nuestra Comunidad. Su trabajo era sembrar, cuidar
las plantas, los árboles y las flores. Casi no hablaba con nadie. Hacía bien su
trabajo. Cuando se encontraba con alguien saludaba y continuaba trabajando.
Llegaba muy temprano a la Comunidad y se retiraba al mediodía y después de
almuerzo, regresaba otra vez para continuar con su trabajo. Era fuerte, usaba
lentes y vivía cerca de la aldea de los campesinos en una cabaña de tejas
rojas. Por la edad que tenía y el oficio que desempeñaba, nadie lo tomaba en
cuenta. Muy pocos sabían que él embelleció toda la comunidad con su profundo
conocimiento de jardinería y de los árboles. Los campesinos lo respetaban
porque cada vez que alguno de ellos se sentía mal, acudían al viejo Daniel y él
los curaba con hierbas y jarabes a base de zumo de plantas. Los campesinos no
le pagaban con dinero porque él no lo aceptaba, pero le traían productos
agrícolas o frutas. El jardinero era vegetariano y vivía solo. Los niños que
jugaban cerca de su casa, lo veían llegar solo. No se acercaban mucho a la
cabaña del viejo Daniel. Aquellos que se atrevieron, escuchaban las notas
melodiosas de un violín que parecía contar su historia a través del tiempo.
Una
tarde, seguí al jardinero hasta su casa. Cuando ingresó a ella, me acerqué,
toqué su puerta. Puedes pasar Stephen, me dijo. Te esperaba. Gracias Daniel-le
contesté- . No me extrañó que adivinara quién tocaba su puerta. Me lo había
dicho cuando leyó mis pensamientos sobre su voz y la de otro.
-
Solo tú te has dado cuenta de la voz, pero hay
otra persona que ya lo sabe.
-
¿Quién es esa persona-le interrogué.
-
Yasmina, tu esposa. Ella no te ha contado nada
porque prefería que yo te lo dijera. Solo ella puede leer mis pensamientos. No
he dialogado con Yasmina, pero ha habido una comunicación telepática entre los
dos.
-
Gracias por confiar en ella- le manifesté.
-
Ella reúne muchas virtudes-me dijo el viejo
jardinero. Fuerza, velocidad, capacidad de amar, honestidad, telepatía y
clarividencia. Desde la primera vez que el Conde Jorginho la trajo, supe que
era un ser singular y muy diferente a los demás, a pesar de ser una zooter.
Jamás revela sus poderes, pero los emplea cuando se producen hechos de mucho
peligro. Es por eso que es callada y muy tierna. El Conde sufría mucho porque
no era muy comunicativa. Tenía pocos amigos. Ahora con la presencia de tus
hijas, ha cambiado mucho y con el amor que tú le brindas, sonríe con más
frecuencia.
-
¿Por qué escogiste vivir como un jardinero?
-
Yo pasé mis primeros años en una isla del Mar
Egeo. Mi vida fue siempre los libros y la música. Nunca me casé. Amaba
demasiado a la naturaleza y escogí este oficio y llevaba una vida tranquila
hasta que una tarde que fui a la playa a contemplar el ocaso. Justo en el
momento que oscurecía escuché una voz que me decía que yo me iba a transformar
en un unicornio blanco y que cuando cumpliera mi mayoría de edad, tenía que
viajar a un lugar que me iba a señalar en sueños. Cuando regresé a mi casa, encontré
dinero en mi mesa de noche. Toda una semana soñé que un unicornio blanco se
paseaba por un bosque de un lugar llamado San Patricio. ¿Sería el unicornio que esa voz
me indicó?
-
¿Cómo viajaste a este lugar?
-
Me visitó
una persona mayor y conversamos mucho y cuando llegó el día señalado me fui. Yo
era huérfano y no tenía a nadie. En el puerto del Callao me esperaban otras
personas y me trajeron aquí donde tuve que enfrentarme a los centauros negros
que tenían atemorizados a los primitivos habitantes de San Patricio.
-
¿Significa que en otros lugares hay otras
comunidades de zooters?
-
Sí. Siempre se enfrentan el bien y el mal.
-
¿Y cómo haces para entrar al parque?
-
En esta casa hay una puerta que conduce
directamente al parque. Mi amor por la naturaleza me lleva a estar
metamorfoseado en unicornio y mi observación de la naturaleza me da la
sabiduría necesaria para ayudar a los campesinos y a todo el que lo necesite.
-
Gracias, una vez más por todo lo que me dices.
Yasmina y yo siempre te vamos a tener presente, amigo.
-
Hasta pronto, Stephen y no bajen la guardia con
los licántropos. Ellos tienen armas sucias para volver a entrar a la comunidad.
Eddy Gamarra T.
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