Capítulo 88
El comentario
Los
Licántropos no pudieron perseguir a nadie porque el polvillo dorado de las
haditas era un veneno que los intoxicaba. Igual sucedió con las serpientes que
recibieron una doble carga del veneno y tenían que bañarse en agua caliente
para que después de una hora les bajara lentamente los efectos. Anulia necesitó
más de veinticuatro horas para poder recuperarse de este ataque. La shushupe se
quedó dormida y tuvieron que llevarla cargada a su casa porque no reaccionaba.
Anacé tuvo mucha hambre y se preparó una pizza familiar. Asteris se comió toda
la torta de chocolate que Wanda había preparado en su casa. La cotorra vieja se
fue de viaje por un tiempo para que Varko no la castigara por haberse quedado
dormida gracias a las pócimas de Maluxa, Janice y Andreínha. Lurok se dedicó a
escuchar música tropical para estar preparado a los gritos de Varko y Libak,
porque alguien tendría que pagar el pato por ese tremendo fracaso que habían
cometido ellos al tratar de ganarse el apoyo de las fuerzas negativas del
infierno.
Iban
a reunirse al día siguiente pero no pudieron porque Mr. Kanter pidió una
reunión urgente a todo el equipo de seguridad. Varko tuvo que dar cuenta de
todo el tole tole que se armó cuando se pretendió realizar el sacrificio de la
bella Chateau y las fuerzas del conde Jorginho se impusieron a los licans y
evitaron a toda costa el derramamiento de sangre y un enfrentamiento a muerte .
Libak,
que era muy cercano a Mr. Kanter convenció al fraile que ellos como parte del
equipo de seguridad de la institución convocaron a los habitantes del barrio de
los castillos para reformar el antiguo proyecto vial y elaborar el nuevo código
de seguridad de San Patricio. Cuando Mr. Kanter preguntó a sus asesores sobre
este proyecto en ciernes, ellos dijeron que el proyecto estaba en camino y en
cuanto al desorden que se escuchó, no pasaba de ser una reunión de
confraternidad entre los habitantes de San Patricio y que no pasaba nada. El
jefe les agradeció por lo bien que manejaban a la Comunidad donde él tenía la
responsabilidad moral y su cargo de jefe del Centro, para ello, les invitó una parrillada marinada
con vino tinto seco, cabernet sauvignon en los amplios jardines de su
residencia.
El
séquito de Mr. Kanter sabía de las nefastas pretensiones de los licántropos
pero no se atrevieron a informar nada a su jefe toda vez que los licántropos no
se metían con ellos. De ahí que el pretendido equipo de seguridad y su gente
tenían como característica trabajar a medias y dedicarse a rajar de los
intermedios a quienes tenían manipulados y presionados bajo amenaza de muerte o
tortura. Lo mismo hacía Anulia con su viperina lengua y sus comadres seguían su
ejemplo, si ejemplo se puede llamar a esta barrabasada. Ellas trabajaban lo
suficiente, el resto de la jornada se la pasaban comiendo y chismeando.
Los
que pagaban el pato eran los intermedios, porque ellos recibían el control
exhaustivo de sus asesores y los castigos por una mínima falla que encontraran
en sus documentos. No en vano se llamaba la empresa Centro de Trámite
Documentario y había que ser un experto como el beato Carmito de la Buena Cruz. Aunque había una
diferencia. Carmito tenía maneras para tratar a sus subalternos, en cambio, la
mayoría de los otros atiborraban a los intermedios con amenazas de retirarlos
del Centro y empapelarlos con memos y llamadas de atención verbales.
Don Juan
de Aviraneta y Antonella invitaron a su casa a los Dinos y su familia. Él
preparó, de entrada, un cebiche mixto que le enseñó su madre, con pescado como
el ojo de uva, cebolla, limón, sal y ají limo y de segundo nos ofreció un tacu
con lomo saltado. El conde Jorginho trajo varias botellas de vino blanco y
Lapitt preparó un exquisito café de Chanchamayo. Antonella nos sirvió de postre
suspiro limeño y ranfañote. Después de almuerzo, los Dinos comentaron el
rescate de la gaviota y la obsecuencia del séquito de Mr. Kanter para que él,
que andaba muy ocupado, no se preocupara del terrible problema que se desataba
en la Comunidad de San Patricio. Ya hace muchos años, los unicornios negros,
ambiciosos y malvados fueron exterminados por el unicornio blanco y lo mismo
podría ocurrir con los licántropos del CENTRADOM.
Al
final de esta reunión gastronómica, Yasmina nos animó a realizar una visita a
la isla. Su padre pondría a disposición el yate para trasladarnos a la isla.
Iría con nosotros el viejo jardinero quien conocía aquel lugar como la palma de
la mano. No todos sabían que el humilde jardinero era el abuelo de Yasmina, el
más culto de todos nosotros y también el más sencillo y poderoso de las
habitantes de la Comunidad de San Patricio. Sin embargo, él jamás lo
demostraba. Una vez que terminaba su trabajo de jardinería, se retiraba a su
vivienda que estaba comunicada con el bosque mágico y se dedicaba a leer y a
escuchar buena música.
Eddy Gamarra
T.
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