sábado, 8 de agosto de 2015



Capítulo 119

Amor con amor se paga

Los días habían transcurrido desde que Nicole viajó a Francia. Pietro salía muy poco de la casa de Elisabetta. Agnezka conversaba con él, pero solo eran amigos. Su prima lo animaba a salir, pero Pietro todavía arrastraba ese dolor interno de haber conocido a Nicole. Una vez que se dirigió al CENTRO para realizar unos trámites de permanencia en el país, se cruzó con una dama de ojos negros intensos. Su mirada enigmática y cabello negro largo. Los labios sensuales y tersos que se humedecían al observar a aquel italiano de mirada coquetona y constitución física de gladiador. Los ojos azules de Pietro miraban los  de Irascema do Bahía que también realizaba trámites, pero de divorcio. Fueron segundos que parecían horas. Ambos se estudiaron de pie a cabeza. Un vampiro y una bruja. No sabía Pietro que ella vivía en su casa de playa en la Comunidad de San Patricio. Irascema que no salía mucho,  se había enterado por la baronesa de Castelforte que Pietro di Siracusa residía en la hermosa casa de la condesa Elisabetta. El mundo era pequeño para ambos. Irascema tenía recursos para acercarse a Pietro. Uno de ellos fue dejar caer un fólder con documentos para que el galante Pietro lo recogiera. Y así fue. El italiano que también hablaba español recogió los documentos y se los entregó. Ella clavó sus ojos negros en los de Pietro y le dijo que era muy gentil.

-Todavía hace frío caballero-le dijo Irascema.
-Tiene Ud. Razón bella dama-contestó Pietro.
-Me parece haberlo visto en algún lugar-preguntaba Irascema, moviendo sus labios como si quisiera comerse una zanahoria.
-El italiano sonrió y le dijo su nombre-Pietro di Siracusa para servirle a Ud.
-Irascema do Bahía-le tendió sus bellas y cuidadas manos.

Pietro besó la mano derecha de Irascema y arguyó:
-Es Ud. Una dama muy bella. Su esposo debe estar feliz de contar con una mujer bellísima-le manifestó con mucha coquetería.

Irascema no perdió tiempo para contestarle que estaba separada y que estaba tramitando su divorcio justamente. La ocasión se tornó propicia para que Pietro le invitara un café en el restaurante del CENTRO.

Ella accedió y tuvieron la oportunidad de conversar sobre diferentes temas en especial San Patricio donde ambos vivían. No era tan fácil decir que ambos residían en aquel lugar porque solo era conocido por los zooters y vampiros que habitaban allí. La referencia que le hizo Irascema do Bahía sobre Elisabetta le dio pie para cerciorarse que esta mujer sensual también procedía de la Comunidad de San Patricio.

Parece que ambos se gustaban y sus miradas se entrecruzaban constantemente. Como era mucho tiempo que estaban en la cafetería y los trabajadores vivían en la Comunidad y estaban listos para el chisme del día, Pietro le propuso ir a otro lugar para tomar un pisco sour o un coctel de algarrobina. Irascema aceptó de buena gana y se fueron en el auto de Pietro a un lugar cercano y discreto donde puedan conversar en paz y con libertad de las miradas curiosas.

Aquel día fue maravilloso para Pietro. Conversó con su prima y ella le dijo que tenga mucho cuidado porque Irascema tenía fama de coqueta y era voluble. Pietro era igual, así que tal para cual. Sin embargo, la pasión crecía a medida que avanzaban los días y las noches. Menos mal que Irascema no participaba de las ideas de los licans. Llevaba el espíritu de los intermedios. Era neutral para evitar que ocurriera alguna venganza por parte de los licans. Algunas veces recibía invitación del conde Jorginho. Tenía una gran amistad con el Auditor Mayor del Reino. Cuando el conde Hectorius se enteró que su amiga Irascema era zooter, la invitó visitar la Comunidad de San Patricio y ella, al final se quedó porque le fascinaba la playa y las personas que residían allí Compró una residencia de playa y se instaló. Más que un conejo, parecía una ave costera y había elegido aquel sitio desierto para hacer en él su nido…su nido de amor. A pesar de su costumbre de mandar y manipular-que eran sus defectos mayores- la bella Irascema que trabajaba en una Universidad privada, llevaba una vida de ermitaña por todos los escándalos que había originado su divorcio con un magnate . Ahora que el amor aparecía en su corazón, ¿Cuáles serían los comentarios de los licans-muy avenidos al chisme- y de la secta ofídica comandada por una vieja y desdentada cobra.

Todas las tardes se paseaba Pietro e Irascema por la playa de San Patricio. Irascema sabía que Pietro era vampiro. También estaba enterada que los vampiros de la Comunidad no eran como aquellos de las novelas góticas que estaban manchados de sangre, sexo y muerte. Si bien es cierto que bebían de vez en cuando la sangre de algunas personas de la Ciudad… que llevaban una vida desordenada y caótica, mas, nunca terminaban en crímenes donde la muerte era el sello característico como el caso de los licans y las serpientes.

Una noche que Pietro visitó a Irascema en su casa de playa, ella le invitó champán y bocadillos que le había pedido que prepare  su amiga,  la baronesa de Castelforte. El champán estaba exquisito y abrieron otra botella. Era una noche de luna llena y se escuchaba el flujo y reflujo de las olas del mar. El viento que ingresaba a la mansión acariciaba el rostro de los dos. El destino unió aquellas dos almas y las juntó con su irresistible fuerza que aunque diferentes por su naturaleza, parecidas por su pasión.  Sus ojos se miraron con fuerza y lubricidad y los labios se tocaron y  se juntaron. En el momento mágico de la unión y cuando se tocaron, sus dos cuerpos se soldaron y formaron una unidad indivisible entre las sábanas de la cama. La ropa les incomodaba y se la quitaron con desesperación. Sus cuerpos se unían como dos relojes imantados. Pietro besaba los senos grandes y turgentes de Irascema  y buscaba con espíritu lascivo penetrar ese abismo delicioso que se le ofrecía como un manjar destinado para los dioses, mientras no lo guisen los diablos-según palabras del Cisne de Avon. Irascema no luchó por su honor porque se lo estaba entregando al hombre que la hacía acezar de placer y felicidad. Los dos eran un solo ser en movimiento continuo al compás de las olas y la luna que se ofrecía como un mudo testigo de la relación entre dos seres que se atraían porque eran adultos y que sentían –pese a ser de naturaleza distinta- que habían nacido el uno para la otra y viceversa.

Al final, ambos se quedaron dormidos arrullados  por el canto monocorde de las olas del mar de San Patricio.


                                                                                                Eddy Gamarra T.

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