Capítulo 96
Ir por lana…
Elisabetta
y sus amigas solían reunirse en el bosque no solo por la abundancia de frutas
sino porque sus árboles eran muy altos y a ellas les fascinaba la altura.
Siempre lo habían hecho y se sentían renovadas y satisfechas por el aire puro y
la exquisitez de las chirimoyas, lúcumas y guayabas que tanto les gustaba.
El
bosque quedaba cerca a la aldea de los campesinos y donde habitaba Ludwig y su
familia. Aquella mañana, Ludwig y Marietta salieron temprano de la aldea para
dirigirse a su tienda en la plazuela de la Primavera. Chiara, la hermana de
Marietta no los acompañó porque Yasmina le había pedido que no vaya esa mañana
porque iba a salir conmigo a la Ciudad para visitar al Dr. Soiral y realizarse
el chequeo médico respectivo. Chiara se quedó con su sobrino y la mayoría de
los campesinos se fueron al campo para sus labores agrícolas. Pocas personas se
quedaron en la aldea y el lúgubre y macabro Libak lo sabía. Había estado escondido
durante mucho tiempo después del crimen en la playa de Máncora y había
observado a Chiara y pretendía hacerla suya a toda costa. Aquella mañana fue
ideal. Las condiciones estaban dadas y se desplazó convertido en una bandada de
cuervos que graznaban por San Patricio. Cruzaron la avenida principal y se
dirigieron a la aldea y se posaron en uno de los árboles cercanos a la casa de
Chiara. Elisabetta que estaba en la cima de un álamo, oteó la aldea y el campo
y captó los obscenos intereses de Libak en los cuervos que estaban en la aldea.
Chiara no tenía ni idea de la presencia del lican asesino, pero Elisabetta, sí.
Esta avisó a Rowina, Alejandra y Agnezka. Ellas recordaron la muerte de
Maribella y decidieron atrapar al impúdico licántropo.
De
un momento a otro, los cuervos desaparecieron y al pie del olmo estaba Libak.
Observó que la bella Chiara cantaba una canción de cuna para que se durmiera su
sobrinito. Su voz era dulce y angelical. La bella campesina además de su tez
sonrosada, tenía unos ojos verdes encantadores y la mayoría de los jóvenes
aldeanos suspiraban por ella. Una vez que el niñito se durmió, Chiara miraba
por la ventana y vio al malévolo Libak que se acercaba a ella con una sonrisa
falsa. A pesar de haber sido advertida por Ludwig y Marietta, la joven saludó
con una sonrisa al malvado galán que pidió un vaso de agua y ella con el
principio de “un vaso de agua no se le niega a nadie”, cometió la torpeza de
brindarle el vaso de agua. Una vez que el lican bebió el agua, al momento de
entregarle el vaso, hipnotizó a la cándida muchacha, empezó a romperle el
vestido y cuando estuvo a punto de violarla, ingresaron Elisabetta y sus amigas
por la puerta, ventana, el patio y cayeron sobre el lican y no le permitieron
que se convirtiera en el monstruo para satisfacer sus apetitos inmundos. Fue
atacado por todas partes de su cuerpo. Las vampiras son muy veloces lanzaban a
Libak de un lugar a otro. Agnezka lo lanzó fuera de la casa de la doncella y en
eso, aprovechó Libak para iniciar su metamorfosis que le salvó la vida: cuervos
y más cuervos que se elevaron y pudieron huir de la aldea ante la mirada
infortunada de las valientes vampiras que salvaron la vida a la bella Chiara.
La llegada de Libak a la casa de Anulia fue traumática para la cobra desdentada,
quien al ver al licántropo sangrando y con el rostro casi desfigurado, empezó a
chillar con desesperación y pidió ayuda a sus ofídicas amigas para que puedan
curar al lican que fue por lana … y salió trasquilado.
Eddy Gamarra T.
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