Capítulo 156
Dana
El tiempo avanza rápidamente y la
naturaleza nos regaló una hermosa niña. Nicole y Jean Pierre estaban muy
felices. La niña tenía unos ojos café y la piel blanca. Lobita como sus padres
que años después estudiaría en el mismo colegio que los duendecillos. Los
regalos de los Dinos se multiplicaron en igual forma como hicieron con mi
primera nieta: Brissa, de ojos negros y piel canela. Uno de los más felices era
el conde Jorginho, porque la manada iba
creciendo y tenían que llevar una educación esmerada para ser el orgullo de sus
padres, abuelos y los Dinos. En cualquier momento Sandra y Mateo, su
pareja, nos daban la sorpresa y la
felicidad iba a ser mayor para nosotros. En cambio, en el círculo ofídico y
aliadas, la vieja y desdentada cobra,
desde su silla de ruedas, despotricaba inescrupulosamente contra nuestros
pequeños. Ellas tenían como objetivo destruir a todos los lobos, los demás
sería fácil. Nosotros siempre estábamos en alerta, a pesar de la desobediencia
de los elfos por estar enamorados y el descuido de las brujitas cuando se
llevaron a Hasán. Tuve que prestar el reloj a una de mis hijas para vigilar con
las hadas la zona de la familia, toda vez que me ausento por razones de
trabajo.
No pude regresar al norte de Irak
porque el EI detenía a los periodistas y había asesinado salvajemente a varios
de ellos. Sin embargo, mis jefes me pidieron que cubra las noticias en la
Franja de Gaza donde se había producido varios bombardeos. Ser corresponsal de
guerra era en estos días un trabajo muy difícil y arriesgado. Siempre lo fue,
pero no había respeto por los periodistas y hasta bombardeaban los hoteles
donde ellos estaban alojados.
Un periodista francés que había
sido herido por los terroristas por ayudar a unos niños kurdos, citaba a un
brillante autor de su país: “¿Qué será en la vejez cuando los años se
precipitan cada vez más pálidos, en esa hora crepuscular en que se principian a
descubrir las estrellas de la tumba?”
Ahora estaba en San Patricio y
disfrutaba con Yasmina, Hasán y mis nietas Brissa y Dana. Las chicas y sus
parejas estaban con nosotros. Un aire de
seguridad se respiraba porque Ghara y Harally estaban con nosotros en el
castillo. En el jardín, Micki, Tanger y Collins y fuera del castillo, en los
árboles Janice, Maluxa y Andreínha, mis nobles y cariñosas brujitas dispuestas
a dar sus vidas por la manada.
Ellas habían leído las manitas de
mis nietas y veían a Brissa que muchos años después sería doctora especialista
en niños y Dana estudiaría Ingeniería Industrial. Nos divirtió bastante las habilidades
quirománticas de las brujitas y lo que importaba es que fueran buenas personas,
responsables, estudiosas y plenamente identificadas con la manada. Jean Pierre
era lobo como Nicole y nos contó que su padre iba a venir a San Patricio para
conocer a su nieta. Aunque el padre de Jean Pierre tenía naturaleza zooter de
un león, no había problemas. Las puertas estaban abiertas para él.
Estábamos muy agradecidos con el abuelo de Yasmina. Lo
interesante es que a la hora del baño purificador, tuvimos que transformarnos
la mayoría, en lobos; Juan, en camello;
el delfín rosado que correspondía a Yasmina y el abuelo en unicornio
blanco. Fue un día maravilloso. Todos veníamos rejuvenecidos y limpios de rencores
y odios. Con mayor visión para hacer frente a los licans y serpientes y con una
misión importante que era la paz en San Patricio y la creación de un Centro de
estudios y cultura donde se regrese otra vez a los libros. Ser cultos, para ser
libres y disfrutar de una auténtica
libertad para no caer en una vil obsecuencia como aquellos Institutos que solo
admiten papeles y más papeles y que están logrando formar individuos que se
dediquen a obedecer, no a pensar. Un retraso y retorno a la sociedad esclavista
que le daría trabajo a matones, guardaespaldas, infectos personajes de
seguridad y licans que fueron vomitados por la tierra para hacer daño a los
demás.
Eddy Gamarra T.
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