Capítulo 74
El viaje de Agnezka
Los
planes de los malvados licántropos asustaron mucho a la cándida Agnezka. Más
aún, la muerte de Maribella, afectó a la vampira que estuvo a punto de regresar
a su país, pero la situación en Europa era muy compleja y difícil, porque en la
zona del este, dominaban los vampiros que no solo chupaban la sangre sino que
mataban a sus víctimas. Acá en la Comunidad de San Patricio que estaba ubicada
dentro de la Ciudad de los Reyes, el comportamiento de sus compañeras hacia las
jóvenes era un poco de su sangre, no sé si para no perder la costumbre o por
una necesidad imperiosa que tenía que ver con su naturaleza vampírica.
Desde
el padre de Elisabetta di Sardegna hasta las actuales, las costumbres habían
cambiado. En verdad quedaban pocas vampiras que habían dejado los crímenes con
sus víctimas y se dedicaron a la cultura y a los negocios. Aquí en la Comunidad
estaban además de la bella Elisabetta, Rowina de Southampton, Alejandra del
Cuadro y Agnezka de los Milagros. Ellas, al igual que los lobos y sus amigos,
eran la fuerza de la oposición contra los temibles licántropos y los jefes del
CENTRADOM.
Ahora
que Agnezka se decidió a viajar por
países asiáticos, encontraría en ellos paz y tranquilidad para su espíritu. En
aquellos lugares de oriente, estudió las religiones, visitó sus ruinas
arqueológicas, conoció mucha gente, comió y bebió, observó las costumbres y
regresó renovada para dictar un ciclo de conferencias en una Universidad
privada sobre temas de historia del arte y Biología que eran su pasión. Lo que
no contó es que en La India conoció a un arqueólogo italiano que se sentía
atraído por ella y que en un restaurante vegetariano de la ciudad de Bombay le
espetó sobre su naturaleza vampírica. Agnezka no sabía que decir porque le
gustaba aquel caballero, tan elegante y distinguido. Sin embargo, ella temía
que él formara parte de los vampiros asesinos que pululaban por el país de la
Bota. Como su amigo le leyó el pensamiento, la tranquilizó y le preguntó si
conocía en La Ciudad de los Reyes a Doña Elisabetta di Sardegna, prima hermana del
italiano. Le contó sobre su tío que fundó una escuela de filosofía y que estaba
integrada por vampiros y vampiras que tenían naturaleza pacífica y que se
habían enfrentado a muchas sectas asesinas, que eran perseguidas por el
gobierno italiano y que se habían refugiado en
Bulgaria, Albania, Hungría, Serbia, Croacia y Eslovenia.
Pietro
di Siracusa, que así se llamaba el arqueólogo, vivió un romance con Agnezka de
los Milagros y prometió visitarla y ayudar a su prima Elisabetta contra los
licans. En verdad, Agnezka le había contado toda la historia de este terrible
enfrentamiento que había matado a su amiga Maribella y a otros personajes de la
Comunidad de San Patricio. Los licántropos no se saldrán con la suya, le
prometió Pietro. Él vendría preparado para este feroz combate a muerte.
Después
que regresó Agnezka, relató a Elisabetta sobre su primo Pietro di Siracusa y el
apoyo que les iba a brindar al grupo. Ya Elisabetta se había comunicado con los
Dinos y toda la manada. El objetivo era expulsar de San Patricio a todos los
licántropos y sus amigos. De esa manera vivirían en paz, sin crímenes ni serpientes,
ni sanguijuelas y espías que ocasionaban muchos problemas y dolor en la
Comunidad. Existía un lema en los Dinos “Ahora o nunca”. No sería fácil.
Correrá mucha sangre y esperaban que las cosas cambiaran. El tío Ben que solía
decir “Deja las cosas como están”, reconoció que el tiempo era importante y
como buen ajedrecista “La mejor defensa es el ataque”.
Eddy Gamarra T.
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