Capítulo 149
El Duque Amadeo di Sardegna
Elisabetta y Mischa se veían todos
los días a la misma hora en la suite de ella porque la familia de Mischa ya
había regresado de Roma y él necesitaba verse con Elisabetta. Había
transcurrido cincuenta años que no se veían. Los vampiros no envejecían y para
mantenerse jóvenes necesitaban de sangre de hombres para Elisabetta y sangre de
mujeres para Mischa. Lo nuevo en esta generación de vampiros es que ellos no
cometían asesinatos como los de las generaciones anteriores.
Elisabetta y Mischa se conocieron
hace doscientos años y sus amores impetuosos no fueron bien vistos porque
Mischa no era de la nobleza. Su espíritu gitano y su destreza para el violín lo
llevaron por diferentes países y siempre recordaba a su amor. Ambos luchaban
constantemente para verse. La poderosa familia de Elisabetta la casó con un
marino genovés que tenía fortuna pero que no era vampiro. El pobre, a pesar de
su bondad y riquezas, envejeció y Elisabetta se separó de él. El viejo marino
nunca se olvidó de ella y antes de morir, legó toda su fortuna a Elisabetta di
Sardegna. Mischa que no pudo luchar contra la poderosa familia de Elisabetta,
viajó por Europa del este y vivió como buen gitano en diferentes pueblos,
muchos amores y víctimas que daban indirectamente su ración de sangre que no
las perjudicaba ni las mataba. El solo hecho de escuchar al maravilloso Mischa,
las jóvenes de aquel tiempo estaban dispuestas a dar su vida por él.
Como el gobierno de Italia inició
la persecución de los vampiros por varias muertes no resueltas y que en verdad,
habían sido cometidas por los licántropos, Elisabetta viajó a San Patricio, un
lugar especial para vivir con los zooters donde compró una hermosa residencia
lejos del mundanal ruido y que le permitiría asistir a la Universidad donde iba
a dictar cursos sobre literatura italiana e Historia del Arte. Cuando cesó la
persecución, la familia de Elisabetta le pidió que regresara a Firenze, pero
ella no quiso estar en aquel bello lugar que le traía recuerdos inolvidables.
Había sufrido demasiado sin la presencia de Mischa, es por eso que prefirió
vivir lejos del amor.
Ahora que estaba en Firenze y lo
había encontrado aunque casado y con hijos, disfrutó al máximo estar cerca de
él y su encierro en la suite solo aceptaba la presencia de Mischa donde ambos,
como Adán y Eva permanecían desnudos y se unían como si fuera la última vez que
estarían vivos y la sociedad los había castigado con la pena de muerte.
La última semana que le quedaba a
Elisabetta, ella le pidió a Mischa visitar a su tío el Duque Amadeo di Sardegna
. Era el familiar que sí permitía la presencia de Mischa. Ahora que ocupaba el
cargo más importante de los vampiros en toda Europa, valía la pena que
Elisabetta visitara a su tío. Fueron bien recibidos y Elisabetta fue informada
de todo el movimiento de los vampiros en Europa. También conversó con su tío
sobre su primo Pietro di Siracusa que estaba contento en San Patricio y no
pensaba regresar a Italia. Le comentó sobre la realidad de los vampiros contra
los temibles licans que habían asesinado a Maribella en la Comunidad. Lo que no
le contó a su tío era su virtud de leer el pensamiento porque así se enteraba
de lo que pensaba el duque. El duque estaba contento con la presencia de su
sobrina y le pidió una vez más que regresara a Italia, pero Elisabetta no
aceptó. Allí vivía Mischa con su familia. Aunque para un vampiro no interesaba
mucho el estado civil o religioso, a Elisabetta le hubiera gustado tenerlo solo
para ella y veía que era imposible. Quedarse en Firenze, imposible. Sin
embargo, agradeció mucho a su tío y le solicitó que en caso de complicarse las
cosas contra los licans y sus aliadas las serpientes, envíe a diez de sus
mejores hombres para dar por terminada esta guerra que le quitaba la paz que
ella tanto ansiaba.
El duque di Sardegna prometió a
Elisabetta que no la dejaría desamparada. Ellos habían luchado contra los
licántropos que alguna vez en la historia fueron sus esclavos y con todo el mal
que estaban ocasionando en San Patricio, era necesario exterminarlos como lo
habían hecho en algunos países de Europa. El duque pidió de manera especial que
Mischa participara en un concierto donde estarían los vampiros más
representativos de Italia. Allí tendrían la oportunidad de escuchar tocar a
Mischa algunos caprichos de Paganini, su músico preferido. Mischa no se opuso,
total era vampiro como ellos e interpretaría para Elisabetta lo mejor de su
repertorio entre ellos el concierto para violín y orquesta de Ludwig van
Beethoven.
Después de este maravilloso
concierto y el agradecimiento de los vampiros más importantes de Europa,
Elisabetta viajó de regresó a la comunidad de San Patricio y a sus clases en la
Universidad. Trajo un presente de Mischa que lo usarías siempre: un dije de oro
que representaba un violín Stradivarius que es el violín que le dejó su padre y
que valía una fortuna y con este maravilloso instrumento de Cremona deleitaba a
todo aquel que lo escuchara. Podría decirse parafraseando a un artista, que bastaba
escuchar a Mischa el gitano y podrías morir tranquilo.
Elisabetta permaneció en su
residencia escuchando las grabaciones de Mischa y la tristeza se dibujaba en su
rostro. Esperaba la promesa de Mischa que vendría a la Ciudad…para brindar un
concierto de beneficio para los niños de la aldea de San Patricio.
Eddy
Gamarra T.
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