Capítulo 84
La semana tranca de los ofidios
Cada
grupo tiene su manera tan peculiar de celebrar la Semana Santa. Muchos llevan
la costumbre tradicional de visitar las iglesias, ayunar o no comer carne, ver
las películas sobre la vida de Jesús, asistir a una presentación de la pasión y
muerte de Jesús; sin embargo, los tiempos han cambiado y las personas salen de
sus casas y preparan un viajecito fuera de la Ciudad y se van a las playas o al
campo y celebran con abundante comida y bebida. En la Comunidad solo hay una
iglesia y la mayoría respeta las costumbres de Semana Santa. Hasta los licans
asesinos respetan las costumbres. Las vampiras no van a la iglesia pero tampoco
se oponen a la celebración; en cambio las serpientes celebran su Semana desde
el miércoles con coctelitos cargados de licor, platos variados y bebidas de la
selva. Los jueves y viernes santo, se concentran Anulia y su repulsivo grupo en
el bosque sombrío donde abundan las verduras y tubérculos, además de frutas
como higos, melocotones, guayabas, chirimoyas, manzanas y papayas, entre otras.
Pero esta reunión no tenía ninguna relación con la Semana Santa. Ellas
celebraban este conciliábulo para desarrollar un proyecto auténtico de venganza
contra Los Dinos y su familia. Asteris sugirió el acercamiento por el sexo.
Ella ya había logrado hacer el amor con el Conde Jorginho cuando se conocieron
en Sierra Leona hace varios años y recibió un regalito del conde por estos
favores. Sin duda, Asteris, a pesar de los años seguía siendo coqueta y
atractiva y no recibió el castigo que se merecía por la muerte de un habitante
de la Comunidad de San Patricio.
Dorotea,
la garrapata, tenía un plan macabro para matar a Los Dinos. Como ella era
pequeñita, podía ingresar a la residencia del conde Jorginho y permanecer en
aquel lugar hasta que se realicen las primeras reuniones y ella podría escuchar
todos los planes de sus enemigos. Además llevaría unos frasquitos del letal
veneno de la mamba negra y la cobra y los vertería en el ponche que Los Dinos solían preparar para este tipo de
reuniones. Wanda y Lurok se ofrecieron espiar la casa de Yasmina y de
Antonella, Sandra y Nicole. Prometieron que esta vez no se dejarían sorprender
por los duendes, las brujas y las antipáticas hadas que cuidaban la casa. Las
otras serpientes y la vieja cotorra de Vilanova estaban de acuerdo y decidieron
consolidar este aquelarre con una danza macabra que interpretaría la mamba
negra. Todo el grupo ofídico se despojó de sus vestiduras y se quedaron
completamente desnudas. Lurok hizo lo mismo, tomó la guitarra que llevó al bosque sombrío y
Wanda sacó una pandereta de su bolso y al son de la voces de los ofidios,
empezaron a cantar una danza que la vieja Anulia les había enseñado para
demostrar que estaban unidas y que tenían todo el veneno del mundo para matar a
sus enemigos. La mamba negra y su baile sensual contagiaba a las presentes y
estas movían su cuerpo controvertido y una vez convertidas, abrían sus fauces,
las serpientes, mientras la vieja
cotorra se elevaba y dibujaba en el aire un cuchillo de venganza. La desdentada
cobra no se imaginaba que los duendecillos habían ingresado al bosque para
recoger higos y muy sigilosos observaban y escuchaban los proyectos desalmados
de todo su séquito. No hicieron escándalo alguno y se retiraron en silencio y
se dirigieron a la casa de Yasmina y le contaron con lujos de detalles todo lo
que vieron y oyeron al grupo de Anulia y su maléfico club. De ahí que Yasmina
se reunió con urgencia con su padre y Lapitt que estaba de visita y decidieron
realizar una fiesta en la casa del troll donde los invitados serían integrantes
del CENTRADOM sobre todo gaviotas, lornas, cojinovas y algunas amistades como
Lynn de Marec, Caterina de Montebianco, la señora de Castelforte, Irascema do
Bahía y otras amigas más.
Eddy Gamarra T.
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