Capítulo 122
La estatua
Jorginho y los principales Dinos
se levantaron muy temprano y se
dirigieron al Puerto Mayor para recibir un embarque que venía desde Gran
Bretaña y lo enviaba una institución importante para la Comunidad de San
Patricio. Solo el conde Jorginho sabía en qué consistía el embarque y les iba a
dar una sorpresa a sus amigos los Dinos. Lapitt preguntó si iba a producirse
algún enfrentamiento contra Varkolak y su gente. El tío Ben afirmó que era un
gran cargamento de Chivas Regal, el whiski preferido del Conde. Nolberto de Paracatú
pensaba que era un gran cargamento de
zapatos especiales porque los que tenía eran muy apretados y de repente este
envío le iba a solucionar estos pequeños dolorcitos que tenía en los pies. Yo
sabía cuál era el cargamento. Me lo contó Yasmina, pero prefería que Jorginho
diera la sorpresa a sus amigos.
El Puerto Mayor en la madrugada
tenía un movimiento como si fuera de día. Sin embargo, estábamos preparados
para cualquier sorpresa que nos pudieran dar nuestros enemigos
irreconciliables. Había que desbrozar los intrincados problemas que teníamos
contra aquella rémora de gusarapos que le quitaban brillo a la paz que todos
buscábamos en San Patricio. Al mirar el reloj que me obsequió la hadita Ghara,
veía al malvado Varko que al igual que la mayoría de sus compinches estaban en
una clínica recuperándose de las quemaduras del unicornio. Las serpientes no
podían pagar la clínica y estaban en sus casas curándose con remedios caseros
que les daba la cotorra vieja que según las malas lenguas había nacido en el pueblo
de Salas, en el norte. Estos remedios eran efectivos porque estaban curando a
la mayoría de las serpientes, menos a la vieja y desdentada cobra, cuyas
quemaduras no fueron soportadas por su piel gastada por el correr de los años.
Ella solo esperaba un último cambio de piel y retirarse de las peleas contra
sus encarnizados enemigos. Solo atinaría a dar consejos a las serpientes y sus
aliados y desarrollar un curso de espionaje ofídico y de chismografía de alto
nivel que podría servir para las revistas faranduleras que pululan por la Ciudad…
Le informé a Jorginho que “no había
moros en la costa”. El reloj de Ghara me lo confirmó. Ya con más tranquilidad,
nos dirigimos a recoger el preciado cargamento que en verdad no era muy grande,
pero traía licores para beneplácito de todos: una docena de pares de zapatos
talla 75 para nuestro amigo el Troll. También le enviaron docenas de latas de
las mejores cervezas británicas para Lapitt de Sajonia que tenía su fábrica de
cervezas en El Pozuzo, y la estatua de Vereticus, rey de Gales, quien fuera transformado en lobo por San
Patricio. Olvidándose dónde estaba, el conde Jorginho lanzó un aullido de
felicidad que los estibadores del puerto al escucharlo, temblaron de miedo. Nunca habían escuchado un
aullido tan penetrante en toda su vida que los viejos supersticiosos andaban
diciendo que era un anuncio para un tsunami. Los Dinos que entendían el
lenguaje de su amigo, el rey de los lobos, sabían que era una manifestación de
felicidad, porque poco a poco estaba logrando la unión de los zooters de los
principales países europeos y de las ciudades latinoamericanas más destacadas.
En casa, Yasmina preparaba con la
ayuda de Sandra y Antonella un buen desayuno con chicharrón, pan, café con
leche y tamales para los Dinos y la familia.
También invitaron al abuelo, aunque él era vegetariano, no había problema, porque Yasmina le preparó una ensalada de frutas a
base de manzana, papaya, naranja, fresas, melón, sandía y piña. Una vez que
llegaron, decidieron que la estatua del rey Vereticus sería ubicada en la plaza
cerca a los aldeanos y la casa del abuelo. Ellos serían los fieles guardianes
en caso de que la típica acritud de los licántropos y serpientes se atrevan a
dañar la estatua del rey de Gales que representaba para los lobos descendientes
de Vereticus un punto de partida para su existencia y presencia en la mágica
Comunidad de San Patricio.
Los más contentos de la reunión
eran Micki, Tanger y Collins porque Chiara, la hermana de Marietta, les había
preparado un dulce de higos con miel y grageas de todos los colores. En esta
preparación se veía la mano de la hermana Visitación que en poco tiempo se
había hecho famosa por sus dulces que los vendía el inquieto Ludwig. La Hermana
Visitación tenía registrada a todos los
niños y jóvenes de San Patricio para que vayan al catecismo y la preparación de
la confirmación. Ya le habían informado que tres jovencitos del último año de
secundaria y que vivían en la Comunidad, no se habían confirmado. Cómo
explicarles que mis duendecillos no eran jóvenes comunes y corrientes. Si bien
es cierto, estudiaron la secundaria en un buen colegio donde había buenos,
regulares y malos profesores, pero de ahí
a confirmarse, es un problema que solucionarían Yasmina, Sandra y
Antonella. Lo cierto es que mis
elfos, por los higos serían capaces de
estudiar teología y lanzarse como
candidatos para alguna alcaldía de estos lugares. Ya veremos más
adelante qué ocurre con estos jovencitos que querían estudiar en la Universidad
y que la firmeza y paciencia de la hermana Visitación había puesto sus
intereses de la confirma en unos muchachitos que podrían ocasionar desde las
lágrimas más emotivas hasta la hilaridad contagiante de sus traviesas
ocurrencias.
Eddy Gamarra
T.
No hay comentarios:
Publicar un comentario