sábado, 29 de agosto de 2015

Capítulo 142
”Che me chube…che me baja”

La aldea tenía una buena cantidad de niños que acudían a la escuela en la Ciudad…El Auditor Mayor y el conde Jorginho tuvieron la gran idea de construir con la ayuda de los Dinos una canchita de fulbito, otra de vóleibol y baloncesto. También pensaron en un viejo maestro que era zooter pero vivía retirado con sus hijos en algún distrito de la Ciudad…Este señor que amaba los deportes en especial el fútbol, tenía la metamorfosis de un chimpancé y como tenía un carácter alegre, sería la persona más idónea para enseñar a los niños de San Patricio. Menos mal que la temperatura de la comunidad se adecuaba a la de la costa, pese a tener productos de la sierra y la selva. Si hubiera mucha altura, el mono Rafo no podría respirar con facilidad. Ya había ocurrido hace unas décadas cuando viajó con sus estudiantes al Cusco. En el momento de subir a Machu Picchu, al pobre mono le faltaba el aire y como tenía una manera tan peculiar de pronunciar las palabras, pidió auxilio a sus compañeros y les decía con dificultad. “Che me chube…che me baja”.

En verdad, era gracioso y se ganó el cariño de sus estudiantes y compañeros de trabajo, mientras no hubiera un préstamo de por medio, porque siempre andaba con dificultades económicas y lograba convencer a las personas de su entorno para un pequeño préstamo con palabras como : “Tú sabes como soy yo…Mañana mismo te pago, a más tardar, el viernes”. También agregaba: “Tú eres mi compadre espiritual y no te voy a fallar. Ya nos conocemos mucho tiempo. Nunca te he fallado”.

Los sábados eran para él su día de la purificación, su shabatt.  Andaba en buzo, su maletín y su infaltable cigarrillo entre los dedos. Siempre con la sonrisa en los labios. Aunque los aprietos económicos lo golpeaban constantemente, él siempre con la chispa, la risa a la orden del día. Sus alumnos de antaño recordaban de buen humor cuando les decía que si no estudiaban les iba a poner “Chero…chero”. Por un tiempo le decían “Chero, chero”, o cuando lo llamaban sus amigos, más atendía al apodo de mono que a su nombre Rafo. Pues él era la persona indicada para enseñar a los niños de San Patricio fútbol y otros deportes.

Los Dinos estaban contentos con esta contratación. Le iban a dar una casa para que viva con su familia y le advirtieron sobre la presencia de los licans que él ya conocía y que probablemente sería amenazado por Varko y sus secuaces. También le pusieron en aviso sobre las serpientes que coqueteaban a sus víctimas para después matarlas. El mono Rafo fue invitado a la casa del conde Jorginho y se encontró con varios amigos y le hablaron sobre las normas y la vida en la comunidad que él ni siquiera sospechaba. Pudo comprobar que había dos fuerzas en la comunidad: Los Dinos y las fuerzas del mal. Los Dinos estaba constituido por el conde Jorginho, amigos y su familia y las fuerzas del mal tenía a los licans, serpientes, espías, amigos. Entre unos y otros  estaban Mr. Kanter y sus asesores que apoyaban a los licans indirectamente y los intermedios que no participaban en mayoría de las fuerzas del mal. El objetivo de los licans y sus secuaces era apoderarse de San Patricio, aprovechando que Mr. Kanter no estaba enterado de sus crímenes y que los asesores callaban para no perjudicarse. Los Dinos, que es como llamo a todos aquellos que luchan por la justicia y la paz en la comunidad de San Patricio, no iban a permitir los objetivos demoníacos de estos monstruos que cada día perdían fuerzas y buscaban entre los intermedios gente que los apoyara, o por las buenas o por las malas.

El profesor de los niños de la aldea sería más adelante mudo testigo de la destrucción total de las fuerzas del mal y el alejamiento definitivo de Mr. Kanter del CENTRADOM. Muchas cosas cambiarían y vendrían nuevas aguas a regar el río de la tranquilidad y la paz en la comunidad mágica de San Patricio.


                                                                                                       Eddy Gamarra T.

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