sábado, 8 de agosto de 2015

Capítulo 122
La estatua

Jorginho y los principales Dinos se  levantaron muy temprano y se dirigieron al Puerto Mayor para recibir un embarque que venía desde Gran Bretaña y lo enviaba una institución importante para la Comunidad de San Patricio. Solo el conde Jorginho sabía en qué consistía el embarque y les iba a dar una sorpresa a sus amigos los Dinos. Lapitt preguntó si iba a producirse algún enfrentamiento contra Varkolak y su gente. El tío Ben afirmó que era un gran cargamento de Chivas Regal, el whiski preferido del Conde. Nolberto de Paracatú  pensaba que era un gran cargamento de zapatos especiales porque los que tenía eran muy apretados y de repente este envío le iba a solucionar estos pequeños dolorcitos que tenía en los pies. Yo sabía cuál era el cargamento. Me lo contó Yasmina, pero prefería que Jorginho diera la sorpresa a sus amigos.

El Puerto Mayor en la madrugada tenía un movimiento como si fuera de día. Sin embargo, estábamos preparados para cualquier sorpresa que nos pudieran dar nuestros enemigos irreconciliables. Había que desbrozar los intrincados problemas que teníamos contra aquella rémora de gusarapos que le quitaban brillo a la paz que todos buscábamos en San Patricio. Al mirar el reloj que me obsequió la hadita Ghara, veía al malvado Varko que al igual que la mayoría de sus compinches estaban en una clínica recuperándose de las quemaduras del unicornio. Las serpientes no podían pagar la clínica y estaban en sus casas curándose con remedios caseros que les daba la cotorra vieja que según las malas lenguas había nacido en el pueblo de Salas, en el norte. Estos remedios eran efectivos porque estaban curando a la mayoría de las serpientes, menos a la vieja y desdentada cobra, cuyas quemaduras no fueron soportadas por su piel gastada por el correr de los años. Ella solo esperaba un último cambio de piel y retirarse de las peleas contra sus encarnizados enemigos. Solo atinaría a dar consejos a las serpientes y sus aliados y desarrollar un curso de espionaje ofídico y de chismografía de alto nivel que podría servir para las revistas faranduleras que pululan  por la Ciudad…

Le informé a Jorginho que “no había moros en la costa”. El reloj de Ghara me lo confirmó. Ya con más tranquilidad, nos dirigimos a recoger el preciado cargamento que en verdad no era muy grande, pero traía licores para beneplácito de todos: una docena de pares de zapatos talla 75 para nuestro amigo el Troll. También le enviaron docenas de latas de las mejores cervezas británicas para Lapitt de Sajonia que tenía su fábrica de cervezas en El Pozuzo, y la estatua de Vereticus, rey de Gales,  quien fuera transformado en lobo por San Patricio. Olvidándose dónde estaba, el conde Jorginho lanzó un aullido de felicidad que los estibadores del puerto al escucharlo,  temblaron de miedo. Nunca habían escuchado un aullido tan penetrante en toda su vida que los viejos supersticiosos andaban diciendo que era un anuncio para un tsunami. Los Dinos que entendían el lenguaje de su amigo, el rey de los lobos, sabían que era una manifestación de felicidad, porque poco a poco estaba logrando la unión de los zooters de los principales países europeos y de las ciudades latinoamericanas más destacadas.

En casa, Yasmina preparaba con la ayuda de Sandra y Antonella un buen desayuno con chicharrón, pan, café con leche y  tamales para los Dinos y la familia. También invitaron al abuelo, aunque él era vegetariano, no había problema,  porque  Yasmina le preparó una ensalada de frutas a base de manzana, papaya, naranja, fresas, melón, sandía y piña. Una vez que llegaron, decidieron que la estatua del rey Vereticus sería ubicada en la plaza cerca a los aldeanos y la casa del abuelo. Ellos serían los fieles guardianes en caso de que la típica acritud de los licántropos y serpientes se atrevan a dañar la estatua del rey de Gales que representaba para los lobos descendientes de Vereticus un punto de partida para su existencia y presencia en la mágica Comunidad de San Patricio.

Los más contentos de la reunión eran Micki, Tanger y Collins porque Chiara, la hermana de Marietta, les había preparado un dulce de higos con miel y grageas de todos los colores. En esta preparación se veía la mano de la hermana Visitación que en poco tiempo se había hecho famosa por sus dulces que los vendía el inquieto Ludwig. La Hermana Visitación tenía registrada a  todos los niños y jóvenes de San Patricio para que vayan al catecismo y la preparación de la confirmación. Ya le habían informado que tres jovencitos del último año de secundaria y que vivían en la Comunidad, no se habían confirmado. Cómo explicarles que mis duendecillos no eran jóvenes comunes y corrientes. Si bien es cierto, estudiaron la secundaria en un buen colegio donde había buenos, regulares y malos profesores, pero de ahí  a confirmarse, es un problema que solucionarían Yasmina, Sandra y Antonella. Lo cierto es  que mis elfos,  por los higos serían capaces de estudiar teología y lanzarse como  candidatos para alguna alcaldía de estos lugares. Ya veremos más adelante qué ocurre con estos jovencitos que querían estudiar en la Universidad y que la firmeza y paciencia de la hermana Visitación había puesto sus intereses de la confirma en unos muchachitos que podrían ocasionar desde las lágrimas más emotivas hasta la hilaridad contagiante de sus traviesas ocurrencias.


                                                                                                        Eddy Gamarra T.

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