Capítulo 62
Una gran verdad
Una
mañana, mientras caminaba por la Plaza del lobo mayor, que estaba ubicada en el
centro de la Comunidad de San Patricio, vi a Daniel, el jardinero que estaba
limpiando la enorme estatua del lobo,
que daba nombre a la plaza. Me acerqué a él para saludarlo. Me recibió con
mucho cariño y me dijo que tenía algo importante que revelarme. Nos sentamos en
una de las bancas de mármol y me preguntó si conocía todos los poderes que
tenía Yasmina. No me atreví a decirle sí, porque ella era en verdad un misterio
y siempre nos sorprendía con algo nuevo. Yasmina revelaba ante los demás un
perfil bajo, que la ayudaba a esconder sus poderes. Su sola presencia ante sus
enemigos la presentaba como una diosa y generaba temor y miedo en los licans
que la señalaron como la enemiga mayor de la secta satánica. No era la primera
vez que ellos programaron su muerte y era el principal objetivo de los secuaces
de Varko.
Daniel
me invitó a que lo visitara al Parque de la muerte, que en realidad era el
Parque de la Vida, de la Luz, el día domingo que tenía descanso. Así lo hice.
Después del desayuno con tamales de chincha y panes de Oropeza (Cusco), le dije
a Yasmina que el Unicornio blanco quería conversar conmigo. Ella no me preguntó
porqué quería conversar. Solo me dijo que tenga cuidado con los licans que
aparecen en el momento menos deseado. Le di un beso y me fui caminando. Menos
mal que no vi a Lurok, el tejón pero sí me crucé con Simonal, el bueno que
estaba tocando la guitarra en una de las bancas del parquecillo de la Artes. A
su lado, algunas avecillas revoloteaban y se posaban cerca de Simonal. Continué
mi camino, no vi al cernícalo, pero sí a Ludwig y Marietta que llevaban a Hans,
su hijo camino, a su tienda. Ludwig me pidió disculpas por el acto bochornoso
que ocurrió en la iglesia. Sonreí y le dije que no se preocupara y más bien lo
felicitaba por la tremenda pateadura que le propinó al tejón malvado.
Ya
había llegado al Parque del Unicornio e ingresé sin temor. Las luces del camino
se hicieron más brillantes y apareció ese ser maravilloso, tan poderoso como
sencillo, sabio y humilde. No le podía mentir porque leía mis pensamientos. Yo
esperaba el gran mensaje de él. Lo acompañé a la orilla de la laguna donde
crecían los tulipanes negros. Después de sentarme escuché su voz como un
arrullo y pronunció con dulzura: Yasmina es mi nieta. La historia es larga y
verídica. Ella, a pesar de todo, no lo sabe. La violencia contra su madre y el
pueblo saharawi, le borró esta parte que le corresponde. Después, los crímenes
de los licans la han mantenido siempre en guardia. Ella sabe que sus mortíferos
enemigos han decretado su muerte a toda costa y siempre está en guardia para
defender su propia vida y la de los demás. Su naturaleza de mujer zooter es triple ; su padre, además
de lobo tenía naturaleza caprina. Ella, además de loba, como su madre, era
águila y unicornio como yo. Aunque tenía la capacidad de convertirse en
cualquier animal, pero no lo hacía, a menos que las circunstancias o un peligro
inminente la obligara. No había un solo ser de naturaleza zooter triple. Solo Yasmina.
Aquel
día de la matanza yo estaba en la acrópolis de Atenas. Tenía una convención de
los hijos de Eleusis que es una secta fundada hace mucho tiempo por un filósofo
y matemático griego Recuerdo que después de la última reunión, un terrible
dolor de cabeza me causó una desesperación. No me había ocurrido nunca. Centré
mi mente en mi pobre hija. Era demasiado tarde. Estaba muerta. Viajé de
inmediato a Marruecos como un turista más. Sabía que mi nieta estaba viva y
protegida por su padre, el conde Jorginho. Yo ya vivía en el parque y nunca
pude traer a su madre porque tenía otros parientes y estaba identificada con el
pueblo Saharawi. Su madre también vivió allí. La conocí en una de las islas griegas
donde ella tenía un restaurante de comida árabe. Después de quedar embarazada,
regresó a su pueblo y allí nacieron la madre de Yasmina y mi nieta adorada.
Tengo una enorme deuda con Yasmina. Este parque le pertenece y cuando yo ya no
esté en la Comunidad de San Patricio, ella tomará este lugar y será la
protectora de la paz que tanto anhelamos. Ahora comprenderás por qué te cuento
todo esto.
Después
de esa valiosa conversación, me despedí del Unicornio y regresé al castillo
para contarle a Yasmina todo. Ella ni las otras dos personas que leían el
pensamiento, podían hacerlo dentro del Parque, porque estaba protegido. Así que
cuando la vi, la abracé y la besé y nos
sentamos en el gran ventanal que daba al enorme jardín del castillo donde
jugaban mis tres duendecillos y las brujitas de la Tía Morgana. Después de
contarle a mi bella Yasmina, ella me abrazó y lloraba de felicidad y de
tristeza. Jamás se imaginó que su abuelo estaba vivo y que podía convertirse en
un unicornio. Ni siquiera se lo había imaginado. No lo había intentado todavía.
Lo haría el siguiente domingo cuando visitase a su abuelo en el parque de los
tulipanes negros.
Eddy
Gamarra Tirado
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