sábado, 6 de junio de 2015

Capítulo 84
La semana tranca de los ofidios

Cada grupo tiene su manera tan peculiar de celebrar la Semana Santa. Muchos llevan la costumbre tradicional de visitar las iglesias, ayunar o no comer carne, ver las películas sobre la vida de Jesús, asistir a una presentación de la pasión y muerte de Jesús; sin embargo, los tiempos han cambiado y las personas salen de sus casas y preparan un viajecito fuera de la Ciudad y se van a las playas o al campo y celebran con abundante comida y bebida. En la Comunidad solo hay una iglesia y la mayoría respeta las costumbres de Semana Santa. Hasta los licans asesinos respetan las costumbres. Las vampiras no van a la iglesia pero tampoco se oponen a la celebración; en cambio las serpientes celebran su Semana desde el miércoles con coctelitos cargados de licor, platos variados y bebidas de la selva. Los jueves y viernes santo, se concentran Anulia y su repulsivo grupo en el bosque sombrío donde abundan las verduras y tubérculos, además de frutas como higos, melocotones, guayabas, chirimoyas, manzanas y papayas, entre otras. Pero esta reunión no tenía ninguna relación con la Semana Santa. Ellas celebraban este conciliábulo para desarrollar un proyecto auténtico de venganza contra Los Dinos y su familia. Asteris sugirió el acercamiento por el sexo. Ella ya había logrado hacer el amor con el Conde Jorginho cuando se conocieron en Sierra Leona hace varios años y recibió un regalito del conde por estos favores. Sin duda, Asteris, a pesar de los años seguía siendo coqueta y atractiva y no recibió el castigo que se merecía por la muerte de un habitante de la Comunidad de San Patricio.

Dorotea, la garrapata, tenía un plan macabro para matar a Los Dinos. Como ella era pequeñita, podía ingresar a la residencia del conde Jorginho y permanecer en aquel lugar hasta que se realicen las primeras reuniones y ella podría escuchar todos los planes de sus enemigos. Además llevaría unos frasquitos del letal veneno de la mamba negra y la cobra y los vertería en el ponche que Los  Dinos solían preparar para este tipo de reuniones. Wanda y Lurok se ofrecieron espiar la casa de Yasmina y de Antonella, Sandra y Nicole. Prometieron que esta vez no se dejarían sorprender por los duendes, las brujas y las antipáticas hadas que cuidaban la casa. Las otras serpientes y la vieja cotorra de Vilanova estaban de acuerdo y decidieron consolidar este aquelarre con una danza macabra que interpretaría la mamba negra. Todo el grupo ofídico se despojó de sus vestiduras y se quedaron completamente desnudas. Lurok hizo lo mismo,  tomó la guitarra que llevó al bosque sombrío y Wanda sacó una pandereta de su bolso y al son de la voces de los ofidios, empezaron a cantar una danza que la vieja Anulia les había enseñado para demostrar que estaban unidas y que tenían todo el veneno del mundo para matar a sus enemigos. La mamba negra y su baile sensual contagiaba a las presentes y estas movían su cuerpo controvertido y una vez convertidas, abrían sus fauces, las serpientes,  mientras la vieja cotorra se elevaba y dibujaba en el aire un cuchillo de venganza. La desdentada cobra no se imaginaba que los duendecillos habían ingresado al bosque para recoger higos y muy sigilosos observaban y escuchaban los proyectos desalmados de todo su séquito. No hicieron escándalo alguno y se retiraron en silencio y se dirigieron a la casa de Yasmina y le contaron con lujos de detalles todo lo que vieron y oyeron al grupo de Anulia y su maléfico club. De ahí que Yasmina se reunió con urgencia con su padre y Lapitt que estaba de visita y decidieron realizar una fiesta en la casa del troll donde los invitados serían integrantes del CENTRADOM sobre todo gaviotas, lornas, cojinovas y algunas amistades como Lynn de Marec, Caterina de Montebianco, la señora de Castelforte, Irascema do Bahía y otras amigas más.


                                                                                                                                   Eddy Gamarra T.

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