Capítulo 38
Las tribulaciones de Ludwig
El marqués de Ludwig llegó a la
comunidad hace algunas décadas, invitado por Luis Alberto de Sajonia. Después
de acreditar su condición de zooter ante las autoridades de San Patricio,
trabajó en un proyecto social para la Comunidad. Una vez terminado su trabajo,
iba a regresar a su comunidad zooter en una población alemana, pero Ludwig se
enamoró de una bella campesina y no regresó más. No le gustaba que le llamaran
por su título nobiliario. Bastaba que le trataran como Ludwig y era suficiente.
Hizo amistad con Juan de Aviraneta y siempre discutían de política. Nunca se
alteraban. Ambos eran “cuchara brava” y disfrutaban de las maravillas
culinarias que ofrecía este maravilloso país. Ludwig había subido de peso e
intentaba bajar algunos kilos a base de maíz y agua de manzana, pero parece que
aumentaba más. Su amigo camello le propuso desarrollar sus discusiones, pero
caminando. Le pareció una buena idea. Así fue que caminaron, caminaron y
caminaron hasta que llegaron a la zona campesina. Ambos se metamorfosearon y
allí el camello se enteró que su amigo de polendas era un gallo giro y recordó
alguna canción que escuchó en algún barrio de La Ciudad de los reyes: “ Cuidado
con el gallo giro que el ajiseco lo mata”. Aviraneta recordó también aquel
cuento de Abraham Valdelomar que Antonella le prestó y que cuenta la historia
del Caballero Carmelo, un gallo valiente y luchador.
En aquel lugar observaron a
varias gallinas de colores encendidos que cacareaban cuando los observaron.
Para no asustarlas, regresaron a su forma humana. Las gallinas hicieron lo
mismo. Eran bellas campesinas de cabello castaño que pretendieron huir, pero
Aviraneta les dijo que no temieran que no eran licans y pertenecían como ellas
a la Comunidad. Ludwig miraba a una de las muchachas que tenía un lunarcito
cerca a los labios y se prendó de ella. La bella campesina le sonrió y bajó la cabeza.
La mayor de ellas les preguntó qué buscaban por estos lares y el gallo le
contestó: “dos cosas puntuales…”y continuó el rollo con un discurso para unas
cuantas personas. Las chicas, que no entendían de estas cosas, al final del
discurso, aplaudieron al marqués. Este estaba satisfecho con los aplausos y más
contento aún con la chica del lunar que le hacía latir su corazón con más
fuerza.
A partir de ese día, el gallo no
dejaba de visitar a la doncella. Cuando estaban lejos de su casa, ambos se
convertían en gallo y gallina y buscaban el alimento entre cantos y cacareos .
Es más, a Ludwig se le dio por cantar, de acuerdo a su naturaleza animal y ella
se sentía muy feliz con las melodías germanas que Ludwig sabía de memoria.
Había química entre Ludwig y Marietta, la campesina. Una tarde en que ellos
paseaban por el campo, una nube de murciélagos se dirigía a la aldea. Ludwig
pronunció un nombre que hizo temblar a Marietta: Varul. Sí, este engendro
demoníaco estaba en la aldea y había que avisar a los campesinos.
A pesar de la
dificultad que tenía para caminar, Ludwig corría junto a su amada. Soportó el
sobrepeso, y a pesar de ello, avanzó hacia la casa del representante de los
campesinos y alertó de la presencia de Varul . Una gaviota decidió volar a la casa
del conde Jorginho para denunciar la presencia del lican. Yasmina captó la
desesperación de la avecilla y pidió al tío Nolberto que estaba de visita, los
acompañase. En unos cuantos trancos, el amigo troll llegó a la aldea, después,
llegamos nosotros, las brujitas y los duendes y ubicamos al malvado Varul que
estaba a punto de raptar a un corderito de dieciséis años y que era prima de
Marietta. Varul negó querer hacerle daño a la doncella, pero Ludwig le increpó
su conducta arrabalera y solicitó permiso para colgar “in situ” a ese miserable.
Que sea desde el árbol más alto, increpó Agnezka que estaba de paseo por la
aldehuela de los campesinos. Pese a su tamaño, el gallo estaba decidido a todo,
pero la presencia de Luis Alberto de Sajonia que venía en nombre del Obispo de
Canterbury, salvó al maldito licántropo que aprovechando la discusión entre el
gallo y el caballo, huyó como lo que era, un cobarde de la peor ralea. Las
brujas al mensaje de Yasmina, siguieron a Varul y el gallo fue ovacionado por
los campesinos que pifiaron al representante del Obispo. Los jóvenes campesinos
sacaron sus instrumentos musicales y el padre de Marietta sirvió un chopp de
cerveza que ellos preparaban en forma artesanal. Ludwig quiso mandarse otro discurso, pero
Marietta lo sacó a bailar y todos aplaudieron. Tanger recitó unos versos en
honor a Ludwig.
Tenor
pregonero
Hábil
parlanchín
Orondo,
mujeriego
El
gallo machín.
Siempre
saca pecho
Luciendo
la cresta
Muy
de madrugada
Levantarse
cuesta.
Vienen
las apuestas
En
el coliseo.
¿Quién
dijo yo?
Hombre
bravo, hombre feo
¿Acaso
eres tú?
¿Giro
o Carmelo?
Dos
cosas puntuales
Señor
jugador,
Quiero
despedirme
Como
un gran Señor
De
esa damisela
Que
me encandila
Desde
la cocina:
Señora
gallina
Con
su cacareo
Mi
mayor deseo
Es
tenerla aquí
Oyendo
mi canto
Del
quiquiriquí.
Los duendecillos bailaron también
con Ludwig. El padre de Marietta les regaló muchos higos y ellos se subieron en
los hombros del troll, que los llevó a casa. En cuanto al gallo, fue declarado
huésped ilustre de la aldea y defensor de la libertad. En un un arranque de
emoción, Ludwig lanzó un exabrupto que se escuchó en toda la población:
“¡Quiquiriquiiií!”….
Eddy
Gamarra Tirado