miércoles, 19 de agosto de 2015

Capítulo 125
El dulce, un buen embajador

Algunos días después de conversar con Anulia y su gente, la hermanita religiosa decidió hacernos  una visita. Estaban presentes en mi casa Sandra, Antonella y Juan de Aviraneta, esposo de Antonella. Cuando abrí la puerta, la religiosa, después de hacer la señal de la cruz dijo “Bendito y alabado sea el santísimo sacramento del altar”. Las chicas contestaron, Amén. Soy la hermana Visitación, encargada de la iglesia de San Patricio y responsable del catecismo y confirmación de los niños y jóvenes de la Comunidad. La hermanita tenía una sonrisa franca y contagiosa. En sus manos traía  una bolsa grande que contenía dulces como flan de coco, pastel de choclo, zanguito de pasas,  picarones e higos rellenos con manjar blanco. Antonella dijo emocionada y en voz alta ¡Higos rellenos con manjar blanco! Y de la nada aparecieron los tres duendecillos que dejaron entre sorprendida y asustada a la religiosa. No sabía cómo explicarle a la cándida hermanita que estos muchachos estaban escondidos detrás de los muebles, lo cual no era cierto. No sé si me creyó o aceptó lo que dije. Cuando Sandra les exhortó a que saluden, los tres dijeron en coro:

-Gracias hermanita por los ricos dulces que nos ha traído.
-Eso no es un saludo-les impetró Antonella.
-Buenos días hermana Visitación del santísimo sacramento del altar-saludaron con una cara de inocencia los tres duendecillos.
-¡Vaya!...conocen mi nombre.
-Ud. Se ha hecho conocida en poco tiempo-dijo Sandra.
-Los dulces que Ud. Prepara la han hecho una digna embajadora de la Comunidad de San Patricio-le manifestó Juan.
- ¿Es Ud. Hermana de Mr. Kanter? -le preguntó Miguelito.
-¡No seas impertinente!  Micki- le llamó la atención Antonella.
-¿Quién es Mr. Kanter?-preguntó la religiosa.
-Quería referirse al Padre de Canterbury-le dije incómoda.
-Su jefe-le aclaró Juan.
-El dueño de CENTRADOM- dijo  Sandra con cierta reticencia.
La religiosa sonrío y con temor dijo:
-Alguno de ustedes trabajan en el CENTRADOM?
-¡No! –Contesté.

Le pedí que se sentara y no se incomode, porque era bienvenida en mi casa. Juan se sentó al piano e interpretó melodías españolas de Enrique Granados que la hicieron sollozar de alegría. La hermana recuperó la confianza y nos pidió que si podríamos inscribir a los muchachos en la confirma. Los tres al unísono dijeron que sí. Antonella miró a Sandra y su hermana me miró para ver si yo aceptaba. Tanger le preguntó a la hermana Visitación si en las clases pagaban a los estudiantes con dulces de higo. Juan les dijo que la hermana no pagaba; en todo caso quienes deberían pagar eran ellos. Sin duda, Tanger, Collins y Micki deseaban asistir a la confirmación. No sé si por los riquísimos dulces que preparaba la hermanita o porque sus amigos del colegio, descendientes de zooters,  iban a estar presentes. No me negué y en nombre de Stephen acepté que los chicos asistieran a la confirmación. Ellos saltaron de alegría y yo les advertí que no iba a permitir bromas pesadas en la confirma porque si no, la hermanita Visitación se enojaría con ellos.

La religiosa nos contó que su metamorfosis era una urraca y que la disculparan si hablaba demasiado, pero así era su naturaleza. En verdad, más parecía una damita especialista en dulces de estos lares que en religiosa. Lo cierto era que convencía a los habitantes de San Patricio por su buena mano para preparar los dulces. El bueno de Ludwig le había invitado a dar un ciclo de charlas en la aldea sobre” el poder inconmensurable de la repostería de este maravilloso país a la luz de la Filosofía y el amor”. Ella aceptó de buena gana si los jóvenes de la aldea asistían a las clases de confirmación que se daban todos los sábados en la iglesia de San Patricio.

Como yo estaba enterada de las argucias y terribles palabras de Anulia y su gente contra nosotros, me adelanté a contarle a la hermana Visitación que nuestra naturaleza zooter era de la manada del entonces rey de Gales, Vereticus y su descendencia y que no practicábamos hechicería como algunas sectas ofídicas y licantrópicas. Que no debería temer por los lobos que eran muy diferentes de los licans que trabajaban en un Centro de Trámite Documentario. La Ciencia, el Arte  y la Cultura era parte de nuestro mundo y buscábamos constantemente la paz a través de la naturaleza,  las flores, árboles, animales, es decir, la flora , la fauna y el arte.

Cuando se retiró la religiosa, iba contenta y se llevaba un plato de pepián de choclo que había preparado Sandrita y que aquella le daría curso ni bien llegara a la iglesia. En su alegre caminar, la hermanita parafraseaba a Hamlet, el personaje de Shakespeare: “Comer o no comer, ese es el dilema.” Yo aproveché que mi hijo  había  despertado y lo abrigué para llevarlo a la casa de mi abuelo que nos esperaba para pasear por el bosque de la felicidad que era su mundo y su casa y que no lo conocí al cien por ciento.


                                                                                                          Eddy Gamarra T.

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