martes, 23 de junio de 2015

Capítulo 96

                                                                     Ir por lana


Elisabetta y sus amigas solían reunirse en el bosque no solo por la abundancia de frutas sino porque sus árboles eran muy altos y a ellas les fascinaba la altura. Siempre lo habían hecho y se sentían renovadas y satisfechas por el aire puro y la exquisitez de las chirimoyas, lúcumas y guayabas que tanto les gustaba.

El bosque quedaba cerca a la aldea de los campesinos y donde habitaba Ludwig y su familia. Aquella mañana, Ludwig y Marietta salieron temprano de la aldea para dirigirse a su tienda en la plazuela de la Primavera. Chiara, la hermana de Marietta no los acompañó porque Yasmina le había pedido que no vaya esa mañana porque iba a salir conmigo a la Ciudad para visitar al Dr. Soiral y realizarse el chequeo médico respectivo. Chiara se quedó con su sobrino y la mayoría de los campesinos se fueron al campo para sus labores agrícolas. Pocas personas se quedaron en la aldea y el lúgubre y macabro Libak lo sabía. Había estado escondido durante mucho tiempo después del crimen en la playa de Máncora y había observado a Chiara y pretendía hacerla suya a toda costa. Aquella mañana fue ideal. Las condiciones estaban dadas y se desplazó convertido en una bandada de cuervos que graznaban por San Patricio. Cruzaron la avenida principal y se dirigieron a la aldea y se posaron en uno de los árboles cercanos a la casa de Chiara. Elisabetta que estaba en la cima de un álamo, oteó la aldea y el campo y captó los obscenos intereses de Libak en los cuervos que estaban en la aldea. Chiara no tenía ni idea de la presencia del lican asesino, pero Elisabetta, sí. Esta avisó a Rowina, Alejandra y Agnezka. Ellas recordaron la muerte de Maribella y decidieron atrapar al impúdico licántropo.

De un momento a otro, los cuervos desaparecieron y al pie del olmo estaba Libak. Observó que la bella Chiara cantaba una canción de cuna para que se durmiera su sobrinito. Su voz era dulce y angelical. La bella campesina además de su tez sonrosada, tenía unos ojos verdes encantadores y la mayoría de los jóvenes aldeanos suspiraban por ella. Una vez que el niñito se durmió, Chiara miraba por la ventana y vio al malévolo Libak que se acercaba a ella con una sonrisa falsa. A pesar de haber sido advertida por Ludwig y Marietta, la joven saludó con una sonrisa al malvado galán que pidió un vaso de agua y ella con el principio de “un vaso de agua no se le niega a nadie”, cometió la torpeza de brindarle el vaso de agua. Una vez que el lican bebió el agua, al momento de entregarle el vaso, hipnotizó a la cándida muchacha, empezó a romperle el vestido y cuando estuvo a punto de violarla, ingresaron Elisabetta y sus amigas por la puerta, ventana, el patio y cayeron sobre el lican y no le permitieron que se convirtiera en el monstruo para satisfacer sus apetitos inmundos. Fue atacado por todas partes de su cuerpo. Las vampiras son muy veloces lanzaban a Libak de un lugar a otro. Agnezka lo lanzó fuera de la casa de la doncella y en eso, aprovechó Libak para iniciar su metamorfosis que le salvó la vida: cuervos y más cuervos que se elevaron y pudieron huir de la aldea ante la mirada infortunada de las valientes vampiras que salvaron la vida a la bella Chiara. La llegada de Libak a la casa de Anulia fue traumática para la cobra desdentada, quien al ver al licántropo sangrando y con el rostro casi desfigurado, empezó a chillar con desesperación y pidió ayuda a sus ofídicas amigas para que puedan curar al lican que fue por lana … y salió trasquilado.


                                                                                                                            Eddy Gamarra T.

No hay comentarios:

Publicar un comentario