martes, 8 de septiembre de 2015

Capítulo 162
¡Halloween!

Un 31 de octubre, Día de Halloween, los licans y sus amigos celebraban en un club campestre de la Ciudad… un año más de su venida a la comunidad de San Patricio. La reunión fue a lo grande. Todos estaban disfrazados. Invitaron a Mr. Kanter y sus asesores, quienes, después del almuerzo, se retiraron temprano. Invitaron a las intermedias. No fueron todas sino un grupo muy allegado a ellos. También invitaron a Lynn de Marec y Caterina de Montebianco. Ellas fueron  y se mezclaron con las chicas del CENTRO. Por fortuna, se retiraron temprano, sin despedirse, porque si lo hacían, no les dejarían retirarse. No podían faltar a la fiesta Anulia y sus serpientes; Lurok, Wanda y la vieja cotorra. No faltó nada. Música tropical, buena comida, eso sí, cuando se trataba de comida, el fraile no escatimaba  menor esfuerzo. También abundaba la cerveza y muchas ganas de bailar.

Como todos los años, los licans se quedaban hasta el final y  llevados por el alcohol recordaban sus años de esclavitud en Europa ante los vampiros. Igualmente señalaban a sus enemigos más encarnizados de la Comunidad, los lobos y los Dinos. Una vez derrotada la manada del conde Jorginho, todo sería fácil para apoderarse no solamente de San Patricio sino también del CENTRADOM. Los Licans bebían y bebían, salvo Varko y Libak que no eran de mucho beber y comer. Su mayor alimento eran las mujeres, y en este caso, las intermedias. Ya habían escogido a sus víctimas y preparaban el ambiente llevándolas a pasear por el inmenso parque del club. Allí estaban los dos licans con las chicas. Como ellos eran apuestos, las ingenuas muchachas accedieron fácilmente al paseo. Una vez que cada uno de ellos estaba listo para la seducción, violación y muerte de las infortunadas intermedias, escucharon diversos gruñidos alrededor de ellos. Ocho lobos se acercaban a ellos. Las dos intermedias, salieron despavoridas pero no fueron atacadas por la manada. Anacé que estaba descansando en un árbol, convertida en la enorme anaconda, vio a las dos gaviotas que corrían como si hubieran visto al diablo. Tomó su forma real y las detuvo. Les preguntó por qué huían y ellas solo atinaban a decir “lo…bos, lo…bos”. Anacé avisó a la vieja cobra y como ella ya no podía desplazarse sola, envió a la shushupe y la garrapata convertida en pitón para que acompañaran a la anaconda y atacaran a los lobos. Wanda avisó a los otros licans que estaban ebrios y todos ellos se fueron al enfrentamiento contra sus enemigos. Las intermedias huyeron de aquel lugar a toda prisa.

Varko y Libak se convirtieron en  dos  enormes licántropos. Su gruñido salvaje parecía al de los leones. Estaban avisando a los otros monstruos. Entre ellos estaban los licans recién llegados, que fueron los únicos que estaban armados con sus dagas,  cuchillos, hachas vikingas y manoplas. Quince licans que casi duplicaban a los lobos. Yasmina captó la presencia de los otros licans y arremetió contra Varko con una velocidad asombrosa que el jefe de los licans no pudo evitar. La loba mordió una pata de Varko a punto de arrancarla y que no le permitiría desplazarse con rapidez. Cuando Varko quiso contraatacar, Yasmina se retiró rápidamente y siempre en guardia estuvo lista para morderle la otra pata. Mis tres lobas atacaron a Libak que era veloz pero no pudo evitar las mordeduras de Antonella, Sandra y Nicole en el lomo. El marido de Nicole y el novio de Sandra esperaban en la retaguardia junto al camello, el cuy, el troll, el caballo y la rana.

Cuando llegaron los otros licans y vieron a los ocho lobos, saboreaban de antemano el triunfo. Los tres matones se dirigieron contra mis tres hijas y en ese momento apareció el troll con un pedazo de huarango que es muy duro y empezó a golpear a los licans. Detrás de él el camello y el caballo pateaban a los licans. El cuy los mordía, pero se volvían a levantar. Desde los árboles, las vampiras y Pietro lanzaban flechas contra los enemigos que no soportaban estas saetas y aullaban de dolor. Las serpientes buscaban a Yasmina para aniquilarla y en ese momento aparecieron los duendecillos con sus resorteras y lanzaban piedras contra ellas. Cuando una de ellas intentó atrapar a uno de mis duendecillos, este desaparecía y volvía a aparecer por otro lado apuntando contra ella. Micki y Tanger simulaban huir de la shushupe y la llevaron a un claro donde estaba Irascema y las otras brujas quienes lanzaron sus pócimas contra la shushupe que estaba desesperada y le picaba todo el cuerpo. El ácido del veneno que prepararon contra ella, le corroía la piel que la shushupe inútil,  intentaba lanzar su veneno contra ellas. Agnezka preparó su carcaj y las flechas contra esta serpiente asesina y descargó su furia contra ella  y la atravesó por todas partes. Los duendecillos la dejaron bien muerta y regresaron para enfrentarse a las otras.

Los licántropos no huyeron. Se enfrentaron a los lobos. Buscaban a mis hijas que eran las lobas más pequeñas pero ellas estaban protegidas por Jean Pierre, Tadeo, el novio de Sandra y por mí. Yasmina era la loba más fuerte, sin embargo, su padre estaba cerca de ella. Varko, incansable, combatía contra Yasmina. A pesar de tener las dos patas heridas, luchaba hasta morir. No corría de la contienda. Igualmente, los otros tres que se enfrentaban al troll y su grupo. Usaban sus cuchillos y hachas. Buscaban los enormes pies del troll para lanzarles cortes que no le permitieran caminar. Uno de ellos logró lanzar el hacha que le produjo un enorme corte en el talón del troll y que lo obligó a sentarse. Los tres licans se miraron y decidieron lanzarse con furia contra él, en ese instante apareció el unicornio blanco y se ubicó delante del troll. Los licans se burlaron del bello animal y cuando prepararon sus hachas para matar al unicornio, el cuerno blanco se activó y lanzó contra estos tres asesinos una descarga de fuego intensa que no pudieron evitar y terminaron calcinados. Apenas quedaba un montón de cenizas que el viento se encargó de esparcirlas.

Mientras el camello lanzaba sus patadas y sus escupitajos, no se dio cuenta de la anaconda que lo envolvió y empezó a triturarlo con fuerza que ya no podía respirar el pobre Juan. Micki observó que el camello estaba en peligro y avisó a Irascema y las tres brujitas que se lanzaron como un rayo desde los aires, con sus escobas y empezaron a golpearla con furia. La enorme boa abrió sus fauces y trató de atrapar a una de las brujitas y desde un árbol,  Elisabetta le lanzó una flecha envenenada con el veneno que le dio la bruja mayor y acertó dentro de sus fauces que ahogaba a la anaconda y desesperadamente trataba de expulsar el poderoso veneno que se introdujo  en su cuerpo y la asfixiaba lentamente. Ya había soltado el cuerpo del camello que estaba con problemas de respiración y que fue retirado del campo para recibir la ayuda de las brujitas.

Los otros licans mordieron por diferentes partes del cuerpo al caballo y al cuy. El troll, malherido, volvió a coger su mazo gigantesco y golpeaba a diestra y siniestra contra los licans. Eran diez los asesinos y tenían rodeados a nuestros amigos. De repente, se escuchó un grito de guerra: ¡Guerra a muerte a los licans! Y unos treinta aldeanos comandados por el valiente Ludwig y su casco prusiano,  arremetieron contra los diez licans. Las armas de los aldeanos eran picos, palas, azadones, lanzas y su valor y coraje a toda prueba que hicieron retroceder al enemigo. Ludwig y su espada no cesaba de arengar a sus guerreros y estos luchaban a muerte porque necesitaban vivir en paz y proteger a su familia del abuso constante de los licans.

Dorotea, la pitón,  había observado la muerte de la shushupe y  Anacé. Temía por su vida y optó por esconderse. Elisabetta leyó sus pensamientos y Alejandra del Cuadro la olfateó y ubicó detrás de unos arbustos. Envió a Pietro con su arco y flechas envenenadas tras de la pitón. El vampiro era muy rápido y no se iba a dejar sorprender por la serpiente. Sabía dónde estaba escondida y lanzó una flecha incendiaria que obligó a la pitón salir de su guarida. Cuando la serpiente vio a Pietro con sus flechas listas para lanzarlas contra ella, se metamorfoseó en garrapata para ser un blanco difícil del vampiro. Pietro ya estaba enterado de las  metamorfosis de Dorotea y con la ayuda del tío Ben que apareció en buena hora cazaron a esta alimaña. El tío Ben se acercó al lugar y formó un círculo con su veneno y fue lanzando otras descargas cada vez más pequeñas. Pietro vigilaba desde un árbol, en caso que Dorotea se transformara en pitón. La garrapata no tenía escapatoria. Para salir del cerco verde que le impuso el tío Ben, volvió a su forma serpentaria y Pietro le lanzó una andanada de flechas envenenadas que la pitón no pudo evitar. Yacía la serpiente sobre el pasto y Pietro regresó al centro del combate para apoyar a los lobos.

Libak se desplazaba velozmente de un lado a otro y atacaba a las lobas; ellas respondían con fiereza y no retrocedían. Habían recibido algunos mordiscos de Libak y a su vez, le contestaron con otros mordiscos. Las chicas estaban exhaustas y me enfrenté contra este lican para apoyar a mis hijas. Él también estaba cansado y aproveché para morderle las patas y evitar su rápido desplazamiento. Igualmente, le desgarré un ojo que provocó su furia y se lanzó con toda su ira contra mí. Era un licántropo joven y no daba su brazo a torcer. Giraba de un lado a otro y atacaba con sus fauces. A pesar de una pata herida, Libak estaba luchando por su vida como yo por la mía y de mis hijas. No sabía qué estaba pasando en los otros frentes. El licántropo que vivía de la violencia y de la muerte, no perdía las esperanzas de vencerme y recibió ayuda de Lurok, Wanda y la vieja cotorra que casi me sacan los ojos a picotazos. Me sentí mareado y no podía ver bien. De esta circunstancia, Libak se preparó para el ataque final y otra vez la presencia del unicornio blanco que apareció delante de mí y apuntó su cuerno mágico contra el cuerpo de Libak y lanzó sus descargas de fuego una tras otra contra el segundo de los licans. Libak aullaba enfurecido y de dolor. Su cuerpo chamuscado se sacudía tratando de desembarazarse de las columnas de fuego que le enviaba el unicornio blanco. Este volvió a lanzar llamas contra Libak con mayor descarga que al fin el siniestro asesino y violador cayó fulminado por la justicia que alguna vez empleara contra los centauros negros el abuelo de Yasmina.

Wanda al verse perdida, huyó,  al igual que la vieja cotorra. Los duendecillos se encargaron de Lurok y le lanzaban a su trasero unas pepas verdes con espinas que el cobarde mapache no iba a regresar nunca más a enfrentarse contra Tanger, Collins y Micki, mis queridos duendecillos. El abuelo no quiso matar a Wanda porque ella nació en unas lomas del bosque sagrado donde la neblina acumulada en invierno producía un verdor y donde crecían flores maravillosas como la flor de amancaes y también árboles como el guarango y la medicinal e industrial tara. Sus padres vivían en la aldea pero la ambición de Wanda, la cernícalo la llevó a frecuentar malas amistades y cayó en la cofradía ofídica dirigida por Anulia, la vieja y desdentada cobra que apenas podía con su alma y que pasaría los últimos días de su vida contándole a las intermedias sus momentos felices en la comunidad de San Patricio.

El duelo entre Yasmina y Varkolak llevaba varias horas y parecía interminable. Yasmina pese a su condición femenina era valiente, me había pedido que no intercediera. Yo estaba en esos momentos herido y esperaba que ella usara todo su poder para vencer al malvado Varkolak. Ambos estaban mordidos, arañados y cansados. Fue en unos instantes que el abuelo le dio un mensaje que ella recibió con claridad. Estaban vencidos los demás. Solo quedaba Varkolak y cuando menos pensaba el lican, Yasmina se convirtió en un unicornio blanco como su abuelo y apuntó el cuerno hacia Varkolak y lanzó toda su furia ígnea contra el lican que se quedó pasmado ante el cambio repentino y estragado por el poder de la loba, trató de atacar y el fuego se hizo más intenso contra su cuerpo, que fue cayendo a tierra convertido poco a poco en  cenizas de un hedor insoportable  que nadie reclamaría por él.

Los licántropos fueron vencidos por los lobos y sus amigos. El abuelo y Yasmina se encargaron de convertir en cenizas los cuerpos sin vida de los monstruos que pretendieron apoderarse de San Patricio y sus habitantes. La oportuna intervención de Elisabetta y sus vampiros nos dio el triunfo. Ludwig y su valiente grupo de aldeanos lucharon contra los licans de principio a fin. Fueron los habitantes honestos de la comunidad de San Patricio quienes lograron vencer a los licans. Esta vez, los intermedios, sean hombres o mujeres serán respetados y no actuarán por miedo a la aberrante organización de seguridad del CENTRADOM. Nunca más agacharán la cabeza ni se venderán a los licántropos porque ya no existen. Tendrán que aprender a hacer respetar sus derechos en su trabajo. Jorginho y sus amigos dieron la lección a los demás habitantes de la Comunidad para que nadie se atreva  a violar las leyes. San Patricio, después de los centauros negros, fue un lugar de tranquilidad  y ahora, después de los licans, recuperó esa paz tan ansiada.

Las mujeres de los licans pueden rehacer su vida y continuar trabajando como lo habían estado haciendo. Ellas también se liberaron del abuso de sus parejas y tenían derecho a vivir. Jamás entraría otro lican en la comunidad porque nosotros no lo permitiríamos. Nos costó expulsar a estos monstruos y ese esfuerzo será recordado siempre por nuestros hijos.

Los tres espías de Anulia fueron perdonados porque solos eran inofensivos. Su ambición rastrera a buscar un mejor puesto los llevó a realizar actos de maldad que dirigía la vieja y desdentada cobra. Hoy vemos a la vetusta  Anulia sola y abandonada, viviendo de sus recuerdos y recibiendo la visita esporádica de su fiel Lurok que se convirtió en un anodino trabajador del CENTRO. La pobre Anulia ya no tenía ni veneno ni podía cambiar su piel llena de sarna y un mefítico olor que era insoportable. Terminaría sus días en un asilo para indigentes en los suburbios pobres de la Ciudad…cerca a los albañales donde ambos hedores se confundían en uno solo.

Wanda y la cotorra dejaron de lado sus malas costumbres y su espíritu rastrero. Se dedicaron a trabajar y cuando uno de los dinos o Yasmina se encontraba en las calles de San Patricio cerca a ellas, temblaban y regresaban a sus viviendas por temor a ser exterminados por la fuerza y el poder de esta bella mujer que vino con su padre del pueblo saharawi y se enfrentó a los malditos licans como una loba que defiende su pueblo, que protege a sus cachorros y que no permitiría nunca más lo que le ocurrió a su madre en el norte de África.

El conde Jorginho, el Auditor Mayor del Reino y ahora también el marqués Ludwig, representante de los aldeanos, exigieron a Mr. Kanter que se les permita examinar a los próximos trabajadores de seguridad de su empresa siempre que sean zooters y tengan que vivir en la comunidad de San Patricio. Se había modificado las leyes de la comunidad. Ahora los representantes eran los tres nombrados y el párroco de la iglesia de San Patricio sería el arcipreste de Colán que era muy querido por los niños y jóvenes de la aldea. Mr. Kanter que era un fraile muy ocupado estaría al mando de su empresa y cuando la comunidad requiera su apoyo, le solicitarían su ayuda.

Jorginho, Hectorius y Ludwig pidieron al cura del CENTRADOM menos abusos contra los trabajadores zooters que residían en San Patricio. Mr. Kanter no era dueño de la comunidad de San Patricio y si la mayoría de los habitantes pedían por escrito su expulsión de la Comunidad, tendría que irse a otro lugar a las buenas o a las malas. Cuando leyó el documento firmado por los auténticos representantes de la Comunidad, montó en cólera y quiso llamar a sus esbirros, pero se dio cuenta que ya no existían. El fraile ya estaba enterado de lo que ocurrió. Se lo contó la vieja cotorra y pensándolo bien, mejor estaría en paz con los lobos porque Yasmina y su abuelo no permitirían otra vez,  el abuso,  y si volviera a suceder, serían inflexibles.


                                                                                                      Eddy Gamarra T.

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