Capítulo
119
Amor con amor se paga
Los días
habían transcurrido desde que Nicole viajó a Francia. Pietro salía muy poco de
la casa de Elisabetta. Agnezka conversaba con él, pero solo eran amigos. Su
prima lo animaba a salir, pero Pietro todavía arrastraba ese dolor interno de
haber conocido a Nicole. Una vez que se dirigió al CENTRO para realizar unos
trámites de permanencia en el país, se cruzó con una dama de ojos negros
intensos. Su mirada enigmática y cabello negro largo. Los labios sensuales y
tersos que se humedecían al observar a aquel italiano de mirada coquetona y
constitución física de gladiador. Los ojos azules de Pietro miraban los de Irascema do Bahía que también realizaba
trámites, pero de divorcio. Fueron segundos que parecían horas. Ambos se
estudiaron de pie a cabeza. Un vampiro y una bruja. No sabía Pietro que ella
vivía en su casa de playa en la Comunidad de San Patricio. Irascema que no
salía mucho, se había enterado por la
baronesa de Castelforte que Pietro di Siracusa residía en la hermosa casa de la
condesa Elisabetta. El mundo era pequeño para ambos. Irascema tenía recursos
para acercarse a Pietro. Uno de ellos fue dejar caer un fólder con documentos
para que el galante Pietro lo recogiera. Y así fue. El italiano que también
hablaba español recogió los documentos y se los entregó. Ella clavó sus ojos
negros en los de Pietro y le dijo que era muy gentil.
-Todavía
hace frío caballero-le dijo Irascema.
-Tiene Ud.
Razón bella dama-contestó Pietro.
-Me parece
haberlo visto en algún lugar-preguntaba Irascema, moviendo sus labios como si
quisiera comerse una zanahoria.
-El
italiano sonrió y le dijo su nombre-Pietro di Siracusa para servirle a Ud.
-Irascema
do Bahía-le tendió sus bellas y cuidadas manos.
Pietro besó
la mano derecha de Irascema y arguyó:
-Es Ud. Una
dama muy bella. Su esposo debe estar feliz de contar con una mujer bellísima-le
manifestó con mucha coquetería.
Irascema no
perdió tiempo para contestarle que estaba separada y que estaba tramitando su
divorcio justamente. La ocasión se tornó propicia para que Pietro le invitara
un café en el restaurante del CENTRO.
Ella
accedió y tuvieron la oportunidad de conversar sobre diferentes temas en
especial San Patricio donde ambos vivían. No era tan fácil decir que ambos
residían en aquel lugar porque solo era conocido por los zooters y vampiros que
habitaban allí. La referencia que le hizo Irascema do Bahía sobre Elisabetta le
dio pie para cerciorarse que esta mujer sensual también procedía de la
Comunidad de San Patricio.
Parece que
ambos se gustaban y sus miradas se entrecruzaban constantemente. Como era mucho
tiempo que estaban en la cafetería y los trabajadores vivían en la Comunidad y
estaban listos para el chisme del día, Pietro le propuso ir a otro lugar para
tomar un pisco sour o un coctel de algarrobina. Irascema aceptó de buena gana y
se fueron en el auto de Pietro a un lugar cercano y discreto donde puedan
conversar en paz y con libertad de las miradas curiosas.
Aquel día
fue maravilloso para Pietro. Conversó con su prima y ella le dijo que tenga
mucho cuidado porque Irascema tenía fama de coqueta y era voluble. Pietro era
igual, así que tal para cual. Sin embargo, la pasión crecía a medida que
avanzaban los días y las noches. Menos mal que Irascema no participaba de las
ideas de los licans. Llevaba el espíritu de los intermedios. Era neutral para
evitar que ocurriera alguna venganza por parte de los licans. Algunas veces
recibía invitación del conde Jorginho. Tenía una gran amistad con el Auditor
Mayor del Reino. Cuando el conde Hectorius se enteró que su amiga Irascema era
zooter, la invitó visitar la Comunidad de San Patricio y ella, al final se
quedó porque le fascinaba la playa y las personas que residían allí Compró una
residencia de playa y se instaló. Más que un conejo, parecía una ave costera y
había elegido aquel sitio desierto para hacer en él su nido…su nido de amor. A
pesar de su costumbre de mandar y manipular-que eran sus defectos mayores- la
bella Irascema que trabajaba en una Universidad privada, llevaba una vida de
ermitaña por todos los escándalos que había originado su divorcio con un
magnate . Ahora que el amor aparecía en su corazón, ¿Cuáles serían los
comentarios de los licans-muy avenidos al chisme- y de la secta ofídica
comandada por una vieja y desdentada cobra.
Todas las
tardes se paseaba Pietro e Irascema por la playa de San Patricio. Irascema
sabía que Pietro era vampiro. También estaba enterada que los vampiros de la
Comunidad no eran como aquellos de las novelas góticas que estaban manchados de
sangre, sexo y muerte. Si bien es cierto que bebían de vez en cuando la sangre
de algunas personas de la Ciudad… que llevaban una vida desordenada y caótica,
mas, nunca terminaban en crímenes donde la muerte era el sello característico
como el caso de los licans y las serpientes.
Una noche
que Pietro visitó a Irascema en su casa de playa, ella le invitó champán y
bocadillos que le había pedido que prepare
su amiga, la baronesa de
Castelforte. El champán estaba exquisito y abrieron otra botella. Era una noche
de luna llena y se escuchaba el flujo y reflujo de las olas del mar. El viento
que ingresaba a la mansión acariciaba el rostro de los dos. El destino unió
aquellas dos almas y las juntó con su irresistible fuerza que aunque diferentes
por su naturaleza, parecidas por su pasión. Sus ojos se miraron con fuerza y lubricidad y
los labios se tocaron y se juntaron. En
el momento mágico de la unión y cuando se tocaron, sus dos cuerpos se soldaron
y formaron una unidad indivisible entre las sábanas de la cama. La ropa les
incomodaba y se la quitaron con desesperación. Sus cuerpos se unían como dos
relojes imantados. Pietro besaba los senos grandes y turgentes de Irascema y buscaba con espíritu lascivo penetrar ese
abismo delicioso que se le ofrecía como un manjar destinado para los dioses,
mientras no lo guisen los diablos-según palabras del Cisne de Avon. Irascema no
luchó por su honor porque se lo estaba entregando al hombre que la hacía acezar
de placer y felicidad. Los dos eran un solo ser en movimiento continuo al
compás de las olas y la luna que se ofrecía como un mudo testigo de la relación
entre dos seres que se atraían porque eran adultos y que sentían –pese a ser de
naturaleza distinta- que habían nacido el uno para la otra y viceversa.
Al final,
ambos se quedaron dormidos arrullados
por el canto monocorde de las olas del mar de San Patricio.
Eddy Gamarra T.
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