lunes, 23 de marzo de 2015

Capítulo 28
14 de febrero

Aquel 14 de febrero no solo era el Día de San Valentín. También era mi cumpleaños. Una tarde calurosa de aquel día, los soldados irrumpieron en la tienda de mamá y dispararon a toda la familia de mi madre, bueno, casi a todas. Yo me salvé porque la costurera del pueblo me había llevado a su taller para probarme el vestido de cumpleaños que mamá había mandado preparar para que mi padre que regresaba de Gibraltar me viera tan bonita. Así me salvé. Papá regresó con unos amigos españoles, una hora después de la matanza y no lo podía creer: ¡Ella estaba muerta! Como lo estaban sus padres y hermanas. Fue un terrible bombardeo. Mi padre, furioso, se iba transformando y huyó del lugar y se escondió entre unas tiendas destrozadas por los soldados. Toda la noche se escuchó por aquellos lugares el aullido lastimero de un lobo. Ya en las primeras horas de la mañana, papá fue al hotel a disculparse con sus amigos que eran unos empresarios en joyas,  de Sevilla. Más tranquilo, preguntó por su hija Yasmina. En la administración le informaron que una señora que conocía a la dirigente saharawi que fue abatida por los militares marroquíes, llegó a la oficina con una niñita vestida de blanco. Dejó una dirección para que él me recogiera.

Siempre mi padre ha tratado de ocultar este 14 de febrero, para que yo no sufra tanto. Debe ser, por eso, que siempre olvida esta fecha trágica y cualquier día puede ser mejor que el día de mi cumpleaños. Es difícil ubicar a papá este día. Huye de la ciudad, quiere estar solo. No avisa a nadie dónde está. Yo lo percibo y sé que está llorando pronunciando un nombre mientras mira hacia el infinito buscando una respuesta.

Ayer conversé con el Señor de Aviraneta quien conoció a mamá. Él era un adolescente, yo iba a cumplir un año de edad. La madre de él era la costurera del pueblo y muy amiga de mi madre. Cuando ocurrió la desgracia, yo estaba en el taller de la madre del Señor de Aviraneta.

Mi madre conoció el Perú cuando vino a una Convención Internacional y representaba a la mujer Saharawi. Mi padre la conoció aquí, se enamoró de mamá y le pidió que se quedara en su país, le prometió matrimonio, pero mamá estaba muy identificada con el Frente Polisario y su pueblo. Entre estos dos amores que estaban dentro de su corazón, ella escogió la nación Saharawi y le pidió que la visitara. Meses después, papá viajó a reunirse con mamá y pasó días maravillosos. Después tuvo que ausentarse porque tenía que viajar a Sierra Leona por un negocio muy importante. No era la primera vez que viajaba a ese país y tenía amigos porque había vivido dos años allí.

Cuando papá fue al café donde se reunía con sus socios, se cruzó con una antigua amiga, que era bella, ambiciosa y enigmática. Esta mujer era Asteris, la mamba negra, con quien tuvo una esporádica y tormentosa relación. La Mamba, que se había enterado que era un hombre rico, trató a toda costa de atraparlo. Todas las noches se convertía en serpiente y lograba entrar a su habitación y lo esperaba desnuda, siempre contoneándose para que él caiga en sus redes y saciar sus apetitos lascivos e intereses personales. Mi padre no le hacía caso. Su pensamiento y sus ojos estaban puestos en aquella bellísima mujer saharawi de cabello largo y profundos ojos negros.

Papá le pidió que lo dejara en paz. Asteris le solicitó le comprara un pasaje de ida y vuelta para la Ciudad de los Reyes donde vivía Anulia, una vieja paisana y también le pidió unos aretes con diamantes para olvidarse de él. Una vez que logró su cometido, viajó y fue recibida en el aeropuerto de La Ciudad de… por Anulia y Lurok, el tejón. Ellos le consiguieron trabajo y se quedó en esta ciudad, después de manifestarles su condición de zooter muy allegada a la cobra y sus amigos los licans.
Mi madre vivió casi dos años con mi padre, quien realizaba sus viajes a diferentes países y después regresaba a encontrarse con ella. Cuando yo nací, mi padre estaba feliz y había programado vivir en España con nosotras, después de que yo cumpla el primer año de edad. Mamá le contaba a su amiga, la costurera, que no se explicaba  cómo había podido enamorarse del Conde Jorginho con una pasión animal. La respuesta fue una noche de luna y cielo estrellado. Ambos estaban echados en las arenas del desierto convertidos en lobos.

Mi padre me recogió e hizo los trámites necesarios para llevarme a su país. Acá estoy rodeada de Stephen,  los amigos de mi padre y de los huéspedes de Stephen. Me he vuelto fuerte como me ha educado papá y mi mayor objetivo es destruir a los enemigos de mi padre: los tenebrosos licántropos y sus amigas las serpientes y otras alimañas.

                                                               “Canto en amor pregonero
                                                               Un catorce de febrero
                                                               En que Él se la llevó”.


                                                                                                                           Eddy Gamarra Tirado

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