Capítulo 152
Un pequeño souvenir
Quién Podría decir que el garrido
vampiro y de perfil bajo Pietro di Siracusa gustaba mucho de la playa. Los
vampiros prefieren los bosques donde cazan y recuperan sus energías. Esto lo
sabe muy bien Elisabetta y sus amigas y este secreto lo tienen soterrado y de
esta manera evita que los licans estén husmeando en el bosque cuando las
vampiras cazan. Pietro solo les había acompañado una sola vez. Elisabetta había
leído los planes y visitas nocturnas de su querido primo y siempre estaba a la
expectativa de sus conquistas. Menos mal que su interés por Nicole se esfumó
porque Pietro es obstinado y su tozudez la llevaba al extremo. Así que
Elisabetta siempre le recomendaba discreción y perfil bajo al nada menos que hijo
del duque Amadeo di Sardegna, hombre poderoso, no solo en Italia sino en otros
países europeos donde la comunidad de los vampiros estaba muy bien organizada.
Pietro era refractario a cualquier
consejo de Elisabetta y su padre. Sin duda, confiaba en su fortaleza, valentía
y velocidad. También destacaba como amante y sus bellos ojos azules y el poder
de convencimiento que tenía, lograba convencer a las bellas mujeres que se
cruzaban en su camino. Por eso es que resultaba inextricable el interés de
Pietro tanto por Lynn de Marec, cuanto por Irascema do Bahía, dos mujeres
enigmáticas, sensuales con virtudes muy
personales, riquezas y poder debido a sus relaciones con personajes de la
política europea y americana.
Muchos se han preguntado por qué el
desmedido interés de los Dinos y otros personajes de la nobleza que han
preferido vivir en San Patricio que es una mezcla del siglo XVIII Y XXI. Nuestros
lectores saben de este mundo paradisíaco donde puedes encontrar maravillas como
el tulipán negro y aves y animales que existen en otros continentes, pero en
San Patricio los puedes encontrar; igualmente con productos de la costa, sierra
y selva. Además, el aire que se respira es puro. Poca gente fuma. Uno de ellos
es Lapitt de Sajonia que cuando está en San Patricio, disminuye su ración de
tabaco y se desquita cuando se va al Pozuzo para visitar su fábrica de cerveza.
Aquí en San Patricio, hasta los
malvados fuman poco. La derrengada cobra ha dejado de fumar, pero ha aumentado
su hambre voraz. Burú fuma poco ahora, come poco y acosa demasiado a las
gaviotas y otras aves. Lurok no fuma. No sé si por no gastar o por ahorrar.
Wanda, tampoco. Las otras serpientes no fuman; comen…y matan.
El único vampiro que fuma es Pietro
y es un caballero con sus grandes amigas de la playa. Ha preparado un horario
de visita a sus adorables amigas y ellas nunca se pelean por él. Total, ahora
están solteras y se comportan como las solteras modernas: Hacen lo que quiera.
Bueno, esto en palabras, no siempre en hechos. Pietro no tiene mayores
problemas con ellas. Él toca la mandolina y les canta bellas canciones de su tierra.
Las endulza, las mima y ama como a ellas les gusta; las hipnotiza y de cada una
de ellas, bebe su sangre sin causarle mayores molestias; más bien cuando les
deja aquellos dos puntitos en sus cuellos, las damas de la playa, en el
paroxismo de la carne piden más y más. Pietro no se opone y satisface a ambas
hasta dejarlas extasiadas y dormidas.
Cuando Pietro llegó a San Patricio,
se convirtió en un guardián valioso de la residencia de las vampiras, pero en
estos días de primavera, por el solo prurito de visitar y buscar su alimento,
ha dejado a sus compañeras solas. Aunque las vampiras son poderosas, sin
embargo, extrañan la presencia de un hombre que con el tiempo ocupará el cargo
del duque Amadeo. Ellas saben del valioso vampiro que vive en la casa de su
prima Elisabetta. Es un honor tenerlo con el grupo de vampiras de San Patricio.
Burú y Lurok habían constatado por
intermedio de Caterina de Montebianco las continuas visitas del italiano a la
zona de la playa. Un domingo que estaba en la casa de Irascema do Bahía, Pietro
e Irascema olieron la presencia de los licántropos, serpientes y espías
alrededor de su casa. Varko se convirtió en decenas de ratas que intentaron
ingresar por la alcantarilla a la casa de Irascema. Ellos no sabían que
Irascema tenía amplios conocimientos de magia negra y desde que se vino a vivir
a su casa de playa, la protegió con elementos que solo ella conocía además de
sus abracadabrantes palabras que no permitieron que las ratas pudieran
ingresar. Los fuertes chillidos de las ratas eran porque sus cuerpos se estaban
quemando y no les quedó otra que retirarse y recuperar Varko su apariencia
humana. Libak fracasó también cuando se convirtió en una bandada de cuervos que
pretendieron ingresar por la chimenea y las ventanas de la buhardilla. Toda la
casa estaba protegida y como no contaban con Varul que poseía conocimientos de
magia negra, decidieron quemar toda la casa. La cernícalo trajo gasolina y quiso rociar la residencia, pero
se encontró con Yasmina, convertida en águila, que ya había avisado a las
vampiras, le arrebató el recipiente y les echó a varios licans y solo faltaba
el fuego que su abuelo convertido en el unicornio blanco les arrojó y que una
vez más tuvieron que huir. En la fuga de los licans y las serpientes que
estaban atemorizadas, Elisabetta y sus amigas, desde los árboles, lanzaron
flechas a sus enemigos y aliados que convertidos en licans y otros animales,
gritaban de ira y dolor. La defensa de los Dinos y amigos se había hecho
inaccesible y la unión de las vampiras impelidas por el pacto de sangre se hizo
frecuente para defender al controvertido Casanova que no tenía cuando parar.
Irascema y Pietro agradecieron al abuelo, Yasmina y Elisabetta por haber
ayudado a vencer por enésima vez a los malvados licans. De la que se salvó la
valetudinaria cobra que esperaba que su ahijado Lurok le contase con lujos de
detalles el enfrentamiento de sus huestes contra Irascema do Bahía y el vampiro italiano. Como sería la sorpresa que recibió Anulia cuando
Lurok, Wanda y la cotorra vieja le contaron que dragones y espíritus malignos
que no corresponden a su cofradía, los habían atacado con fuego y flechas. El
pobre Lurok recibió un flechazo en el salvohonor que no se sentaría por dos
meses. Otros licans enviados por Varkolak a prender fuego a la residencia
recibieron de Elisabetta, Rowina, Agnezka y Alejandra una andanada de flechas
mezcladas con ají que les habrá picado el poto por un buen tiempo. Los
duendecillos recogieron del bosque una buena cantidad de ají y entregaron a
Alejandra. Esta preparó una especie de curare criollo para el trasero de la
gente malvada como los licans y sus aliados.
Eddy Gamarra T.
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