Capítulo 92
Las tribulaciones de Squirrel
Ágil
y despierto, bajo de estatura, con características de mil oficios era el señor
Jonathan Squirrel. Siempre trataba de
demostrar que sabía de todo. Si alguna pregunta iba para una persona, Squirrel
se adelantaba y lo contestaba como si
fuera un concurso de quién sabe más y más rápido. En las reuniones del Centro
con los trabajadores, no permitía que nadie criticara a su jefe y mucho menos
que lo contradijeran a él. En ese instante cambiaba su rostro de sonrisa
aprendida y se transformaba de la bella a la bestia. Sus movimientos daban la
impresión de que cogía su escudo, desenvainaba su espada y atacaba sin
miramientos a sus trabajadores, quienes se quedaban sorprendidos por tal
actitud.
Squirrel
fungía de ser una especie de guardia
real de Mr. Kanter y estaba dispuesto a dar su vida por el Jefe o por el cargo
al cual aspiraba. Esta actitud de sepuku oriental lo obligaba a retirarse unos
minutos de la reunión y se dirigía a su oficina donde se transformaba en una
ardilla que tenía el rostro rojo de ira o de impaciencia. El único remedio para
sus males era el sake. Bebía un trago y se calmaba. Regresaba a su normalidad y
volvía a la reunión. Tomaba fotografías a los que estaban dormidos, aunque a
veces, sin querer, fotografiaba a otros asesores que por lo avanzado de su
edad, se quedaban dormidos. Uno de ellos era el señor Paritt que tenía como
cincuenta años de servicio a la Institución y que conocía al derecho y al revés
el tejemaneje del Centro de Trámite Documentario.
Cada
vez que el veloz Jonathan Squirrel se enfrentaba a los trabajadores, adoptaba
un semblante de melancolía a punto de llegar a las lágrimas y mostraba al
auditorio sus tristezas como si cargara el mundo con sus problemas al igual que
Atlas, el personaje de la Mitología griega. Una vez que terminaba la reunión, acudía
presuroso como Gargamel , lanzaba su memorando contra su grupo como si fueran
pitufos y él les dijera “Cómo los odio…Cómo los odio” y descargaba su cólera
contra los infortunados trabajadores a través de un memo que llegaba también a
Mr. Kanter y sus asesores.
Los
sicólogos que lo conocían de cerca, decían que Squirrel era bipolar y que había
sufrido mucho cuando niño y adolescente y que tuvo fracasos amorosos hasta que
conoció a una buena mujer. Tuve la oportunidad de conocerlo y tenía una gran
virtud, entre tantos defectos: le gustaba leer. Era uno de los pocos que lo
hacían en el CENTRADOM. Siempre estaba al tanto de los últimos libros
publicados y se sentía orgulloso de saber un poco más que los otros. Lástima
que empleaba sus conocimientos para jactarse con sus hechos de ser más capaz
que los demás. Es una pena que utilizara lo aprendido para avalar la
presentación de documentos y más papeles que echaron por tierra los últimos
intentos de los trabajadores de lograr el hábito de lectura.
Hoy
lo vemos con el rostro alicaído, muy serio, trepador y a veces hostil. Siempre
con su escudo y su mandoble listo para defenderse de las palabras y comentarios
de los trabajadores que no lo quieren como el nuevo Gerente de la empresa de
Mr. Kanter. Sin embargo, sonríe a sus compañeros más cercanos y ha establecido
barricadas de comentarios negativos contra la arremetida del cucufato Carmito
de la Buena Cruz que es un experto en papeles…papeles…papeles y que está
logrando su cometido en el nombre del Padre…del Hijo y del Espíritu Santo…
Eddy
Gamarra T.
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