Capítulo 125
El dulce, un buen embajador
Algunos días después de conversar
con Anulia y su gente, la hermanita religiosa decidió hacernos una visita. Estaban presentes en mi casa
Sandra, Antonella y Juan de Aviraneta, esposo de Antonella. Cuando abrí la
puerta, la religiosa, después de hacer la señal de la cruz dijo “Bendito y
alabado sea el santísimo sacramento del altar”. Las chicas contestaron, Amén.
Soy la hermana Visitación, encargada de la iglesia de San Patricio y
responsable del catecismo y confirmación de los niños y jóvenes de la
Comunidad. La hermanita tenía una sonrisa franca y contagiosa. En sus manos
traía una bolsa grande que contenía
dulces como flan de coco, pastel de choclo, zanguito de pasas, picarones e higos rellenos con manjar blanco.
Antonella dijo emocionada y en voz alta ¡Higos rellenos con manjar blanco! Y de
la nada aparecieron los tres duendecillos que dejaron entre sorprendida y
asustada a la religiosa. No sabía cómo explicarle a la cándida hermanita que
estos muchachos estaban escondidos detrás de los muebles, lo cual no era cierto.
No sé si me creyó o aceptó lo que dije. Cuando Sandra les exhortó a que
saluden, los tres dijeron en coro:
-Gracias hermanita por los ricos
dulces que nos ha traído.
-Eso no es un saludo-les impetró
Antonella.
-Buenos días hermana Visitación del
santísimo sacramento del altar-saludaron con una cara de inocencia los tres
duendecillos.
-¡Vaya!...conocen mi nombre.
-Ud. Se ha hecho conocida en poco tiempo-dijo
Sandra.
-Los dulces que Ud. Prepara la han
hecho una digna embajadora de la Comunidad de San Patricio-le manifestó Juan.
- ¿Es Ud. Hermana de Mr. Kanter?
-le preguntó Miguelito.
-¡No seas impertinente! Micki- le llamó la atención Antonella.
-¿Quién es Mr. Kanter?-preguntó la
religiosa.
-Quería referirse al Padre de
Canterbury-le dije incómoda.
-Su jefe-le aclaró Juan.
-El dueño de CENTRADOM- dijo Sandra con cierta reticencia.
La religiosa sonrío y con temor
dijo:
-Alguno de ustedes trabajan en el
CENTRADOM?
-¡No! –Contesté.
Le pedí que se sentara y no se
incomode, porque era bienvenida en mi casa. Juan se sentó al piano e interpretó
melodías españolas de Enrique Granados que la hicieron sollozar de alegría. La
hermana recuperó la confianza y nos pidió que si podríamos inscribir a los
muchachos en la confirma. Los tres al unísono dijeron que sí. Antonella miró a
Sandra y su hermana me miró para ver si yo aceptaba. Tanger le preguntó a la hermana
Visitación si en las clases pagaban a los estudiantes con dulces de higo. Juan
les dijo que la hermana no pagaba; en todo caso quienes deberían pagar eran
ellos. Sin duda, Tanger, Collins y Micki deseaban asistir a la confirmación. No
sé si por los riquísimos dulces que preparaba la hermanita o porque sus amigos
del colegio, descendientes de zooters, iban a estar presentes. No me negué y en
nombre de Stephen acepté que los chicos asistieran a la confirmación. Ellos
saltaron de alegría y yo les advertí que no iba a permitir bromas pesadas en la
confirma porque si no, la hermanita Visitación se enojaría con ellos.
La religiosa nos contó que su
metamorfosis era una urraca y que la disculparan si hablaba demasiado, pero así
era su naturaleza. En verdad, más parecía una damita especialista en dulces de
estos lares que en religiosa. Lo cierto era que convencía a los habitantes de
San Patricio por su buena mano para preparar los dulces. El bueno de Ludwig le
había invitado a dar un ciclo de charlas en la aldea sobre” el poder
inconmensurable de la repostería de este maravilloso país a la luz de la
Filosofía y el amor”. Ella aceptó de buena gana si los jóvenes de la aldea
asistían a las clases de confirmación que se daban todos los sábados en la
iglesia de San Patricio.
Como yo estaba enterada de las
argucias y terribles palabras de Anulia y su gente contra nosotros, me adelanté
a contarle a la hermana Visitación que nuestra naturaleza zooter era de la
manada del entonces rey de Gales, Vereticus y su descendencia y que no
practicábamos hechicería como algunas sectas ofídicas y licantrópicas. Que no
debería temer por los lobos que eran muy diferentes de los licans que
trabajaban en un Centro de Trámite Documentario. La Ciencia, el Arte y la Cultura era parte de nuestro mundo y
buscábamos constantemente la paz a través de la naturaleza, las flores, árboles, animales, es decir, la
flora , la fauna y el arte.
Cuando se retiró la religiosa, iba
contenta y se llevaba un plato de pepián de choclo que había preparado Sandrita
y que aquella le daría curso ni bien llegara a la iglesia. En su alegre
caminar, la hermanita parafraseaba a Hamlet, el personaje de Shakespeare:
“Comer o no comer, ese es el dilema.” Yo aproveché que mi hijo había despertado y lo abrigué para llevarlo a la
casa de mi abuelo que nos esperaba para pasear por el bosque de la felicidad
que era su mundo y su casa y que no lo conocí al cien por ciento.
Eddy
Gamarra T.
No hay comentarios:
Publicar un comentario