sábado, 29 de agosto de 2015


Capítulo 134

El regreso de Nicole

Había transcurrido un buen tiempo y Jean Pierre terminó sus estudios de ingeniería eléctrica. Igualmente Nicole había concluido sus estudios en La Sorbona. Ella convenció a Jean Pierre viajar a San Patricio porque la vieja planta eléctrica necesitaba muchos cambios. Él debería revisarla y después hacer los cambios necesarios para mejorar la luz en San Patricio. Los Dinos no se opondrían a los cambios y darían el dinero para comprar todo lo que se necesite. Si no se hicieron los cambios era porque no había un zooter que conociera sobre las últimas máquinas y vivían con una luz un tanto primitiva. En el mundo de la aldea, debido a la pobreza de sus campesinos, todavía usaban lámparas y velas y la luz que la naturaleza les brindaba.

Jean Pierre llegaría a revisar San Patricio sin que se enteren de sus relaciones con Nicole. Solo lo sabrían el abuelo, Yasmina, el conde y yo. De esta manera evitarían alguna represalia por parte de los licans contra el ingeniero que iba a innovar la luz en San Patricio. Así lo dejarían trabajar tranquilo. Ya Mr. Kanter había recibido la invitación para mejorar el sistema de luz eléctrica en la Comunidad. Él estaba de acuerdo y se pagaría la instalación en forma proporcional. Los únicos que se oponían eran los del equipo de seguridad, las serpientes y los espías Lurok, Wanda, que tenía dos metamorfosis y la cotorra vieja. Mucha luz no era conveniente para sus intereses infames y pecaminosos. Sin embargo, la orden de Mr. Kanter fue decisiva: Se haría la instalación. Las vampiras, que estaban acostumbradas a poca luz, no se opusieron. Pagaban y apagaban las luces de sus residencias y podían descansar tranquilas.

Así acordaron y el conde y los Dinos fueron al aeropuerto a recibir al ingeniero. Los Dinos preguntaron si era zooter para que pueda ingresar a San Patricio sin mayores problemas. Jorginho afirmó y sus amigos se alegraron y dijeron al unísono “¡Al fin!”. El ingeniero Gobineau revisó meticulosamente durante tres días la vieja planta eléctrica y anotó todo lo que tenía que cambiarse y comprar en Europa. Una vez que se sacaron las cuentas, los habitantes de la Comunidad pagarían proporcionalmente. Los trabajadores del CENTRADOM serían descontados por Mr. Kanter. Los que pagarían menos serían los aldeanos. Nadie dejaría de pagar. Por ese lado, no había problemas porque además de Asteris y la vieja cobra, no existía en San Patricio zooters miserables y mezquinos que se opongan al pago de la luz.

El conde Jorginho, uno de los representantes de Mr. Kanter y el Tío Ben que hablaba francés, viajaron con el ingeniero Jean Pierre Gobineau para hacer las compras necesarias de la nueva máquina que renovaría la comunidad de San Patricio. Elisabetta había leído los pensamientos del joven enamorado de Nicole y ya sabía quién era Jean Pierre. No comentó con las vampiras que siempre llevaban rezagos de sus antepasados de enterarse  de todos los detalles de las personas que hablaban. Le pareció una buena idea que no las iba a perjudicar, pero sí a los licans, que mientras tuvieran menos luz, el acecho, ataque y muerte esparcirían sus miasmas por este lugar donde los zooters en su mayoría querían vivir en paz.

Pasaron algunos días y se compró las máquinas con la ayuda del maestro de Jean Pierre y otros ingenieros franceses. Embalaron y prepararon las máquinas para ser embarcadas en el puerto. Aprovecharon el Canal de Panamá y así llegaron después de varios días, al Puerto del Callao. La comisión ya estaba en San Patricio y una vez que el barco llegó al puerto, los Dinos se dirigieron a recoger la preciosa carga. También estuvo presente el enigmático Paritt, en representación de Mr. Kanter y  los trabajadores zooters del CENTRADOM. El traslado se realizó sin mayores problemas. Mr. Kanter en un arranque de bondad, que no era su característica, ofreció la participación de los trabajadores de Servicio de su empresa quienes se pondrían a trabajar bajo la dirección del ingeniero Gobineau, quien fue invitado al palacio del conde Jorginho donde habitaría mientras dure la instalación de las nuevas máquinas de energía eléctrica.

Mr. Kanter quiso poner a Libak como jefe de los trabajadores del CENTRO, en las instalaciones de la Planta eléctrica, pero los Dinos se opusieron rotundamente debido a los antecedentes nefastos de este siniestro personaje. Lo más  probable de la presencia de Libak sería la información a Varkolak y sus secuaces de alguna novedad que les interesase a los licans y que de repente podrían demorar o en el peor de los casos destruir las instalaciones. Mr. Kanter que engreía a Libak por sus aportes a la computación del CENTRO, aceptó a regañadientes que cambiaran a su engreído. Al final, envió al hermano del finado Nito, que gustaba de la Física y era noble a pesar de su obsecuencia. Era menester que empezara ya la obra porque Mr. Kanter tenía que hacer un viajecito a Roma porque estaba estresado por el recargado trabajo que tenía. En verdad no sé qué trabajo, pero, al fin y al cabo, no era de mi incumbencia.

La curiosidad de Lurok y Wanda los llevó a observar minuciosamente los trabajos efectuados por el ingeniero Gobineau. Mucha gente curiosa veía los avances de la Central eléctrica y sabían que dentro de poco sus sueños se convertirían en realidad. Los aldeanos estaban contentos porque quedaría a un lado el uso de velas y lámparas de querosene. Los jóvenes estudiantes aprovecharían la luz para estudiar más y también para una mayor seguridad toda vez que los licans siempre estaban merodeando por la aldea en busca de alguna doncella para ocasionar en ellas la violación y la muerte que muchas veces quedaron impunes.

Micki, Tanger y Collins estaban preparando un ataque de piedrecillas que habían traído del bosque del silencio para lanzarlos a Lurok y Wanda que espiaban con malas intenciones los trabajos de Jean Pierre. Ya Lurok se había curado de la feroz pateadura que no le permitió sentarse durante un buen tiempo y no se imaginaba lo que le esperaba por estar husmeando en un trabajo honrado que iba a beneficiar a toda la población de San Patricio.

Nicole era la más contenta de San Patricio. Iba todas las noches al castillo del conde Jorginho para visitar a Jean Pierre. Yasmina sonreía con beneplácito las visitas de Nicole. Sabía del amor entre los dos jóvenes, pero no lo comentó con Nicole. Respetaba los planes de su padre para que no haya ningún tipo de interferencia que ponga la vida de los jóvenes en peligro. Además, se redobló la vigilancia de las haditas, Maluxa, Andreínha y Janice y los traviesos duendecillos que cuidaban a Nicole y al ingeniero de cualquier desmán ocasionado por los enemigos de San Patricio. Igualmente, los Dinos estaban cerca. Ya todos estaban en San Patricio y a la expectativa de cualquier sorpresa. El conde Nolberto de Paracatú, contento por los zapatos que le trajo su amigo Jorginho, prometió cuidar la Central eléctrica y a sus sobrinas.

En verdad era una sola familia que había unido a los Dinos por amistad y que se constituyó en el principal bastión de la Comunidad en caso se produjera cualquier ataque de las serpientes y sus amigos los licans. A lo lejos, el Gran Unicornio Blanco observaba con celo los avances de la Central y el diario quehacer de su nieta y Hasán. Había conversado con los Dinos abrir una biblioteca para todos los habitantes de la comunidad. Sabía que el CENTRADOM tenía su biblioteca pero no la usaban porque la preocupación no eran los libros. El interés eran los papeles y más papeles que mantenían a Mr. Kanter y Carmito de la Buena Cruz en búsqueda de alguna certificación. Tirreno, el bibliotecario, se dedicó a otros menesteres para evitar ser despedido por Mr. Kanter. Los pobres libros estaban olvidados como el arpa de la rima de Gustavo Adolfo Bécquer. Los trabajadores no llevaban libros en sus morrales y maletines; llevaban papeles y más papeles para contentar los objetivos obsoletos y absurdos del inveterado Mr. Kanter.


                                                                                                               Eddy Gamarra T.

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