Capítulo 147
El tiempo pasa…
Los periódicos africanos
mencionaban las muertes por el ébola y cómo eran tantos, no indicaban los
nombres de las víctimas. Anulia y su séquito infernal esperaron que regresara
Asteris con su familia para fortalecer el grupo, pero nunca llegó. Según la
vieja cobra, el ébola la mató. Lurok le advirtió que no viajara, pero ella no
le hizo caso. La shushupe fue la única que lloró la muerte de su amiga Asteris.
Anacé le dijo al grupo ofídico que no
deberían demostrar debilidad sino lo contrario, porque ellas se habían
convertido en la verdadera defensa del pueblo de Mr. Kanter y que era momento
de pedirle al padrecito un aumento jugoso por servicios prestados a la
Institución.
La cobra que conocía bien al fraile
desanimó a la anaconda y le dijo que dejara las nubes y pisara su realidad.
Bastante habían logrado ellas con el apoyo del enigmático Paritt. Tenían su
propia oficina con computadoras, mesas de trabajo, lugar para el descanso,
sueño y chismes del día. ¿Qué más le podían pedir al padrecito? Hay que saber
reconocer su bondad y que su presencia en el CENTRADOM era providencial y que
los intermedios las respetaban a las buenas o a las malas, pero las respetaban.
Siempre tenían el apoyo de su amigo Paritt que no se cansaba de brindarles
desayunos y almuerzos de trabajo por su gran capacidad y dedicación que se lo
habían ganado con sangre, sexo y muerte.” Estas palabras, es entre nos”- dijo
la vieja cobra mientras guiñaba a Lurok y al sapito Burú. El morboso anuro le
dijo al oído al mapache:
- - Gallina vieja da buen caldo.
-
No te la des de sapo -le gritó la vieja cobra que ya
conocía de qué pie cojeaba Burú.
Anacé,
Dorotea y Tránsito, reían por la cara que puso el sapito. Estaba todo de verde
y trató de balbucear una disculpa y solo le Salió-a manera de eructo- un sonoro
“croac” que provocó la carcajada de los asistentes. La garrapata sacó de su
bolso una botella de pisco y celebraron las ocurrencias de Burú con la anuencia
de la vieja cobra. No faltaron los tamales que siempre traía la comadre de
Anulia, así que se olvidaron rápidamente de Asteris y la vida continuaba para
Anulia y su séquito mortal que estaban dispuestas a continuar con su batalla
contra Yasmina y los lobos.
El Arcipreste
de Colán se encargó de la Primera Comunión y la Confirmación de los niños de la
aldea, pero fue en una iglesia del puerto del Callao. Evitaron solicitar a Mr.
Kanter la iglesia de San Patricio porque era el encargado, aunque no el dueño. Un ómnibus los recogía en
la entrada del arco y los regresaba hasta el mismo lugar. Rafo Rebatta,
profesor de fútbol y juegos recreativos acompañaba a los muchachos y regresaba
con ellos. Les advertía a los muchachos y muchachas que si se portaban mal les iba a poner
“Chero…chero”. Los hijos e hijas de los aldeanos celebraban con el carismático
mono Rafo su amenaza y terminaban con una sonora carcajada que empezaba con el
mismo profesor de la Comunidad.
Después de
la jornada religiosa, regresaban los chicos y chicas y traían al Arcipreste
para invitarle un pantagruélico almuerzo en la aldea. Allí se encontraba con
Ludwig y recordaban gratos momentos que pasaron con los integrantes de la
“mafia” en su centro de trabajo. El arcipreste era un destacado gourmet y
siempre hablaba de comida, religión y de “la mafia”. Esta vez le invitaron pan
al ajo, ñoquis, lasagna a la bolognesa y un buen vino tinto y café que pidió
repetición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo… Se había
olvidado de bendecir la mesa por el hambre que traía y dijo entre una copa y
otra que nunca es tarde para estar con
el Señor…y siguió comiendo con un voraz apetito que Ludwig “se quedaba
chiquito!”. Es Ud. Un buen tenedor le decía el suegro de Ludwig y los
comensales reían y agradecían por enseñarles a sus hijos a ser buenos cristianos.
En verdad,
“El capellán de la mafia” realizó un trabajo digno de un especialista. Nadie
sospechó sobre su viaje a Marruecos en el mismo avión que Asteris de Fatma.
Estuvieron en el mismo hotel con la mayoría de los turistas. Participaron en el
tour por la ciudad de Casablanca y su mercado árabe y al final del día, el
“capellán de la mafia”, se transformó en un orangután y mientras Asteris dormía,
se trepó por las ventanas e ingresó a la habitación. Asteris no lo olió por
razones obvias y cuando despertó por algún ruido provocado por el orangután, se
transformó en serpiente y en ese cambio, el orangután sacó el arma especial y
apuntó al cuerpo de la mamba negra y le descargó todos los venenos que contenía
la pistola y la venenosa serpiente no pudo hacer nada. Se fue encogiendo poco a
poco, intentó escapar por la ventana, pero no tenía fuerzas para contrarrestar
el ataque del “capellán de la mafia”.
Una vez que
el “capellán” cumplió su misión, regresó a su figura humana, abrió la puerta de
la habitación y se dirigió al restaurante del hotel para comer algunos
bocadillos porque esta actividad le había dado hambre. Yo me pregunto si
nuestro simpático “capellán de la mafia”, ¿No será descendiente del religioso
que acompañaba a Robin Hood? Todo es posible…¿Por qué no?
Eddy
Gamarra T.
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