sábado, 6 de junio de 2015

Capítulo 83
El viernes de Carmito

El domingo de ramos, los habitantes de la Comunidad de San Patricio fueron a misa y llevaron sus ramos para que el cura los bendijera. En el atrio de la iglesia encontramos a Ludwig y Marietta que se encargaron de vender los ramos a la mayoría de los habitantes de la Comunidad. Los había de todo precio y la gente estaba contenta con el trabajo de Marieta y su familia. Su esposo se encargaba de convencer a los fieles y saludar a sus amigos. Este año, a solicitud de Carmito de la Buena Cruz, se iba a escenificar la pasión y muerte de Jesús. El CENTRADOM iba a participar en Jesucristo superstar, una obra preparada por el buen Carmito. Las más jóvenes de las gaviotas, lornas y cojinovas iban a formar parte del pueblo. Una de las gaviotas más bellas tendría el papel de María y otra ave de piel de ébano, iba a ser de María Magdalena. Algunos asesores harían la representación de Pilatos, Caifás, Anás. Invitaron a Angelito para que represente el papel de Judas. Él no estaba de acuerdo. Lo escogieron porque tiene buena voz. A regañadientes, aceptó. Sin embargo, muchos de los integrantes del CENTRADOM se preguntaban ¿Quién iba a representar a Jesús?...Nadie daba con la respuesta. Era un secreto. Pero en aquel lugar los secretos son los que más rápido se saben. Varios se ofrecieron para la representación del protagonista. Algunos de ellos como Jonathan Squirrel, Robert Chang, Jurgen de Hannover, Alberto de Sajonia y otros se ofrecieron. Ellos tenían cualidades para el papel principal, pero Carmito los fue eliminando por razones nimias como muy gordo, muy viejo, demasiado feo, muy achinado. Al final seguía la selección pero según el Jefe de trámite documentario, ninguno tenía las condiciones para representar a Jesucristo Superstar.

Cuando llegó el día de la representación, la sorpresa fue grande: ¡Carmito de la Buena Cruz! Cargaba el madero. Derramaba sudor, como siempre, y lágrimas. Falta la sangre,  dijo Ludwig. La gente estaba sorprendida por el nuevo personaje. Carmito estaba feliz y lloraba de alegría, no de tristeza; sudaba como nunca, porque rogaba a Dios que la Comunidad lo acepte como tal, porque todos somos hijos de Dios. Algunos racistas –entre los licans-despotricaban del pobre Carmito que había preparado la obra con  empeño, esfuerzo, sacrificio e interés . Los intermedios que eran corregidos constantemente por el espíritu papeluchero del señor de la Buena Cruz, aprovechaban la coyuntura para criticar a su jefe. Los encargados de lanzar los azotes, se ensañaron contra Carmito que al final de la obra, el pobre Carmito tuvo que faltar una semana después de Semana Santa, para curar sus heridas de sangre, con un viejo chamán del norte que le había recomendado un amigo suyo que le llamaban “El capellán de la mafia”. A pesar de todo, los licans se refocilaban con las heridas de Carmito y este lo soportó todo para poder escalar un peldaño más en el CENTRADOM.


                                                                                                                                    Eddy Gamarra T.

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