sábado, 29 de agosto de 2015

Capítulo 131
Las cuitas de Angeline

La hermana religiosa indispuesta por Varkolak y los suyos, y con las amenazas del prelado cargadas con las quejas de las serpientes que también trabajaban en el CENTRO, se sentía muy sola. No podía dejar la repostería que era su vida y su pasión. Últimamente se le hallaba en la iglesia dedicada a la oración como cuando fue novicia en Francia. Era vigilada durante todo el día por uno de los secuaces de Varkolak. Le habían cerrado la cocina y tenía que ir a la casa de Mr. Kanter para que tomara sus alimentos. ¡Claro! Tenía que hacerlo antes de que el eclesiástico desayunara, almorzara y cenara. Visitación solo tenía derecho a un desayuno frugal y a un almuerzo con sabor a ayuno. Además, ya no le daba Mr. Kanter dinero para la gasolina del auto. Visitación tenía que caminar y caminar que de tanto andar y andar, se cansó y conversó con el conde Jorginho y el Auditor Mayor del Reino para que le permitiera tener cerca a la tienda de Ludwig un pequeño puesto para vender sus dulces.

Angeline renunciaría dar apoyo a Mr. Kanter. Total ya había sido expulsada en Francia y su condición de religiosa era muy personal. Para ello, contó con la ayuda del conde Jorginho y el Conde Hectorius, además de la presencia del abogado Sarco Zolá que había trabajado como asesor de alguna Orden religiosa y que también era zooter, aunque le incomodaba decir su naturaleza porque sus compañeros del Estudio lo llamaban “El Chancho Zolá.” Le hubiera gustado vivir en la Comunidad pero su trabajo en la Ciudad… le obligaba a residir en ella.

El fraile quería a toda costa retirar a Angeline de la Comunidad, pero se olvidaba que él solo era un habitante más de la misma. Podría hacer y deshacer su CENTRO, mas no podía decidir en la vida de Angeline que ya no trabajaba para él. Esto lo dijo muy claramente el Dr. Zolá. Angeline lamentaba no continuar con el catecismo y la confirmación. Mr. Kanter pondría a un personaje interesante y que también le gustaba comer como Angeline. Sus amigos le decían con cariño “El capellán de la Mafia”. Esta designación se la dio el anterior capellán que todos conocían como “Pechito” y que era una paz de Dios, le gustaba el deporte y la vida de los santos. Además preparaba los mejores manís confitados de la Ciudad…

Micki, Tanger y Collins no querían continuar con la confirmación porque ya no estaba la hermanita que les preparaba sus dulces de higo. Otros muchachos de la aldea y familia de los intermedios, se retiraron también porque sabían que la hermanita era carismática y sabía cómo llegar a ellos. Sin duda, por el estómago y su buen carácter. Angeline prometió enseñarles por su cuenta y los jóvenes de la confirma irían a la Ciudad a una iglesia donde el curita era un español amigo de Angeline y que estaba presto a recibir a los chicos de la confirma. En cuanto al “capellán de la mafia”, se quedaría con diez chicos que iban a continuar la preparación de la confirmación. Lo que sí desapareció fue el catecismo. Los niños no querían seguir y lo harían en su colegio como la mayoría de ellos.

Jorginho ayudó a Angeline así como ayudó a Ludwig. Solo que esta vez el negocio de los dulces ya no los tendría él sino la ex hermana Visitación. Poco a poco los habitantes de la Comunidad de San Patricio se acostumbraron al nombre de Angeline. Ella recuperó su peso y su alegría angelical. A pesar de no trabajar con Mr. Kanter, ella visitaba a los enfermos y en muchos casos, los cuidaba, los curaba y les traía la palabra de Dios. Los aldeanos y los Dinos iban siempre a la tienda de Angeline no solo para disfrutar de los dulces que vendía sino para escuchar sus chistes y chascarrillos. Uno de los que siempre acudía era el Tío Ben y disfrutaba de los pasteles franceses que tanto le gustaban,  aderezados con un buen capítulo de El Decamerón.

Cuando Angeline visitaba a los enfermos, se quedaba en el negocio Chiara, la bella hermana de Marietta, quien había aprendido a preparar muchos pasteles dulces y salados y en especial las empanadas de ají de gallina que tanto le gustaban a Yasmina y a su padre. Mr. Kanter que sintió mermada su popularidad, prohibió que sus trabajadores fueran a la tienda de Angeline bajo amenaza de arresto y excomunión.” Nadie se juega con la comida”, reza una famosa frase de estos lugares. Tan cierto y evidente era el dicho que Tránsito y Asteris venían disfrazadas de campesinas y compraban humitas, tamales, pastel de choclo y cocadas para ellas y las otras serpientes. Si bien es cierto que los licans ni se asomaban por temor a encontrarse con Yasmina o su abuelo, en cambio, sus mujeres e hijos acudían con frecuencia para comprar los potajes de Angeline. Podrían hacerlo en la Ciudad… pero los de Angeline, no tenían punto de comparación. Eran sencillamente exquisitos.

Aunque los intermedios no se atrevían a comprar por temor a las represalias, recibían en las oficinas de cualquiera de los Dinos, estos manjares que no lo podían ingresar a la Comunidad para evitarse problemas, pero sí lo podían comer en las cafetería de la Ciudad en compañía de los Dinos. La iglesia perdió a una hermanita religiosa pero la Comunidad de San Patricio ganó una chef digna de trabajar en las mejores panaderías de la Ciudad de los Reyes, que ostentaba un prestigio a nivel mundial por sus comidas, dulces y bebidas.


                                                                                                            Eddy Gamarra T.

No hay comentarios:

Publicar un comentario