lunes, 15 de junio de 2015


                Capítulo 88
                                                                       El comentario

Los Licántropos no pudieron perseguir a nadie porque el polvillo dorado de las haditas era un veneno que los intoxicaba. Igual sucedió con las serpientes que recibieron una doble carga del veneno y tenían que bañarse en agua caliente para que después de una hora les bajara lentamente los efectos. Anulia necesitó más de veinticuatro horas para poder recuperarse de este ataque. La shushupe se quedó dormida y tuvieron que llevarla cargada a su casa porque no reaccionaba. Anacé tuvo mucha hambre y se preparó una pizza familiar. Asteris se comió toda la torta de chocolate que Wanda había preparado en su casa. La cotorra vieja se fue de viaje por un tiempo para que Varko no la castigara por haberse quedado dormida gracias a las pócimas de Maluxa, Janice y Andreínha. Lurok se dedicó a escuchar música tropical para estar preparado a los gritos de Varko y Libak, porque alguien tendría que pagar el pato por ese tremendo fracaso que habían cometido ellos al tratar de ganarse el apoyo de las fuerzas negativas del infierno.

Iban a reunirse al día siguiente pero no pudieron porque Mr. Kanter pidió una reunión urgente a todo el equipo de seguridad. Varko tuvo que dar cuenta de todo el tole tole que se armó cuando se pretendió realizar el sacrificio de la bella Chateau y las fuerzas del conde Jorginho se impusieron a los licans y evitaron a toda costa el derramamiento de sangre y un enfrentamiento a muerte .

Libak, que era muy cercano a Mr. Kanter convenció al fraile que ellos como parte del equipo de seguridad de la institución convocaron a los habitantes del barrio de los castillos para reformar el antiguo proyecto vial y elaborar el nuevo código de seguridad de San Patricio. Cuando Mr. Kanter preguntó a sus asesores sobre este proyecto en ciernes, ellos dijeron que el proyecto estaba en camino y en cuanto al desorden que se escuchó, no pasaba de ser una reunión de confraternidad entre los habitantes de San Patricio y que no pasaba nada. El jefe les agradeció por lo bien que manejaban a la Comunidad donde él tenía la responsabilidad moral y su cargo de jefe del Centro,  para ello, les invitó una parrillada marinada con vino tinto seco, cabernet sauvignon en los amplios jardines de su residencia.

El séquito de Mr. Kanter sabía de las nefastas pretensiones de los licántropos pero no se atrevieron a informar nada a su jefe toda vez que los licántropos no se metían con ellos. De ahí que el pretendido equipo de seguridad y su gente tenían como característica trabajar a medias y dedicarse a rajar de los intermedios a quienes tenían manipulados y presionados bajo amenaza de muerte o tortura. Lo mismo hacía Anulia con su viperina lengua y sus comadres seguían su ejemplo, si ejemplo se puede llamar a esta barrabasada. Ellas trabajaban lo suficiente, el resto de la jornada se la pasaban comiendo y chismeando.

Los que pagaban el pato eran los intermedios, porque ellos recibían el control exhaustivo de sus asesores y los castigos por una mínima falla que encontraran en sus documentos. No en vano se llamaba la empresa Centro de Trámite Documentario y había que ser un experto como el beato  Carmito de la Buena Cruz. Aunque había una diferencia. Carmito tenía maneras para tratar a sus subalternos, en cambio, la mayoría de los otros atiborraban a los intermedios con amenazas de retirarlos del Centro y empapelarlos con memos y llamadas de atención verbales.

Don Juan de Aviraneta y Antonella invitaron a su casa a los Dinos y su familia. Él preparó, de entrada, un cebiche mixto que le enseñó su madre, con pescado como el ojo de uva, cebolla, limón, sal y ají limo y de segundo nos ofreció un tacu con lomo saltado. El conde Jorginho trajo varias botellas de vino blanco y Lapitt preparó un exquisito café de Chanchamayo. Antonella nos sirvió de postre suspiro limeño y ranfañote. Después de almuerzo, los Dinos comentaron el rescate de la gaviota y la obsecuencia del séquito de Mr. Kanter para que él, que andaba muy ocupado, no se preocupara del terrible problema que se desataba en la Comunidad de San Patricio. Ya hace muchos años, los unicornios negros, ambiciosos y malvados fueron exterminados por el unicornio blanco y lo mismo podría ocurrir con los licántropos del CENTRADOM.

Al final de esta reunión gastronómica, Yasmina nos animó a realizar una visita a la isla. Su padre pondría a disposición el yate para trasladarnos a la isla. Iría con nosotros el viejo jardinero quien conocía aquel lugar como la palma de la mano. No todos sabían que el humilde jardinero era el abuelo de Yasmina, el más culto de todos nosotros y también el más sencillo y poderoso de las habitantes de la Comunidad de San Patricio. Sin embargo, él jamás lo demostraba. Una vez que terminaba su trabajo de jardinería, se retiraba a su vivienda que estaba comunicada con el bosque mágico y se dedicaba a leer y a escuchar buena música.


                                                                                                                                  Eddy Gamarra T.

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