lunes, 15 de junio de 2015

Capítulo 92
                                               Las tribulaciones de Squirrel

Ágil y despierto, bajo de estatura, con características de mil oficios era el señor Jonathan  Squirrel. Siempre trataba de demostrar que sabía de todo. Si alguna pregunta iba para una persona, Squirrel se adelantaba y lo contestaba  como si fuera un concurso de quién sabe más y más rápido. En las reuniones del Centro con los trabajadores, no permitía que nadie criticara a su jefe y mucho menos que lo contradijeran a él. En ese instante cambiaba su rostro de sonrisa aprendida y se transformaba de la bella a la bestia. Sus movimientos daban la impresión de que cogía su escudo, desenvainaba su espada y atacaba sin miramientos a sus trabajadores, quienes se quedaban sorprendidos por tal actitud.

Squirrel fungía de ser  una especie de guardia real de Mr. Kanter y estaba dispuesto a dar su vida por el Jefe o por el cargo al cual aspiraba. Esta actitud de sepuku oriental lo obligaba a retirarse unos minutos de la reunión y se dirigía a su oficina donde se transformaba en una ardilla que tenía el rostro rojo de ira o de impaciencia. El único remedio para sus males era el sake. Bebía un trago y se calmaba. Regresaba a su normalidad y volvía a la reunión. Tomaba fotografías a los que estaban dormidos, aunque a veces, sin querer, fotografiaba a otros asesores que por lo avanzado de su edad, se quedaban dormidos. Uno de ellos era el señor Paritt que tenía como cincuenta años de servicio a la Institución y que conocía al derecho y al revés el tejemaneje del Centro de Trámite Documentario.

Cada vez que el veloz Jonathan Squirrel se enfrentaba a los trabajadores, adoptaba un semblante de melancolía a punto de llegar a las lágrimas y mostraba al auditorio sus tristezas como si cargara el mundo con sus problemas al igual que Atlas, el personaje de la Mitología griega. Una vez que terminaba la reunión, acudía presuroso como Gargamel , lanzaba su memorando contra su grupo como si fueran pitufos y él les dijera “Cómo los odio…Cómo los odio” y descargaba su cólera contra los infortunados trabajadores a través de un memo que llegaba también a Mr. Kanter y sus asesores.

Los sicólogos que lo conocían de cerca, decían que Squirrel era bipolar y que había sufrido mucho cuando niño y adolescente y que tuvo fracasos amorosos hasta que conoció a una buena mujer. Tuve la oportunidad de conocerlo y tenía una gran virtud, entre tantos defectos: le gustaba leer. Era uno de los pocos que lo hacían en el CENTRADOM. Siempre estaba al tanto de los últimos libros publicados y se sentía orgulloso de saber un poco más que los otros. Lástima que empleaba sus conocimientos para jactarse con sus hechos de ser más capaz que los demás. Es una pena que utilizara lo aprendido para avalar la presentación de documentos y más papeles que echaron por tierra los últimos intentos de los trabajadores de lograr el hábito de lectura.

Hoy lo vemos con el rostro alicaído, muy serio, trepador y a veces hostil. Siempre con su escudo y su mandoble listo para defenderse de las palabras y comentarios de los trabajadores que no lo quieren como el nuevo Gerente de la empresa de Mr. Kanter. Sin embargo, sonríe a sus compañeros más cercanos y ha establecido barricadas de comentarios negativos contra la arremetida del cucufato Carmito de la Buena Cruz que es un experto en papeles…papeles…papeles y que está logrando su cometido en el nombre del Padre…del Hijo y del Espíritu Santo…


                                                                                                                                  Eddy Gamarra T.

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