Capítulo 115
Agresión
La información última que había
recibido Varkolak sobre la desaparición de Varul señalaba al jardinero de la Comunidad como
sospechoso principal. Los espías solían verlo cerca al castillo del conde
Jorginho y las residencias aledañas. Cada vez que algo ocurría, Daniel, el
jardinero estaba cerca. Esa fue la preocupación del jefe de Seguridad y jefe de
los temibles licántropos. Anulia pensaba igual que él, de igual manera, Lurok.
Libak exigió la detención inmediata del viejo jardinero, pero tendría que ser
cuando se retiraba a su cabaña a las cuatro de la tarde aproximadamente.
Yasmina percibió el peligro y me lo dijo. Observé el reloj mágico que me
obsequiara Ghara y vimos a los licans que realizaban los planes secretos para
capturar al jardinero de San Patricio. Obviamente que los licans no tenían ni
idea quién era Daniel. El que se atrevió a averiguarlo estaba muerto. El abuelo
de Yasmina ocupó este humilde cargo para embellecer la Comunidad de San
Patricio. Los parques con sus árboles y jardines fueron plantados y sembrados
por él. La belleza de la Colina azul era responsabilidad del abuelo. El gran
regalo de la naturaleza de reunir en esta maravillosa tierra las diferentes regiones
naturales hizo que el viejo Daniel comprendiera que había que poner manos a la
obra y no ha dejado de embellecer con sus plantas, injertos y maravillosos
árboles y flores de todo tipo desde el sencillo geranio de las casas de los
intermedios hasta los tulipanes negros del bosque sagrado y la Colina azul.
Daniel ya sabía de su próxima
captura y se comunicó a través de la telepatía con su nieta, es por eso que
Yasmina no tenía temor por lo que pudiera suceder, sin embargo, era menester
guardar secreto en lo posible sobre el
poder del unicornio blanco. A raíz de esta conversación con su abuelo, conversó
con sus tíos, los Dinos y con las chicas, las hadas, brujitas y duendecillos.
Micki, Tanger y Collins seguían recordando los bellos momentos que pasaron en
las playas del norte y mostraban las fotografías con sus compañeros de
Promoción. En verdad, se portaron bien y merecían una buena porción del manjar
que ellos tanto deseaban: postre de higos,
que les preparó Sandra. Una vez que atendimos a mis queridos elfos,
continuamos con el plan sorpresa que le daríamos a los licans el día que se
atrevieran a capturar al poderoso unicornio blanco. Para esto, Yasmina ya le
había informado a su abuelo todos los pormenores del plan sorpresa y que
demostraríamos como que no pasaba nada, según la expresión de Collins, el más
sentimental de mis duendecillos.
Después de la reunión, se desató
una lluvia torrencial y la naturaleza dio su afirmación a través de los truenos
y relámpagos para que los licántropos sepan que en esta Comunidad de belleza
singular, ellos no tenían cabida. En los barrios del equipo de seguridad, los
licántropos aullaban y gruñían en las azoteas como si presintieran a las
fuerzas de la naturaleza que se oponían a toda agresión salvaje y que no iban a
permitir el plan criminal de estos monstruos con cara de buena gente que en
real connivencia con Mr. Kanter ocasionaban malos tratos en la economía de sus
trabajadores y en la seguridad de las mujeres que trabajaban en aquella
institución. Los aullidos de los licans luchaban contra los truenos y parecía
una lucha despiadada donde los licans mordían las aguas de la lluvia hasta que
un rayo que cayó en el jardín de la casa de Varkolak calló a los licántropos y
escampó como una advertencia final a estos malhadados seres que intentaban a
toda costa apoderarse de la Comunidad de San Patricio.
Los domingos no trabajaba el abuelo
pero solía visitar a los aldeanos a quienes los asistía con buenos consejos
sobre el cuidado de la tierra, de los hijos y acostumbraba a narrar a los niños
y niñas de la aldea historias de héroes y heroínas que vivieron en Alemania e
Italia. Prefería estos países de donde procedían la mayoría de los abuelos de
los campesinos. El más feliz de todos era Ludwig, porque a él le fascinaba la
historia y se pudo comprobar que cuando se trataba de estos temas, jamás se
dormía.
Cuando el abuelo salió de la tierra
de los aldeanos, después de un almuerzo vegetariano preparado por Marietta, se
dirigió a su cabaña, que quedaba muy cerca de la aldea. Aquel día no llovió.
Salió el sol. Todo parecía estar normal. Ya el abuelo había percibido a un
grupo de intrusos que merodeaban por su casa. Eran como quince personas entre
licántropos y serpientes, además de Lurok, su comadre y la vieja cotorra. El
abuelo, antes de acercarse a su cabaña,
escogió un recodo en el camino para preparar y facilitar el ataque de sus
enemigos. Ellos sonrieron y en sus labios se dibujó un rictus de triunfo porque,
según ellos, aquel pobre jardinero no
sabía dónde estaba parado. La vieja cobra dijo una expresión típica de la gente
del pueblo: “¡Papaíta!”…Lurok se frotó las manos y esbozó una sonrisa de
venganza por todo lo que le habían hecho cada vez que iba a espiar a la familia
de Yasmina. En cambio Wanda estaba preocupada porque pudo comprobar muchas
veces que nunca lograron vencer a la gente del conde Jorginho.
Todo el grupo de Varkolak se
convirtió en licántropos, serpientes, mapaches y aves. Las primeras en atacar
fueron anulia y su grupo ofídico: Una cobra, una serpiente pitón, la mamba
negra, la shushupe, la inmensa anaconda rodearon al abuelo. Él que siempre
tenía su cayado se puso en guardia con toda la serenidad que lo caracterizaba.
Cuando la shushupe, que era la más joven y atrevida, se lanzó al ataque, el
abuelo esquivó el ataque y golpeó a la serpiente selvática con rapidez. Poco a
poco cerraron el círculo las serpientes y de un momento a otro apareció el tío
Ben convertido en una pequeña rana y lanzó un líquido verdoso trazando un
círculo de defensa para proteger al abuelo. La mamba, negra ágil y frenética atravesó el círculo y
se disponía a morder a la pequeña rana y cuando menos pensó, un águila que bajaba como un rayo, la atrapó
entre sus garras y se la llevó fuera del lugar para lanzarla entre las aguas
del mar de San Patricio. La caída fue terrible y la mamba casi se ahoga y tuvo
que volver a ser Asteris para poder
llegar a la orilla y quedarse extenuada por muchas horas. Mientras la shushupe
se distraía por la presencia del águila, la rana le lanzó su líquido de ataque
que la serpiente no pudo soportar el inmenso ardor que le producía este
preparado del Tío Ben. Las otras serpientes atacaron al unísono contra la rana,
pero esta desapareció como por arte de birlibirloque. La desaparición confundió
a la vieja cobra quien además de desdentada, sentía que había perdido la
visión. Sin embargo, no era así. Una de las cualidades del tío Ben era aparecer
y desaparecer como las brujitas del Mato Grosso que aprovechando la confusión
de las serpientes, aparecieron dentro del círculo y a escobazo limpio y con una
pócima que prepararon, rociaron el
cuerpo de Anulia y sus secuaces quienes gritaban desesperadamente y pedían
ayuda para terminar con el escozor que tenían por todo el cuerpo. Lurok, que
estaba detrás de ellas les sugirió huir y cuando lo hicieron se encontraron con
las jóvenes lobas que les lanzaron dentelladas a diestra y siniestra además de
las patadas que les propinó un camello que no era otro que Don Juan de
Aviraneta. Wanda y la cotorra vieja que estaban por ahí recibieron certeros
golpes con pequeñas piedras que los duendecillos, entre pullas y gritos, lanzaban con sus resorteras.
Varkolak observaba que los planes
no salieron como lo habían preparado, a pesar del proyecto de la garrapata y
que si continuaban, se iban a encontrar
con más sorpresas, así que ordenó la retirada con odio y mucho resentimiento
por esta derrota ocasionada por el espíritu organizativo de los Dinos y todas
aquellas personas que amaban la justicia en la Comunidad de San Patricio.
Los efluvios negativos que despedía
Varkolak solo contribuyó en esta barahúnda de quejas y dolores que impelidas
por las fuerzas del conde Jorginho y los suyos demostraban una vez más que la
justicia siempre estará de parte de los Dinos, descendientes de los primitivos
habitantes de la Comunidad de San Patricio.
Jorginho agradeció a Elisabetta y
la comunidad vampírica, que no tuvieron
ocasión de participar por la huida de los licans y sus aliados. Esta vez
visitaron a la Dama de Sardegna cinco amigos vampiros que trabajaban en la
Ciudad…en el negocio de discotecas. Ellos acudieron al llamado de la bella
Elisabetta que por su título nobiliario e inteligencia, ejercía poder de
convocatoria entre los vampiros. Al parecer, había más vampiros en la Ciudad…y
su odio hacia los licans los impetró a dejar la lobreguez de sus discotecas
para ingresar a San Patricio y apoyar a los amigos de Elisabetta.
La opacidad de Varkolak le llenó de
furia y la descargó contra su esposa, pero no con golpes sino a través de una
de sus amantes que vivía en la Ciudad…Este personaje se perdió varios días.
Pidió permiso en su trabajo con el pretexto de estar deprimido, y pasó varios
días de francachelas en los burdeles y
lugares de mal vivir en el puerto de la Ciudad…
Eddy Gamarra T.
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