sábado, 28 de marzo de 2015

Capítulo 38
Las tribulaciones de Ludwig

El marqués de Ludwig llegó a la comunidad hace algunas décadas, invitado por Luis Alberto de Sajonia. Después de acreditar su condición de zooter ante las autoridades de San Patricio, trabajó en un proyecto social para la Comunidad. Una vez terminado su trabajo, iba a regresar a su comunidad zooter en una población alemana, pero Ludwig se enamoró de una bella campesina y no regresó más. No le gustaba que le llamaran por su título nobiliario. Bastaba que le trataran como Ludwig y era suficiente. Hizo amistad con Juan de Aviraneta y siempre discutían de política. Nunca se alteraban. Ambos eran “cuchara brava” y disfrutaban de las maravillas culinarias que ofrecía este maravilloso país. Ludwig había subido de peso e intentaba bajar algunos kilos a base de maíz y agua de manzana, pero parece que aumentaba más. Su amigo camello le propuso desarrollar sus discusiones, pero caminando. Le pareció una buena idea. Así fue que caminaron, caminaron y caminaron hasta que llegaron a la zona campesina. Ambos se metamorfosearon y allí el camello se enteró que su amigo de polendas era un gallo giro y recordó alguna canción que escuchó en algún barrio de La Ciudad de los reyes: “ Cuidado con el gallo giro que el ajiseco lo mata”. Aviraneta recordó también aquel cuento de Abraham Valdelomar que Antonella le prestó y que cuenta la historia del Caballero Carmelo, un gallo valiente y luchador.

En aquel lugar observaron a varias gallinas de colores encendidos que cacareaban cuando los observaron. Para no asustarlas, regresaron a su forma humana. Las gallinas hicieron lo mismo. Eran bellas campesinas de cabello castaño que pretendieron huir, pero Aviraneta les dijo que no temieran que no eran licans y pertenecían como ellas a la Comunidad. Ludwig miraba a una de las muchachas que tenía un lunarcito cerca a los labios y se prendó de ella. La bella campesina le sonrió y bajó la cabeza. La mayor de ellas les preguntó qué buscaban por estos lares y el gallo le contestó: “dos cosas puntuales…”y continuó el rollo con un discurso para unas cuantas personas. Las chicas, que no entendían de estas cosas, al final del discurso, aplaudieron al marqués. Este estaba satisfecho con los aplausos y más contento aún con la chica del lunar que le hacía latir su corazón con más fuerza.

A partir de ese día, el gallo no dejaba de visitar a la doncella. Cuando estaban lejos de su casa, ambos se convertían en gallo y gallina y buscaban el alimento entre cantos y cacareos . Es más, a Ludwig se le dio por cantar, de acuerdo a su naturaleza animal y ella se sentía muy feliz con las melodías germanas que Ludwig sabía de memoria. Había química entre Ludwig y Marietta, la campesina. Una tarde en que ellos paseaban por el campo, una nube de murciélagos se dirigía a la aldea. Ludwig pronunció un nombre que hizo temblar a Marietta: Varul. Sí, este engendro demoníaco estaba en la aldea y había que avisar a los campesinos.

 A pesar de la dificultad que tenía para caminar, Ludwig corría junto a su amada. Soportó el sobrepeso, y a pesar de ello, avanzó hacia la casa del representante de los campesinos y alertó de la presencia de Varul . Una gaviota decidió volar a la casa del conde Jorginho para denunciar la presencia del lican. Yasmina captó la desesperación de la avecilla y pidió al tío Nolberto que estaba de visita, los acompañase. En unos cuantos trancos, el amigo troll llegó a la aldea, después, llegamos nosotros, las brujitas y los duendes y ubicamos al malvado Varul que estaba a punto de raptar a un corderito de dieciséis años y que era prima de Marietta. Varul negó querer hacerle daño a la doncella, pero Ludwig le increpó su conducta arrabalera y solicitó permiso para colgar “in situ” a ese miserable. Que sea desde el árbol más alto, increpó Agnezka que estaba de paseo por la aldehuela de los campesinos. Pese a su tamaño, el gallo estaba decidido a todo, pero la presencia de Luis Alberto de Sajonia que venía en nombre del Obispo de Canterbury, salvó al maldito licántropo que aprovechando la discusión entre el gallo y el caballo, huyó como lo que era, un cobarde de la peor ralea. Las brujas al mensaje de Yasmina, siguieron a Varul y el gallo fue ovacionado por los campesinos que pifiaron al representante del Obispo. Los jóvenes campesinos sacaron sus instrumentos musicales y el padre de Marietta sirvió un chopp de cerveza que ellos preparaban en forma artesanal.  Ludwig quiso mandarse otro discurso, pero Marietta lo sacó a bailar y todos aplaudieron. Tanger recitó unos versos en honor a Ludwig.

                                               Tenor pregonero
                                               Hábil parlanchín
                                               Orondo, mujeriego
                                               El gallo machín.

                                               Siempre saca pecho
                                               Luciendo la cresta
                                               Muy de madrugada
                                               Levantarse cuesta.
                                               Vienen las apuestas
                                               En el coliseo.
                                               ¿Quién dijo yo?
                                               Hombre bravo, hombre feo
                                               ¿Acaso eres tú?
                                               ¿Giro o Carmelo?
                                               Dos cosas puntuales
                                               Señor jugador,
                                               Quiero despedirme
                                               Como un gran Señor
                                               De esa damisela
                                               Que me encandila
                                               Desde la cocina:
                                               Señora gallina
                                               Con su cacareo
                                               Mi mayor deseo
                                               Es tenerla aquí
                                               Oyendo mi canto
                                               Del quiquiriquí.

Los duendecillos bailaron también con Ludwig. El padre de Marietta les regaló muchos higos y ellos se subieron en los hombros del troll, que los llevó a casa. En cuanto al gallo, fue declarado huésped ilustre de la aldea y defensor de la libertad. En un un arranque de emoción, Ludwig lanzó un exabrupto que se escuchó en toda la población: “¡Quiquiriquiiií!”….


                                                                                                                             Eddy Gamarra Tirado

  Capítulo 37
La purificación

Una de las fiestas que se celebraba en la Comunidad de San Patricio era La Purificación. Todos los años, la gran mayoría de los habitantes de esta comunidad mágica se dirigía en una caminata larga hasta la playa de las gaviotas. Los primitivos habitantes agradecieron a su dios por haberlos traído a este maravilloso lugar que los separaba de La Ciudad de los Reyes. Solamente ellos que se convertían en animales,  y otros personajes,  podían ingresar al arco lupino y regresar a la Ciudad…

Los primeros habitantes fueron los lobos y ellos construyeron el arco que separaba la ficción de la realidad. Resonaban las palabras de Dante Alighieri para todos aquellos que se atrevieran a ingresar sin tener la naturaleza zooter o vampiresca o algún personaje de la mitología nórdica, como señalan los estatutos que fueron hallados en las arenas de la playa de las gaviotas.

Es por eso que el Obispo de Canterbury inicia la caminata hacia la maravillosa playa donde fueron hallados los estatutos de la Comunidad de San Patricio. Allí, todos los habitantes se arrodillaban con la mirada hacia las olas y hacia el faro que estaba en un islote y a la vista de todos. Compartían la comida y la bebida mientras las olas, celosas,  rugían por la presencia de bellas mujeres que mojaban sus pies en la orilla. Ellas cantaban y bailaban en ronda, mientras el Obispo rociaba agua bendita al este, oeste, norte y al sur. La coexistencia pacífica se daba entre tirios y troyanos. Allí estaba el Conde Jorginho y toda la manada. El troll protector que jugaba con el cuy y lo “amenazaba con darle perejil”. Cada vez que el cuy le ponía un apodo, el troll lo ”amenazaba” pero también le agradecía por todas las cosas buenas que le hizo a su familia. Ambos parecían dos niñitos, a pesar de ser gigantes en su naturaleza zooter. Cualquier escritor de fábulas hubiera robado a estos personajes para construir una narración que alegre a todos los corazones, en especial, a los niños.

El tío Ben estaba muy contento. Recién había viajado a Londres a visitar a uno de sus hijos, hoy disfrutaba en la playa y nadaba en uno de los charcos que formaba la playa de las gaviotas. Cerca a él estaba un sapito que miraba a las lornitas que jugaban en el campo de Tetis y coqueteaban con él. Este sapito, emocionado les decía: “ ¡Hola,ñatas bandidas!” y se daba un chapuzón en la orilla.
Micki y sus hermanos que observaron esta escena recitaron juntos…

                                               Un sapito
                                               En el jardín
                                               Dice la negra
                                               Que vio
                                               Tan chiquito
                                               Y saltarín
                                               Salta, que salta
                                               Al fin.

Las cojinovas, corvinas y lornas,  reían en conjunto por las ocurrencias de los tres duendecillos y huían veloces entre las olas de las frías aguas de la playa.

Las aves, sean palomas, gaviotas, patillos y alondras, además de un pajarito de porte señorial, disfrutaban del aire puro de este lugar y observaban a un oso que en sus hombros llevaba a una avecilla y que habían recorrido varios kilómetros a pie. Este grizzli, de buen carácter y glotón saboreaba con gusto un pan con miel y de vez en cuando le daba al pajarito una migaja y continuaban caminando por la orilla y comentaban la fuga de los licans, que eran los únicos que no habían asistido a la ceremonia de la Purificación.

Los buenos campesinos estuvieron presentes en esta caminata. Aves de campo, aves marinas, gallos y gallinas,  conejos, cuyes, ardillas, toros, vacas, carneros y ovejas, cabras y asnos, agradecían al cielo por darles la vida y tenerlos en la Comunidad de San Patricio desde que el primer lobo trajo a sus abuelos para que sembraran la tierra y embellecieran de árboles y flores, todo tipo de arbustos y plantas medicinales, además del alimento que todos los habitantes de la Comunidad se servían y estaban muy agradecidos. Ahora entenderán por qué la indignación de los descendientes de los primitivos lobos contra los licántropos que rompieron la paz y la concordia en este lugar de realidad y de ficción.

Era el único día en que soportábamos a las serpientes y las saludábamos en nombre de nuestro santo protector. Asteris, la más atractiva de estas, miraba con sus ojos negros e invitaba a bailar a los asistentes, porque el baile era su mejor arma para la sensualidad y para la muerte. Me crucé con ella y me miró. Trató de hipnotizarme y hacía que yo la viera desnuda. Le leí el pensamiento. Era procaz. Yasmina se percató de lo que pretendía Asteris y mentalmente me envió un mensaje: “¡Cuidado!” y salí de mi estado cuasi hipnótico para dejarla y acercarme a mi hermosa saharawi que sonreía y me ofrecía sus labios para sellarlos con un beso.


                                                                                                                           Eddy Gamarra Tirado

Capítulo 36
La visita

Al día siguiente del incidente en la lagunita, el arco de San Patricio estaba poblado de diez a doce cuervos. Su graznido ponía los pelos de punta. Nadie se explicaba en la entrada,  de la presencia de estos pájaros de mal agüero que servían de espías al malhadado Libak. Tanto Varul como Varko y Vudko,  estaban requisitoriados y tenían que dar cuenta a la justicia de la Comunidad de San Patricio. Es más, Vudko tenía que pagar por sus crímenes.

Cuando el Auditor Mayor del Reino se enteró de la presencia de los cuervos, ordenó a los gorilas que formaban parte de la seguridad del reino que no permitieran la entrada de estos maléficos engendros de Libak. Antes de que llegaran al arco los monos de seguridad, los cuervos devoraban algunas aves. La cigüeña y los patos de la laguna estaban aterrorizados. ¿Serían estas indefensas avecillas algún zooter de la población campesina o las habían traído de La Ciudad…?

Rápidamente llegaron los elementos de seguridad. Estaban armados y con órdenes expresas de atrapar a los licans vivos o muertos. Los cuervos al advertir la presencia de los simios, atacaron a la vieja cigüeña y huyeron hacia la Ciudad…El equipo de seguridad tomó su forma humana y se dirigieron a la Ciudad… para investigar hacia dónde se dirigían estos nefastos personajes. Mientras tanto, en el castillo, Yasmina y las chicas conversaban con el Señor de Aviraneta,  que no dejaba de mirar a Antonella. Ella sonreía y correspondía con su coquetería habitual al paisano de Yasmina.

Me gustaba que mis hijas visitaran a Yasmina, porque así, yo podía ver con más frecuencia a la mujer que amaba. Podíamos ir al bosque del silencio o a la playa de las gaviotas y disfrutar de la playa, bañarnos en sus frías aguas, correr olas y buscar un lugar estratégico para estar solos hasta que el sol se oculte y solo se escuche el flujo y reflujo de las olas y ver la metamorfosis de esta hembra, bella y enigmática convertida en una bella y maravillosa  loba.


                                                                                                                       Eddy Gamarra Tirado
Capítulo 35
La cigüeña

Cuenta la cigüeña, guardiana de la lagunita que está en el arco, que de un momento a otro la entrada se llenó de cucarachas y estas salieron de la frontera entre La Comunidad de San Patricio y la Ciudad de los Reyes. Igualmente ocurrió con la cantidad de cuervos y murciélagos, además de las ratas que infestaron la entrada de la Ciudad de los zooters. Fue alucinante, comentó al Conde Jorginho, la vieja cigüeña. Parecía un castigo de Dios, intervino el patillo, que estaba de guardia aquel  día.

La cigüeña, que había tomado su forma humana y que no se le escapaba ningún dato y chisme de los habitantes de la Comunidad, le pidió al Conde, que como Jefe Político de San Patricio, tomara cartas en el asunto, porque con esas alimañas, peligraban los guardianes del arco mágico y toda la población zooter. La cigüeña no soportaba a las cucarachas. Les tenía asco y había que hacer algo.

                                               “Avanza con sigilo
                                               Y con tremenda facha
                                               La gorda cucaracha.
                                               Veloz y desconfiada
                                               Callada, circunspecta
                                               Acecha por las ollas
                                               Trepando el cucharón.
                                               Sin moros en la costa
                                               Ni gente con mandil
                                               La inquilina de cloaca
                                               Se baila una guaracha.

Estos versos y una risita aguda llegaron a la vieja cigüeña, además de un higo por su cabeza. “Ya los vi…ya los vi, gritó la guardiana de la laguna,  que sentía que las cucarachas se trepaban por su cuerpo blanco. Yasmina, que había acompañado a su padre, sonreía y llamaba a Mick, Tanger y Collins que se habían escondido en la parte posterior del carruaje. Los tres aparecieron frente a la cigüeña y le pidieron perdón y que nunca más lo iban a hacer. A cambio de los versos y el higo en la cabeza, le dieron un regalito a la temerosa ave: una cajita con papel de regalo. Luego, el conde se marchó con su hija y los tres duendecillos. A lo lejos se escuchaba el grito desencajado de la guardiana de la laguna: “Me la van a pagar…me la van a pagar”. El patillo y los otros patos de la laguna, reían y reían por la cucaracha, viva que los trasgos le dejaron como regalo a la vieja cigüeña.


                                                                                                                      Eddy Gamarra Tirado

Capítulo 34
La hora de la venganza

Vudko estaba encerrado en las mazmorras del castillo del conde. Los amigos de Jorginho  vigilaban aquel lugar y esperaban el momento en que Varko y todos sus secuaces atacaran. Las brujitas volaban con sus escobas  alrededor de la zona del castillo donde estaba el monstruo. Los duendecillos jugaban en el jardín cercano y también vigilaban. Ghara y Harally estaban cerca a las casas de los licántropos para observar si algo raro ocurría. Jorginho preparaba en su laboratorio un brebaje que adormecía a este tipo de monstruos. Era agradable y a la vez adormecedor. Esta poción se le administró a Vudko y lo tomó con agrado. No sintió nada raro hasta después de media hora.

Es una lástima que la policía de la Ciudad de los Reyes no pueda investigar este caso, porque San Patricio  es una jurisdicción mágica y la policía no podría investigar en nuestra comarca. Lamentablemente se tendría que formar una Corte integrada por el Jefe religioso, el Jefe político, El auditor Mayor del reino, un representante de los asesores del Obispo que identificaría a los intermedios y obsecuentes , un representante de los campesinos y el abogado de los licans, nada más y nada menos que el siniestro Garba, que estaba registrado como José de Marrakesh.

El juicio tendría lugar en el atrio de la Iglesia de San Patricio. Allí se formó un hemiciclo y la mayoría de los habitantes se sentaron de acuerdo a grado de amistad, situación política, económica y metamorfosis. En una parte estaban El Tío Ben, El Conde Nolberto, Don Juan de Aviraneta, Lapitt de Sajonia, Lynn de Marec, Irascema do Bahía, Simonal de Matto Grosso y otros nobles. Por otro lado estaban Varkolak, Varul, Libak, Anulia, Asteris, Anacé, Lurok y Carmen de Vilanova, una cotorra parlanchina italiana,  que tenía amistad con una de las serpientes.

Entre uno y otro grupo, estaban Luis de Sajonia, Jonathan Squirrel, Roberto Chang, Charles Paritt, asesores del Obispo y un buen grupo de zooters entre palomas, gaviotas, monos, lornas, corvinas y  cojinovas.

El grupo mayor estaba integrado por los pobres campesinos quienes pedían justicia y amenazaban con no vender sus productos si no se le condenaba a muerte al monstruo. Los campesinos me pidieron que los representara y acepté de buena gana y me había preparado para este momento. Yasmina, Sandra, Antonella y Nicole estaban en la parte alta de la iglesia, cerca al campanario y cuidaban de que algo malo ocurriera. El Obispo de Canterbury había prohibido terminantemente que algún integrante de la Comunidad de San Patricio se metamorfoseara en el juicio, porque en caso contrario, se aplicaría las normas reales que eran muy severas.

Cuando trajeron al licántropo a la Sala de Juicio, este ingresó con su abogado y Yasmina olió a Garba, el capitán que ordenó la matanza de una población saharawi donde murió abaleada su madre. Le leyó el pensamiento y quiso lanzarse contra ese nefasto personaje. Su cuerpo empezó a llenarse de pelos y yo capté ese cambio y le transmití que no lo hiciera porque sería castigada severamente. Su padre estaba muy preocupado y el juicio iba a empezar. Yasmina de un salto se retiró de la torre de la iglesia y se dirigió al bosque del silencio. En aquel lugar emitió un grito lastimero y desgarrado tan fuerte que las palomas y gaviotas empezaron a temblar y que los campesinos jamás olvidarían. Observé que Jorginho tenía el rostro lleno de lágrimas por lo que le sucedía a su hija. Yo sabía la verdad, pero tenía que superar este momento y le pedí a mis hijas que la buscaran en el bosque del silencio y la acompañaran.

También fueron los tres duendecillos que esta vez, estaban muy serios y dispuestos a todo. El juicio iba a empezar con las palabras del Obispo y en ese momento toda la parte del atrio de la iglesia se oscureció y una mancha formada por murciélagos envolvió al reo. La sala del juicio se llenó de ratas y el colmo del momento, aparecieron los cuervos que con su ruido ensordecedor obligaron a las palomas, gaviotas, lornas, corvinas y cojinovas a salir despavoridas del atrio. El miedo se apoderó de ellas y olvidaron las normas de la Comunidad de San Patricio y se convirtieron en los animales propios de su metamorfosis. Los campesinos, supersticiosos, se convirtieron en corderos, conejos, gaviotas y otros animalitos que desaparecieron de la Sala en un tris. El Obispo de Canterbury reclamaba silencio, el conde Hectorius no pudo mantener su habitual cordura y se fue convirtiendo en un enorme cuy y se mantuvo a la expectativa. La manada del Conde, muy disciplinada, no se metamorfoseó, pero tampoco bajaron la guardia. El Tío Ben desapareció para averiguar qué pasaba. Las cuatro vampiras principales cambiaron el color de sus ojos y se tornaron amarillentos. Elisabetta di Sardegna advirtió que los licans usaron magia negra y que al descomponerse en su conjunto matriz, sacaron a Vudko del juzgado y se lo llevaron fuera del atrio de la iglesia de San Patricio, y rompieron las reglas que nadie en siglos enteros se había atrevido a violarlas.

Otro que se metamorfoseó fue el conde Nolberto y se dirigió al bosque del silencio para proteger a las lobas de un posible ataque de los licántropos. Era fácil identificarlos porque todos eran de color negro y ojos inyectados de sangre. Su pelaje era de cerdas y su olor mefítico se extendía a kilómetros, sobre todo cuando estaban furiosos, hambrientos o asustados.

Lo más triste y lamentable eran las esposas de los licans. Lloraban avergonzadas y no sabían cómo  justificar a sus maridos. Anulia y sus secuaces estaban avergonzadas y temerosas de ser acusadas de colaboración le dijeron al Obispo que ellas no tenían nada que ver con lo ocurrido. Que ellas eran temerosas de Dios y que siempre cumplían con los mandamientos. Anacé rompió en llanto para que el clérigo les creyera y Asteris sacó su rosario y se puso a rezar en voz alta…¡Hipócritas! El Obispo se dio cuenta de la falsedad de las serpientes y no les hizo caso. Más bien, llamó a sus asesores para analizar lo difícil de la situación y postergó el juicio hasta otra oportunidad. Jorginho organizó la cacería de los licans que desaparecieron por arte de birlibirloque y se temía que la sangre llegara al río.


                                                                                                                          Eddy Gamarra Tirado

lunes, 23 de marzo de 2015

Capítulo 33
La captura del monstruo

Una campesina que trabajaba en la sacristía había sido abordada por un tipo joven que le ofreció llevarla al campo donde vivía con sus padres. Ella, desconfiada, no aceptó la invitación. El joven galante no la presionó y solo le dijo que será para otra vez. Le advirtió que tenga cuidado porque en el camino hay gente mala que le puede ocasionar daño. La cándida campesina que siempre se iba a pie a su casa, le creyó y como lo vio tan guapo, le dijo que para otra ocasión. Ella salía de la iglesia a las seis y media de la tarde, cuando y quea empezaba a oscurecer y llegaba a su cabaña después de una hora.

Al día siguiente, a la misma hora, después de haber salido del centro de la comunidad, caminó unos diez minutos y se encontró con el mismo joven que para darle confianza le contó que trabajaba para el obispo y que realizaba un trabajo de ayuda para la gente más necesitada. Le rogó encarecidamente que no divulgara esta información por ser de carácter interno. La campesina vio que era un hombre bueno y lo felicitó por hacer obra de caridad. Él no la invitó, solo le dijo que iba por el camino a su casa y que esperaba verla otro día. Ella le pidió que la llevara en su auto cerca a su casa. Así lo hizo y la dejó cerca y le dio un beso en la mejilla. La muchacha no comentó con sus padres sobre este joven galante y soñó toda la noche con él. Ella sentía que este extraño personaje que apareció en su vida era su príncipe azul y no le contaría a nadie este mundo de ensueño que-según ella- se estaba haciendo realidad.

La tercera noche, la joven enamorada salió de la iglesia y caminó un buen trecho esperando que se apareciera el esbelto personaje. A veces, pensaba que era un sueño. No era un sueño, porque a diez metros de ella estaba él.La bella muchacha subió al auto. El joven le dijo que quería conversar con ella unos minutos. Le cogió las dos manos y se las besó. La muchacha, emocionada, aceptó. Entonces el hombre desvió el camino y llevó el coche por el bosque del silencio donde Elisabetta y sus amigas estaban de cacería. El auto pasó cerca a los árboles donde ellas estaban disfrutando un opíparo festín. Elisabetta leyó la mente enferma del tipo que esperaba el momento propicio para matar a “esa vulgar mocosa”. Avisó a Rowina, Agnezka y Alejandra, quienes siguieron de cerca a este asesino que no era otro que Vudko, el joven licántropo que después de haber asesinado a Frosina, estaba escondido de la gente de la Comunidad e iba a cometer otro crimen.

Una vez que Vudko llevó a la doncella lejos de la carretera, empezó a besar a la joven y ella se entregó totalmente al hombre que mientras la besaba se iba convirtiendo en el horrendo monstruo que iba a violarla y después, matarla. Cuando la campesina se percató de la transformación, trató de gritar, el lican quiso golpearla, en ese momento apareció aparecieron Elisabetta y Rowina, quienes atacaron al lican. Ellas con movimientos raudos separaron a la chica de Vudko y la llevaron a la parte más alta del álamo donde estaba Agnezka quien cuidó de ella. Alejandra se desplazó velozmente y avisó a los lobos sobre lo sucedido. Yasmina y todos nosotros fuimos rápidamente al lugar y rodeamos a Vudko, quien se defendía convirtiéndose en cientas de cucarachas, pero volvía a su forma normal porque Andreínha y sus hermanas rociaban el cuerpo de estos insectos con el jugo de un preparado que el Conde les había enseñado. Era insoportable para estas cucarachas este cocimiento original de hierbas que fueron debilitando a Vudko. Las tres brujitas le lanzaron sogas y amarraron de prisa al monstruo que fue llevado a la comunidad y encerrado en una de las mazmorras del castillo del conde Jorginho. Vudko pagaría por todos sus crímenes cometidos.
Agnezka llevó a la atribulada muchacha, que no cesaba de llorar, a su casa. Los campesinos agradecieron a Doña Elisabetta di Sardegna y a sus dignas amigas por haber salvado la vida de la bella campesina que trabajaba en la sacristía. Los licans tuvieron reunión de emergencia en la casa de Varko, aprovechando que sus mujeres no estaban presentes.


                                                                       Eddy Gamarra Tirado


Capítulo 32
Conciliábulo en el castillo

A las once y media de la noche, en el castillo del Conde Jorginho, empezaron a llegar los zooters más importantes de la Comunidad de San Patricio. Una de las primeras en llegar fue Elisabetta di Sardegna y su séquito, entre ellas Agnezka de los Milagros, Rowina de Southampton, Alejandra del Cuadro. Era el cuadro principal de las vampiras, enemigas irreconciliables de los licántropos. También llegó en su carruaje, el Auditor Mayor del Reino, El Conde Hectorius, un personaje muy cercano al Obispo de Canterbury y a los intermedios pero que sus amistades se encontraban entre nosotros. Él y el Conde Nolberto jugaban siempre al contrapunto. No se molestaban, y cuando se convertía en zooter, el troll perseguía al cuy para “darle perejil”.

El Tío Ben y el Conde Jorginho también jugaban desde hace mucho tiempo el famoso “periquete”, un juego mágico que identificaba su amistad. A pesar que el Conde Jorginho era el Jefe político de la Comunidad y el Obispo era el Jefe religioso, este no fue invitado,  debido a que los licans y las serpientes eran muy allegados a él. En cambio, Don Juan de Aviraneta, el teórico acerca de licantropía sí fue invitado, además del Troll, El Señor Lapitt de Sajonia; El buen tejón Simonal de Bahía; Angelo Burana, músico y amigo mío, marqueses y marquesas, barones y baronesas; la familia del Conde, mi familia y huéspedes.

Maluxa, Andreinha y Janice, prepararon el aquelarre en el patio principal del castillo y con la ayuda de Mick, Tanger y Collins vigilaban  el castillo. En cuanto a Ghara y Harally, estuvieron muy cerca del jardín para evitar que algún intruso osara  husmear la Gran Reunión de la Fraternidad. Este conciliábulo que empezó a las doce en punto de la noche,  fue dirigido por el Conde Jorginho, Jefe de los lobos y los zooters amigos. La mesa que se empleo,  fue redonda como la que usaba el Rey Arturo con los Caballeros de la mesa redonda. La idea fue de las tres brujitas,  descendientes de Morgana. Entre los presentes, tres leían el pensamiento y se ubicaron uno en cada vértice del círculo de la mesa por razones de seguridad.

Elisabetta que ya había solicitado la bandera de la paz con los lobos, después del incidente en el Atlantic,  expuso en forma clara y concisa los principios de La Comunidad de San Patricio referentes a los crímenes contra los más débiles, es decir, los campesinos, cuyas hijas eran violadas y muertas por los licántropos. Los periódicos no habían informado sobre estos asesinatos debido a que consideraban estos hechos como cosas del diablo y brujería.

Nolberto, “amigo de todos”, informó que los últimos ataques de los licans y sus aliadas, las serpientes se habían realizado contra el Conde y la manada. Que no desmayáramos en la defensa y seguridad de los amigos.

Hectorius hizo recordar la muerte de Frosina, una gaviota que estaba desprotegida y que fue engañada por Vudko y después de ser violada y torturada, su cuerpo fue despedazado por este vil asesino. Informó también que la policía lo ha visto por los alrededores de San Patricio y que no debemos permitirle la entrada. En todo caso, capturarlo y darle el castigo que se merece.

Juan de Aviraneta puso en autos a los circunstantes que un nuevo lican estaba en San Patricio y que era el protegido de Varko. Su nombre: Garba y parece que el Obispo le ha dado trabajo. Para no despertar sospechas, este íncubo se ha cambiado de nombre y lo llaman  José como tantos otros.

Mientras se discutía en la Mesa redonda cómo enfrentarse a los licans, mi amigo Simonal sintió un olorcillo que era muy característico en los de su raza y me avisó que Lurok, el malvado tejón y amigo de Anulia, la vieja, desdentada y ponzoñosa cobra, estaba en el pino más alto del jardín, probablemente, escuchaba lo que el grupo discutía. Ya mis duendecillos lo habían ubicado

                                               Haciendo sus pinitos
                                               Estaba el tejón
                                               Te quedarás solito
                                               Si te doy un aventón.

Collins le dio una patada a Lurok y este cayó cerca a la mesa y fue atrapada por el Conde Nolberto. El malvado y cobarde tejón, con su cara de yo no fui se puso a llorar y dijo con el rostro desencajado que él pasaba por allí y que alguien le dio un puntapié y cayó. Nosotros que ya conocíamos a este soplón de la vieja cobra, no le creímos y Jorginho le administró una pócima que Yasmina le alcanzó para que  el tejón se olvidara por lo menos un mes de lo que había hecho. Obligó a Lurok a bebérsela. Este la bebió toda para evitar que Yasmina lo despedazara y fue amarrado a un árbol y sirvió de blanco a Mick, Tanger y Collins que le lanzaban unas piedrecillas que las tres brujitas habían rociado con un líquido que producía ardor y picazón. Lurok sufría y se lamentaba de ser amigo de Anulia y las otras serpientes, más aún que estaba enamorado de una bella flamenco que llegó a la Comunidad de San Patricio. ¿Cómo se iba a presentar ante ella si el cuerpo le escocía y le producía un hedor que ni él mismo  lo soportaba.

Antes, Lurok fue diferente y muy amigo de la manada, pero era holgazán como sus secuaces ofidios y después de una y otra decepción amorosa, se pasó al lado malo de la Comunidad y se encontró con su alma gemela. Aunque él no tenía ningún poder, hizo del chisme, el insulto y la soplonería,  sus armas de combate. Hoy, estaba a merced de los trasgos que a través de los versos y el juego se solazaban y castigaban al malvado tejón.


                                                                                                                          Eddy Gamarra Tirado

Capítulo 31        
El señor de Aviraneta

Don Juan de Aviraneta, comerciante saharawi e hijo de un historiador vasco, representaba el nexo entre la comunidad de San Patricio y el pueblo Saharawi. Después del crimen contra la madre de Yasmina y otros habitantes, perpetrados por los soldados marroquíes, fue salvado por su padre, quien se llevó a su madre y al niño a Bilbao. Cuando terminó sus estudios de bachillerato, su padre lo llevó a Salamanca, aquella Universidad donde años atrás, Don Miguel de Unamuno, vasco como su padre, fue rector.

Allí estudió Historia medieval y Derecho y Ciencias Políticas. Como Juan de Aviraneta amaba los libros y le fascinaba las lecturas esotéricas, hurgó en ellos todo lo referente a los licántropos porque su padre le había comentado que  el capitán que ordenó el ataque a la población donde vivía su madre, era hijo de un militar rumano, famoso en su país por su crueldad. Dicen las malas lenguas de Bucarest que este nefasto personaje se convertía en un gigantesco licántropo de piel negra y merodeaba por las casas de los campesinos más pobres y atacaba a sus víctimas indefensas. Los campesinos se organizaron y con la ayuda de de un pueblo gitano, cercaron a ese zooter malvado y lo atacaron con estacas plateadas y después de rociarlo con agua bendita que les proporcionó un curita de origen campesino, le echaron petróleo en el cuerpo y lo quemaron vivo.

El pueblo depositó los restos del licántropo en el centro de la plaza, frente a la iglesia. Durante siete días, el sacerdote ofició la misa a las doce de la noche para que todos los engendros cercanos al monstruo, huyeran del lugar. Se dictó un curso en el ayuntamiento sobre Cómo matar a un licántropo . El hijo del monstruo huyó a Marruecos donde vivía el hermano de su padre que era distinto, pero lamentablemente Garba, heredó la maldad de su padre y de repente era licántropo como él.

Don Juan de Aviraneta prometió acabar con este asesino que según información confidencial había viajado al Perú, invitado por Varko, el temible licántropo, jefe de los licans. Esta era una de las razones por la que había viajado desde tan lejos. La otra, era Antonella, mi hija, a quien también le fascinaba las lecturas esotéricas e investigó la historia de los licans, enemigos acérrimos de las vampiras y vampiros y quienes se consideraban la verdadera raza de los lobos en la tierra y tenían como objetivo principal desaparecer a los descendientes del lobo de San Francisco de Asís.

Yo no sabía de las constantes visitas de Don Juan de Aviraneta a mi residencia. Mis hijas no me habían comentado nada. Será porque cada vez que visitaba a Yasmina, ella me bloqueaba completamente y solo tenía ojos para ella. Sin embargo, una vez que salía a La Ciudad…. Y dije que iba a regresar  tarde, olvidé en la casa la versión completa de Los miserables, de Víctor Hugo. Regresé y justamente en la lagunita de la entrada del arco de San Patricio, la vieja cigüeña dijo a uno de los patos de la laguna que el conde Stephen olía a suegro. Ellos no sabían que puedo leer el pensamiento y una vez que estaba en San Patricio, dejé el auto cerca a la casa del obispo de Canterbury y caminé y dije en voz alta para que me escucharan los traviesos gnomos que no dijeran nada a mis hijas. Ya cerca de la casa escuchaba a Don Juan que enamoraba a Antonella y ella estaba muy feliz. Yo me preguntaba si el día en que el conde se entere de mi amor por Yasmina, ¿Qué irá a ocurrir?...Le llevaba años y no sé cómo iría a reaccionar mi gran amigo. Escuché unas campanitas cerca de mis oídos. Eran Ghara y Harally, tan bonitas, tan señoritas, dispuestas a dar su vida por nosotros. Les pedí que me cantaran una vieja canción francesa que la cantaba El Tío Ben cuando estaba alegre: Hymne a l´amour, aquella maravillosa composición de Edith Piaf.


                                                                                          Eddy Gamarra Tirado

Capítulo 30
La playa de las gaviotas

Entre los paisajes hermosos de la Comunidad de San Patricio, destacaba la playa. Este maravilloso lugar era visita obligada de las aves como las gaviotas, palomas, pajaritos y también de aquellos zooters que cuando se zambullían en las blancas y espumosas olas, se convertían en lornas, corvinas y cojinovas. Hasta el tiburón jugueteaba en la profundidad de la playa de las gaviotas, pero no atacaba a nadie de la Comunidad porque fácilmente sería descubierto y cazado o pescado para luego,  condenarlo a muerte.

El mar no era bravo. Su color era verde azulino y los habitantes de la comunidad disfrutaban de sus aguas tranquilas. Sin duda, las personas de La Ciudad de los Reyes no podían llegar a esta playa porque el único contacto era La Comunidad de San Patricio. Trasponer el arco mágico y que solo lo podían hacer los zooters, vampiras, y los trolls como figuraba en los libros de la historia primigenia de sus habitantes. La gran mayoría iba desde muy temprano hasta las cinco de la tarde. Los buenos y los malos disfrutaban en la playa, menos las vampiras que no eran muy adictas a los baños de sol. Preferían la noche. Los lobos, también, cuando estaban transformados.

El Conde Jorginho viajó a Portugal y propuse un paseo a la playa, a partir de las cinco de la tarde, con toda la familia. Yasmina iría con nosotros. Los duendecillos, las haditas y las brujitas, también.
Mick, Tanger y Collins, aprobaron el curso vacacional y como premio vendrían a la playa con nosotros. Antonella compró muchos higos y flores para los tres muchachos y para Ghara y Harally.

La mayoría del grupo, a pesar de ser descendientes del amigo de San Francisco de Asís, no eran carnívoros, pero saborearon una lasagna a los tres quesos,  que Antonella aprendió de su madre, cuando vivía en Italia. El tío Ben,  que también estuvo con nosotros,  trajo unos buenos vinos cabernet sauvignon que un familiar suyo le envió desde Londres. La comida estuvo exquisita. Después de comer y beber algunas copas de vino tinto, la mayoría descansaba en la playa de las gaviotas y el Tío Ben, aprovechó un charco que las olas habían formado y descansó a cuerpo de rey. Yasmina me pidió que la acompañara. Le tomé de las manos y descalzos paseábamos y nos mojábamos los pies a lo largo de la orilla de la playa de las gaviotas, mientras el ocaso despedía al sol que se había vestido de color anaranjado y las aguas tendieron un puente plateado para el viajero que se atreviera conocer su palacio de cristal.

Nos quedamos sentados observando el principio de la noche donde el sol le dejó la posta a la blanca luna y al cielo estrellado. ¡Qué maravilla! Si pudiéramos quedarnos toda una eternidad como la estrella preferida de los lobos: la estrella Sirio. Estábamos echados en la arena mirando las estrellas hasta que nos quedamos dormidos. No sé cuánto tiempo pasó. Lo cierto es que el graznido de unos cuervos negros y horripilantes nos despertó. Eran como cincuenta y daban vuelta alrededor nuestro. Trataban de picarnos y hacernos daño. La transformación se hacía al instante y convertidos en lobos defendíamos nuestras vidas a mordiscos y arañazos. Después de cinco minutos luchando contra Libak y su cuerpo convertido en cuervos, llegaron las tres brujitas y con sus escobas formaron un remolino alrededor de los cuervos y las haditas espolvorearon aquel espacio y los cuervos estornudaban desesperadamente que tuvieron que huir de la playa de las gaviotas. Después del combate llegaron los demás lobos y amigos. Las mesnadas de Libak, el licántropo, huyeron despavoridas de allí. El tío Ben que se había quedado dormido por el vino, propuso un brindis por el amor y la amistad.


                                                                                                              Eddy Gamarra Tirado
Capítulo 29
Agnezka de los Milagros

El Obispo de Canterbury invitó a la Comunidad de San Patricio a una reunión en el Salón Mayor del Reino que era administrado por el Conde Hectorius. Con la intención de unir a tirios y troyanos en busca de la paz. Se sugirió que los diferentes grupos  preparasen algo especial que tenga como tema principal la amistad. Para ello, se formaron varios grupos y el día señalado el espectáculo fue agradable. No hubo agresión alguna. La coexistencia pacífica reinó en El Salón Mayor del Reino. Hectorius me dio la llave para preparar el espectáculo. 
Muchas avecillas del sector intermedio participaron Un bello cisne de color blanco, fue maestra de ceremonias. Se usó la tecnología de punta. Nos invitaron helados y confites. Diferentes grupos cantaron y destacaron la amistad, en especial el sector intermedio integrado por palomas, cotorras, monas, lornas y cojinovas que daban lo mejor de cada una. Sin embargo, lo mejor fue la comparsa. Un grupo integrado por seres de diferente especie, quienes emplearon instrumentos musicales diversos, Era el día de la creación donde los animales o zooters estaban juntos y no se atacaban unos a otros. Había vampiros, palomas, lobos, tejones, lornas y cojinovas y muchas aves más quienes rendían culto a la amistad. Entre el público presente, los licántropos observaban de reojo a las aves tiernas, a las lornitas y cojinovas para convertirlas en un rico manjar para sus apetitos nefastos. Rowina, que era la más “tragona” de las vampiras y la más callada,  le había echado el ojo a una lornita de piel blanca que recién había venido a la Comunidad y que era una exreligiosa muy tímida, dulce y débil. Su amiga, Elisabetta era de comida frugal y no bebía mucha sangre. Se cuidaba de mantener la línea, el poder y el tiempo. La tercera de las tres, era sobria en el comer y voraz en el chismear. Cada una de ellas, con características diversas  solían llevar la misa en paz.

Las vampiras decidieron tener una conversación con el Conde Jorginho para enfrentarse a los peligrosos licans. Elisabetta, la más sensual y convincente le habló al Tío Ben para que buscara esa reunión que se realizaría en el castillo del conde a las doce de la noche, una hora ideal para las vampiras. Esta vez irían con otra vampira de su categoría: Agnezka de los Milagros, de voz suave, cuyo timbre de voz era bajo. Sus labios carnosos y rojizos; el cabello de color púrpura y las manos pálidas. Antes de ser convertida por las tres, bebía mucha leche; ahora necesitaba mucha sangre porque estaba débil. Agnezka de los milagros, no realizaba milagro alguno. Bióloga que administraba un laboratorio, donde una de las actividades de este laboratorio era el análisis de sangre. Tan cerca de la sangre y con un olfato desarrollado, pensaba siempre en ese olor, color,  que la emocionaba, y la ponía nerviosa como si estuviera cometiendo un pecado. Elisabetta le leyó el pensamiento y comentó con sus amigas sobre Agnezka de los Milagros. Era el mejor milagro que ella les daba a las tres vampiras.  Ese nombre estaba en su partida de nacimiento. A pesar de su timidez, una vez que atrapaba a sus víctimas, le sacaba demasiada sangre que tenía que ser controlada por Elisabetta. Estas descendientes del Conde Drácula, no mataban a sus víctimas, solo bebían un poco de sangre, para no perder la costumbre. Agnezka tenía que aprender esta lección. A pesar de que en el rito de conversión, las tres vampiras bebieron de la sangre de Agnezka y casi se les pasa la mano. Hoy,  Agnezka pertenecía al grupo de Elisabetta y estaba lista para enfrentarse a los licans. Obtuvo el poder de volar como las brujas, debido a su poco peso. Es cierto que no podía superar su altura de vuelo más arriba de los álamos, pero sería de mucha ayuda para el grupo de Elisabetta di Sardegna.



                                                                                                                             Eddy Gamarra Tirado
Capítulo 28
14 de febrero

Aquel 14 de febrero no solo era el Día de San Valentín. También era mi cumpleaños. Una tarde calurosa de aquel día, los soldados irrumpieron en la tienda de mamá y dispararon a toda la familia de mi madre, bueno, casi a todas. Yo me salvé porque la costurera del pueblo me había llevado a su taller para probarme el vestido de cumpleaños que mamá había mandado preparar para que mi padre que regresaba de Gibraltar me viera tan bonita. Así me salvé. Papá regresó con unos amigos españoles, una hora después de la matanza y no lo podía creer: ¡Ella estaba muerta! Como lo estaban sus padres y hermanas. Fue un terrible bombardeo. Mi padre, furioso, se iba transformando y huyó del lugar y se escondió entre unas tiendas destrozadas por los soldados. Toda la noche se escuchó por aquellos lugares el aullido lastimero de un lobo. Ya en las primeras horas de la mañana, papá fue al hotel a disculparse con sus amigos que eran unos empresarios en joyas,  de Sevilla. Más tranquilo, preguntó por su hija Yasmina. En la administración le informaron que una señora que conocía a la dirigente saharawi que fue abatida por los militares marroquíes, llegó a la oficina con una niñita vestida de blanco. Dejó una dirección para que él me recogiera.

Siempre mi padre ha tratado de ocultar este 14 de febrero, para que yo no sufra tanto. Debe ser, por eso, que siempre olvida esta fecha trágica y cualquier día puede ser mejor que el día de mi cumpleaños. Es difícil ubicar a papá este día. Huye de la ciudad, quiere estar solo. No avisa a nadie dónde está. Yo lo percibo y sé que está llorando pronunciando un nombre mientras mira hacia el infinito buscando una respuesta.

Ayer conversé con el Señor de Aviraneta quien conoció a mamá. Él era un adolescente, yo iba a cumplir un año de edad. La madre de él era la costurera del pueblo y muy amiga de mi madre. Cuando ocurrió la desgracia, yo estaba en el taller de la madre del Señor de Aviraneta.

Mi madre conoció el Perú cuando vino a una Convención Internacional y representaba a la mujer Saharawi. Mi padre la conoció aquí, se enamoró de mamá y le pidió que se quedara en su país, le prometió matrimonio, pero mamá estaba muy identificada con el Frente Polisario y su pueblo. Entre estos dos amores que estaban dentro de su corazón, ella escogió la nación Saharawi y le pidió que la visitara. Meses después, papá viajó a reunirse con mamá y pasó días maravillosos. Después tuvo que ausentarse porque tenía que viajar a Sierra Leona por un negocio muy importante. No era la primera vez que viajaba a ese país y tenía amigos porque había vivido dos años allí.

Cuando papá fue al café donde se reunía con sus socios, se cruzó con una antigua amiga, que era bella, ambiciosa y enigmática. Esta mujer era Asteris, la mamba negra, con quien tuvo una esporádica y tormentosa relación. La Mamba, que se había enterado que era un hombre rico, trató a toda costa de atraparlo. Todas las noches se convertía en serpiente y lograba entrar a su habitación y lo esperaba desnuda, siempre contoneándose para que él caiga en sus redes y saciar sus apetitos lascivos e intereses personales. Mi padre no le hacía caso. Su pensamiento y sus ojos estaban puestos en aquella bellísima mujer saharawi de cabello largo y profundos ojos negros.

Papá le pidió que lo dejara en paz. Asteris le solicitó le comprara un pasaje de ida y vuelta para la Ciudad de los Reyes donde vivía Anulia, una vieja paisana y también le pidió unos aretes con diamantes para olvidarse de él. Una vez que logró su cometido, viajó y fue recibida en el aeropuerto de La Ciudad de… por Anulia y Lurok, el tejón. Ellos le consiguieron trabajo y se quedó en esta ciudad, después de manifestarles su condición de zooter muy allegada a la cobra y sus amigos los licans.
Mi madre vivió casi dos años con mi padre, quien realizaba sus viajes a diferentes países y después regresaba a encontrarse con ella. Cuando yo nací, mi padre estaba feliz y había programado vivir en España con nosotras, después de que yo cumpla el primer año de edad. Mamá le contaba a su amiga, la costurera, que no se explicaba  cómo había podido enamorarse del Conde Jorginho con una pasión animal. La respuesta fue una noche de luna y cielo estrellado. Ambos estaban echados en las arenas del desierto convertidos en lobos.

Mi padre me recogió e hizo los trámites necesarios para llevarme a su país. Acá estoy rodeada de Stephen,  los amigos de mi padre y de los huéspedes de Stephen. Me he vuelto fuerte como me ha educado papá y mi mayor objetivo es destruir a los enemigos de mi padre: los tenebrosos licántropos y sus amigas las serpientes y otras alimañas.

                                                               “Canto en amor pregonero
                                                               Un catorce de febrero
                                                               En que Él se la llevó”.


                                                                                                                           Eddy Gamarra Tirado

jueves, 12 de marzo de 2015

Capítulo 27
El conde Nolberto

Después del gran trabajo del amigo Carrascal, Nolberto de Paracatú trajo a la comunidad sana y salva a Nella. Ella estaba bien y necesitaba un poco de reposo. Jorginho sugirió que las tres chicas deberían pasar unos días en su castillo porque Yasmina las había invitado y el Tío Ben había prometido cantar aquella hermosa canción que me gustaba mucho: “Ne me quite pas”
.
Mi gran ejército estaba constituido, además de los duendecillos con sus torpezas, las haditas y su intervención en el momento preciso; las brujitas: Maluxa, Andreínha y Janice con sus conocimientos de medicina tradicional y moderna a base de hierbas y extrañas pócimas. Asimismo, formaban la defensa, mis amigos como el sabio Ben, que disfrutaba de la piscina durante todo el día. También estaba el señor de Aviraneta que como zooter era un camello gigante que conoció de cerca a la madre de Yasmina en el Pueblo Saharawi desde que él era niño y la consideraba como una tía debido a la amistad de su madre con la de Yasmina.

Uno de los amigos más fieles era el conde Nolberto de Paracatú, amiguero, Casanova, excelente gastrónomo y protector de las hijas de sus amigos, a quienes había conocido desde pequeñas. Paracatú era una ciudad de la región de Minas Gerais. Paracatú pertenece a la lengua tupí y tomó el nombre por el río Paracatú que en esa lengua significa “Río bueno”. El conde Nolberto, viajero empedernido, conoció a mis hijas en sus viajes que a veces yo lo acompañaba por España, Francia e Italia. En varias oportunidades coincidimos con Jorginho que se dedicaba a la venta de diamantes y esmeraldas  por diferentes países del mundo. Hoy, Nolberto tenía una empresa gigantesca de transportes terrestres, marítimos y de aviación, que utilizaban los hombres más poderosos de de la tierra y aunque no era zooter, su metamorfosis era la de un Troll que solía prestar ayuda a sus amigos cuando se sentía la presencia nefasta de los licántropos. Estos atacaron alguna vez a sus hijos y ellos fueron salvados por un cuy gigantesco que había preparado una mezcla de pólvora y otros elementos que les lanzó a los licans que lograron huir con quemaduras fuertes y que los mantuvo lejos de la Comunidad por un año.

A partir de entonces, Hectorius, el Auditor Mayor del Reino, se convirtió en uno de sus mejores amigos, solo que cuando dejaba su figura zooter, se convertía en un hombre de pequeña estatura y de buen peso, porque como era sibarita como el conde Nolberto, siempre le estaba jugando una broma a su amigo y este lo “amenazaba” con darle perejil.

En estos día, mientras el conde Jorginho viajaba por ciudades portuguesas por fines estrictamente personales, el Troll, que era su metamorfosis, organizó la defensa del castillo para proteger a mis hijas y a Yasmina, en caso que los licans y las serpientes se atrevan a atacar a los pacíficos lobos.

Fue una oportunidad maravillosa, así que mientras el Tío Ben cantaba en francés y narraba la vida de Frank Sinatra, yo me veía con Yasmina en su biblioteca, que es el lugar donde ella y yo elegimos para leer, conversar de libros y de cine y para estar juntos…muy juntos.


                                                                                             Eddy Gamarra Tirado
Capítulo 26
La misa de San Valentín

Una cotorra contó sobre la historia de San Valentín en una reunión anterior a la misa que iba a oficiar el Obispo de Canterbury. Estaban en las primeras bancas palomas, guacamayos, lornas y cojinovas en su atuendo humano. Ellas formaban con otros seres de la escala zoológica el ejército intermedio que estaba con Dios y con el diablo. Cantaban muy bonito y estaban llenas de obsecuencia, miedo, chisme y envidia. No eran ni lo mejor, ni lo peor de la comunidad. Constituyen parte de la chismografía imperante de los pueblos chicos y un infierno grande. Eran un mal necesario. Allí, dirigidas por la cotorra mayor, se golpeaban el pecho y rajaban de lobos y licans, poderosos y débiles. El Señor de Aviraneta decía que si la cotorra sabía del chisme, este viajaba más veloz que los periódicos y las redes sociales.

Era una obligación estar presentes en esta misa donde se hablaba de amistad y de amor. Antonella no pudo estar presente porque tenía que ir con el Conde Nolberto a un lugar llamado Puente Piedra donde habitaba un huesero famoso llamado Carrascal, y le ayudaría con su columna, después del ataque de la anaconda. Yo conocía a esta persona amiga e hizo un buen trabajo con los dolores de columna de  mi hija.

Entre los fieles asistentes, además de aves, cotorras y otros animales estaban Varko y sus amigotes. Se le veía con un collarín y con mal semblante. En cuanto a Libak, estaba con un bastón y cojeaba. Anulia tenía moretones en la cara y Asteris, cortes en el rostro y en la cabeza. Es por eso que llevaba un sombrero de paja para que cubra sus heridas. La que estaba peor era Anacé, quien tenía toda la cabeza vendada y manchas de la sarna en sus brazos largos. A pesar de estos inconvenientes, siempre llevaba la cruz de San Anselmo.
No me había dado cuenta que Anulia estaba en silla de ruedas y la llevaba Lurok. Las tres serpientes, después de escuchar al “Obispo”, que pedía paz en la Comunidad de San Patricio, sacaron sus  rosarios, repetían constantemente “Ora pro nobis”…”Ora pro nobis” y a la hora del Padre nuestro, abrían las manos salpicadas de sarna y oraban en voz alta para que el Obispo las oyera.

El conde y sus amigos rezaban en silencio y en ningún momento descuidaban a sus encarnizados enemigos, los licántropos, que identificados con un crucifijo en el pecho, mostraban a los demás su aire de religiosidad. Si el Obispo se enterara, se derrumba la sagrada Iglesia de nuestro Santo protector, mascullaba el conde Jorginho. En cuanto a  la bella Elisabetta, la callada Rowina y la renegona Alejandra, nunca iban a misa porque siempre se levantaban tarde, por razones obvias. Sin embargo, en la noche visitaban el templo y realizaban un trabajo de equipo, porque la dama de Sardegna hurgaba en la mente de los fieles ; Alejandra,  comentaba con las dos, lo que escuchaba a las mujeres que asistían a la iglesia, generalmente, campesinas y jóvenes pescadoras. En el caso de Rowina, olía con facilidad la sangre fresca de los jóvenes y muchachas  que habían venido solas. Intercambiaban opiniones, las tres y decidían quiénes serían las escogidas, después de la misa de las ocho de la noche.

Había luna llena y la oscura noche se ofrecía silenciosa y lúbrica  para las vampiras sedientas que hace mucho tiempo no bebían sangre fresca. Es menester advertir a mis lectores y lectoras que ellas no eran asesinas. Solo tenían sed…de sangre.

Después de la misa, las palomitas ofrecían a cada persona una tarjetita con palabras dulces y una golosina. Nosotros, por seguridad, no comimos la golosina. Nos quedamos con la tarjetita y arrojamos el dulce al tacho de basura. Parece que alguien, recogió estas golosinas y las comió con sus amigas. En menos de una hora, tres humildes trabajadoras se quejaban de dolor y vomitaban un líquido blanquecino que despedía un mefítico olor. No estaba el Dr. Soiral, médico de la Comunidad. La gente estaba desesperada. Nicole me dijo a los oídos “Las tres brujitas”, y de inmediato les envié un mensaje a las tres que estaban en el atrio de la iglesia. Cuando Sandra y su hermana subieron al carro, Maluxa, Janice y Andreinha esperaban  dentro del auto a las tres trabajadoras,  que fueron traídas por Hectorius, Jorginho y Yasmina. Prepararon la medicina,  a base de hierbas que   tenían en su bolsa. Las pobres obreras bebieron la pócima que era una vieja receta que Morgana dejó para sus descendientes y que tenía resultados positivos. Después,  que se recuperaron, prometieron no comer  lo que la gente arrojaba a los tachos de basura. Lo curioso es que las otras personas que salieron de la iglesia y comieron las golosinas, no tuvieron ninguna complicación. Sin embargo, Yasmina,  que tenía un oído finísimo, escuchó a Varul que le decía a una de las palomas, que es su amiga de confianza, le entregue las golosinas  al conde Jorginho y sus amigos más cercanos. Le agradecí a Yasmina con un beso en la mejilla. Ella me miró con mucha ternura y yo bajé la cabeza después de ver sus ojos negros. Cuando ella se alejaba, solté a los vientos: “Te veré en el jardín de tu casa”. En mis oídos se escuchaba. “Allí estaré”.

La gente salía de la iglesia,  unas contentas por el Día de San Valentín; otras como Anulia que se quejaba en la silla de ruedas por el líquido que arrojara como defensa el Gran Tío Ben. Las manos de la vieja cobra estaban con sarna y ella lo sabía, menos mal que el obsecuente Lurok tenía paciencia para trasladarla de un lado a otro. Asteris y su sombrero que le cubría sus heridas,  olía en el ambiente la presencia de sus enemigos, los trasgos, quienes, a pesar de estar invisibles, observaban a las serpientes y soltaban una carcajada que muchos de los circunstantes oían,  pero que no sabían de dónde venía. Anacé, a pesar de estar golpeada conversaba alegremente con el avestruz negro que era tan grande como ella. Así la terrible anaconda pasaba su vida entre bromas y odio, entre golpes y constricciones..

                                               La piscina es fresca y honda
                                               Para la anaconda
                                               Tú lo sabes de sobra
                                               Ponzoñosa cobra.

Micki, después de tararear estos versos, le dio una patada a Tanger y este empezó a perseguirlo. Collins  buscaba sus lentes y lo atropellaron sus hermanos. En ese momento se hicieron visibles y Nicole y Sandra rompieron a reír con las ocurrencias de los tres duendecillos.



                                                                                                                             Eddy Gamarra Tirado