Capítulo
134
El regreso de Nicole
Había transcurrido un buen tiempo y
Jean Pierre terminó sus estudios de ingeniería eléctrica. Igualmente Nicole
había concluido sus estudios en La Sorbona. Ella convenció a Jean Pierre viajar
a San Patricio porque la vieja planta eléctrica necesitaba muchos cambios. Él
debería revisarla y después hacer los cambios necesarios para mejorar la luz en
San Patricio. Los Dinos no se opondrían a los cambios y darían el dinero para
comprar todo lo que se necesite. Si no se hicieron los cambios era porque no
había un zooter que conociera sobre las últimas máquinas y vivían con una luz
un tanto primitiva. En el mundo de la aldea, debido a la pobreza de sus
campesinos, todavía usaban lámparas y velas y la luz que la naturaleza les
brindaba.
Jean Pierre llegaría a revisar San
Patricio sin que se enteren de sus relaciones con Nicole. Solo lo sabrían el
abuelo, Yasmina, el conde y yo. De esta manera evitarían alguna represalia por
parte de los licans contra el ingeniero que iba a innovar la luz en San
Patricio. Así lo dejarían trabajar tranquilo. Ya Mr. Kanter había recibido la
invitación para mejorar el sistema de luz eléctrica en la Comunidad. Él estaba
de acuerdo y se pagaría la instalación en forma proporcional. Los únicos que se
oponían eran los del equipo de seguridad, las serpientes y los espías Lurok,
Wanda, que tenía dos metamorfosis y la cotorra vieja. Mucha luz no era
conveniente para sus intereses infames y pecaminosos. Sin embargo, la orden de
Mr. Kanter fue decisiva: Se haría la instalación. Las vampiras, que estaban
acostumbradas a poca luz, no se opusieron. Pagaban y apagaban las luces de sus
residencias y podían descansar tranquilas.
Así acordaron y el conde y los
Dinos fueron al aeropuerto a recibir al ingeniero. Los Dinos preguntaron si era
zooter para que pueda ingresar a San Patricio sin mayores problemas. Jorginho
afirmó y sus amigos se alegraron y dijeron al unísono “¡Al fin!”. El ingeniero
Gobineau revisó meticulosamente durante tres días la vieja planta eléctrica y
anotó todo lo que tenía que cambiarse y comprar en Europa. Una vez que se
sacaron las cuentas, los habitantes de la Comunidad pagarían proporcionalmente.
Los trabajadores del CENTRADOM serían descontados por Mr. Kanter. Los que
pagarían menos serían los aldeanos. Nadie dejaría de pagar. Por ese lado, no
había problemas porque además de Asteris y la vieja cobra, no existía en San
Patricio zooters miserables y mezquinos que se opongan al pago de la luz.
El conde Jorginho, uno de los
representantes de Mr. Kanter y el Tío Ben que hablaba francés, viajaron con el
ingeniero Jean Pierre Gobineau para hacer las compras necesarias de la nueva
máquina que renovaría la comunidad de San Patricio. Elisabetta había leído los
pensamientos del joven enamorado de Nicole y ya sabía quién era Jean Pierre. No
comentó con las vampiras que siempre llevaban rezagos de sus antepasados de
enterarse de todos los detalles de las
personas que hablaban. Le pareció una buena idea que no las iba a perjudicar,
pero sí a los licans, que mientras tuvieran menos luz, el acecho, ataque y
muerte esparcirían sus miasmas por este lugar donde los zooters en su mayoría
querían vivir en paz.
Pasaron algunos días y se compró
las máquinas con la ayuda del maestro de Jean Pierre y otros ingenieros
franceses. Embalaron y prepararon las máquinas para ser embarcadas en el
puerto. Aprovecharon el Canal de Panamá y así llegaron después de varios días,
al Puerto del Callao. La comisión ya estaba en San Patricio y una vez que el
barco llegó al puerto, los Dinos se dirigieron a recoger la preciosa carga.
También estuvo presente el enigmático Paritt, en representación de Mr. Kanter
y los trabajadores zooters del
CENTRADOM. El traslado se realizó sin mayores problemas. Mr. Kanter en un
arranque de bondad, que no era su característica, ofreció la participación de
los trabajadores de Servicio de su empresa quienes se pondrían a trabajar bajo
la dirección del ingeniero Gobineau, quien fue invitado al palacio del conde
Jorginho donde habitaría mientras dure la instalación de las nuevas máquinas de
energía eléctrica.
Mr. Kanter quiso poner a Libak como
jefe de los trabajadores del CENTRO, en las instalaciones de la Planta
eléctrica, pero los Dinos se opusieron rotundamente debido a los antecedentes
nefastos de este siniestro personaje. Lo más
probable de la presencia de Libak sería la información a Varkolak y sus
secuaces de alguna novedad que les interesase a los licans y que de repente
podrían demorar o en el peor de los casos destruir las instalaciones. Mr.
Kanter que engreía a Libak por sus aportes a la computación del CENTRO, aceptó
a regañadientes que cambiaran a su engreído. Al final, envió al hermano del
finado Nito, que gustaba de la Física y era noble a pesar de su obsecuencia.
Era menester que empezara ya la obra porque Mr. Kanter tenía que hacer un
viajecito a Roma porque estaba estresado por el recargado trabajo que tenía. En
verdad no sé qué trabajo, pero, al fin y al cabo, no era de mi incumbencia.
La curiosidad de Lurok y Wanda los
llevó a observar minuciosamente los trabajos efectuados por el ingeniero
Gobineau. Mucha gente curiosa veía los avances de la Central eléctrica y sabían
que dentro de poco sus sueños se convertirían en realidad. Los aldeanos estaban
contentos porque quedaría a un lado el uso de velas y lámparas de querosene.
Los jóvenes estudiantes aprovecharían la luz para estudiar más y también para una
mayor seguridad toda vez que los licans siempre estaban merodeando por la aldea
en busca de alguna doncella para ocasionar en ellas la violación y la muerte
que muchas veces quedaron impunes.
Micki, Tanger y Collins estaban
preparando un ataque de piedrecillas que habían traído del bosque del silencio
para lanzarlos a Lurok y Wanda que espiaban con malas intenciones los trabajos
de Jean Pierre. Ya Lurok se había curado de la feroz pateadura que no le
permitió sentarse durante un buen tiempo y no se imaginaba lo que le esperaba
por estar husmeando en un trabajo honrado que iba a beneficiar a toda la
población de San Patricio.
Nicole era la más contenta de San
Patricio. Iba todas las noches al castillo del conde Jorginho para visitar a
Jean Pierre. Yasmina sonreía con beneplácito las visitas de Nicole. Sabía del
amor entre los dos jóvenes, pero no lo comentó con Nicole. Respetaba los planes
de su padre para que no haya ningún tipo de interferencia que ponga la vida de
los jóvenes en peligro. Además, se redobló la vigilancia de las haditas, Maluxa,
Andreínha y Janice y los traviesos duendecillos que cuidaban a Nicole y al
ingeniero de cualquier desmán ocasionado por los enemigos de San Patricio.
Igualmente, los Dinos estaban cerca. Ya todos estaban en San Patricio y a la
expectativa de cualquier sorpresa. El conde Nolberto de Paracatú, contento por
los zapatos que le trajo su amigo Jorginho, prometió cuidar la Central
eléctrica y a sus sobrinas.
En verdad era una sola familia que
había unido a los Dinos por amistad y que se constituyó en el principal bastión
de la Comunidad en caso se produjera cualquier ataque de las serpientes y sus
amigos los licans. A lo lejos, el Gran Unicornio Blanco observaba con celo los
avances de la Central y el diario quehacer de su nieta y Hasán. Había
conversado con los Dinos abrir una biblioteca para todos los habitantes de la
comunidad. Sabía que el CENTRADOM tenía su biblioteca pero no la usaban porque
la preocupación no eran los libros. El interés eran los papeles y más papeles que
mantenían a Mr. Kanter y Carmito de la Buena Cruz en búsqueda de alguna
certificación. Tirreno, el bibliotecario, se dedicó a otros menesteres para
evitar ser despedido por Mr. Kanter. Los pobres libros estaban olvidados como
el arpa de la rima de Gustavo Adolfo Bécquer. Los trabajadores no llevaban libros
en sus morrales y maletines; llevaban papeles y más papeles para contentar los
objetivos obsoletos y absurdos del inveterado Mr. Kanter.
Eddy Gamarra T.
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