sábado, 8 de agosto de 2015

Capítulo 116
Las travesuras de…

Los duendecillos jugaban con Hasán y estaban muy amorosos con Yasmina. Triscaban de un lado a otro como si fueran cabritos y provocaban la risa de Hasán. Sus carantoñas ponían de buen humor a Yasmina. Collins, en nombre de sus hermanos decidió dar un discurso sobre la valentía de los duendes en el enfrentamiento con los licans. Había lanzado al aire las palabras nuevas que le habían enseñado en el colegio pero que no tenían conexión alguna, pese a decirlo en voz alta y con movimientos de manos y su “pequeña” cabecita. Este galimatías divertía a Yasmina y también a Micki y Tanger. A fin de cuentas, lo que interesaba era ver feliz a Yasmina y a su hijo Hasán. En verdad, el que hablaba mejor era Tanger, pero el objetivo de los duendes era hacer reír a Yasmina que a pesar de su dulzura y trato tenía un rostro nostálgico.

Micki  le mostró a Yasmina las fotos de su viaje de Promoción donde ellos se divirtieron y mostraron a sus compañeros sus trusas de baño de color gualda y púrpura que el tío Nolberto de Paracatú  les trajo de la Playa de Ipanema, en Brasil. Menos mal que no hubo queja de los profesores a pesar de los pescados que pusieron los duendecillos  dentro de las sábanas de las camas de los profesores. Estos,  no se explicaban cómo pudieron entrar los estudiantes, así que guardaron el secreto de la broma perpetrada por los duendecillos y continuó el viaje de Promoción con mucho sol, piscinas, playas y la alegría de los jóvenes quienes disfrutaron de la comida marina y la música de las discotecas. El más bailarín fue Collins a quien las chicas bautizaron como “Cubito”. Micki y Tanger se dedicaron a echar hielo en la espalda de sus compañeros. Aprovechaban que ellos podían desaparecer, es por eso que no eran sorprendidos por sus amigos. Micki, el más terrible se atrevió a echar cubitos de hielo sobre la espalda de uno de sus profesores. Cuando el profesor volteó molesto por esta falta de respeto, mientras trataba de sacarse los pedacitos de hielo, el gesto que hizo, provocó una carcajada general entre las chicas y chicos que al final, como no había culpables, olvidaron este hecho y continuó la fiesta.

Cuando llegaron a Lima, sus acompañantes no reportaron ningún acto de indisciplina. Los profesores-como siempre- dijeron que se habían portado maravillosamente. Que eran unos muchachos muy tranquilos y que no tenían queja de sus compañeros. Yasmina le preguntó a uno de sus tutores:

-         ¿Está Ud. Seguro?
-         El profesor, muy serio, manifestó: Mis años de experiencia me han  enseñado a tratar a los jóvenes.
-         Gracias profesor -le contestó Yasmina no sin antes esbozar una sonrisa cómplice con sus engreídos duendecillos.

“Si supieran”-decía para sus adentros Yasmina. Los tres muchachos empezaron a reír a mandíbula batiente mientras se retiraban de la oficina del jefe de conducta. Yasmina tampoco pudo guardar silencio y los cuatro cruzaban el patio con un ataque de risa que las madres de familia que siempre pululan por allí, comentaban entre ellas que aquellas cuatro personas habían perdido la razón.


                                                                                                      Eddy Gamarra T.

No hay comentarios:

Publicar un comentario