Capítulo 143
Amores de estudiante
La primavera no solo era una
estación de las flores y las peleas entre muchachos, era también la estación
del amor. En este segundo semestre muchos estudiantes habían definido su
ingreso a las Universidades, entre ellos mis duendecillos traviesos. Ya habían
viajado por el norte con sus compañeros. Estuvieron advertidos cuando visitaran
Máncora, que en aquel lugar, Libak cometió un asesinato en serie contra un
grupo de turistas jóvenes. A pesar de estar protegidos , su distracción podía
haberles jugado una mala pasada. Menos mal que nada ocurrió y ahora estaban
disfrutando con sus compañeros y compañeras de clase de los pocos meses que les
quedaba para terminar su Quinto año de Secundaria.
Antonella observó que Micki, había
crecido más que sus hermanos. Ya no era el más pequeño de los tres, pero sí el
más zamarro. Se cambiaba de ropa muy seguido para visitar a una amiga con el pretexto
de hacer la tarea. Tanger había bajado de peso. Ya no comía tanto dulce de higo
que lo había engordado. Collins, le pidió a Yasmina que le regale el 31 de
octubre que era el cumpleaños de los tres, una colonia francesa para él y sus
hermanos. De un momento a esta parte, Collins, Micki y Tanger se volvieron
estudiosos y todos los días después de almuerzo, visitaban a unas amigas para
realizar la tarea de Física, que les parecía muy difícil. Antonella y sus
hermanas decidieron investigar el
paradero de los tres duendecillos. No fue difícil seguirlos. Sabían que no se
podían ocultar de los trasgos que tenían como virtud, identificar con facilidad
la presencia de “sus hermanitas”. Para ellos, cada persona tenía un olor
característico, no por los perfumes o colonias que usaran sino por su
constitución genética. Ellos no lo podían explicar pero lo sabíamos los lobos y
manteníamos el secreto de esta virtud.
Nunca se habían preocupado tanto
por la ropa y el andar aseados, pero las cosas habían cambiado desde que se
acercaron a tres amiguitas de su promoción. Lo más interesante era que ellas
estaban muy enamoradas de los duendecillos galantes y estos prometieron a
Yasmina y a las chicas que no demostrarían en ningún momento su capacidad de
desaparecer o elevar a las personas. Si lo hacían, provocarían pánico entre las chicas y solo
conseguirían espantarlas.
El abuelo nos había comentado que
Tanger, Micki y Collins visitaban con frecuencia la biblioteca de San Patricio
y leían los versos de Blanca Varela, César Vallejo, Pablo Neruda, Gustavo A.
Bécquer, Cesare Pavese y otros poetas. Los tres escribían sus versos de amor y
se los mostraban al abuelo para que dé su opinión. El gran Unicornio blanco
sonreía y les daba ánimo a los elfos porque esta etapa que estaban viviendo era
muy bella y los hacía soñar. También se les dio por la música y cada vez que
Juan de Aviraneta se sentaba al piano y tocaba los nocturnos de Chopin, los
tres enamorados aparecían dentro de la casa de Antonella y se sentaban a
escuchar, arrobados, las hermosas melodías que interpretaba el esposo de
Antonella en el piano.
Cuando escuchaban la sonata Claro
de luna de Ludwig van Beethoven, sus ojos se tornaban llorosos y las lágrimas
les caían por sus mejillas. Collins y sus hermanos se abrazaban y recordaban
los tristes años que pasaron antes de ser rescatados y de llegar a este mundo
de edén que nosotros conocíamos como la comunidad de San Patricio. Agradecían a
Antonella por cuidarlos y buscar lo mejor para ellos. Antonella no podía
soportar verlos sollozar y al final, al igual que Sandra y Nicole, terminaba
llorando con ellos. La nostalgia y la maravilla de la música los hacía
diferentes y sus tribulaciones se las contaban a sus “hermanas” porque ellas
los criaban y no querían que se sintieran solos. Collins le decía a Juan de
Aviraneta que no solo estaba feliz por haber ingresado a la Universidad sino
que se sentía otra persona y cada vez que veía a Raisa, se trababa al hablar y
sentía que la cara le quemaba. Juan comprendía que el pequeño Collins estaba
enamorado y que a pesar de su espíritu pícaro y travieso, anidaba en su alma un
pequeño ruiseñor que sentía latir su corazón por Raisa, una hermosa niña
palestina que conoció en su colegio y no quería que se terminen las clases
nunca.
Los otros dos elfos estaban en la
misma situación que Collins. Planificaron ir al cine con las chicas en la
noche. Yasmina encargó a las tres brujitas para que protejan a los muchachos.
Así fue. Micki, Tanger y Collins y sus amiguitas se fueron al cine y
disfrutaron de la película. Compraron cancha y gaseosa para las chicas, pero
ellos llevaron postres de Angeline para que les endulzara los labios-según
consejo de Juan de Aviraneta-
Cogidos de la mano con las chicas y
un beso de vez en cuando en los labios, produjeron en estas criaturas élficas
un cariño muy grande. Algunos de mis lectores dirá que eran unos tontos, pero,
en verdad, eran muchachos sanos y respetuosos de la dignidad de las mujeres por
más jóvenes que sean. Tanger y Fátima, después de la película, salieron
tarareando la música de fondo; Micki y Zarella iban abrazados, mientras Collins
y Raisa jugaban con las manos como dos niñitos de Inicial. Qué mayor felicidad
ver a los tres duendecillos que habían encontrado el amor en su colegio. Amores
de estudiante donde se mezclaba el estudio, el deporte, el arte y la religión.
No olvidemos que Micki, Tanger y Collins eran los sacristanes preferidos del
colegio que tanto querían y que a veces se olvidaban que eran tres seres
mágicos que llegaron a la comunidad de San Patricio y que nos daban mucho
cariño y felicidad porque ellos estaban con nosotros. Ahora que faltaba tan
poco para que termine el colegio, ellos disfrutaban al máximo. No faltaban.
Jugaban en los recreos y se paseaban con las chicas por el patio, orgullosos de
pertenecer a su Promoción 74 y de no estar solos. Sus compañeros y compañeras
de la Promoción los saludaban y ellos se sentían importantes porque habían sido
aceptados por los integrantes de su Promoción y eran los alumnos raros que
aprendían a vivir con jóvenes de su edad, aunque diferentes a ellos pero que
sentían ese cariño a su colegio y a sus profesores a pesar de ser de naturaleza
mágica que muchos no entenderían jamás. Ellos mismos se preguntaban si en
verdad eran reales o producto de la imaginación de algún escritor que se le
ocurrió darles vida para ver después qué hacer con ellos. Si así fuera, se
rebelarían como el personaje de una novela de Miguel de Unamuno para que no
mate a su personaje porque ellos eran importantes y merecían vivir como viven
los grandes personajes de la literatura universal. Ellos exigirían al estilo de
Pirandello ser incluidos en alguna obra que trate sobre estudiantes guapos
enamorados de tres bellas muchachas y que sería un golazo porque se trata de
Micki, Tanger y Collins, tres elfos de primera que contaban con la anuencia de
otros lectores en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu santo…Amén.
Eddy Gamarra T.
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