lunes, 11 de mayo de 2015

Capítulo 66
Veritas…veritatis

El almuerzo de Yasmina y sus amigas se convirtió en casi una fiesta. Además de Jorginho, estaba Don Juan de Aviraneta que nos regaló hermosas páginas interpretadas al piano. Una de ellas era el solo del concierto para piano y orquesta de Grieg, que pude apreciar en la película Canción del sol a medianoche. Todos estábamos contentos con la interpretación de Aviraneta. Yasmina preparó papa a la huancaína y arroz con pato. El almuerzo estaba exquisito. Esta vez, bebimos cerveza cusqueña en forma moderada. A Juan de Aviraneta le fascinaba esta cerveza y si estaba helada, mejor. Se trasladaron a un ambiente más amplio y Yasmina pidió silencio porque tenía que contarle a su padre y a los demás,  una gran verdad. Aparecieron de pronto los duendecillos y se acomodaron en los grandes sofás de la sala principal junto a Nicole y las otras chicas. Igual hicieron las haditas, además de  Maluxa, Janice y Andreínha, las brujitas de Morgana. Cuando Yasmina empezó a contarle a su padre y a los demás lo que ocurrió el domingo en el Parque de los tulipanes negros, Jorginho lloraba en silencio y los duendecillos también. Los demás se contagiaron y el llanto se hizo mayor. Antonella  fue a la casa para traer el arroz con leche que tanto le gustaba al Conde y que sabía, le iba a gustar. Sandra lo había preparado y estaba contenta porque a todos les gustó. Jorginho abrazaba a su hija y ahora sí entendía por qué el viejo jardinero se había ofrecido desde que construyeron el castillo, ocuparse de los jardines y todas las áreas verdes del palacio. Era la mejor manera de estar cerca de su nieta y lo había conseguido.

Don Juan de Aviraneta interpretó la melodía Scarbourough fair que nos fascinaba tanto a Yasmina, y a mí. Se respiraba en la hermosa sala principal del castillo un ambiente de paz y de felicidad. El pianista, cerca de Antonella, no podía salir de su asombro cuando Yasmina relató sobre su doble metamorfosis . Si supiera que no eran dos, sino tres.  Aprovechó el momento para pedirme la mano de Antonella. La amaba y ella también lo amaba a él y yo lo único que podía decir es que sean muy felices. De un momento a otro apareció el Tío Ben que venía de sus viajes por Europa y traía consigo un vino tinto que lo compró en Londres , pero era español. Estaba contento por el nacimiento de su nietecita Fernanda. ¡ A la salud de todos!-brindó el tío Ben! Y nosotros, igual. Me acerqué a Yasmina y la besé con tanto amor que los demás aplaudieron y celebraron estos momentos de felicidad.

Nicole pidió a Sandra que bailara una música flamenca y todos disfrutamos mientras yo tocaba la guitarra para que Sandra demostrara la danza que su madre le enseñó en el sur de España. Micki, Tanger y Collins también querían bailar, pero Nicole que no se olvidaba de las travesuras que hicieron en el colegio, les dijo que para otra ocasión. Jorginho, curioso, les preguntó qué iban a bailar y los tres al unísono gritaron “Harlem shake” y empezaron a moverse de tal forma que los demás rompieron a reír.


                                                                                                              Eddy Gamarra T.

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