lunes, 25 de mayo de 2015


Capítulo 78
El ataque de los cuervos

Aquella mañana, cuando estuvimos en la playa , la presencia de los cuervos y su graznido infernal, provocó en los pescadores del lugar un temor asociado a la sequía que padecían desde hace mucho tiempo. Inmediatamente, mis recuerdos me llevaron a una de las películas de Alfred Hitchcock-Los pájaros- que pude ver en mis años de colegial. Pero, también me puso en guardia con la metamorfosis del malvado Libak. Le pedí a Yasmina que si husmeaba el hedor licantrópico de nuestro enemigo o había otra razón ajena a nuestras sospechas, me avise.

Los más preocupados eran los habitantes,  porque nunca habían tenido la presencia de cuervos en su pueblo. Los ancianos del lugar visitaron la iglesia y prendieron velas a su santo patrón para que los proteja de esos infernales animales que poblaban los cables de la playa.

Los extranjeros que llegaron a la playa no le dieron importancia. Alguien observó que las gaviotas y las otras aves habían desaparecido, de repente por temor a ser atacadas por los cuervos. La gente supersticiosa se persignaba tres veces antes de ingresar al mar. Las beatas de Máncora salieron en procesión y pasearon a la virgen por toda la playa para que purifique su pueblo de los malos espíritus y los nefastos cuervos.

A las seis de la tarde, se retiraron en dirección a los cerros donde abundan los algarrobos y dejaron que las horas corrieran hasta que la noche llegó al pueblo. Las luces de Máncora invitaron a los visitantes a pasearse por el bulevar. Las discotecas animaban a los jóvenes a disfrutar de la música  de moda. Los puestos de los artesanos ofrecían sus trabajos y el amor y el placer estaban a la orden para todos aquellos que buscaban una aventura.

Era viernes y el alcohol  y la droga golpeaban  a un grupo de jóvenes que quería ir más allá de un sano esparcimiento. La noche era de ellos y ellas. La música ruidosa traqueteaba sus oídos y sentían la necesidad de buscar aire y arena. Salieron de una de las discotecas y se fueron a la playa que estaba cerca. Caminaban por la orilla. Se alejaron del lugar. Después de haber caminado media hora, se echaron en la arena. Uno de ellos tenía una botella de ron y a pico de botella se mandó un trago. Sus otros compañeros, hicieron lo mismo y en su borrachera, además de la droga, no sintieron el aleteo de los cuervos que los rodearon en silencio y parece que a la orden de uno de ellos, los demás atacaron a los muchachos que no pudieron defenderse y solo escuchaban en la playa los gritos desesperados de estos,  confundidos con el ruido de las olas del mar de Máncora.

Al día siguiente, un pescador encontró los cuerpos sin vida de cuatro chicos que tenían todo el cuerpo picoteado y ninguno de ellos tenía ojos. Las aves de negro se encargaron de quitárselos. Ya no estaban en la playa como el día anterior. Desaparecieron como por arte de birlibirloque. Todo el pueblo estaba con miedo y no salían de sus casas por las noches durante un buen tiempo. Las calles estaban vacías, mientras en la empresa de ómnibus, un tipo extraño con un crucifijo en el pecho compraba su pasaje y se dirigía a la ciudad de Los Reyes. Este hombre raro leía un poema en Inglés llamado The raven. En su rostro, una mueca diabólica dibujaba una respuesta de ultratumba: Tarea cumplida.


                                                                                                                                 Eddy Gamarra T.
                                                                                                                       
Capítulo 77
Máncora

Hacía mucho tiempo que Yasmina no salía de la Comunidad de San Patricio y decidimos viajar al norte. Compramos bloqueadores para que nos proteja del sol. Compramos los pasajes. Decidimos ir por tierra, aunque el viaje era largo, pero  cómodo. Yasmina estaba sentada cerca a la ventana. Así podía ver la luna y no aburrirse del viaje.

Salimos en la tarde y llegamos al día siguiente. Cuando ya había amanecido, tuvimos la oportunidad de observar el mar azul, por un lado, y los algarrobos, por otro. Además de ellos, abundaban los platanales y las palmeras, cuyas ramas le daban un aire rústico a los bulevares y suites que abundan en el litoral de Tumbes.

Nos tocó una suite matrimonial en forma circular y frente al mar. Las paredes eran ventanas transparentes que permitía observar la playa hasta el ocaso donde el cielo se ponía de diferentes colores. En la noche, las cortinas blancas se cerraban para dar un aire de privacidad a la suite. Esta tenía una sala semicircular, un bello escritorio modelo francés. Cocina grande con todos sus elementos para preparar un buen desayuno o un lonche reparador.

El primer día viajamos al pueblo de Zorritos para comprar los víveres. Regresamos a Villa Esperanza, que así se llama el lugar y descansamos. Visitamos la playa que está a unos cuantos pasos de nuestra suite. Nos pusimos a caminar y a caminar por la playa hasta que se hizo de noche y la transformación fue oportuna para que las olas y las estrellas fueran testigos de la presencia de dos lobos grandes que jugueteaban por la arena como si fueran dos cachorritos. José, el muchacho que atendía la Villa, solía pasear por la playa cuando estaba a oscuras y se dio el susto mayúsculo de su vida cuando vio a los lobos que se metían a la playa y lanzaron un aullido de felicidad que al pobre José lo atormentaron y nunca más se le ocurrió pasearse por la playa de noche. Aquel temor hizo que  el pobre joven contara la leyenda de los dos lobos que en un principio eran una pareja de personas que iban abrazadas y jugaban en la playa. Esta pareja corría y corría hasta que se iban metamorfoseándose en dos descendientes de Aquela, la loba del Libro de la selva, de Rudyard Kipling.

Cuando José le contó a la dueña de Villa Esperanza lo que había sucedido, esta no le creyó; más bien, le llamó fuertemente la atención. Lo acusó de estar drogándose y seguro que tenía alucinaciones. José se puso a llorar y con el temor de perder su trabajo, le dio la razón a la señora y se retiró a su habitación.

Al día siguiente, los habitantes de la Villa contaron a la propietaria los aullidos de los lobos en la noche. La anciana se asustó y avisó a la policía para que investigara. Nosotros fuimos investigados también y contestamos a la policía que  habíamos escuchado esos aullidos y que no quisimos salir más tarde. El pobre José fue llevado al pueblo de Punta sal y lo encerraron tres días en la comisaría. La gente del lugar colocaba cirios grandes toda la noche para que  las almas del purgatorio purificaran el cuerpo del infortunado muchacho. Además, rezaron toda la noche hasta que se hizo de día.

Los habitantes de las playas, en especial, los pescadores,  querían conocer en cuerpo y alma a José, el hombre que vio a los lobos en la playa Bonanza. Le trajeron pescado, natillas, chifles, dulces, botellas de algarrobina, para que llueva en abundancia porque estaban en sequía. El curita del lugar le comentó a los fieles que la aparición de esos dos lobos se debía a que una de las playas de allí se había convertido en una ciudad del pecado, una Sodoma . Era un aviso para los pobladores. Las pequeñas iglesias de los departamentos de Piura y Tumbes se llenó de fieles. Se vendían velas de todos los tamaños, imágenes de San Francisco de Asís, recuerdos del Señor de Muruhuay, gigantografías con las imágenes de José y los dos lobos. Un verdadero negocio que hizo rico de la noche a la mañana al sacristán de Máncora y su familia.

Al día siguiente, nos fuimos a Máncora. Realizamos nuestras compras, nos bañamos en la playa, comimos raspadilla y observamos a las gaviotas y otras aves guaneras que surcaban los cielos. Algo llamó nuestra atención. Había cuervos que descansaban sobre los cables de la corriente eléctrica. Los cuervos no son aves guaneras y no existen en el país. Solamente podría ser el perverso Libak que estaba en Máncora con alguna maléfica intención.


                                                                                                                                  Eddy Gamarra T.
Capítulo 76
Caterina de Montebianco

Ella fue la dama que me animó a dedicarme al periodismo. Era muy fuerte. Ni gorda ni flaca. De rostro blanco y cabellos negros. Bella y de voz sensual. Sin embargo, pertenecía a los intermedios. Tenía familia y evitaba a toda costa inmiscuirse en la guerra que enfrentaba a los licans y a los Dinos y toda la manada. Le fascinaba los deportes como vóleibol, atletismo, baloncesto, halterofilia, tenis de mesa y natación. Por esta razón estaba muy cerca de los licans aunque no participaba de sus objetivos protervos; tampoco apoyaba al conde Jorginho y los suyos. Evitaba participar  en esta parafernalia de sangre. No tenía más de quince años en la Comunidad de San Patricio. Su metamorfosis en osa grizzly  hizo que Mr. Kanter la trajera del Norte. De ahí su fuerza descomunal, su amor a la gastronomía y su posición de mantenerse intermedia. No era familia del religioso, porque ambos eran osos, pero tenía amistad con los unos y con los otros. Muy servicial y alegre, bailarina y amante de la fotografía. A pesar de tener un título nobiliario, su condición humilde la identificaba con las gaviotas, lornas, corvinas y cojinovas. Vivía feliz haciendo el bien. Nunca decía no, cuando alguien le solicitaba ayuda. Se mantenía al margen de las luchas intestinas y rogaba a su Dios para que el fraile les aumentara de sueldo. Había transcurrido tantos años y los trabajadores del CENTRADOM no tenían aumentos, solo más trabajo por obra y gracia de los asesores y del ubicuo Carmito de la buena Cruz.

Caterina de Montebianco nació en estas tierras pero su abuelo nació en Nápoles y ella heredó el carácter alegre del abuelo quien llegó hace muchos años a la Ciudad de los Reyes y le gustaba el mar y el canto. Tenía pasión por la halterofilia y el buen comer. La gastronomía de nuestras tierras convenció al napolitano que este mundo es maravilloso y que “se come rico”. Se casó con una linda provinciana de la región de la selva y se quedó para siempre. Su título de Vizconde de Montebianco pasó a su hijo y después a la bella Caterina que por humildad nunca lo usó.

El Conde Jorginho que fue amigo de Don Giuseppe Francesco di Montebianco, abuelo de Caterina, la estimaba mucho no solo por la amistad con su abuelo sino porque Caterina representaba para los Dinos una hermana menor que de repente, más tarde,  sería de vital ayuda para la manada. El tío Ben solía visitar a Don Giuseppe que vivía en El Callao para degustar un buen vino italiano o francés. Ambos cantaban melodías  napolitanas que el hermano del tío Ben, que era tenor, le había enseñado.
Caterina  supo desde pequeña  que su metamorfosis era de una osa. La primera vez que se transformó sucedió en un barrio difícil de su pueblo, cuando ella visitó a una amiga de la escuela. Era perseguida por unos tres tipos de mal vivir que habían planeado atacarla y violarla. Caterina se dio cuenta y empezó a correr pero fue alcanzada por estos delincuentes. Su miedo cerval mezclado con la ira,  hizo que fuera transformándose en una enorme osa grizzly que con unos cuantos manotazos y mordidas dejó al borde de la muerte a estos miserables que fueron encontrados muy heridos y sobre todo con la cara de haber visto al mismo diablo.

No fue tan fácil aceptar esta condición zooter. Guardó silencio y cuando visitó a su abuelo le contó con lujos de detalles esta transformación. Don Giuseppe abrazó a su nieta y le explicó este cambio. Caterina se quedó sorprendida cuando ante sus propios ojos, el abuelo se transformó en un enorme oso grizzly  y ella hizo lo mismo. Años más tarde, Don Giuseppe habló con el Conde y el tío Ben y así la vizcondesa Caterina de Montebianco llegó a la Comunidad de San Patricio.


                                                                                                                                    Eddy Gamarra T.
Capítulo 75 
                                                          Chateau

Es una gaviota que vino de un distrito muy poblado y que estaba lejos del CENTRADOM. Sus amigos del trabajo anterior la llamaban Chateau y así se quedó con ese nombre. No era ni tan alta ni tan baja. Gustaba de los zapatos de tacón alto, sencilla y sonriente. Mestiza y experta en computación. Sus cabellos negros y su rostro achinado hacían recordar a los personajes de algún cuadro de Gauguin.

Cuando llegó a la Comunidad, tuvo que pasar por un examen exhaustivo para trabajar en el CENTRADOM. Aunque esta institución de trámite documentario estaba fuera de San Patricio, sin embargo, las gaviotas, lornas y otras aves vivían en la Comunidad y para vivir en la Comunidad había que ser zooter a menos que sea vampira o Troll, que de acuerdo a las normas de la comunidad podían vivir sin necesidad de transformarse.

Chateau, como la gran mayoría de las gaviotas, era joven, obediente y obsecuente. Una de las razones es que tenía temor de perder el trabajo y necesitaba ese trabajo para ayudar a su madre que vivía lejos. Su familia no podía vivir porque solo Chateau era zooter y la primera vez que lo averiguó, ella estaba en el techo de su casa, muy triste, porque el hombre que amaba la abandonó. Muchas ideas negativas pasaron por su mente y una de ellas era el suicidio. Siempre soñaba que era una avecilla blanca que volaba con otras de su misma especie por la playa. Este sueño lo tenía desde que era una niña. Sentía el olor del mar, la arena; observaba  el flujo y reflujo de las olas. Cada mañana miraba las barcas de los pescadores que traían su carga para la mesa familiar y para la venta en los mercados. Pampanitos, cachemas, cojinovas, bonitos, pericos y congrios, eran algunos de la rica variedad de este mar extraordinario. Aquella mañana que estaba en el techo de su casa, sintió un deseo inmenso de lanzarse al vacío. No había el ánimo de quitarse la vida sino de volar, sentir la libertad, de purificarse con el viento y con el mar. Se lanzó, sin temor alguno al viento. No se dio cuenta que mientras sentía la necesidad de volar, su cuerpo se había transformado en una pequeña gaviota y los niños que veían por aquellos lugares comentaban que aquella gaviota estaba de repente extraviada, porque estas avecillas siempre están cerca al mar, donde juguetean con  sus compañeras y se posan en los botes y lanchas de los pescadores para recibir de ellos comida marina.

Cuando llegaba a su casa y se transformaba en una muchacha normal, su madre le impetraba de estar siempre en la playa bañándose todos los días, porque solo olía a pescado y a mar. Chateau no le podía contar a su madre sobre su transformación zooter, que no era una tragedia para ella porque se sentía feliz, sin embargo, la señora no entendería de estas cosas y sufriría demasiado. Menos mal que Chateau se enteró sobre la Comunidad de San Patricio donde podían residir zooters como ella. La especialidad que tenía le permitió conseguir trabajo y su naturaleza zooter le facilitó su ingreso. Gran cantidad de trabajadoras eran gaviotas como ella y le iría bien, sin embargo, una de sus compañeras le advirtió que tuviera mucho cuidado con Libak que iba a ser su jefe directo. La amiga le dijo también, que los amigos de Libak eran peligrosos porque tenían naturaleza licántrópica y algunos de su grupo habían asesinado a varias muchachas.

Después de la mordedura de la serpiente pitón, Chateau reposaba en una de las habitaciones del castillo del Conde Jorginho. Como le gustaba leer, Yasmina le prestó uno de mis libros: Vajda y esa lectura y las medicinas que le recetó el Conde, le hicieron muy bien. Lo único malo fue que cuando sanó, se llevó el libro y lo devolvió, meses después.

Después de regresar a la pensión donde vivía con varias gaviotas solteras, recibió la visita de Lurok quien le avisó que tenía que ir urgente a la oficina de Libak. Desconocía las razones por aquella llamada urgente del tenebroso personaje. Una vez que llegó a la oficina, fue investigada por Libak. Recibió muchas preguntas y amenazas si es que mentía. Chateau no mentía porque no recibió ninguna información del Conde y su familia. Sabía que la iban a interrogar, por eso es que no se le dijo nada que la comprometiera. La pobre Gaviota lloró toda la noche pero recibió el aliento de sus compañeras y la aconsejaron que no se acerque mucho a Dorotea porque no solamente se transformaba en garrapata sino en serpiente pitón y ella fue quien la mordió. Chateau se enteró que su maestro de la Universidad vivía en la Comunidad de San Patricio y que formaba parte de los Dinos, caballeros del Unicornio blanco o la Cofradía Jurásica del Gran Sol. Nada menos que el conde Nolberto que era el troll temido por licántropos y serpientes.

Los Dinos eran conocidos como Los Caballeros del Unicornio Blanco porque según la historia, un unicornio blanco derrotó a los centauros negros, que eran unos asesinos, ladrones, abusivos, violadores como lo eran los licántropos de ahora. Los Dinos para honrar la memoria del Unicornio Blanco decidieron fundar esta sociedad secreta y tenían como objetivo, acabar con los malvados licans.

                                                                                                                               Eddy Gamarra T.
Capítulo 74
El viaje de Agnezka

Los planes de los malvados licántropos asustaron mucho a la cándida Agnezka. Más aún, la muerte de Maribella, afectó a la vampira que estuvo a punto de regresar a su país, pero la situación en Europa era muy compleja y difícil, porque en la zona del este, dominaban los vampiros que no solo chupaban la sangre sino que mataban a sus víctimas. Acá en la Comunidad de San Patricio que estaba ubicada dentro de la Ciudad de los Reyes, el comportamiento de sus compañeras hacia las jóvenes era un poco de su sangre, no sé si para no perder la costumbre o por una necesidad imperiosa que tenía que ver con su naturaleza vampírica.

Desde el padre de Elisabetta di Sardegna hasta las actuales, las costumbres habían cambiado. En verdad quedaban pocas vampiras que habían dejado los crímenes con sus víctimas y se dedicaron a la cultura y a los negocios. Aquí en la Comunidad estaban además de la bella Elisabetta, Rowina de Southampton, Alejandra del Cuadro y Agnezka de los Milagros. Ellas, al igual que los lobos y sus amigos, eran la fuerza de la oposición contra los temibles licántropos y los jefes del CENTRADOM.

Ahora que Agnezka se decidió a  viajar por países asiáticos, encontraría en ellos paz y tranquilidad para su espíritu. En aquellos lugares de oriente, estudió las religiones, visitó sus ruinas arqueológicas, conoció mucha gente, comió y bebió, observó las costumbres y regresó renovada para dictar un ciclo de conferencias en una Universidad privada sobre temas de historia del arte y Biología que eran su pasión. Lo que no contó es que en La India conoció a un arqueólogo italiano que se sentía atraído por ella y que en un restaurante vegetariano de la ciudad de Bombay le espetó sobre su naturaleza vampírica. Agnezka no sabía que decir porque le gustaba aquel caballero, tan elegante y distinguido. Sin embargo, ella temía que él formara parte de los vampiros asesinos que pululaban por el país de la Bota. Como su amigo le leyó el pensamiento, la tranquilizó y le preguntó si conocía en La Ciudad de los Reyes a Doña Elisabetta di Sardegna, prima hermana del italiano. Le contó sobre su tío que fundó una escuela de filosofía y que estaba integrada por vampiros y vampiras que tenían naturaleza pacífica y que se habían enfrentado a muchas sectas asesinas, que eran perseguidas por el gobierno italiano y que se habían refugiado en  Bulgaria, Albania, Hungría, Serbia, Croacia y Eslovenia.

Pietro di Siracusa, que así se llamaba el arqueólogo, vivió un romance con Agnezka de los Milagros y prometió visitarla y ayudar a su prima Elisabetta contra los licans. En verdad, Agnezka le había contado toda la historia de este terrible enfrentamiento que había matado a su amiga Maribella y a otros personajes de la Comunidad de San Patricio. Los licántropos no se saldrán con la suya, le prometió Pietro. Él vendría preparado para este feroz combate a muerte.

Después que regresó Agnezka, relató a Elisabetta sobre su primo Pietro di Siracusa y el apoyo que les iba a brindar al grupo. Ya Elisabetta se había comunicado con los Dinos y toda la manada. El objetivo era expulsar de San Patricio a todos los licántropos y sus amigos. De esa manera vivirían en paz, sin crímenes ni serpientes, ni sanguijuelas y espías que ocasionaban muchos problemas y dolor en la Comunidad. Existía un lema en los Dinos “Ahora o nunca”. No sería fácil. Correrá mucha sangre y esperaban que las cosas cambiaran. El tío Ben que solía decir “Deja las cosas como están”, reconoció que el tiempo era importante y como buen ajedrecista “La mejor defensa es el ataque”.


                                                                                                                           Eddy Gamarra T.
Capítulo 73
Tres, un número mágico

Yasmina siempre pensó que tenía una doble naturaleza, pero en verdad, eran tres cambios. Me atrevo a decir que hasta cuatro, además de su naturaleza humana. El tercero correspondía a un águila y lo descubrió cuando perseguía al cernícalo que siempre estaba acechando el castillo del conde y a nosotros. Ella sentía que el aire acariciaba su rostro y que tenía menos peso para desplazarse de un lado a otro. También percibía a través de sus ojos toda la comunidad de San Patricio. Nunca le había ocurrido esta sensación y proclamaba su espíritu de libertad cuando su mirada se posó en la colina azul y el vuelo del rey de las aves-Ulrico- que cuidaba aquel espacio maravilloso dirigido por Rosa del Mar. Así llamaban a esta maestra que reunía a sus compañeros una vez al año y salían de la colina azul para celebrar su día en un magnífico lugar de la Ciudad…

Cuando Yasmina se miró las manos, observó que eran garras poderosas y que sus brazos estaban convertidos en alas. Su cuerpo más pequeño y su desplazamiento equilibrado para atrapar a la veloz cernícalo que durante mucho tiempo trabajaba de espía para Mr. Kanter y sus amigas, las serpientes.
Yasmina me contó que en un principio, tuvo miedo. Solo sabía de su primera metamorfosis y la que le descubrió su abuelo. La tercera fue cuando encontró en la cima del eucalipto de su jardín a Wanda que escondida entre las hojas observaba su habitación. De inmediato, se transformó en loba, pero el árbol se hallaba muy alto y escuchaba la risa escandalosa del cernícalo porque no la podía atrapar. Su ira se acrecentó y ante los ojos de los duendecillos que jugaban en el jardín, se fue transformando en una bella águila que echó a volar para desalojar a esa intrusa que siempre se posaba en el eucalipto para ver todo lo que sucedía en los alrededores de la vivienda del conde y los Dinos.

Wanda no se explicaba de dónde salió esa ave tan grande para perseguirla y expulsarla de aquel espacio. Ella no era la única que estaba en el árbol sino su gran compinche, Lurok, el tejón. De él se encargaron las brujitas y mis duendecillos. Al pobre soplón le cayeron más escobazos e higos por todo su cuerpo que lo obligaron a desaparecer por varios días mientras descansaba en la casa de la desdentada cobra, su madrina.

Cuando Yasmina se posó sobre el manzano, todos los habitantes de la casa grande donde vivíamos, la recibimos con alegría. Harally y Ghara cantaban Edelweiss; Janice, Andreínha y Maluxa dibujaban un corazón en el aire y Tanger, Micki y Collins reían y lloraban de felicidad. Yasmina abrazó a todos después de recuperar su naturaleza humana y se fue conmigo a la cocina para disfrutar de un pastel de manzana que ella había preparado el día anterior. La cernícalo estaba picoteada por todas partes e informó a las serpientes que había sido atacada por un monstruo mientras espiaba las residencias de sus enemigos. Lurok le dio la razón porque él estuvo a su lado y prometió vengarse de esos malditos gnomos que siempre lanzaban piedras a diestra y siniestra. En verdad, no eran piedras sino higos. También mintió cuando manifestó que las brujas le habían disparado por todo su magullado cuerpo. Solo fueron escobazos que se los merecía por soplón y andar merodeando por lugares que no le correspondían a su idiosincrasia intrusa.


                                                                                                                          Eddy Gamarra T.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Capítulo 72
 La garrapata

Nadie sabe quien la trajo ni cómo llegó a La Comunidad. Lo cierto es que se fue a vivir cerca del barrio de las serpientes. Las malas lenguas decían que la había traído Anulia; otros señalaban a Jurgen de Hannover el enigmático alemán,  que necesitaba una espía en el Departamento de Humanidades. Lo cierto es que ella estaba aquí con todas sus baterías y chismes para ser enviados lo más pronto posible.

Aunque su nombre era Dorotea, la gente de la Institución la bautizó como “garrapata” debido a las funciones personales que tenía. Sin embargo su naturaleza zooter era doble: serpiente pitón y…garrapata. Ella era pequeña, regordeta, de rostro pecoso, tez colorada, risa contagiosa, lasciva y cabello ensortijado. Coqueta como ninguna, desarrolló su papel de seductora hacia todos aquellos que tenían que ver con la asesoría del CENTRADOM. Envió proyectos de carácter político, religioso, histórico, literario y matemático para poder demostrar a los demás que ella era la persona indicada para dirigir los designios de este famoso Centro de Trámite Documentario. El único que no estaba de acuerdo con este estilo de reptar y subir de Dorotea,  era Carmito de la Buena Cruz. Cuando Carmito descubrió las malas intenciones de la garrapata, rezó 20 padrenuestros y cuarenta Avemarías para que el Señor le dé fuerzas y logre aplastar a este insecto que le estaba poniendo piedras en el camino. Lo que no sabía Carmito de la Buena Cruz era que la sensual Dorotea que se jactaba de ser pretendida por muchos habitantes de la Comunidad tenía doble metamorfosis. ¿Qué haría un pollito gordo, aunque grande,  frente a una venenosa pitón de puntos marrones por todo su cuerpo?

Los proyectos de la garrapata no fueron aceptados por la Directiva. Entonces cambió de táctica y en los cursos a los que asistía le decía a los especialistas que ella leía cincuenta a sesenta libros por mes. Este informe de la susodicha entristeció hasta la depresión a Jonathan Squirrel, uno de los pocos lectores que había en aquel instituto de papeles, lástima que defendía en cuerpo y alma las excentricidades de Mr. Kanter. La concurrencia ingenua e ignorante miraba con respeto a Dorotea y ella sacaba sus chifles y masticaba con orgullo porque sentía que los demás no estaban a su nivel.

Otra forma de ganarse los aplausos de los asesores fue defendiendo los proyectos de sus jefes ante los trabajadores. El más contento era el nazi Jurgen de Hannover. Estaba tan contento que su emoción le llevó a devorar en el almuerzo doble ración de arroz con frejoles y cinco panes, además de dos litros de agua gaseosa. No importa que sean absurdos y que solo sean papeles y más papeles, elucubraba la garrapata. Los jefes tenían razón…y punto.

Una de las integrantes de su equipo que le había dicho en su cara por qué defendía tanto a los jefes fue mordida al día siguiente, para ser más específico,  por una serpiente. La suerte fue que Jorginho que era un experto en suero antiofídico la atendió gracias a los duendecillos que la encontraron tirada en un parque cerca al barrio de las gaviotas. Si el Conde no hubiera estado en la Comunidad de San Patricio, la pobre gaviota que recién había venido a trabajar, estaría muerta.

¿Quién podría ser la culpable de esta mordida venenosa?...Dorotea, la garrapata que empleó sus dos metamorfosis para llegar a su víctima. Primero se convirtió en una garrapata y viajó prendida en el abrigo de la pobre gaviota llamada Chateau. Una vez que Chateau estaba cerca a un parque y no había personas cerca, la maléfica serpiente hizo de las suyas y mordió a la pobre ave.
Yasmina le dijo a su padre que el ataque lo realizó esa mujercita llamada Dorotea y que tiene doble naturaleza zooter: garrapata y serpiente. Ahora, Chateau descansa por unos días en el castillo del Conde hasta que se recupere del todo y pueda regresar al barrio de las gaviotas donde todas trabajan en el CENTRADOM.

                                                                                                                                Eddy Gamarra T.
Capítulo 71
Ulrico

Caminaba por una de las calles de la Ciudad de los Reyes y vi a una figura conocida. Era Ulrico que vivía en la Colina azul y que había pedido permiso para comprar unas medicinas para Mariana de Portobello, que se hallaba delicada de salud. Se le veía rejuvenecido y siempre con su buen carácter que terminaba en una sonora carcajada. Cuando dejó el CENTRADOM tuvo la oportunidad de viajar fuera del país donde tenía un familiar y después tratar de vivir con la mísera pensión que le habían asignado.

La ventaja de ser zooter le permitió llegar a la Comunidad de San Patricio en la zona de la Colina azul destinada para zooters jubilados, delicados de salud, que no tenían familia o que estaban en la senectud. No era un asilo, era un edén con un paisaje maravilloso lleno de árboles frutales, plantas medicinales y una fuente mágica donde crecían los tulipanes negros y el viento acariciaba constantemente en el rostro de los habitantes. Ulrico que se transformaba en cóndor, vigilaba celosamente el espacio que correspondía a la Colina azul. Aunque era un lugar muy seguro y que se necesitaba de unas palabras mágicas para entrar y salir, siempre había una desconfianza hacia los licans, las serpientes y los obsecuentes dirigentes del CENTRADOM y su camarilla.

Ulrico no estaba solo. Había una cierva que lo esperaba y que lo cuidaba, lo engreía y le ofrecía las frutas más exquisitas de la Colina para que Ulrico se sienta feliz. Mariana de Portobello le contaba al juguetón Ulrico sus anécdotas en los siete mares junto a su padre, un famoso pirata, descendiente de Morgan. Mientras Ulrico degustaba sus frutas, Mariana le traía agua pura de la fuente de los tulipanes. Ulrico estaba contento de formar parte de aquel maravilloso paraíso sin pecado, donde los zooters purificaban sus vidas y seguían las normas impuestas por la más hábil de los habitantes de la Colina azul: María Rosa quien consiguió  elaborar un proyecto para habitar en este espacio de paz y felicidad. Cualquiera no podía pertenecer a este lugar. Los documentos no se presentaban en ninguna oficina, ni daban examen. Bastaba pensarlo y demostrar en la Comunidad que uno era buena persona y que estaba arrepentido de sus maldades hacia los demás. Algunas personas tuvieron “las puertas cerradas” para vivir en la Colina azul. Una de ellas fue Anulia, la cobra desdentada que pese a las influencias de uno de los asesores del CENTRADOM, la negación fue al cien por ciento porque por más que lo pensó y se acercó al Muro de entrada, no se abrieron las puertas. Intentó con palabras cabalísticas desde el “Ábrete sésamo” hasta el “Abracadabra, pata de cabra”…y nada. Fue a la iglesia de San Patricio y con la ayuda de Lurok que a veces oficiaba de sacristán, trajo una botella de agua bautismal, se roció con ella, puso la Biblia al pie del Muro…y nada. No le quedó otra cosa que llorar y llorar hasta que se la llevó su séquito ofídico y su fiel Lurok.

Una vez que Ulrico compró las medicinas para Mariana, regresó a la Colina azul y dio gracias al Maestro de la Comunidad que le había dado el permiso. Los licans no sabían quién era el Maestro de esta Comunidad. Wanda trató de averiguar por los aires pero se encontró con una veloz águila que le salió al paso y estuvo a punto de ser atrapada que tuvo que huir asustada y preocupada por este nuevo animal que le salió al  encuentro y que no estaba para juegos.


                                                                                                                                  Eddy Gamarra T.
Capítulo 70
Carmito en su salsa

Siempre educado y muy mesurado, Carmito se había apoderado totalmente de la oficina de Correos del CENTRADOM. Los informes llovían constantemente como si fuera una balacera contra los infortunados trabajadores. Estos comentaban en sus reuniones sobre los despropósitos del hombre de los papeles quien lanzaba a diestra y siniestra sus documentos con el aval de Cristo y todos los santos para que la Madona cubra con su manto sagrado  todos los trámites que lo llevarían en olor de santidad al purgatorio porque el cielo estaba lejos de la cofradía de los cartularios porque no había un patrón para ellos. Si hasta la virgen de las Mercedes fue designada para ser Patrona de los reclusos. A mí se me hace,  que el cándido Carmito, quería postular para ser un santo varón y tener un rinconcito al lado de los grandes como San Francisco de Asís, Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres. Él estaba seguro que su presencia demostraría de una vez por todas que San Pedro no era racista.

Yo me pregunto si a Don Dimas de la Tijereta le plantearon los paisanos de Lilith algún negocio que no tenga nada que ver con las almillas, porque en esta época ya no se usa. Lo cierto es que el buen Carmito, que de bueno no tiene nada, había viajado a las Huaringas para purificarse y dejar sus sudores que era el pan de cada día,  para convertirse en un nuevo hombre y competir con algunos de sus compañeros que se golpeaban el pecho constantemente, para tener abiertas las puertas del cielo y el CENTRADOM  y así llegar lo más rápido posible a sus objetivos propuestos.

A veces pienso que él y los amigos de su cofradía, confundían cielo con poder y dinero. Cada vez que iniciaban alguna reunión, oraban y oraban a punto de provocar una inundación con sus lágrimas que tuvieron que reforzar el equipo de Defensa Civil dirigido por Lurok para evitar una catástrofe. Menos mal para ellos que el tejón los iba a ayudar, por supuesto, con el apoyo de los licans, Anulia y sus secuaces. Claro está que Carmito de la Buena Cruz, redactaría toda la parafernalia documentaria que le diera validez y peso y que les iba a costar su cristiana voluntad. Con esas palabras y nombrando vocablos serios, podría disimular su satánico interés por el poderoso caballero. Se ha propuesto imitar a Libak,  para llevar un crucifijo que le pueda purificar y limpiar todos sus pecadillos y buscarse a algún fraile como Waleran Bigod, el personaje de Los pilares de la tierra, para ejercer en nombre de Dios el perdón solicitado.

Ahora el experto en trámite documentario ha propuesto a su jefe un diplomado virtual en forma obligatoria para todos los trabajadores del CENTRADOM. Él lo va a dirigir y la parte económica va a ser con su propio dinero y que su jefe no va a gastar nada. Más bien, firmará los certificados que se entregarán el mismo día del inicio del curso, como sucede en muchos cursos que se dan en la Tres veces coronada villa. Como es obligatorio, todo el mundo tiene que pagar para no perjudicar su currículo, así que una vez más el buen Carmito de la Buena Cruz, se saldría con la suya por los siglos de los siglos…


                                                                                                                                  Eddy Gamarra T.
Capítulo 69
El deshielo

Elisabetta comprobó que Maribella salía sin compañía todas las noches y regresaba antes de que saliera el sol. Le había advertido a su huésped que los licans siempre estaban al acecho y que un encuentro fortuito podría ocasionar la muerte de Maribella .Esta hermosa vampira que amaba la noche y también los muchachos universitarios que salían tarde de sus clases, se había acostumbrado a preparar sus ataques sin acompañamiento. Si bien es cierto que ellas no mataban a sus víctimas como lo hacían sus antepasados, pero dejaban en algunos casos, desangrados a los jóvenes.

Maribella había estado resfriada y no había salido durante varias noches. Se retiró de la Comunidad de San Patricio y se dirigió a la Universidad para acechar a sus víctimas. Era las diez de la noche y observó a un muchacho apuesto que salía solo y ella lo abordó. Como Maribella era muy bella y sensual, no fue difícil ser aceptada por el muchacho. Le pidió que la acompañara por toda la avenida porque quería caminar. Cuando el joven aceptó, ella le dio un beso en los labios que removió todo el cuerpo del estudiante. Siguieron caminando cogidos de la mano como si fueran dos tortolitos. En el camino, el estudiante se detuvo, la abrazó y la besó con mucha pasión, Maribella no se resistió y una sonrisa malévola se dibujó en sus labios. Se sentía segura de su objetivo. No se percató que otros ojos la observaban. Varko y Varul también estaban por aquella Casa de estudios y esperaban a dos doncellas para satisfacer sus instintos y de repente, asesinarlas. Pero, la presencia de una de sus enemigas, era más importante que las dos jóvenes. Varul sabía un secreto de Maribella que le había contado un amigo de ambos de hace años. Cuando le contó a Varko, ambos buscaron gasolina y fósforos y esperaron en un lugar estratégico para que Maribella succionara la sangre de su víctima y después caerían ellos sobre la bella vampira.

Así fue. El estudiante le planteó a su bella acompañante ir a una hostal y pasar ambos una noche feliz. Ella le dijo que sí y lo besó apasionadamente. Se pegó al cuerpo del joven y buscó su cuello y mientras el muchacho jadeaba de placer, Maribella le clavó sus colmillos y adormeció al infortunado amante mientras le chupaba la sangre que le satisfizo enhorabuena. Cuando la vampira chupó la sangre necesaria de su víctima, lo dejó sentado en una banca de la avenida y decidió retirarse a la casa de Elisabetta. Estaba satisfecha y radiante. Ella no se dio cuenta de los dos licans que le rociaban gasolina y la prendieron. Si hubiera sido cualquiera de las otras, no hubiera ocurrido nada. Estaban acostumbradas al fuego, pero Maribella, no. Al sentir el calor, se produjo la metamorfosis. Ella se convertía en hielo y fácilmente se deshieló y se quebró sin poder recibir el auxilio de sus compañeras. Los malvados licántropos se retiraron rápidamente del lugar y no se dieron cuenta de la pulsera que tenía Maribella y del llamado desesperado que esta emitió en silencio hacia Elisabetta. Todas las vampiras de San Patricio salieron velozmente de la Comunidad y se dirigieron al lugar donde yacía los restos acuosos de la bella Maribella. Entre el charco de agua con perfume de colonia estaba la pulsera de Maribella. Ninguna vampira pudo hacer nada contra sus enemigos. Solo quedaba la venganza de ellas por la muerte de una de sus integrantes y planearían con lujo de detalles su venganza. Esta vez, no le dirían nada a sus amigos de la manada y los Dinos.


                                                                                                                                      Eddy Gamarra T.
Capítulo 68
Los apetitos de Tránsito

Una mañana lluviosa en que Tránsito se deslizaba por el parque del ají limo para atacar a algún pajarillo y saborear ese bocado que hace tiempo no lo hacía, observó que no estaba tan sola. Había alguien más. Lo presentía por la cantidad de cuervos que poblaban los árboles más bajos y graznaban como si hubiera descontento entre ellos. Ella sabía por su tía Anulia que en esta zona donde no había cuervos, solo podía ser la segunda metamorfosis del egocéntrico Libak, quien se jactaba de ser el lican más bello y el más efectivo con las mujeres, a pesar de Varko. Tránsito esperó que los cuervos regresaran a su forma humana. Después de tres horas de espera, los cuervos desaparecieron y Libak que ya había captado a la shushupe, esperó también que ella se convirtiera en la bella y lasciva mujer que iba a entregarse por placer a Libak. Antes de que el lican se preparara para el salaz encuentro, Tránsito lo esperaba en su completa desnudez. Se soltó el cabello castaño oscuro y llamaba con su aliento lujurioso a Libak. Este que no entendía de formalismos, se desnudó y se acercó a Tránsito. Ella se le ofrecía lúbrica con sus labios con sabor a sangre y sexo. El lican se lanzó sobre ella y Tránsito lo envolvió con sus brazos y sus piernas. Lo besaba desesperadamente como si nunca hubiera hecho el amor. La lengua de la serpiente recorría toda la boca de Libak y este le demostraba su masculinidad y provocaba en tránsito gritos de placer que su esbelta figura se revolcaba con la del lican como si fueran un solo ser.

Las aves del bosque observaban en silencio a la serpiente y el licántropo. Ellas no se atrevían a emitir sonido alguno, para evitar represalias de estos dos maléficos amantes. Ambos estaban satisfechos, después de haberse revolcado en el barro y de placer. Una vez terminada la libidinosa jornada, ambos quedaron como un licántropo y una shushupe. Cuando se dieron cuenta de su metamorfosis, la serpiente siseó y huyó por el follaje; el lican miró por todos lados y se retiró velozmente del lugar antes que se acercara algún enemigo y se compliquen las cosas.


                                                                                                               Eddy Gamarra T.

lunes, 11 de mayo de 2015

Capítulo 67
El monstruo acecha

Las chicas de la aldea eran en su mayoría descendientes de alemanes e italianos. Sus abuelos vinieron a San Patricio porque era una comunidad zooter y la guerra en Europa estaba aniquilando a sus familiares. La idiosincrasia de los campesinos era el trabajo, la familia y el arte. Los jóvenes destacaban por su fuerza y buen carácter; en cambio, las mujeres relucían por su belleza y amor a la danza. La mayoría de ellas eran aves: gaviotas, palomas, oropéndolas, alondras, grullas, gallinas y pavorreales. Los campesinos estaban orgullosos de sus mujeres y las cuidaban mucho. Sin embargo, después de días de fiesta y paz, las chicas se paseaban por el parque en busca del ají limo y limón,  para llevarle a Ludwig quien les había prometido cómo se prepara un buen cebiche, y el ají limo, además del limón, era  la base para este potaje apetitoso de todo este país que se caracterizaba por tener una gastronomía al mismo nivel de la comida francesa y china.

Una de las campesinas se alejó de sus compañeras porque había visto una hermosa mariposa de alas de color verde amarillo. La siguió y quiso acercarse a ella, pero fue atacada por Vudko, el asesino de Frosina. Este lican creía que su víctima estaba completamente sola y desprotegida. La mayor sorpresa del monstruo fue la presencia de las vampiras que estaban reunidas porque Elisabetta leyó la mente de Vudko y le dijo a Agnezka y Rowina, que la acompañaran al parque porque Vudko estaba al acecho de las aldeanas y esperaba la ocasión para atacar a una de ellas. Elisabetta y sus amigas eran muy veloces y se desplazaron por el parque y ubicaron a Vudko que observaba a una de las aldeanas que perseguía a una mariposa. Cuando Vudko desgarró la ropa de la campesina, le dio un golpe en la cabeza y se disponía a violarla. En ese momento, cayeron sobre él, las vampiras. No le permitieron transformarse en lican y lo atacaban por todas partes que Vudko creía que eran seis o más vampiras. Fue mordido por ellas y lo encadenaron, después de la paliza que recibió. Agnezka llevó a la campesina a sus amigas que la buscaban por todo el parque. Les contó lo que había ocurrido y ayudaron a la muchacha a que volviera en sí. Esta joven contó a sus amigas lo ocurrido y agradeció a través de Agnezka a las vampiras que la ayudaron y se retiraron de prisa a la aldea donde fueron recibidas por Ludwig y Marietta y les narraron lo que pasó.

Elisabetta y Rowina se dirigieron al castillo para llevar al asesino capturado ante el Conde. Como no estaba, Yasmina las recibió y llevaron al lican encadenado a las mazmorras del castillo. Por la mente de Yasmina pasó la misma idea que yo tenía. Llevar a Vudko a juicio sería un poco peligroso para la comunidad de San Patricio porque Varkolak y sus secuaces moverían sus influencias con Mr. Kanter que acababa de venir de Oruro y es muy probable que termine libre por obra y gracia de los amigos que tenía en el CENTRADOM, quienes convencerían fácilmente al fraile y este que no sabía que ocurría en la Comunidad, terminaría exigiendo a sus asesores que den libertad a “ese pobre muchacho” que no le hace daño a nadie. Actuamos lo más rápido posible y llevamos a Vudko ante el abuelo  de Yasmina que nos esperaba y este miserable asesino fue encerrado en el mismo lugar que Garba y moriría como él,  asfixiado por los gases que despedían ciertas  plantas que abundaban en el túnel sin retorno. Después le contamos a Elisabetta que Vudko no volvería nunca más para hacer daño a nadie.

Los licans que advirtieron que Vudko no había regresado, enviaron a Wanda y a Lurok para que busquen por toda la Comunidad de San Patricio a su compañero. Lo mismo hicieron  las serpientes y todos aquellos que estaban en el bando de los licántropos. Nunca encontraron a Vudko. Por más que exigieron al Auditor Mayor del Reino que le pida al Conde abra sus mazmorras donde habían tenido escondido a Vudko para que se le haga un juicio justo. El auditor no encontró a nadie. El Conde estaba irritado porque fue obligado por Jonathan Squirrel en nombre del Obispo, a investigar el caso. Vudko se esfumó para todos los amigos de los licans. La señora Duval-esposa de Varko- decía que es muy probable que se haya ido a La Ciudad de los Reyes para vivir con alguna doncella y una vez satisfecho en sus apetitos carnales, la mataría y arrojaría en alguna acequia. A su marido no le gustó esa opinión y le advirtió que “cuide su lengua viperina”. La pobre mujer, asustada, se convirtió en una hermosa perrita y ladraba y aullaba con temor y se retiró a su habitación para evitar la furia de Varkolak.


                                                                                                                     Eddy Gamarra T.
Capítulo 66
Veritas…veritatis

El almuerzo de Yasmina y sus amigas se convirtió en casi una fiesta. Además de Jorginho, estaba Don Juan de Aviraneta que nos regaló hermosas páginas interpretadas al piano. Una de ellas era el solo del concierto para piano y orquesta de Grieg, que pude apreciar en la película Canción del sol a medianoche. Todos estábamos contentos con la interpretación de Aviraneta. Yasmina preparó papa a la huancaína y arroz con pato. El almuerzo estaba exquisito. Esta vez, bebimos cerveza cusqueña en forma moderada. A Juan de Aviraneta le fascinaba esta cerveza y si estaba helada, mejor. Se trasladaron a un ambiente más amplio y Yasmina pidió silencio porque tenía que contarle a su padre y a los demás,  una gran verdad. Aparecieron de pronto los duendecillos y se acomodaron en los grandes sofás de la sala principal junto a Nicole y las otras chicas. Igual hicieron las haditas, además de  Maluxa, Janice y Andreínha, las brujitas de Morgana. Cuando Yasmina empezó a contarle a su padre y a los demás lo que ocurrió el domingo en el Parque de los tulipanes negros, Jorginho lloraba en silencio y los duendecillos también. Los demás se contagiaron y el llanto se hizo mayor. Antonella  fue a la casa para traer el arroz con leche que tanto le gustaba al Conde y que sabía, le iba a gustar. Sandra lo había preparado y estaba contenta porque a todos les gustó. Jorginho abrazaba a su hija y ahora sí entendía por qué el viejo jardinero se había ofrecido desde que construyeron el castillo, ocuparse de los jardines y todas las áreas verdes del palacio. Era la mejor manera de estar cerca de su nieta y lo había conseguido.

Don Juan de Aviraneta interpretó la melodía Scarbourough fair que nos fascinaba tanto a Yasmina, y a mí. Se respiraba en la hermosa sala principal del castillo un ambiente de paz y de felicidad. El pianista, cerca de Antonella, no podía salir de su asombro cuando Yasmina relató sobre su doble metamorfosis . Si supiera que no eran dos, sino tres.  Aprovechó el momento para pedirme la mano de Antonella. La amaba y ella también lo amaba a él y yo lo único que podía decir es que sean muy felices. De un momento a otro apareció el Tío Ben que venía de sus viajes por Europa y traía consigo un vino tinto que lo compró en Londres , pero era español. Estaba contento por el nacimiento de su nietecita Fernanda. ¡ A la salud de todos!-brindó el tío Ben! Y nosotros, igual. Me acerqué a Yasmina y la besé con tanto amor que los demás aplaudieron y celebraron estos momentos de felicidad.

Nicole pidió a Sandra que bailara una música flamenca y todos disfrutamos mientras yo tocaba la guitarra para que Sandra demostrara la danza que su madre le enseñó en el sur de España. Micki, Tanger y Collins también querían bailar, pero Nicole que no se olvidaba de las travesuras que hicieron en el colegio, les dijo que para otra ocasión. Jorginho, curioso, les preguntó qué iban a bailar y los tres al unísono gritaron “Harlem shake” y empezaron a moverse de tal forma que los demás rompieron a reír.


                                                                                                              Eddy Gamarra T.
Capítulo 65
Silence

Nunca vimos tan feliz a la cobra desdentada. Su sobrina ingresó al CENTRADOM. No sé en qué trabajaría. Solo sé que Carmen, la cotorra,  movió sus influencias para darle trabajo a la serpiente shushupe, que es como la llamaban en la región de la Amazonía. Esta era muy veloz, no hablaba con cualquiera. Era de tez blanca, mirada hipócrita. Sus ojos negros despedían odio y era muy venenosa. Su lengua viperina se deslizaba entre la anaconda y la mamba negra. Sus comadres estaban tan alegres que veían un momento propicio para planear un ataque contra la loba y mis hijas .

Las gaviotas, palomas y las otras aves, además de las lornas, cojinovas y corvinas comentaban que ella no las saludaba y apenas realizaba un gesto cuando se cruzaba con algún zooter. En los corrillos del CENTRADOM, la conocían como “la charapa”. Anulia y sus secuaces le decían “Silence”, pero su nombre verdadero era Tránsito. Lo único bueno era su rostro. Atractiva,  para atraer a sus víctimas y después matarlas. Dicen las malas lenguas que había mordido a toda una familia en la selva y como estaba protegida por algún oficial de alta graduación, la enviaron a la Ciudad de los Reyes con una tía un poco lejana y como Tránsito era zooter, podía trabajar en el Centro de Trámite Documentario, gracias a la influencia de Carmen la cotorra..

Anacé se hizo muy amiga de la serpiente shushupe, así que decidieron dar un paseo por la Comunidad de San Patricio, en compañía de Asteris y Anulia. Más adelante se les unió Lurok y caminaban en su forma humana,  muy arrogantes, con cierto afán de provocación. Cerca de mi casa, jugaban Tanger, Collins y Micki. Anulia los miró con un aire despectivo y masculló: ¡Cómo los odio a estos mocosos de mierda! En ese momento, se transformaron en serpientes las cuatro y Lurok, en tejón. Mis duendecillos que se divertían distraídos no se percataron de la presencia ofídica y maléfica que estuvieron a punto de ser mordidos por Anulia y su gente. Menos mal que Yasmina las había olfateado y se hizo invisible y cuando menos lo pensaron apareció frente a ellas un enorme y plateado unicornio que lanzó de su cuerno fuego contra las serpientes que terminaron con la piel quemada y huyeron a toda prisa para no ser carbonizadas por este bello animal. Lurok fue el primer en huir y se olvidó de sus amigas. Detrás de él corría Tránsito, y más atrás, Anacé, Asteris y la cobra desdentada. Esta última estaba muy agitada y tenía todo el trasero quemado que no se sentaría por un mes y tendría que esperar el cambio de piel para llegar a su normalidad.

Los duendes después de la ayuda del unicornio plateado, se arrodillaron ante su salvadora y creían que era una diosa que había venido a salvarlos porque, según ellos, eran unos niños muy buenos, casi santos. Yasmina  tomó nuevamente su forma humana y les dijo que  no eran tan santos y que estaba enterada de lo que hicieron en su colegio Micki, Tanger y Collins. Ellos se sorprendieron del cambio del unicornio plateado a Yasmina y dijeron al unísono: “ Tengo fiebre”. Yasmina sonrió y les pidió que se calmaran y que tendrían que acostumbrarse a su segunda metamorfosis. No te vimos llegar dijo el “ciego” Collins,  que siempre usaba sus lentes. Ellos y muchos más no sabían que Yasmina también podía desaparecer al igual que el Tío Ben. Los duendecillos le prometieron a Yasmina que nunca más lo volverían a hacer. Antonella que vio el cambio de Yasmina y escuchó la mentira de los duendes, se les acercó y les jaló las orejas. Después abrazó a su amiga y le dio las gracias por todo lo que había hecho. Además le pidió que le contara ese cambio maravilloso que había ocurrido en ella. Yasmina le invitó además de sus hermanas, a almorzar en el castillo. Tenía que contarle a su padre y a ellas sobre su abuelo y muchas cosas más.

 Tránsito, la malvada serpiente, después de curarse de las quemaduras que el unicornio plateado le ocasiónó, no se explicaba la presencia de ese ser. Nunca le habían hablado de quién era. Ninguna de las serpientes,  ni siquiera Lurok, lo sabía. Estaban asustados por lo que les pasó. Anulia, que era la más vieja de ellas, escuchó del enigmático Paritt, uno de los antiguos asesores del Obispo, que un unicornio poderoso venció a los centauros negros que pretendieron apoderarse de la Comunidad de San Patricio. Después de esa historia, no sabían más del mágico ser que pertenecía a la realidad y la ficción y que les iba mostrando a Varko y sus aliadas el poder del bien en este mundo mágico que era habitado en su mayoría por una comunidad zooter y otros personajes afines al conde Jorginho, padre de este ser maravilloso que se llamaba Yasmina.

Tránsito visitó al malvado Varko y le contó con lujo de detalles la aparición del unicornio plateado justo en el momento en que sus hermanas de piel y ella,  iban a matar a aquellos trasgos del demonio,  que la tía Anulia odiaba de muerte. Varko no se podía explicar cómo ocurrió, hasta puso en tela de juicio la información que la temible shushupe le dio a él. El jefe de los licans ordenó a Lurok que mandase llamar a la cobra y las otras serpientes. Una vez que se reunieron, estas relataron con cierto temor la presencia de aquel monstruo que les quemó la piel y si no hubieran huido, probablemente estuvieran muertas. La cernícalo les comentó que el unicornio plateado no era otra que la hija del Conde Jorginho. Ella con su potente vista observó que después de quemar a las pobres serpientes, recuperó su forma humana y era Yasmina. Varkolak le dijo a Wanda, la cernícalo,  que Yasmina era una loba, no un unicornio. A pesar de que Wanda quería colaborar con los licans, ellos no le creyeron. La mujer de Varko le pidió que descansara, porque la veía agotada. Desconcertada y furiosa, Wanda se retiró de la casa del jefe de los licans y se fue volando a su casa para contarle al señor Hannover, lo que ella vio y los demás no le creyeron. Nadie le creía a Wanda. Parecía aquella sacerdotisa troyana que cada vez que decía la verdad, nadie le creía…ni su protector y amante.

 Tránsito regresó con Asteris, Anacé y la vieja Anulia a su condominio, donde vivían las serpientes. La shushupe le había clavado su mirada lasciva a Libak y buscaría la manera de atraerlo; para ello, pediría a Anacé sus consejos. Aunque Anacé estaba sola porque su marido la abandonó, tenía mucha experiencia de sus relaciones amorosas con varios licans. Tienes que hablar le decía a la shushupe. Además le tienes que regalar un perfume porque le gusta mucho los perfumes. Eso sí, cuídate de su mujer que es muy celosa. No la vayas a matar. Cítalo en la Ciudad de los Reyes. Allí  nadie te conoce y él como todos los licans,  es lujurioso, tiene la lengua viperina como tú  y se va a comer un rico pescadito. Después me lo pasas, porque le tengo hambre. La charapa no entendía mucho las palabras de su amiga Anacé, pero le agradeció y prometió ayudarla.


                                                                                                                         Eddy Gamarra T.
Capítulo 64
Domingo

Todo el sábado por la noche, Yasmina estuvo despierta. No podía dormir. Solo esperaba el amanecer para ir conmigo al parque del Unicornio. No me atreví a contarle que el jardinero de la Comunidad era su abuelo. Yasmina no podía leer mis pensamientos salvo en caso de peligro extremo. Alguna vez me comentó que el jardinero, cada vez que la veía, bajaba la cabeza. Ella intuía algo pero no lo podía explicar. No era una mirada de miedo, tampoco de felicidad. Pero el fino olfato de Yasmina captaba  un espíritu superior que se había formado en la escuela de Eleusis o de la India brahmánica, como le explicó alguna vez su padre cuando hablaba de las siete chakras que había leído en libros esotéricos de Serge Raynaud de la Ferriere o el Kibalion.

Salimos muy temprano y nos acompañaron Harally y Ghara, las haditas de la luz. Nos fuimos a pie y disfrutábamos del paisaje de San Patricio. Por todas partes árboles y flores. Los jardines exteriores de las casas resplandecían y las flores parecían decirnos Buenos días. Al paso de Yasmina, las ramas de los árboles le rendían pleitesía y enviaban aire puro a la nieta del mayor protector de la Comunidad de San Patricio. A medida que avanzábamos, un coro de loritos formó un corazón en el cielo y se dirigió rumbo al mar.  Las haditas que tenían una voz angelical cantaban “ Shape of my heart” . Después de aquella larga caminata, teníamos frente a nosotros la mansión natura del unicornio blanco. Los arbustos se abrieron suavemente e ingresamos al parque. Las haditas detrás de nosotros, después de terminar su canción, aguardaban al maestro. Allí estaba el sendero de luz que se hizo más intenso y se escuchó los cascos del unicornio quien venía acompañado de los animalitos del parque que emitían sus sonidos de alegría para darle la bienvenida a la nieta del maestro de la Comunidad. Cuando el unicornio se detuvo, los animalitos guardaron silencio y se escuchó la voz del abuelo que le decía a Yasmina . Salema aleikun!...Yasmina contestó Aleikun salema! Y se arrodilló frente al bello animal y terminó en un llanto que me conmovió tanto que no supe qué hacer. El maestro de San Patricio nos dijo que nos pusiéramos de pie porque esta mañana era el inicio de un nuevo día, de una nueva era en este mundo mágico. Se dirigió a la laguna de los tulipanes y le ordenó a Yasmina que ingresara a las aguas de la laguna. Ella obedeció en silencio. Le pidió que se zambullera en las aguas que despedían un aroma tan agradable que su olor nos cubrió a todos. Las haditas se acercaron y formaron un círculo de luz alrededor del lugar donde Yasmina se zambulló. De pronto, el silencio inundó el parque por unos segundos y brotó de las aguas un bello animal plateado con las mismas características del unicornio blanco. Ghara y Harally cantaban “Oh fortuna” y las voces de los animales del parque y los delfines de la laguna que salían, cantaron como si fueran integrantes del coro angelical,  este bella canción, llamada Carmina burana,  del músico alemán Carl Orff.

Los dos unicornios juntos me dejaron extasiado y maravillado y  mis ojos llorosos de emoción veían con tanto cariño al abuelo y a la nieta en este parque de la vida. Cuántos años habían transcurrido para que se produjera este gran momento que hizo al unicornio el ser más feliz de la Comunidad de San Patricio. El unicornio plateado me veía y de sus ojos brotaban una mirada maravillosa  que yo captaba con lo que ella estaba pensando y me hacía muy feliz. El unicornio blanco me pidió le dejara con su nieta unos minutos e ingresaron al interior del parque y cabalgaban y relinchaban de felicidad. Los animalitos del parque trajeron tunas, nísperos, chirimoyas, piñas, duraznos y fresas para que me sirviera y llevara a Nicole, Sandra y Antonella. También trajeron higos para Mick, Tanger y Collins. No sé cuántos minutos pasaron, pero regresaban abuelo y nieta y delante de todos nosotros, una niebla cubrió a Yasmina y después de limpiarse, estaba Yasmina en su forma humana y corrió hacia mí y me abrazó muy feliz y el unicornio blanco nos dijo que volvamos pronto que él y Yasmina estaban interconectados y que sabía que los licans iban a usar magia negra para enfrentarse con la comunidad de lobos y sus amigos. Nos retiramos del parque renovados, con el perfume que la naturaleza nos brindó y con Yasmina que realizó su segunda metamorfosis, luego de bañarse en las aguas mágicas de la laguna azul y en presencia de su abuelo, el unicornio blanco.


                                                                                                                          Eddy Gamarra T.

Capítulo 63
Tas…tas…tas

Nicole, Sandra y Antonella fueron informadas por Yasmina que los trasgos habían ocasionado un desorden total en el colegio donde estudiaban. Nicole que era la encargada de los estudios de Micki, Tanger y Collins estaba muy molesta con ellos. Los duendecillos estaban prohibidos de mostrar sus poderes en algún lugar de la Ciudad de los Reyes, salvo en caso de peligro inminente. No hubo peligro en absoluto sino el ánimo de burlarse del pobre curita  que todavía tenía rezagos  de los fantasmas maléficos  de su lejana África. Nicole le gritaba a Miguelito que había violado las leyes de la Comunidad y tenía que ser castigado severamente. Los otros dos se defendieron  diciéndole a Nicole que ellos no habían sido, Antonella les increpó a Tanger y Collins que ellos deberían cuidar a Miguelito, que es un mocoso engreído y malcriado y que les podría meter en problemas  a toda la comunidad toda vez que el director conocía al Obispo y él exigiría el castigo para Micki por violación de la ley de la Comunidad zooter. Menos mal que el religioso estaba en Bolivia y nadie se iba a enterar.

Don Juan de Aviraneta le pidió a las chicas que perdonasen a los duendecillos y ellos que escucharon la voz que los defendía, se pusieron a llorar como si se hubieran quedado solos en el mundo, para suavizar el castigo que esperaban. Las chicas no se dejaron convencer por la representación dramática de los tres y advirtieron que no se atrevan a desaparecer y que aceptaran su castigo porque se lo merecían. En ese momento Nicole tomó la correa y castigó a Micki; Antonella, lo hizo con Tanger y Sandra se encargó de Collins. El llanto era general, porque no solo lloraban los traviesos duendecillos sino las tres hermanas, pero “Lex dura lex sed lex” (La ley es dura, pero es la ley).

Una parte del castigo era quitarles por una semana su ración de higos y aumentar en una hora diaria sus tareas. No se podía comentar en el colegio de los chicos,  lo que hizo Miguelito, ni pedir disculpas al Director porque se complicarían las cosas y ellos serían expulsados del Centro de Estudios. Yasmina trajo del castillo una crema para curarle a los “niños” su salvohonor que estaba rojo por el tas tas que le dieron mis tres hijas. Yasmina aprovechó para conversar con Antonella sobre su relación con Juan de Aviraneta y qué planes tenía para este año. Antonella le contó que Aviraneta quería casarse con ella, pero que ella temía por su vida, en caso de concretarse la boda, debido a que Juan de Aviraneta se metamorfoseaba en camello. ¿Podría darse esta relación tan compleja?, preguntaba Antonella. Yasmina le decía que ella sabía de la unión de una loba con un unicornio. Antonella  se reía de lo que le contaba su amiga. Yasmina levantó la voz y le dijo muy seria: “Yo soy nieta de un unicornio con una loba. Antonella se quedó callada, al ver tan seria a su amiga y Yasmina empezó a contarle sobre el unicornio blanco y que el domingo iría conmigo para que el mismo ser se lo diga y se produzca por primera vez, la metamorfosis que su abuelo tanto anhelaba.


                                                                                                                              Eddy Gamarra T.

lunes, 4 de mayo de 2015

Capítulo 62
Una gran verdad

Una mañana, mientras caminaba por la Plaza del lobo mayor, que estaba ubicada en el centro de la Comunidad de San Patricio, vi a Daniel, el jardinero que estaba limpiando la enorme estatua  del lobo, que daba nombre a la plaza. Me acerqué a él para saludarlo. Me recibió con mucho cariño y me dijo que tenía algo importante que revelarme. Nos sentamos en una de las bancas de mármol y me preguntó si conocía todos los poderes que tenía Yasmina. No me atreví a decirle sí, porque ella era en verdad un misterio y siempre nos sorprendía con algo nuevo. Yasmina revelaba ante los demás un perfil bajo, que la ayudaba a esconder sus poderes. Su sola presencia ante sus enemigos la presentaba como una diosa y generaba temor y miedo en los licans que la señalaron como la enemiga mayor de la secta satánica. No era la primera vez que ellos programaron su muerte y era el principal objetivo de los secuaces de Varko.

Daniel me invitó a que lo visitara al Parque de la muerte, que en realidad era el Parque de la Vida, de la Luz, el día domingo que tenía descanso. Así lo hice. Después del desayuno con tamales de chincha y panes de Oropeza (Cusco), le dije a Yasmina que el Unicornio blanco quería conversar conmigo. Ella no me preguntó porqué quería conversar. Solo me dijo que tenga cuidado con los licans que aparecen en el momento menos deseado. Le di un beso y me fui caminando. Menos mal que no vi a Lurok, el tejón pero sí me crucé con Simonal, el bueno que estaba tocando la guitarra en una de las bancas del parquecillo de la Artes. A su lado, algunas avecillas revoloteaban y se posaban cerca de Simonal. Continué mi camino, no vi al cernícalo, pero sí a Ludwig y Marietta que llevaban a Hans, su hijo camino, a su tienda. Ludwig me pidió disculpas por el acto bochornoso que ocurrió en la iglesia. Sonreí y le dije que no se preocupara y más bien lo felicitaba por la tremenda pateadura que le propinó al tejón malvado.

Ya había llegado al Parque del Unicornio e ingresé sin temor. Las luces del camino se hicieron más brillantes y apareció ese ser maravilloso, tan poderoso como sencillo, sabio y humilde. No le podía mentir porque leía mis pensamientos. Yo esperaba el gran mensaje de él. Lo acompañé a la orilla de la laguna donde crecían los tulipanes negros. Después de sentarme escuché su voz como un arrullo y pronunció con dulzura: Yasmina es mi nieta. La historia es larga y verídica. Ella, a pesar de todo, no lo sabe. La violencia contra su madre y el pueblo saharawi, le borró esta parte que le corresponde. Después, los crímenes de los licans la han mantenido siempre en guardia. Ella sabe que sus mortíferos enemigos han decretado su muerte a toda costa y siempre está en guardia para defender su propia vida y la de los demás. Su naturaleza  de mujer zooter es triple ; su padre, además de lobo tenía naturaleza caprina. Ella, además de loba, como su madre, era águila y unicornio como yo. Aunque tenía la capacidad de convertirse en cualquier animal, pero no lo hacía, a menos que las circunstancias o un peligro inminente la obligara. No había un solo ser de naturaleza  zooter triple. Solo Yasmina.

Aquel día de la matanza yo estaba en la acrópolis de Atenas. Tenía una convención de los hijos de Eleusis que es una secta fundada hace mucho tiempo por un filósofo y matemático griego Recuerdo que después de la última reunión, un terrible dolor de cabeza me causó una desesperación. No me había ocurrido nunca. Centré mi mente en mi pobre hija. Era demasiado tarde. Estaba muerta. Viajé de inmediato a Marruecos como un turista más. Sabía que mi nieta estaba viva y protegida por su padre, el conde Jorginho. Yo ya vivía en el parque y nunca pude traer a su madre porque tenía otros parientes y estaba identificada con el pueblo Saharawi. Su madre también vivió allí. La conocí en una de las islas griegas donde ella tenía un restaurante de comida árabe. Después de quedar embarazada, regresó a su pueblo y allí nacieron la madre de Yasmina y mi nieta adorada. Tengo una enorme deuda con Yasmina. Este parque le pertenece y cuando yo ya no esté en la Comunidad de San Patricio, ella tomará este lugar y será la protectora de la paz que tanto anhelamos. Ahora comprenderás por qué te cuento todo esto.

Después de esa valiosa conversación, me despedí del Unicornio y regresé al castillo para contarle a Yasmina todo. Ella ni las otras dos personas que leían el pensamiento, podían hacerlo dentro del Parque, porque estaba protegido. Así que cuando la vi,  la abracé y la besé y nos sentamos en el gran ventanal que daba al enorme jardín del castillo donde jugaban mis tres duendecillos y las brujitas de la Tía Morgana. Después de contarle a mi bella Yasmina, ella me abrazó y lloraba de felicidad y de tristeza. Jamás se imaginó que su abuelo estaba vivo y que podía convertirse en un unicornio. Ni siquiera se lo había imaginado. No lo había intentado todavía. Lo haría el siguiente domingo cuando visitase a su abuelo en el parque de los tulipanes negros.


                                                                                                              Eddy Gamarra Tirado