Capítulo 66
Veritas…veritatis
El
almuerzo de Yasmina y sus amigas se convirtió en casi una fiesta. Además de
Jorginho, estaba Don Juan de Aviraneta que nos regaló hermosas páginas interpretadas
al piano. Una de ellas era el solo del concierto para piano y orquesta de
Grieg, que pude apreciar en la película Canción
del sol a medianoche. Todos estábamos contentos con la interpretación de
Aviraneta. Yasmina preparó papa a la huancaína y arroz con pato. El almuerzo
estaba exquisito. Esta vez, bebimos cerveza cusqueña en forma moderada. A Juan
de Aviraneta le fascinaba esta cerveza y si estaba helada, mejor. Se
trasladaron a un ambiente más amplio y Yasmina pidió silencio porque tenía que
contarle a su padre y a los demás, una
gran verdad. Aparecieron de pronto los duendecillos y se acomodaron en los
grandes sofás de la sala principal junto a Nicole y las otras chicas. Igual
hicieron las haditas, además de Maluxa,
Janice y Andreínha, las brujitas de Morgana. Cuando Yasmina empezó a contarle a
su padre y a los demás lo que ocurrió el domingo en el Parque de los tulipanes
negros, Jorginho lloraba en silencio y los duendecillos también. Los demás se
contagiaron y el llanto se hizo mayor. Antonella fue a la casa para traer el arroz con leche
que tanto le gustaba al Conde y que sabía, le iba a gustar. Sandra lo había
preparado y estaba contenta porque a todos les gustó. Jorginho abrazaba a su
hija y ahora sí entendía por qué el viejo jardinero se había ofrecido desde que
construyeron el castillo, ocuparse de los jardines y todas las áreas verdes del
palacio. Era la mejor manera de estar cerca de su nieta y lo había conseguido.
Don
Juan de Aviraneta interpretó la melodía Scarbourough fair que nos fascinaba
tanto a Yasmina, y a mí. Se respiraba en la hermosa sala principal del castillo
un ambiente de paz y de felicidad. El pianista, cerca de Antonella, no podía
salir de su asombro cuando Yasmina relató sobre su doble metamorfosis . Si
supiera que no eran dos, sino tres. Aprovechó el momento para pedirme la mano de
Antonella. La amaba y ella también lo amaba a él y yo lo único que podía decir
es que sean muy felices. De un momento a otro apareció el Tío Ben que venía de
sus viajes por Europa y traía consigo un vino tinto que lo compró en Londres ,
pero era español. Estaba contento por el nacimiento de su nietecita Fernanda. ¡
A la salud de todos!-brindó el tío Ben! Y nosotros, igual. Me acerqué a Yasmina
y la besé con tanto amor que los demás aplaudieron y celebraron estos momentos
de felicidad.
Nicole
pidió a Sandra que bailara una música flamenca y todos disfrutamos mientras yo
tocaba la guitarra para que Sandra demostrara la danza que su madre le enseñó
en el sur de España. Micki, Tanger y Collins también querían bailar, pero
Nicole que no se olvidaba de las travesuras que hicieron en el colegio, les
dijo que para otra ocasión. Jorginho, curioso, les preguntó qué iban a bailar y
los tres al unísono gritaron “Harlem shake” y empezaron a moverse de tal forma
que los demás rompieron a reír.
Eddy
Gamarra T.
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