Capítulo 81
El reloj
El
día de mi cumpleaños tuve la visita de Los Dinos y Yasmina preparó lasagna a
los tres quesos. El Tío Ben –como siempre- trajo una caja de vinos franceses y
prometió recitar Bon jour tristesse para
todos los presentes. Mis hijas prepararon lomo saltado y Lapitt, que solo toma
cerveza cristal, nos obsequió cuarenta latas heladas para beberlas en este día.
Juan de Aviraneta, por su lado, trajo tres cajas de cerveza cusqueña. Mi
suegro-Jorginho- me obsequió unos bellísimos zuecos que los compró en Amsterdam
y que los tengo en un lugar muy especial. Nolberto trajo una torta helada y
bocadillos salados y dulces. Como él es especialista en zapatos, nos dijo que
“Los pies son la base del cristiano” y me regaló un par de mocasines suaves
para que no maltraten mis pies. Mis amigos le miraron sus zapatos y rompieron
en una carcajada que hasta los duendecillos reían a mandíbula batiente.
Solamente
estaba la Hermandad, mi familia, Maluxa,
Andreínha, Janice, Miguelito, Tanger,
Collins y las haditas Harally y Ghara. Enumerar los regalos que cada uno me
obsequió, sería interminable; sin embargo, tengo que señalar un regalo muy
especial que me dio Ghara. Vino envuelto en papel plateado y cuando lo abrí,
estaba en una cajita de cristal. Después de abrir el regalito y al verlo,
sentía que me guiñaba y despedía colores y así pude escuchar una bella melodía
que yo solía escuchar cuando era niño. Un hermoso reloj que tenía varias
propiedades. No sé por qué, después de colocarme en el brazo derecho, vino a mi
mente la mefistofélica figura de Varkolak y en ese instante, se fueron los
números y las agujas que señalaban la hora y presentó una imagen del malvado
jefe de los licans que ordenaba a Lurok y Wanda espiar mi casa donde se
celebraba mi cumpleaños.
Cuando
dije: los tres elfos traviesos, se vio la imagen del comedor donde estaba la
torta helada que trajo el conde Nolberto y los tres muchachitos que servían
para cada uno porciones de la torta. Sandra los pilló y avisó a sus hermanas
para que les llamaran la atención. Antonella, que tenía más carácter los
amenazó con dejarlos sin comer y los tres duendecillos se pusieron a llorar
para que la dulce Nicole los perdonara. De todas maneras, fueron castigados
para vigilar el jardín exterior en caso se le ocurra a las serpientes husmear
por nuestros alrededores. Sandra les dio una buena cantidad de higos y ellos se
fueron felices a cuidar la casa.
Este
relojito mágico era un celular, laptop y sus funciones múltiples las iba
descubriendo cada día. El solo pronunciar una canción cerca del maravilloso
regalo, y se escuchaba la melodía con una nitidez que sorprendía. Estaba muy
contento por este hermoso regalo que me dio Ghara. Ella no quería que lo
comentara mucho y solo le dije a Yasmina. Lo más interesante es que solo
funcionaba con mi pulso. Yasmina intentó sugerir una canción y no funcionó.
También señaló un nombre y tampoco funcionó. Gracias Ghara por el reloj mágico.
Lo tendré muy presente. Me hubiera gustado brindarle a ella y su compañera
Harally una porción de torta helada o tal vez, lasagna o de repente lomo
saltado. Imposible, porque ellas solo se alimentaban con el néctar de las
flores al igual que las abejas.
Eddy Gamarra T.
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