lunes, 4 de mayo de 2015

Capítulo 61
Las ocurrencias de Miguelito

Mick, Tanger y Collins iban temprano al colegio que estaba situado cerca de la Comunidad. Nicole los llevaba siempre para que no se distraigan y se les ocurra irse al zoológico para molestar a los monos. Los duendecillos iban impecables. A los ojos de sus maestros, no mataban una mosca. La carita de los tres era angelical, pero dentro de su cabecita mágica estaban tramando algo contra un religioso que había venido de África. Como llegaban temprano, jugaban con sus amigos a la pelota y sudaban bastante, pero no se secaban el sudor. Tocó la campana y los niños se fueron a formar. Después de unos minutos, la escolta marchó y se ubicó en el centro. El curita tenía preparado la lectura y en el momento que el auxiliar le pasó el micro, antes de que el religioso pudiera tomarlo, el micro se elevó varios centímetros y los alumnos y alumnas se burlaron de este hecho. Saltó el curita para poder atrapar el micro y este se elevó más y el curita cayó. Las autoridades que estaban en el segundo piso intentaron atrapar a este engendro de Satanás, pero no pudieron. El micro se desplazó cerca de la radio y el botón del volumen se movió y la música que pasaban era un Harlem shake. Los más pequeños gritaban como locos “Harlem shake, Harlem shake” y todo el mundo se puso a bailar y desde el segundo piso, el curita africano gritaba en su lengua nativa ¡Qué Dios nos ayude! , pero Dios estaba muy ocupado y contento de ver a los niños que desbordaban su alegría. Los profesores no sabían qué hacer. Las más cucufatas se persignaban tres veces , los otros, disimuladamente, se movían un poco al ritmo del Harlem shake. El Director pidió urgente a un profesor de religión,  que trajera agua bendita para alejar a los malos espíritus.  El volumen subió más y más. Tanger y Collins eran los más contentos y bailaban el nuevo ritmo, pero también se dieron cuenta que Micki no estaba con ellos. Cuando miraron el lugar donde estaba el micro, vieron a su travieso hermanito que había provocado toda la parafernalia juvenil. Los demás no lo podían ver, pero ellos, sí. De un momento a otro, desaparecieron y se dirigieron al segundo piso para rescatar al bueno de Micki que estaba atrapado entre el Harlem shake y los vituperios del asustado curita. Cuando le quitaron el micro a Micki, este cayó sobre la cabeza del religioso africano que se desmayó, no tanto por el miedo sino por el golpe de la cabeza de mickí que dejó noqueado al pobre hijo de Dios.

Después que el profesor trajo el agua bendita, el Director roció a todos con esta agua que olía mal porque estaba dentro de unas flores marchitas, pero ya no escuchaban el Harlem shake, porque Tanger apagó el radio y se llevaron a Micki de las orejas al baño. Allí recuperaron su forma habitual y se dirigieron a la formación justo cuando el Director les echaba agua bendita. Los tres miraron con unos ojitos de angelitos y le pidieron al padrecito, la bendición. Después de la bendición, Micki dijo que ya estaba salvado. Sin embargo, el curita africano maldecía en su lengua nativa a los demonios que habían causado esto. El Director ordenó un recreo para los alumnos y una reunión urgente con el profesorado.

Los tres hermanos sacaron de su lonchera sus higos y la exquisita chicha morada que parecía la bebida de los dioses. Eran los únicos que comían higos y mientras lo hacían, Micki pidió a sus hermanitos que no le dijeran nada a Nicole porque le contaría a Yasmina sobre la broma que le hizo al curita africano y que no se iba a repetir en este bimestre. De repente, son retirados del colegio por mala conducta. En la Sala de profesores, se reunieron las autoridades con el personal y rezaron tres padrenuestros y tres Avemarías para alejar a las almas malas del colegio porque no solo se comían el refrigerio de su personal y se llevaban los libros y discos,  sino que tentaban a los niños y adolescentes con canciones demoníacas. Algunos de los integrantes sonreían y miraban al asustado curita africano con unas ganas de retirarse y volver a su país en el primer avión que encontrara. El Director le dijo a su personal de trabajo que estas cosas ocurrían porque faltaba orar y rezaron el rosario acompañado de algunas lágrimas de las viejas y algunas bizcotelas regadas con un vinito de misa-que había bastante- y que les vendía el “Cholo” Tasayco, de Chincha.


                                                                                                                                      Eddy Gamarra T.

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