Capítulo 98
La procesión
Durante
una semana Micki, Tanger y Collins exigían a sus tías protectoras para acudir a
la procesión en el mes de la Virgen. Todo el colegio se estaba preparando y
habían dado su cuota para comprar flores, globos y velas. Antonella, Sandra y
Nicole no querían dar la autorización desde aquella vez en que Micki hizo de
las suyas y provocó la risa del alumnado y profesores cuando elevó al curita
como si fuera un milagro. Micki no se daba cuenta que podían descubrir los
poderes de él y sus hermanos. Los duendecillos lloraban cada vez que las chicas
decían ¡No!...Don Juan de Aviraneta salía en defensa de estos granujas al
afirmar que era su último año y que los duendecillos formaban parte de la
Promoción. Nicole que era muy emotiva, lloraba junto a los trasgos. Al final,
las tres autorizaron que Micki, Tanger y Collins asistieran a la procesión. Les
prometí que iba a ir para vigilar a mis pequeños gnomos. El día esperado
contaba con un sol radiante. Los chicos y chicas de la Promoción estaban
felices con sus polos turquesas y su polera blanca. Los tutores y las Madres de
Familia habían trabajado para que la procesión de la virgen María sea del
agrado de todos. La participación era de todos los profesores y el personal
administrativo y de servicio. El Padre Director pidió a los profesores de
religión que escogieran entre los alumnos de la Promoción a tres muchachos que
tengan cara de angelitos y que no sean muy altos. Jamás pensé que escogieran a
mis tres pequeños. Aunque Micki estaba más alto que sus hermanitos, los tres
fueron escogidos. Yo rezaba a San Patricio que no ocurra nada que tenga que
lamentar. Allí estaban los tres con su vestimenta roja y blanca de sacristanes.
Cuando los Padres de familia los miraban, ellos ponían una cara de criaturas
angelicales que solo faltaba su aureola. Se me ocurrió mirar con profundidad a
Collins que él no pudo resistir, miró a la virgen y a los demás y arrancó en un
llanto que conmovió a Tanger y a Micki y los tres lloraban mientras los
estudiantes cantaban: ¡Ave…Ave…Ave María!...¡Ave…Ave…Ave María!
A
la hora en que un curita echó incienso, Micki, Tanger y Collins levantaron sus
manos izquierdas y dijeron al unísono: “estornudo, estornudo para el cara de
embudo.” El curita invitado estornudaba, los chicos y chicas que cargaban el
anda, estornudaban. Las mamás que llevaban las flores, estornudaban. Los
muchachos de la banda, estornudaban y no podían tocar. El jefe de la banda
estornudaba tanto que le dio hambre y sacó un pan con camote de su bolsillo
para curar el estornudo. Las autoridades estornudaban y los demás estudiantes
que veían la procesión, reían a mandíbula batiente. Yo sabía de dónde venía el
problema, así que me acerqué a los acólitos y les hice una seña de amenaza. Los
tres angelitos de mi responsabilidad volvieron a levantar las manos y dijeron :
“Brikití, brikitá, brikitabe…que el estornudo se acabe”, y todos cesaron de estornudar y reír. Mientras
tanto el jefe de la banda de música terminó su pan con camote y continuó la
procesión: ¡Ave…Ave…Ave María! …¡Ave…Ave…Ave María!
Era
difícil pedirles a los duendecillos que se portaran bien. Por más que les
rogara y amenazara. No iban a cumplir su promesa. Menos mal que todos culparon
al incienso que echó el fraile y que lo habían comprado en La Parada. Decían
que el incienso era de mala calidad y que algún hereje vendedor de incienso les
había mezclado semillas de ají, rocoto y pimienta para que esto ocurriera. En
cuanto a los sacristanes escogidos terminaron el recorrido de las estaciones
con su carita de “yo no fui” y los alumnos y alumnas de la Promoción
obsequiaron a la virgen una hermosa corona y bellos mantos tejidos por las
Madres de Familia. Como broche de oro, los estudiantes de la Promoción se
tomaron muchas fotos con los profesores y sus familiares. Micki, Tanger y
Collins que fueron los que más se divirtieron recibieron un castigo ejemplar de
Sandra, Nicole y Antonella. No comerían higos durante un mes. Todavía se
escuchaba en los corazones de los duendecillos la canción de la virgen: “
¡Ave…Ave…Ave María!¡Ave…Ave…Ave María!
Eddy
Gamarra T.
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