sábado, 8 de agosto de 2015


Capítulo 114
Au revoir…Nicole

Fui con las chicas al aeropuerto para despedir a Nicole. Ella estaba contenta por la oportunidad que le brindábamos para estudiar un año en la famosa Sorbona. Recibió todas las recomendaciones del caso. En el aeropuerto francés la esperaba Monsieur Boulez, el amigo del conde Jorginho. Cuando me retiraba a la Comunidad olí la presencia del rastrero Lurok que estaba preparando su informe para Varko y su madrina la vieja cobra. Cuando se dio cuenta que yo le decía a Sandra y Antonella que el mapache soplón estaba en el aeropuerto, ellas decidieron acercarse al escurridizo personaje para darle su tanda, pero, Lurok, bueno para huir, se retiró del lugar inmediatamente.

Sentía pena por Nicole y esperaba que ella aproveche al máximo su estadía en París. También auguraba que ella encuentre un buen partido en el mundo zooter europeo. Monsieur Boulez ayudaría bastante. Además, Nicole nació en Francia y no tendría problemas con el idioma. Menos mal que constantemente recibiría visita de sus tíos los Dinos y de nosotros, también.

Ya el demoníaco Varkolak estaba enterado del viaje de Nicole a París y lamentaba no haberla matado. Increpó a sus secuaces por el mal trabajo que realizaron y les exigió para una próxima, mucho tino y capacidad licantrópica. ¿Es que acaso se puede ser profesional para matar o causar daño. Parece que  la vieja cobra y los licántropos manejaban la misma escala de valores : chismes, espíritu rastrero, abuso, robo, seducción, violación y muerte. Los intermedios lo sabían pero no se atrevían a enfrentarse a ellos porque contaban con el aval de Mr. Kanter y sus asesores.

Todos sabían que la policía no podía ingresar a San Patricio, por más poder y armas que tuviera. La manera de solucionar los delitos cometidos era a través de las autoridades civil, política y religiosa. Los que violaban las leyes constantemente eran los licans y los que se encargaban de castigarlos, los Dinos. No siempre se podía realizar un juicio porque saldrían favorecidos estos monstruos debido a su cercanía con Mr. Kanter quien confiaba a ojos cerrados en su plantel de seguridad. No me explico para qué seguridad si los intermedios tenían como característica primordial, además de su obsecuencia, la honestidad. A pesar de lo poco que ganaban, nunca tocaron nada de aquella Institución, a pesar del abuso de autoridad y del acoso constante de los lúbricos licántropos.

En el fondo, la conciencia de Mr. Kanter apuntaba a una posible movilización de su personal y a una denuncia ante las autoridades de la Ciudad de los Reyes por los míseros pagos que recibían. El CENTRADOM estaba ubicado en la Ciudad… pero Mr. Kanter no era dueño de la Comunidad de San Patricio. Su naturaleza zooter y la religiosidad de la mayoría de los aldeanos e intermedios lo aceptó como una de las autoridades. Es más, La gran mayoría de los intermedios, serpientes y zooters trabajaban en la Institución. Aquellos que tenían títulos nobiliarios trabajaban en la Universidad o tenían empresas en la Ciudad. En cuanto a los aldeanos, ellos trabajaban la tierra y solo Ludwig, que también tenía título nobiliario, vivía en la aldea con Marietta y su hijo, sin embargo, Ludwig tenía un supermercado con precios más cómodos que las tiendas de  la Ciudad…

Lo importante es que todos trabajaban en San Patricio. Hasta los holgazanes, lo hacían a su manera. Lurok, Wanda y la cotorra vieja trabajaban en el CENTRO y para su madrina y Varkolak. No me explico por qué estos personajes tenían una animadversión declarada hacia Yasmina y las chicas. Debería existir alguna razón. Yasmina no se enfrentó nunca a ellas ni a Lurok antes de casarse. Como estos tres espías siempre estaban merodeando por el castillo de su padre y por su actual residencia, les había dado el castigo que se merecían a través de las hadas, Maluxa, Andreínha y Janice o los traviesos duendecillos que han hecho de la defensa y ataque un juego de niños atolondrados pero muy efectivo en especial hacia los enemigos de Yasmina y su familia.


                                                                                                           Eddy Gamarra T.

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