viernes, 4 de septiembre de 2015

Capítulo 143
Amores de estudiante

La primavera no solo era una estación de las flores y las peleas entre muchachos, era también la estación del amor. En este segundo semestre muchos estudiantes habían definido su ingreso a las Universidades, entre ellos mis duendecillos traviesos. Ya habían viajado por el norte con sus compañeros. Estuvieron advertidos cuando visitaran Máncora, que en aquel lugar, Libak cometió un asesinato en serie contra un grupo de turistas jóvenes. A pesar de estar protegidos , su distracción podía haberles jugado una mala pasada. Menos mal que nada ocurrió y ahora estaban disfrutando con sus compañeros y compañeras de clase de los pocos meses que les quedaba para terminar su Quinto año de Secundaria.

Antonella observó que Micki, había crecido más que sus hermanos. Ya no era el más pequeño de los tres, pero sí el más zamarro. Se cambiaba de ropa muy seguido para visitar a una amiga con el pretexto de hacer la tarea. Tanger había bajado de peso. Ya no comía tanto dulce de higo que lo había engordado. Collins, le pidió a Yasmina que le regale el 31 de octubre que era el cumpleaños de los tres, una colonia francesa para él y sus hermanos. De un momento a esta parte, Collins, Micki y Tanger se volvieron estudiosos y todos los días después de almuerzo, visitaban a unas amigas para realizar la tarea de Física, que les parecía muy difícil. Antonella y sus hermanas  decidieron investigar el paradero de los tres duendecillos. No fue difícil seguirlos. Sabían que no se podían ocultar de los trasgos que tenían como virtud, identificar con facilidad la presencia de “sus hermanitas”. Para ellos, cada persona tenía un olor característico, no por los perfumes o colonias que usaran sino por su constitución genética. Ellos no lo podían explicar pero lo sabíamos los lobos y manteníamos el secreto de esta virtud.
Nunca se habían preocupado tanto por la ropa y el andar aseados, pero las cosas habían cambiado desde que se acercaron a tres amiguitas de su promoción. Lo más interesante era que ellas estaban muy enamoradas de los duendecillos galantes y estos prometieron a Yasmina y a las chicas que no demostrarían en ningún momento su capacidad de desaparecer o elevar a las personas. Si lo hacían,  provocarían pánico entre las chicas y solo conseguirían espantarlas.

El abuelo nos había comentado que Tanger, Micki y Collins visitaban con frecuencia la biblioteca de San Patricio y leían los versos de Blanca Varela, César Vallejo, Pablo Neruda, Gustavo A. Bécquer, Cesare Pavese y otros poetas. Los tres escribían sus versos de amor y se los mostraban al abuelo para que dé su opinión. El gran Unicornio blanco sonreía y les daba ánimo a los elfos porque esta etapa que estaban viviendo era muy bella y los hacía soñar. También se les dio por la música y cada vez que Juan de Aviraneta se sentaba al piano y tocaba los nocturnos de Chopin, los tres enamorados aparecían dentro de la casa de Antonella y se sentaban a escuchar, arrobados, las hermosas melodías que interpretaba el esposo de Antonella en el piano.

Cuando escuchaban la sonata Claro de luna de Ludwig van Beethoven, sus ojos se tornaban llorosos y las lágrimas les caían por sus mejillas. Collins y sus hermanos se abrazaban y recordaban los tristes años que pasaron antes de ser rescatados y de llegar a este mundo de edén que nosotros conocíamos como la comunidad de San Patricio. Agradecían a Antonella por cuidarlos y buscar lo mejor para ellos. Antonella no podía soportar verlos sollozar y al final, al igual que Sandra y Nicole, terminaba llorando con ellos. La nostalgia y la maravilla de la música los hacía diferentes y sus tribulaciones se las contaban a sus “hermanas” porque ellas los criaban y no querían que se sintieran solos. Collins le decía a Juan de Aviraneta que no solo estaba feliz por haber ingresado a la Universidad sino que se sentía otra persona y cada vez que veía a Raisa, se trababa al hablar y sentía que la cara le quemaba. Juan comprendía que el pequeño Collins estaba enamorado y que a pesar de su espíritu pícaro y travieso, anidaba en su alma un pequeño ruiseñor que sentía latir su corazón por Raisa, una hermosa niña palestina que conoció en su colegio y no quería que se terminen las clases nunca.

Los otros dos elfos estaban en la misma situación que Collins. Planificaron ir al cine con las chicas en la noche. Yasmina encargó a las tres brujitas para que protejan a los muchachos. Así fue. Micki, Tanger y Collins y sus amiguitas se fueron al cine y disfrutaron de la película. Compraron cancha y gaseosa para las chicas, pero ellos llevaron postres de Angeline para que les endulzara los labios-según consejo de Juan de Aviraneta-

Cogidos de la mano con las chicas y un beso de vez en cuando en los labios, produjeron en estas criaturas élficas un cariño muy grande. Algunos de mis lectores dirá que eran unos tontos, pero, en verdad, eran muchachos sanos y respetuosos de la dignidad de las mujeres por más jóvenes que sean. Tanger y Fátima, después de la película, salieron tarareando la música de fondo; Micki y Zarella iban abrazados, mientras Collins y Raisa jugaban con las manos como dos niñitos de Inicial. Qué mayor felicidad ver a los tres duendecillos que habían encontrado el amor en su colegio. Amores de estudiante donde se mezclaba el estudio, el deporte, el arte y la religión. No olvidemos que Micki, Tanger y Collins eran los sacristanes preferidos del colegio que tanto querían y que a veces se olvidaban que eran tres seres mágicos que llegaron a la comunidad de San Patricio y que nos daban mucho cariño y felicidad porque ellos estaban con nosotros. Ahora que faltaba tan poco para que termine el colegio, ellos disfrutaban al máximo. No faltaban. Jugaban en los recreos y se paseaban con las chicas por el patio, orgullosos de pertenecer a su Promoción 74 y de no estar solos. Sus compañeros y compañeras de la Promoción los saludaban y ellos se sentían importantes porque habían sido aceptados por los integrantes de su Promoción y eran los alumnos raros que aprendían a vivir con jóvenes de su edad, aunque diferentes a ellos pero que sentían ese cariño a su colegio y a sus profesores a pesar de ser de naturaleza mágica que muchos no entenderían jamás. Ellos mismos se preguntaban si en verdad eran reales o producto de la imaginación de algún escritor que se le ocurrió darles vida para ver después qué hacer con ellos. Si así fuera, se rebelarían como el personaje de una novela de Miguel de Unamuno para que no mate a su personaje porque ellos eran importantes y merecían vivir como viven los grandes personajes de la literatura universal. Ellos exigirían al estilo de Pirandello ser incluidos en alguna obra que trate sobre estudiantes guapos enamorados de tres bellas muchachas y que sería un golazo porque se trata de Micki, Tanger y Collins, tres elfos de primera que contaban con la anuencia de otros lectores en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu santo…Amén.


                                                                                                          Eddy Gamarra T.

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