Capítulo 65
Silence
Nunca
vimos tan feliz a la cobra desdentada. Su sobrina ingresó al CENTRADOM. No sé
en qué trabajaría. Solo sé que Carmen, la cotorra, movió sus influencias para darle trabajo a la
serpiente shushupe, que es como la llamaban en la región de la Amazonía. Esta
era muy veloz, no hablaba con cualquiera. Era de tez blanca, mirada hipócrita.
Sus ojos negros despedían odio y era muy venenosa. Su lengua viperina se deslizaba
entre la anaconda y la mamba negra. Sus comadres estaban tan alegres que veían
un momento propicio para planear un ataque contra la loba y mis hijas .
Las
gaviotas, palomas y las otras aves, además de las lornas, cojinovas y corvinas
comentaban que ella no las saludaba y apenas realizaba un gesto cuando se
cruzaba con algún zooter. En los corrillos del CENTRADOM, la conocían como “la
charapa”. Anulia y sus secuaces le decían “Silence”, pero su nombre verdadero
era Tránsito. Lo único bueno era su rostro. Atractiva, para atraer a sus víctimas y después
matarlas. Dicen las malas lenguas que había mordido a toda una familia en la
selva y como estaba protegida por algún oficial de alta graduación, la enviaron
a la Ciudad de los Reyes con una tía un poco lejana y como Tránsito era zooter,
podía trabajar en el Centro de Trámite Documentario, gracias a la influencia de
Carmen la cotorra..
Anacé
se hizo muy amiga de la serpiente shushupe, así que decidieron dar un paseo por
la Comunidad de San Patricio, en compañía de Asteris y Anulia. Más adelante se
les unió Lurok y caminaban en su forma humana, muy arrogantes, con cierto afán de
provocación. Cerca de mi casa, jugaban Tanger, Collins y Micki. Anulia los miró
con un aire despectivo y masculló: ¡Cómo los odio a estos mocosos de mierda! En
ese momento, se transformaron en serpientes las cuatro y Lurok, en tejón. Mis
duendecillos que se divertían distraídos no se percataron de la presencia
ofídica y maléfica que estuvieron a punto de ser mordidos por Anulia y su
gente. Menos mal que Yasmina las había olfateado y se hizo invisible y cuando
menos lo pensaron apareció frente a ellas un enorme y plateado unicornio que
lanzó de su cuerno fuego contra las serpientes que terminaron con la piel
quemada y huyeron a toda prisa para no ser carbonizadas por este bello animal.
Lurok fue el primer en huir y se olvidó de sus amigas. Detrás de él corría Tránsito,
y más atrás, Anacé, Asteris y la cobra desdentada. Esta última estaba muy
agitada y tenía todo el trasero quemado que no se sentaría por un mes y tendría
que esperar el cambio de piel para llegar a su normalidad.
Los
duendes después de la ayuda del unicornio plateado, se arrodillaron ante su
salvadora y creían que era una diosa que había venido a salvarlos porque, según
ellos, eran unos niños muy buenos, casi santos. Yasmina tomó nuevamente su forma humana y les dijo
que no eran tan santos y que estaba
enterada de lo que hicieron en su colegio Micki, Tanger y Collins. Ellos se
sorprendieron del cambio del unicornio plateado a Yasmina y dijeron al unísono:
“ Tengo fiebre”. Yasmina sonrió y les pidió que se calmaran y que tendrían que
acostumbrarse a su segunda metamorfosis. No te vimos llegar dijo el “ciego”
Collins, que siempre usaba sus lentes.
Ellos y muchos más no sabían que Yasmina también podía desaparecer al igual que
el Tío Ben. Los duendecillos le prometieron a Yasmina que nunca más lo
volverían a hacer. Antonella que vio el cambio de Yasmina y escuchó la mentira
de los duendes, se les acercó y les jaló las orejas. Después abrazó a su amiga
y le dio las gracias por todo lo que había hecho. Además le pidió que le
contara ese cambio maravilloso que había ocurrido en ella. Yasmina le invitó
además de sus hermanas, a almorzar en el castillo. Tenía que contarle a su
padre y a ellas sobre su abuelo y muchas cosas más.
Tránsito, la malvada serpiente, después de
curarse de las quemaduras que el unicornio plateado le ocasiónó, no se
explicaba la presencia de ese ser. Nunca le habían hablado de quién era.
Ninguna de las serpientes, ni siquiera
Lurok, lo sabía. Estaban asustados por lo que les pasó. Anulia, que era la más
vieja de ellas, escuchó del enigmático Paritt, uno de los antiguos asesores del
Obispo, que un unicornio poderoso venció a los centauros negros que
pretendieron apoderarse de la Comunidad de San Patricio. Después de esa
historia, no sabían más del mágico ser que pertenecía a la realidad y la
ficción y que les iba mostrando a Varko y sus aliadas el poder del bien en este
mundo mágico que era habitado en su mayoría por una comunidad zooter y otros
personajes afines al conde Jorginho, padre de este ser maravilloso que se
llamaba Yasmina.
Tránsito
visitó al malvado Varko y le contó con lujo de detalles la aparición del
unicornio plateado justo en el momento en que sus hermanas de piel y ella, iban a matar a aquellos trasgos del demonio, que la tía Anulia odiaba de muerte. Varko no
se podía explicar cómo ocurrió, hasta puso en tela de juicio la información que
la temible shushupe le dio a él. El jefe de los licans ordenó a Lurok que
mandase llamar a la cobra y las otras serpientes. Una vez que se reunieron,
estas relataron con cierto temor la presencia de aquel monstruo que les quemó
la piel y si no hubieran huido, probablemente estuvieran muertas. La cernícalo
les comentó que el unicornio plateado no era otra que la hija del Conde
Jorginho. Ella con su potente vista observó que después de quemar a las pobres
serpientes, recuperó su forma humana y era Yasmina. Varkolak le dijo a Wanda,
la cernícalo, que Yasmina era una loba,
no un unicornio. A pesar de que Wanda quería colaborar con los licans, ellos no
le creyeron. La mujer de Varko le pidió que descansara, porque la veía agotada.
Desconcertada y furiosa, Wanda se retiró de la casa del jefe de los licans y se
fue volando a su casa para contarle al señor Hannover, lo que ella vio y los
demás no le creyeron. Nadie le creía a Wanda. Parecía aquella sacerdotisa
troyana que cada vez que decía la verdad, nadie le creía…ni su protector y
amante.
Tránsito regresó con Asteris, Anacé y la vieja
Anulia a su condominio, donde vivían las serpientes. La shushupe le había
clavado su mirada lasciva a Libak y buscaría la manera de atraerlo; para ello,
pediría a Anacé sus consejos. Aunque Anacé estaba sola porque su marido la
abandonó, tenía mucha experiencia de sus relaciones amorosas con varios licans.
Tienes que hablar le decía a la shushupe. Además le tienes que regalar un
perfume porque le gusta mucho los perfumes. Eso sí, cuídate de su mujer que es
muy celosa. No la vayas a matar. Cítalo en la Ciudad de los Reyes. Allí nadie te conoce y él como todos los licans, es lujurioso, tiene la lengua viperina como tú y se va a comer un rico pescadito. Después me
lo pasas, porque le tengo hambre. La charapa no entendía mucho las palabras de
su amiga Anacé, pero le agradeció y prometió ayudarla.
Eddy
Gamarra T.
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