Capítulo 94
La idiosincrasia de Hectorius
Pequeño
y siempre sonriente. El cabello hirsuto y corto, siempre peinado como un niño
bueno, la mirada amigable y sus palabras listas para tomar el pelo a algunos de
sus amigos. Zooter como la mayoría de los habitantes de San Patricio. Su metamorfosis
correspondía al cuy, pero era un animal grande que infundía respeto a sus
amigos y enemigos. Era muy cercano a los Dinos por su amistad con el conde
Nolberto y su don de gente. Recibió el Cargo de Auditor Mayor del Reino, aunque
no había ningún reino, pero así se
llamaba el cargo y lo ostentaba con mucho orgullo. En algunas oportunidades, el
conde Jorginho lo invitaba a sus fiestas o reuniones sobre la seguridad de la
Comunidad. Hectorius siempre opinaba sobre estos temas porque conocía bastante.
Además, el cargo que ostentaba lo tenía entre tirios y troyanos. Asistía a las
sesiones de Mr. Kanter y sus asesores como a las de Jorginho. Crítico del
CENTRADOM hasta cierto límite en el que no se atrevía a arriesgar su puesto.
Como toda autoridad, era un candidato más para ocupar la gerencia del Centro de
Trámite Documentario.
Su
pasión era la gastronomía y siempre invitaba a los Dinos a su famosa “Olla de
tierra” o pachamanca. La última vez que asistimos pudimos disfrutar de las
humitas saladas y dulces, las habas, papas con una crema de rocoto que preparó
Yasmina. También degustamos carne de res, chancho, pollo con un aderezo que
solo Hectorius conoce y que lo heredó de su suegro. Todo esta comida
maravillosa acompañada de vino, cerveza y chicha de jora, de acuerdo al gusto de
los invitados.
Simonal
de Mato Grosso amenizó la pachamanca con música de su país y de la sierra. Su
guitarra provocó a Jorginho que cantó en portugués, español y quechua como
aquella Vicuñita de alta puna, que
tan bellos recuerdos le traía. Sandra, Nella y Nicole bailaban música andina
mientras Yasmina con su embarazo disfrutaba contenta del espectáculo. En medio
de la fiesta, se me ocurrió consultar mi reloj y pude ver en la pantallita
circular a Lurok que visitaba a la vieja cobra que tenía gran parte del cuerpo
con secreciones que despedían un hedor insoportable. Las otras serpientes no la
visitaban a pesar de vivir cerca de Anulia. Asteris no soportaba el olor
mefítico de su amiga, así que inventaba uno y otro pretexto para evitar estar
cerca de su jefa. Solo cuando la vieja cotorra, comadre de Anulia, traía abundante comida, la mamba negra
llegaba puntual a su casa para no perderse nada de los platos que traía la
Vilanova.
Aprovechamos
la comilona que nos brindó el conde Hectorius para conversar sobre algún plan
que tuvieran los licans contra la seguridad de Yasmina. Lurok y sus otras
compañeras ya habían informado a la desdentada cobra sobre el embarazo de
Yasmina. Los exabruptos de Anulia estaban dirigidos no solo a las haditas por
haberle causado las secreciones con su polvillo dorado, sino contra Yasmina por
considerarla su enemiga principal.
Yasmina lo sabía y lo comentó con su padre y conmigo. Jorginho aprovechó esta
coyuntura para manifestar sobre sus avances sobre los ungüentos y brebajes que
había preparado gracias al maestro del bosque quien le había proporcionado este
material extraído de algunos árboles de la isla.
La
amistad de los Dinos se mostraba indisoluble y el pacto que teníamos con
Elisabetta, Rowina, Alejandra y Agnezka, las bellas vampiras, nos daba más
confianza para enfrentarnos a la indiferencia de los asesores e intermedios y a
la malhadada organización de los temibles licántropos que atacaban
constantemente a las pobres gaviotas que tenían como característica principal
su belleza y su miedo aterrador hacia los encargados de seguridad del Centro.
Eddy Gamarra
T.
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