lunes, 25 de mayo de 2015

Capítulo 74
El viaje de Agnezka

Los planes de los malvados licántropos asustaron mucho a la cándida Agnezka. Más aún, la muerte de Maribella, afectó a la vampira que estuvo a punto de regresar a su país, pero la situación en Europa era muy compleja y difícil, porque en la zona del este, dominaban los vampiros que no solo chupaban la sangre sino que mataban a sus víctimas. Acá en la Comunidad de San Patricio que estaba ubicada dentro de la Ciudad de los Reyes, el comportamiento de sus compañeras hacia las jóvenes era un poco de su sangre, no sé si para no perder la costumbre o por una necesidad imperiosa que tenía que ver con su naturaleza vampírica.

Desde el padre de Elisabetta di Sardegna hasta las actuales, las costumbres habían cambiado. En verdad quedaban pocas vampiras que habían dejado los crímenes con sus víctimas y se dedicaron a la cultura y a los negocios. Aquí en la Comunidad estaban además de la bella Elisabetta, Rowina de Southampton, Alejandra del Cuadro y Agnezka de los Milagros. Ellas, al igual que los lobos y sus amigos, eran la fuerza de la oposición contra los temibles licántropos y los jefes del CENTRADOM.

Ahora que Agnezka se decidió a  viajar por países asiáticos, encontraría en ellos paz y tranquilidad para su espíritu. En aquellos lugares de oriente, estudió las religiones, visitó sus ruinas arqueológicas, conoció mucha gente, comió y bebió, observó las costumbres y regresó renovada para dictar un ciclo de conferencias en una Universidad privada sobre temas de historia del arte y Biología que eran su pasión. Lo que no contó es que en La India conoció a un arqueólogo italiano que se sentía atraído por ella y que en un restaurante vegetariano de la ciudad de Bombay le espetó sobre su naturaleza vampírica. Agnezka no sabía que decir porque le gustaba aquel caballero, tan elegante y distinguido. Sin embargo, ella temía que él formara parte de los vampiros asesinos que pululaban por el país de la Bota. Como su amigo le leyó el pensamiento, la tranquilizó y le preguntó si conocía en La Ciudad de los Reyes a Doña Elisabetta di Sardegna, prima hermana del italiano. Le contó sobre su tío que fundó una escuela de filosofía y que estaba integrada por vampiros y vampiras que tenían naturaleza pacífica y que se habían enfrentado a muchas sectas asesinas, que eran perseguidas por el gobierno italiano y que se habían refugiado en  Bulgaria, Albania, Hungría, Serbia, Croacia y Eslovenia.

Pietro di Siracusa, que así se llamaba el arqueólogo, vivió un romance con Agnezka de los Milagros y prometió visitarla y ayudar a su prima Elisabetta contra los licans. En verdad, Agnezka le había contado toda la historia de este terrible enfrentamiento que había matado a su amiga Maribella y a otros personajes de la Comunidad de San Patricio. Los licántropos no se saldrán con la suya, le prometió Pietro. Él vendría preparado para este feroz combate a muerte.

Después que regresó Agnezka, relató a Elisabetta sobre su primo Pietro di Siracusa y el apoyo que les iba a brindar al grupo. Ya Elisabetta se había comunicado con los Dinos y toda la manada. El objetivo era expulsar de San Patricio a todos los licántropos y sus amigos. De esa manera vivirían en paz, sin crímenes ni serpientes, ni sanguijuelas y espías que ocasionaban muchos problemas y dolor en la Comunidad. Existía un lema en los Dinos “Ahora o nunca”. No sería fácil. Correrá mucha sangre y esperaban que las cosas cambiaran. El tío Ben que solía decir “Deja las cosas como están”, reconoció que el tiempo era importante y como buen ajedrecista “La mejor defensa es el ataque”.


                                                                                                                           Eddy Gamarra T.

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