jueves, 12 de marzo de 2015

Capítulo 25
Después de la lluvia

Cuando escampó, el arco iris estaba presente y las brujitas jugaban a la ronda con sus escobas en medio del jardín del castillo. Los trasgos miraban extasiados los colores del arco iris y Ghara con su hermanita entonaron una canción llamada Eidelweiss , que nos agradó demasiado. Me sentía tan feliz después de esos maravillosos momentos que pasé con Yasmina. Era las cinco de la tarde, pero no hubo ninguna tragedia como la de Ignacio Sánchez Mejías; todo lo contrario. Fueron minutos extraordinarios de pasión y amor. Sedientos bebíamos el uno del otro el néctar que la naturaleza nos ofrecía atrevida y cruel, furiosa y lasciva.  Dábamos gracias al cielo por permitir estos momentos de dicha que parecía que estábamos en otro planeta donde los días duran más.

Mis huéspedes estaban en el jardín cerca de los dos, para no permitir que nada suceda y si en caso venga el conde-decía Janice, una de las brujitas- avisar con tiempo para marcharnos a casa. Estaba muy agradecido con Maluxa y sus hermanas por todo lo que hacían por mis hijas. Nunca me había sentido tan feliz con Yasmina. Hasta la lluvia contribuyó para que nos encontráramos en su alcoba. Nadie nos molestó y cuando ella se quedó dormida, recordaba la primera vez que la vi y aquella noche que estaba ebrio y a punto de ser atraído por las tres vampiras con sus lascivas miradas y sus colmillos grandes y ojos amarillentos. El aullido de una enorme loba contra las tres descendientes del conde Drácula, las puso en aviso que ese cuerpo era de ella y que le pertenecía. El olor mágico del patchuli de Yasmina se metía por todo mi cuerpo y me provocaba placer indescriptible e inevitable.

Sería como las ocho de la noche y mientras Micki, Tanger y Collins triscaban de un lado a otro, Harally  sonaba sus alitas de campanita y las brujas tomaban sus escobas y todos nosotros salimos del castillo de Yasmina,  mientras ella me miraba y me hacía adiós con la mano. Yo le contestaba con un beso volado y a lo lejos, el auto del Conde atravesaba el arco mágico de la Comunidad de San Patricio para dirigirse a su castillo donde le esperaba su hija amada.


                                                                                                              Eddy Gamarra Tirado

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