Capítulo 123
La degustación
Angeline había estudiado cocina en el Cordon Bleu y se
había especializado en dulces peruanos
porque era lo más destacado que había en Latinoamérica y los grandes
chefs europeos habían puesto todos sus sentidos en la gastronomía peruana. Casi
al finalizar sus estudios, Angeline tuvo
una fuerte decepción amorosa y estuvo a punto de quitarse la vida. No quería
seguir viviendo. La vida no tenía sentido para ella. Después de tres intentos
de suicidio, se animó servir a Dios e ingresó a un convento benedictino donde
el saludo era “Bendito y alabado sea el santísimo sacramento del altar”. Gran
parte del día se la pasaban rezando y entre los votos estaban el de obediencia,
pobreza y frugalidad en las comidas. Cambio su nombre Angeline por el de
Visitación. A partir de entonces sería la hermana Visitación. Lamentablemente,
Visitación no duró mucho tiempo en el convento francés porque tenía un pecado
muy grande: la gula. Los tres primeros meses todavía estaba sentida por la
decepción y no tenía apetito. Poco a poco se fue olvidando de sus cuitas amorosas
y en su lugar recrudeció su pasión por la comida y los dulces. A escondidas de
la priora que ya estaba vieja, preparaba sus dulces e invitaba a las novicias y
todas las jovencitas le tomaron cariño e hicieron lo posible para que
Visitación trabajara en la cocina. Cuando lo logró, los votos de obediencia y
frugalidad quedaron relegados, las muchachas ya no mostraban su tristeza sino
que sonreían y le encontraban sentido a su vida. Lamentablemente, esta
situación no duró mucho porque una soplona informó a la priora que se estaba
cometiendo el pecado de la gula en el convento. Una noche, después de las doce
de la noche, las novicias salían de sus celdas en silencio y se dirigían a la
cocina, descalzas para que nadie las escuchara. Allí las esperaba la hermana Visitación
y les había preparado una vieja receta peruana que se llamaba ranfañote y todas
probaron y se chupaban los dedos de contentas. Fue en ese momento que apareció
la hermana Presentación, priora del convento de las benedictinas de la oración
perpetua y no sé que más y castigó a las novicias. El castigo mayor fue para la
hermana Visitación que fue expulsada del convento. Menos mal que el arzobispo
logró que Visitación viajara a España e ingresara a una orden que ayudaba a los
pobres y donde podría preparar sus exquisitos potajes antes que pasarse la visa
rezando, rezando y rezando. La hermana Visitación recordaba a un gran escritor
francés del siglo XIX que opinaba que “el convento de monjas es una de las más
sombrías concreciones de la Edad Media y que asomaba al mundo civilizado una
extraña recrudescencia ascética.”
Después de aprender el idioma
español, se presentó la oportunidad para viajar a la Ciudad de los Reyes donde
la gastronomía estaba avanzada y era la cuna de los dulces más exquisitos. Además
de su buena mano para preparar dulces y otros potajes, tenía la naturaleza
zooter que correspondía a una urraca y por suerte del destino conoció a Mr.
Kanter, religioso peruano que captó la naturaleza zooter de la hermana
Visitación y le dijo que él era un oso grizzli y Visitación con cierta
reticencia le contestó que ella era urraca. Los mismos zooters no sabían cómo
reconocer a uno de su especie, pero lo hacían. No sé si el olor o la mirada, la
manera de caminar o qué se yo. Lo cierto es que podían identificar. Sin duda,
además de la cocina, la religiosa era una fanática de los chismes que lo
pondría en práctica cuando conociera a Anulia y sus amiguitas.
La fama de Visitación llegó a los
oídos de Ludwig y este le propuso un negocio para la venta de los dulces de
Visitación. Ella no estaba interesada en el dinero, pero Ludwig, sí. Sin
embargo, la religiosa le aceptó preparar los dulces con la condición que Ludwig
no los vendiera tan caro. Y así fue, el esposo de Marietta aceptó a regañadientes
la propuesta de la hermana. Al finalizar, se puso colorado, respiró hondamente
y lanzó sus palabras premonitorias: “Dos cosas puntuales”. Cómo voy a vender
estos productos que todavía no he probado. “Solicito in situ degustar estos
dulces”. Quedaron para un día viernes en la sacristía y allí Ludwig pudo probar
entre otros el famoso tajadón trujillano, los alfajores de Huaral, King Kong de Lambayeque, frejol colado de Chincha y
otras maravillas que Ludwig probó , probó y probó hasta que se quedó dormido.
Dos horas después de la degustación y el sueño. Ludwig realizó el contrato con
la monjita no sin antes pedirle un poco de frejol colado de Chincha y
manjarblanco de Cajamarca para que prueben
su Marietta y el pequeño Hans.
Los chicos y grandes de la
Comunidad disfrutaron de las maravillas culinarias de la hermana española. Su
labor pedagógica la llevó a dictar cursos de repostería para las muchachas de
la aldea. Una de sus mejores alumnas era Chiara, hermana de Marietta. Ella era
una muchacha hermosa de cabellos rubios y ojos verdes. Apoyaba a Visitación en
la iglesia cuando se realizaba las clases de catecismo y confirmación. Algunos
de los integrantes de la confirmación eran Collins, Tanger y Miguelito.
Antonella les había advertido que se portaran bien. No podían sacar a relucir
su naturaleza élfica porque crearían problemas a la Comunidad de los lobos.
Sabíamos que estas adorables criaturas de la risa asistían a la confirmación
porque encontrarían nuevos amigos. Ya los chicos y chicas de su Promoción
habían asistido a la confirma el año anterior. El solo hecho de estar fuera de
casa los emocionaba. Ellos podían desaparecer y aparecer en otro lugar, como el
Tío Ben. También tenían la facilidad de elevar a las personas como una
levitación. Por eso que Antonella y Sandra se preocupaban bastante. Ellos
extrañaban a Nicole porque les engreía y permitía sus travesuras. Ahora Nicole
estaba lejos y siempre les escribía. Había conocido a alguien y prometió a sus
hermanas que les contaría pronto.
Eddy Gamarra T.
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