viernes, 4 de septiembre de 2015


Capítulo 152
Un pequeño souvenir

Quién Podría decir que el garrido vampiro y de perfil bajo Pietro di Siracusa gustaba mucho de la playa. Los vampiros prefieren los bosques donde cazan y recuperan sus energías. Esto lo sabe muy bien Elisabetta y sus amigas y este secreto lo tienen soterrado y de esta manera evita que los licans estén husmeando en el bosque cuando las vampiras cazan. Pietro solo les había acompañado una sola vez. Elisabetta había leído los planes y visitas nocturnas de su querido primo y siempre estaba a la expectativa de sus conquistas. Menos mal que su interés por Nicole se esfumó porque Pietro es obstinado y su tozudez la llevaba al extremo. Así que Elisabetta siempre le recomendaba discreción y perfil bajo al nada menos que hijo del duque Amadeo di Sardegna, hombre poderoso, no solo en Italia sino en otros países europeos donde la comunidad de los vampiros estaba muy bien organizada.

Pietro era refractario a cualquier consejo de Elisabetta y su padre. Sin duda, confiaba en su fortaleza, valentía y velocidad. También destacaba como amante y sus bellos ojos azules y el poder de convencimiento que tenía, lograba convencer a las bellas mujeres que se cruzaban en su camino. Por eso es que resultaba inextricable el interés de Pietro tanto por Lynn de Marec, cuanto por Irascema do Bahía, dos mujeres enigmáticas,  sensuales con virtudes muy personales, riquezas y poder debido a sus relaciones con personajes de la política europea y americana.

Muchos se han preguntado por qué el desmedido interés de los Dinos y otros personajes de la nobleza que han preferido vivir en San Patricio que es una mezcla del siglo XVIII Y XXI. Nuestros lectores saben de este mundo paradisíaco donde puedes encontrar maravillas como el tulipán negro y aves y animales que existen en otros continentes, pero en San Patricio los puedes encontrar; igualmente con productos de la costa, sierra y selva. Además, el aire que se respira es puro. Poca gente fuma. Uno de ellos es Lapitt de Sajonia que cuando está en San Patricio, disminuye su ración de tabaco y se desquita cuando se va al Pozuzo para visitar su fábrica de cerveza.

Aquí en San Patricio, hasta los malvados fuman poco. La derrengada cobra ha dejado de fumar, pero ha aumentado su hambre voraz. Burú fuma poco ahora, come poco y acosa demasiado a las gaviotas y otras aves. Lurok no fuma. No sé si por no gastar o por ahorrar. Wanda, tampoco. Las otras serpientes no fuman; comen…y matan.

El único vampiro que fuma es Pietro y es un caballero con sus grandes amigas de la playa. Ha preparado un horario de visita a sus adorables amigas y ellas nunca se pelean por él. Total, ahora están solteras y se comportan como las solteras modernas: Hacen lo que quiera. Bueno, esto en palabras, no siempre en hechos. Pietro no tiene mayores problemas con ellas. Él toca la mandolina y les canta bellas canciones de su tierra. Las endulza, las mima y ama como a ellas les gusta; las hipnotiza y de cada una de ellas, bebe su sangre sin causarle mayores molestias; más bien cuando les deja aquellos dos puntitos en sus cuellos, las damas de la playa, en el paroxismo de la carne piden más y más. Pietro no se opone y satisface a ambas hasta dejarlas extasiadas y dormidas.

Cuando Pietro llegó a San Patricio, se convirtió en un guardián valioso de la residencia de las vampiras, pero en estos días de primavera, por el solo prurito de visitar y buscar su alimento, ha dejado a sus compañeras solas. Aunque las vampiras son poderosas, sin embargo, extrañan la presencia de un hombre que con el tiempo ocupará el cargo del duque Amadeo. Ellas saben del valioso vampiro que vive en la casa de su prima Elisabetta. Es un honor tenerlo con el grupo de vampiras de San Patricio.

Burú y Lurok habían constatado por intermedio de Caterina de Montebianco las continuas visitas del italiano a la zona de la playa. Un domingo que estaba en la casa de Irascema do Bahía, Pietro e Irascema olieron la presencia de los licántropos, serpientes y espías alrededor de su casa. Varko se convirtió en decenas de ratas que intentaron ingresar por la alcantarilla a la casa de Irascema. Ellos no sabían que Irascema tenía amplios conocimientos de magia negra y desde que se vino a vivir a su casa de playa, la protegió con elementos que solo ella conocía además de sus abracadabrantes palabras que no permitieron que las ratas pudieran ingresar. Los fuertes chillidos de las ratas eran porque sus cuerpos se estaban quemando y no les quedó otra que retirarse y recuperar Varko su apariencia humana. Libak fracasó también cuando se convirtió en una bandada de cuervos que pretendieron ingresar por la chimenea y las ventanas de la buhardilla. Toda la casa estaba protegida y como no contaban con Varul que poseía conocimientos de magia negra, decidieron quemar toda la casa. La cernícalo trajo  gasolina y quiso rociar la residencia, pero se encontró con Yasmina, convertida en águila, que ya había avisado a las vampiras, le arrebató el recipiente y les echó a varios licans y solo faltaba el fuego que su abuelo convertido en el unicornio blanco les arrojó y que una vez más tuvieron que huir. En la fuga de los licans y las serpientes que estaban atemorizadas, Elisabetta y sus amigas, desde los árboles, lanzaron flechas a sus enemigos y aliados que convertidos en licans y otros animales, gritaban de ira y dolor. La defensa de los Dinos y amigos se había hecho inaccesible y la unión de las vampiras impelidas por el pacto de sangre se hizo frecuente para defender al controvertido Casanova que no tenía cuando parar. Irascema y Pietro agradecieron al abuelo, Yasmina y Elisabetta por haber ayudado a vencer por enésima vez a los malvados licans. De la que se salvó la valetudinaria cobra que esperaba que su ahijado Lurok le contase con lujos de detalles el enfrentamiento de sus huestes contra Irascema do Bahía y el  vampiro italiano. Como  sería la sorpresa que recibió Anulia cuando Lurok, Wanda y la cotorra vieja le contaron que dragones y espíritus malignos que no corresponden a su cofradía, los habían atacado con fuego y flechas. El pobre Lurok recibió un flechazo en el salvohonor que no se sentaría por dos meses. Otros licans enviados por Varkolak a prender fuego a la residencia recibieron de Elisabetta, Rowina, Agnezka y Alejandra una andanada de flechas mezcladas con ají que les habrá picado el poto por un buen tiempo. Los duendecillos recogieron del bosque una buena cantidad de ají y entregaron a Alejandra. Esta preparó una especie de curare criollo para el trasero de la gente malvada como los licans y sus aliados.


                                                                                                         Eddy Gamarra T.

No hay comentarios:

Publicar un comentario